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ÍCARO por Aryam

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Notas del fanfic:

Declaimer: Los personajes pertenecen a la serie/manga Naruto y su creador Kishimoto.

Ícaro.

 

I - Namikaze Naruto.

 

En Japón es un secreto a voces que no todo lo que brilla es lo que aparenta, porque donde ves sonrisas y buenas acciones al final es falso. Y el miedo se palpa silencioso por las noches, en lugares abrumadores de oro, música y colores, porque todo el glamour y la buena vida tiene una sombra de la cual no se puede fiar.

Ser un Yakuza, un clan de alta rama y especialmente de su familia, podía definir su vida como un verdugo o benefactor de reconocidas cabezas en la bolsa, artistas y empresarios, socios, políticos; dentro como fuera del país… mientras le dieran vía libre al narcotráfico, armamento, traba de blancas y lavado de dinero. Era así su vida desde que tenía razón de ella y se acopló a las exigencias de su abuelo, su único legado paterno luego del asesinato de sus padres.

Pero obviando su vida, cuando salía de vez en cuando y le pedía a Shikamaru que dejaran por un momento el trabajo, Kurama podía ser por unas horas Naruto, un chico de veinte y divertirse, en vez de un capo peligroso muy buscado como perseguido. Sus bolas valían millones de yenes, más le valía a él poco con el control monopolizado junto a sus agentes en los lugares que frecuentaba y la misma policía de la prefectura.

- ¡Mis chicas, vengan con Kiba!

En el interior de un antro con una fachada de simple edificio de oficinas, su interior de varios pisos contenía diferentes estancias de acuerdo al nivel de los clientes. Desde el más sencillo como una pista de baile y sectores para sentarse a beber junto a una barra, además de un escenario… hasta ambientes de otros lugares del mundo y un sector de baño, donde chicas y chicos jóvenes eran meseras que servían en diminutos trajes de baño, en que muchos no les molestaba ver o andar desnudos.

Las chicas chillaron cuando el tipo que gritaba por ellas las estrujó contra su cuerpo húmedo, dando más espacio a la alberca donde estaba junto a dos tipos que reían por lo bebido que estaban y Naruto, que miraba desde una silla de oro la estupidez que hacía Kiba.

Sí, así recordaba el rubio cómo todo su mundo dio un nuevo giro en su vida. Un Kiba risueño por su estado de embriagues, otros dos compañeros riéndose de él y tratando de quitarle unas chicas para ellos, el aspecto tozudo de Shikamaru sin ánimos de andar alegre en un momento como ese.

– Hey, no soy Temari para que andes con cara de fastidio. –Le golpea con el pie sin fuerza la cara, al tenerla cerca, obteniendo un bufido en respuesta. – Te dije que nada va a pasar.

– Qué problemático eres… –Gruñe el chico, deshaciendo el cruce de brazos y voltearle a ver, echar una repasada al lugar, sin darse cuenta que le tiraron agua a la cara, provocando una carcajada por parte de Naruto. – Yo que tú, mejor andaría en otro lugar. Acá la gente es bulliciosa y no hemos terminado las cuentas con el contador, ¿sabes?

– La idea es despejarnos, no seas tan nena. –Se acomoda en el asiento, bebiendo del whisky a su lado junto a la botella en una mesita y aprovechando de servir un vaso al Nara. – Mejor brinda conmigo.

– Sí, Shika, no seas un amaaaaargado.

Un sonrojado Konohamaru por el licor le apoya, obteniendo despreocupar un poco a Shikamaru y que disfrutase del momento, llegando a unirse a la tropa de borracho que eran los chicos, excepto él. Pasó tiempo con ellos y luego fue a un lado apartado, saliendo de la zona de los baños para vestirse con tal de merodear por ahí, quizás dar con alguien para pasar el rato. El lugar era seguro, pues quien tentara contra su persona seguro terminaría muerto antes de lograr salir.

– Tengo una duda, si te invito a un trago… ¿lo haría a un alfa o un omega?

