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¡Que no somos pareja! por Tita Adri

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Notas del fanfic:

Esta historia está escrita sin ánimo de lucro, los personajes no me pertenencen.

Notas del capitulo:

Reconozco que esta no es una de mis parejas favoritas pero era un reto que tenía que cumplir. Es una historia cortita de 5 capítulos (y quizás algún extra)

Espero que la disfrutéis ^^

 

-¡Que no somos pareja!-gritó Milo frustrado, haciendo rebotar su potente voz por todo el templo de acuario. Volvió a hinchar sus pulmones para desfogarse de nuevo pero en vez de esos expulsó el aire violentamente.-Como pille al que va diciendo eso... Se va a comer las aguja escarlatas, antares y todas las rosas de Afrodita, una a una. Y como sea quien yo creo le voy a meter su armadura....-la frase fue apagándose en un murmullo mal pronunciado por la ira acumulada, sin darse cuenta Milo se había ido inclinando hacía adelante retorciendo las manos en el aire como si estrangulase a alguien que poco a poco iba perdiendo las fuerzas, y cuando se cansó de susurrar todas las ideas que tenía se incorporó de golpe, volviendo a su carrera histérica por todo el templo, sin darse cuenta de que Camus había dejado hacía rato su lectura para observar cada centímetro del cuerpo griego que se exhibía ante él.

 

Esa mañana Milo había bajado contento al campo de entrenamiento, se podría decir que había madrugado pero el escorpión no era un asiduo a descansar, estaba de muy buen humor y pensaba aprovechar el día. Podía pasarse toda la mañana entrenando sin esfuerzo, le gustaba el ejercicio físico, le gustaba el sol de Grecia calentando su piel y el ardor de los golpes de su adversario, pero sobre todo, le gustaba ver sufrir a los aprendices. Y por lo que Camus sabía, o podía deducir del comportamiento de su compañero, era que durante la mañana había escuchado más cuchicheos sobre ellos, más de uno para haber finalizado su entrenamiento tan temprano, el sol aun no estaba en su cenit que era la hora a la que Milo solía ir a descansar. Llegó como una exhalación, sudando por el esfuerzo, quitándose la empapada camiseta mientras despotricaba furioso por todos esos rumores, llevaba varios meses luchando contra ellos y cada vez eran más. Empezaron levemente, con un “esos dos parecen demasiado cercanos”, luego se escuchó cosas como que dormían juntos, no era algo falso pero era tan literal como esa frase decía, simplemente dormían, en su día libre era lo único que hacían, por alguna razón el aroma de las rosas de Piscis que llegaba hasta Acuario relajaba al griego y se solía quedar en su templo con cualquier excusa para acaparar la cama de Camus, esos eran los únicos ratos donde podía verse a Milo haciendo el perezoso.

 

Los problemas fueron surgiendo cuando alguien mencionó que les había visto compartir un beso muy tierno, ninguno de los dos se explicaba de donde surgió ese rumor, pues apenas se acercaban, Milo respetaba el espacio personal de su amigo por razones más que obvias, la primera vez que se acercó a él más de la cuenta casi acabó convertido en una estatua de hielo, desde entonces había mantenido una distancía minima salvo en los entrenamientos, en un combate cuerpo a cuerpo no había distancía que mantener. A eso le siguieron rumores cada vez mas subidos de tono, llegando a ser tanta la curiosidad de los aprendices que reunieron el valor para preguntar a Camus como era el sexo con otro hombre. No importaba cuantas veces dijera que nunca había experimentado esas cosas, los muchachos se pensaban que mentía. Alguno de sus compañeros les miraron de forma extraña cuando estaban hablando, y unos pocos se atrevían a soltar frases de doble sentido muy poco indirectas. El griego lo negaba a gritos consiguiendo solo enfadarse cada vez más.

 

Y no quería imaginar que habría escuchado ese día para estar tan encabronado, pero ahí estaban, a media mañana, Camus incapaz de concentrarse en su lectura mientras que Milo frenaba su caminata, parándose en mitad de la casa de Acuario con el torso al descubierto perlado de sudor, la camiseta en su mano izquierda arrugada y barriendo el suelo con una esquina, el cabello azul humedecido y el rostro rojo de rabia, con sus gritos había logrado relajar un poco la tensa mandíbula con la que llegó minutos atrás.

 

-¿Y tu qué?-increpó de mal humor a su amigo.-¿No piensas decir nada? ¿No te importa que te consideren gay?

 

-No.- aunque sus ojos estaban sobre el libro y su aspecto destilaba indiferencia el francés notaba los dedos de sus manos crisparse y el corazón acelerado.-No entiendo que puede haber de malo en ser gay. Si los hombres fuesen tan malas parejas todas las mujeres del universo serían lesbianas.