Una voz ronca y firme, casi tozuda se escucha a su espalda, apreciando por encima del hombro un chico moreno de rasgos pulcros y piel nívea, el cual su masculinidad resalta por la postura de superioridad que se “huele” a distancia, sonriendo al voltear.

– ¿Es lo que cuenta para invitar un trago? –Arquea una ceja, divertido, mostrándose relajado a sentarse en la barra al lado del alfa.

– No, para nada. –Le mira soltar sin más, fascinado por el gran dominio que podía dar a gente ajena, como el barman o comensales, sea con una mirada y al hablar. Tan profundo y misterioso, que gustaba sacarle risas para romper esa imagen, ya que además de invitarle a beber, intentaba descubrir qué era.

En un mundo donde la humanidad se divide por procreación en instintos de alfa, omega o beta, solo dos rangos podrían darle tal personalidad, descartando a los betas al ser más sumisos.

Y así fue como lo conoció, preguntándose quién había sido el jugador y el juguete en esa ocasión, porque de ahí un lazo se estrechó de tal modo que no fueron inconscientes.

De una cosa llevó a la otra y por ironías de la vida, nunca se imaginó que terminara gustándole ese bastardo, tanto para llevárselo a la cama, tener una desenfrenada sesión de sexo en lo alto de ese edificio y…

– Quién diría que a Kurama le gustara tanto los penes. – La voz de moreno retumba en su oído, tan frío y peligroso que le hace llegar al orgasmo, cerrarse en el miembro del alfa con tal que se corriese en él después de dos estocadas antes de tener un arma presionando el estómago.

Se echa a reír. – Oh, vamos, soy un omega. –Suelta sin inmutarse de tenerle encima y dentro, con la pistola presionando al costado, con su mirada queriendo restregarle un odio infinito por más que vuelva a estar duro. Lo siente. – Pero ni creas que tú estás libre... –Sonríe zorrunamente, resaltando las marcas malditas que tiene en el rostro de niño, y le hace un gesto en la cabeza para que vea una de sus manos, la que sostiene un arma también y apuntando su cabeza. – Detective.

La impresión de Sasuke fue inmediata al verse descubierto y no se intimida, afilando su mirada al verse en esa ruleta rusa. Lo mira fijamente a los ojos que le comen deliciosamente el alma y no se inmuta, suponiendo que tenía una mente demasiado retorcida para hacer la elección que hizo y él también.

– Maldito bastardo. –Masculle enrabiado, que sin quitar el arma de su posición lo besa y él le recibe gustoso, en uno que parecía querer quitarle el aire hasta hartarse. – Tú suelta el arma y luego yo.

Con la respiración agitada y sonriente, niega con la cabeza. – Mejor tú, luego yo, ¿sí?

Esa vez ambos discutieron la situación, soltando las armas por igual y darse una tregua, aflojando sus deseos de más por el otro en aquella cama. Naruto sabía que lo que eran los hizo conocerse, enfrentarse y tomar medidas drásticas, pero no se arrepentía de nada. Siempre que algo le gustaba y se lo ganaba, era suyo. El sexy detective que fue tras él por su cabeza, del cual fue informado de anterioridad para tener a Shikamaru tenso todo el maldito día, no era la excepción. Suponía que con Uchiha Sasuke era lo mismo, porque sentía su adrenalina, el deseo de hacerse uno con él y matarle a la vez, porque era su misión, al igual que haría lo posible porque fuese suyo.

Naruto que toda su vida se crío con alfas para ser un gran omega sucesor a su padre, su abuelo, la gran cabeza yakuza de Japón… solo tenía que olerlo para saberlo. Había aprendido tanto de alfas, sean mujeres u hombres, que a veces le confundían como uno. Si alguien le dijera que por ser omega vivió como reina, iba mal si no conocía su oscuro pasado para no llegar a ser una muñeca del cual usar, y Sasuke era tan adorable por querer someterlo, intimidar su omega interior, sin importar nada, apostaría que su pasado no fue el mejor. Eran tan parecidos y tan diferentes.

Curiosamente, su relación empezó ahí.  Después en otros lugares donde supuestamente el detective iba de infiltrado y solo era para disfrutar de los placeres de la cama con él, especialmente su celo.

Sasuke amaba estar entre la espalda y la pared, el deseo prohibido, la adrenalina bullendo por el cuerpo, el amor insano que Naruto podía darle.

– ¿Entiendes que si me dejas en cinta estarás atado a mí? –Le dijo en un susurro, casi un ronroneo en su oído, teniendo otra vez las pistolas de ambos cargadas contra el cuerpo del otro, frías herramientas que separaban por sentimientos sus cuerpos caldeados por el celo y teniendo en otra parte aquella mansión un escenario opuesto al que estaban, oyendo a lo lejos gritos de sus hombres muriendo, explosiones y tiroteos.

– Naruto… entrégate. – No fue una súplica, fue una orden, pero dudaba que lo digiera desde adentro. Era como oírle sufrir de qué pensar y qué debe hacer, siendo que su pene debe tenerla tan dura por el aroma que desprende, llamándole a entregarse.

– Tú, hazlo Sasuke… –Lame los labios, sonriendo al ver que el mayor hace lo mismo al verlo. – Ven conmigo, sé mi alfa’ttebayo – Sin querer se sonroja, recordando que ya había perdido parte de la vergüenza de soltar esa muletilla de la infancia con él. – Solo a ti quiero tener entre mis piernas.

Solo fueron segundos que se le antojaron a Naruto una eternidad en que Sasuke dejó todo y le besó, dudando si fue por cegarse por el celo o sus verdaderos deseos. Escapando del atraco a su casa, ir por un lugar secreto de su mano y subirse a un carro con los subordinados protegiendo sus espaldas.

Ese día lo recordaba glorioso, donde el alfa empezaría a ser parte de su familia entre varias huidas, escondites, siguiendo el trabajo junto a él y al cabo de nueve meses tuvo dos niños, un alfa y un omega. El nacimiento quiso celebrarlo con bombos y platillos, pero la organización que antes pertenecía Sasuke dio con ellos. Más que molesto quiso dar con el sapo entre los suyos, el que fue capaz de delatarlo, pues había sido lo suficientemente cuidadoso de pasar desapercibido por Osaka y al parecer fue el mismo Sasuke el que los delató al investigar luego de refugiarse en Kanto.

– ¿Por qué? – Le miró con rabia, queriendo arreglar la situación a solas con el moreno en el cuarto y no soltar la bomba frente a sus hombres, imaginando que Shikamaru no dudaría en ir por la cabeza del ex-detective por su estúpida osadía.

– ¿Aún lo piensas? –Con sarcasmo suelta el moreno, odiándose no haber matado cuando pudo a Shikamaru en algún momento por informar a Naruto. – Esta vida no me agrada y no quiero esto para mis hijos. – Soltó directo, mirando fijamente al rubio que no portaba arma y se encontraba sentado sobre el escritorio, solo con una bata puesta.

– Quién te entiende. –Ríe Naruto, bajando del escritorio. –Tuviste tiempo de pensar eso hace mucho y te viene ahora la moral.

– No es vida esto. Piensa en los niños, Naruto.

– ¿Qué dices? –No evitó lanzarle un masetero, enfadado, el cual Sasuke logra esquivar y parecía que ahora no dudaría en usar un arma al tocarse el bolsillo. – Sé que eres un teme, pero bien sabe dónde acabaría yo y si me hundo, todo a quién conoces también. –Suelta alterado, haciendo ejercicio de respiración para calmarse y darle una mirada, esa que debió saber que era la última que le daría.

– Naruto.

– Vete, nadie más que Shikamaru y yo sabemos que fuiste el bocón. No te mataran. –Avanza a la puerta y la abre para él, imponiéndose como de costumbre al alfa. – Por los niños seguirás viviendo, ¿entiendes eso?

Notó dudas en sus ojos, pero le hizo caso, suponiendo que la vida de ambos era más el vivir como el gato y el ratón que como una pareja con un mundo en común, haciendo cosas juntos, criando o gobernando. Lástima que lo entendiera tarde y Sasuke también, que conociéndole no se quedaría de brazos cruzados e iría por los niños.