 

-A ver, gabacho,-suspiró Milo armándose de paciencia.-que seas tolerante no quiere decir que tengan que considerarte gay. Te están insultando a tus espaldas y todo lo que haces es leer.-no obtuvo respuesta, pues su amigo no consideraba eso como un insulto.-Aquí lo importante es que alguien va diciendo lo que le da la gana de la gente, sea cierto o no ese tipo de acciones son de mala educación, inmiscuirse así en la vida privada de las personas es ser un maruja y ese comportamiento debería ser castigado. El patriarca no piensa hacer nada porque hasta él parece interesado.

 

-No voy a apoyarte en tu idea de castigar a un cotilla.

 

-Denigran la imagen de los caballeros de Atenea.

 

Camus solo le dedicó una mirada llena de significado, un clarisimo “no pienso escuchar tus tonterías” que Milo supo interpretar a la primera, silenciando todos sus argumentos, necesitaba un cómplice que le ayudase a atrapar al culpable de esos rumores pero el de acuario no pensaba colaborar. Tendría que buscarse a otro.

 

-Estoy cansado de repetir siempre lo mismo.-otro suspiro desinfló el pecho de Milo.-No somos pareja.

 

-Porque tu no quieres.-murmuró Camus sin darse cuenta, cuando fue consciente de lo que dijo miró al escorpión para verle con los ojos abiertos como platos, la boca casi desencajada y la camisa en el suelo.

 

Mientras Milo había estado negando esos rumores, el francés había estado recapacitando sobre ellos, la curiosidad le comía cada vez que escuchaba susurros y antes de darse cuenta había dado el visto bueno a su amigo como posible compañero de cama. Sentía una curiosidad irrefrenable por comprobar si era tan placentero como con una mujer. Varios meses dando vueltas al asunto, escuchando al escorpión despotricar día y noche sobre eso y cada día pensando en la posibilidad, fantaseando y llegando a tener sueños húmedos que sabía poco tendrían que ver con la realidad. Su intención era sondear poco a poco a Milo para ver si era receptivo con la idea, pero cada vez que se veían no tenía oportunidad de hablar, hoy simplemente se le había escapado el comentario, podría hacerlo pasar por una broma pero no estaba seguro de qué hacer al respecto.

 

-¿Tú te estás escuchando?-preguntó Milo cuando recuperó el habla.-Estás mal de la cabeza. Me voy.-recogió su camiseta del suelo y fue a darse la vuelta.

 

-Al principio -la voz de Camus detuvo la huida del escorpión, el sonido del libro cerrándose bruscamente llamó aun más la atención -pensé que te molestaban esos rumores porque no te gusta que la gente hable de ti sin conocerte. -Milo vio como su amigo se levantaba despacio del sofá -Pero después de ver como te enfadas tanto me vino una idea algo loca a la cabeza. ¿Puede que te moleste más que sepan que tienes curiosidad por el sexo con un hombre? Eres una persona curiosa y desde hace años me has contado cada una de las bizarras fantasías que querías probar, pero cuando sale el tema de la homosexualidad te quedas callado. ¿Por qué?

 

-Porque no me interesa.-respondió lo más rápido que pudo, trabándose un poco al pronunciar las palabras, que su amigo se acercase con pasos muy lentos le ponía nervioso.-¿A ti sí?-preguntó en un contraataque esperando que lo negase.

 

-Sí.-la respuesta fue sencilla, parecía que Camus no se alteraba ni con esos temas de conversación pero lo cierto es que luchaba para que sus mejillas no se sonrojasen de pura vergüenza, no estaba acostumbrado a hablar de sexo, ni si quiera tenía mucha practica, una chica cuando apenas era un adolescente en uno de sus viajes, nada más -Tengo curiosidad por eso, y por algunas de las fantasías que me has mencionado.

 

Milo sonrió unos segundos al recordar las miradas de Camus cuando mencionó el bondage y los juegos de sumisión, incluso cosas más suaves como hacerlo en el baño, sabía leer los ojos de acuario y no podía olvidar que ambos tenían algunos intereses en común, pero hasta ese momento pensaba que cada uno quería hacerlo con una mujer, no entre ellos. Aunque la idea le descolocaba no podía dejar de observar a su amigo, se mantenía a la misma distancia que impuso años atrás y le miraba con intensidad, directamente a los ojos, pero el escorpión los desviaba analizando a su compañero, su rostro seguía inmutable a simple vista pero había detalles que a él no se le escaparon, como la postura más rígida que de costumbre, una de las manos apretada con fuerza, la mandíbula tensa y el tono de voz algo más áspero. ¿Si estaba tan incomodo por qué había empezado esa conversación? ¿o la culpa de su incomodidad eran las respuestas que le daba?

 

-¿Hay algo malo en tener curiosidad?-preguntó Camus negándose a apartar la mirada.

 

-No.-ambos sintieron que esa escueta respuesta iba acompañada de un pero -Supongo que no es malo tener curiosidad.-continuó hablando sin saber muy bien que decir, jugueteando con la camiseta.-Pero sigo pensando que debería molestarte que hablen a tus espaldas. Sea del tema que sea.

 

Camus estuvo a punto de sonreír con ternura, Milo seguía preocupándose por como la gente le veía aunque a él poco le importase la opinión del resto. Quizás se había precipitado al insinuarse.

 

-Cuando pilles al culpable, házmelo saber. Le congelaré las bolas.-dicho eso volvió sobre sus pasos a recoger el libro, notaba la mirada de su amigo siguiendo sus movimientos.

 

-Camus...-la voz apenas le salía a Milo, se mordía el labio inferior y arrugaba aun más su camisa.-¿Alguna vez... lo has intentado?

 

-¿Quieres que te cuente mis hazañas amorosas?-preguntó Camus sorprendido.

 

-¿Por qué no? Yo te he contado las mías.

 

-Y yo nunca te pregunté.

 

-Vamos.-Milo se acercó hasta el sofá.

 

Camus le miró durante unos segundos, una mano acariciaba su barbilla pensativo y al final hizo un gesto para indicarle que se sentara a su lado, el escorpión lo hizo sin dudar, le encantaba escuchar hablar al francés.

 

-No he tenido experiencias con ningún hombre. Y no soy virgen.-se adelantó a la pregunta que se dibujaba en la cara del griego, la siguiente era también muy evidente así que suspiró derrotado.-Hace algún tiempo me enviaron de misión a España, allí conocí a una mujer que prácticamente me violó. Fue una buena maestra, sabía lo que quería y no dudaba en decirlo. Me pasé dos días encerrado en su habitación.

 

-¿Dos días? ¿Y tu misión?

 

-Terminada. Pero era verano y la mayoría de los vuelos estaban llenos, tenía que esperar cuatro días antes de que saliese mi avión, era una buena forma de pasar el tiempo. Además, hacía un calor horrible y dentro del hotel había aire acondicionado así que nos pasamos dos días sin ropa. Me arrepentí mucho cuando salí de allí.

 

-¿La mujer estaba buena?-preguntó el escorpión con una mirada picara.

 

-La habitación esta fresca.

 

-Aburrido. ¿Dos días enteros de sexo? Yo quiero eso.-lloriqueó Milo con un gracioso puchero.

 

-¿Quieres saber algo más?

 

El octavo guardián lo pensó unos segundos, pero las preguntas que surgían no era las que quería pronunciar, el ambiente estaba algo tenso y seguir hablando del mismo tema podría volver la situación muy incomoda.

 

-¿Siempre has sentido curiosidad por los hombres?-a la mierda la discreción, quería conocer de verdad a su amigo, sin juzgarlo por sus gustos pero para eso tenía que saber más cosas.

 

-No era una idea que me resultase repulsiva pero tampoco me llamaba mucho la atención. Fue culpa tuya que me empezase a interesar.-en vista de que Milo había dejado su postura relajada decidió seguir hablando.-Hablaste tanto de ese tema que empecé a planteármelo. Simplemente le di muchas vueltas. Ni si quiera se si puedo considerarme bisexual, no estoy seguro de que un beso con un hombre me vaya a gustar, pero la duda está ahí.

 

-¿Crees que con un beso se resolverían tus dudas?-preguntó Milo más consciente de que la curiosidad de Camus era algo que incluso él había sentido durante su adolescencia.

 

-No creo que se resuelvan todas mis dudas. Pero por algo hay que empezar.

 

-¿Y tienes alguien que te guste?

 

Camus negó suavemente con la cabeza, nunca había pensado en que tipo de hombre le gustaría, pero decirle a Milo que le encontraba atractivo quizás le pusiese más nervioso. Ambos querían cerrar esa conversación de la manera más pacifica posible pero no sabían como hacerlo. Por suerte para ellos, la presencia de Afrodita se hizo notable, el escorpión se levantó del sofá poniéndose la camiseta aun húmeda para que no hubiese más equivocaciones y Camus cogió el libro que antes leía como si nunca lo hubiese soltado.

 

-Milo.-la alegre voz de Afrodita se dejó oír sorprendida por la presencia del griego -Que bien que estás aquí. Tu que eres fuerte ¿me ayudarías a cargar unas cajas?

 

-Tu también eres fuerte.-protestó Milo al sentirse usado como mula de carga.

 

-Son demasiadas cosas para mi solo.

 

-No cuentes conmigo. Me voy de caza.-Milo salió de allí disparado, dispuesto a buscar un ayudante contra el cotilla.

 

Camus se ofreció a ayudar a Piscis. Tenía muchas cosas que trasportar de un lado a otros y entendía que hubiese pedido ayuda. Mientras movían las cajas no pudo mantenerse callado.

 

-Afrodita, ¿podrías decirle a Deathmask que deje de esparcir rumores absurdos?

 

-¿Te crees que no lo he intentado?-Afrodita parecía bastante cansado de ese tema -Se divierte mucho cada vez que ve a Milo enfurruñado. Le encanta provocar a alguien con tan poca mecha como él.

 

-Como le pille le va a hacer comerse la armadura pieza a pieza.

 

-No creo que eso sea sano.-masculló Afrodita con una mueca de desagrado.

 

 

Continuará...

Notas finales:

Gracias por la lectura, nos leemos en el siguiente capítulo ^^


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