Cuando cayó la noche ese día, en los grandes jardines, el único omega que lo crío y era parte de aquella mansión, acompañándolo en el dolor silencioso de la falta de Sasuke.

“¿Crees que haces bien? Capaz algunas situaciones han cambiado al meter mano como yakuza en el país con extorciones o dinero, pero sigues siendo un ladrón y un asesino peligroso.”

Recordaba una vieja conversación, sintiendo rabia de sí mismo pensando que el alfa cambiaría por él y se unirían por la familia.

– Kakashi, ¿esto está bien? –Naruto sabe la respuesta, pero quiere otra, esa que busca en la mirada del único ojo visible del omega de cabellos grises.

– ¿Quién soy yo para decirlo? –Le sonríe, palmeando su hombro y atraerlo en un abrazo extraño de su parte. – Solo sigue con lo que haces y si lo arruinaste arréglalo, sino… continúa.

– Lo sé. –Musitó, deseando en su interior no convertirse en Kakashi algún día.

Aún recordaba las palabras de su abuelo Jiraiya cuando le comentó ebrio sobre este, el increíble yakuza que fue de joven aun siendo omega y solo por enamorarse de su compañero de trabajo, casi le hace pasar malos tragos a su padre, el cual supo darle una buena reprimenda. Naruto en ese tiempo no entendía bien las palabras que censuraban la cruda historia y al cabo de los años se le aclaró que Kakashi pudo haber casi sido su madrastra. Este había sido abusado por su padre en su primer celo, que al ser demasiado joven tuvo un aborto y aún con todo el dolor seguía trabajando como si nada, animado por su compañero y amigo llamado Obito. Después este último buscó venganza contra su familia cuando su padre le negó que tuviera contacto con Kakashi, el cual estaba embarazado y confinado a esa hermosa mansión con órdenes claras de matarlo si Obito se acercaba. Eso solo provocó la ira en el otro, terminando por matar a la pareja Namikaze en un tiroteo armado en las costas de Cancún, quedando huérfano.

Suponía que el niño dos años menor con el cual se crío a la par no era su hermano y que la organización Akatsuki que iba tras él, fue fundada por Uchiha Obito y que Sasuke era su pariente. Su padre fue inteligente el dejar a Kakashi claustro en aquel lugar, sintiendo la amenaza de ir por él o su hijo, si no le dejaba en paz.

¿Podría confiar en Kakashi?

El hombre que antes le comentaron no quedaba nada, solo era alguien desgastado por el encierro y la soledad que solo era aminorada por la existencia de Gin. Tan deplorable.

– Tienes razón, ¿sabes? Arreglaré las cosas, no seré como mi padre. – Le sonríe, dejando a un Hatake confuso ahí junto al lago, preguntándose qué tipo de idea cruzaba por su cabeza.

 

Como creyó, según sus informantes, Sasuke no había sido aceptado de buen modo en su familia ni en su trabajo, quedando bajo arresto y vigilancia una vez lo encontraron, confinado a dar declaraciones sobre su estancia con Kurama al FBI y la DEA. Por un momento Shikamaru le dijo que debía mandar a uno de sus hombres a matar, pero no lo hizo. Tenía muchos motivos, uno de ellos no era la palabra que le dio al moreno, sino el hecho que teniendo a sus hijos no diría nada y por otro lado, era seguro que los abogados de Akatsuki cuidarían de que el apellido Uchiha no sea ensuciado y serían cuidadosos. Él solo debía estar atento, continuar sobornando y sujetando de los hilos de ciertas personas influyentes.

Después de unos agitados años, no se imaginó que algún día terminaría matando a Sasuke del mismo modo que comenzó todo: unas copas y en la cama.

– A veces volar hacia el sol tiene su precio, si usas alas de cera.

Con la humanidad desnuda y manchada en carmín, admira el cuerpo inerte bajo él, tan inerte como su alma.

Notas finales:

Gracias por leer. Nos vemos pronto.


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