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Maldito neófito por TheFckingHood

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Esto era algo que no hubiera esperado que ocurriera. Y mucho menos bajo su propia mano e incrédulamente resguardo y garantía. Por primera vez, en sus trecientos años de vida, había metido la pata hasta el fondo, y de la manera más... más... ugh, no podía ni explicarlo.


— ¡Hey, Teme! —Y ahí estaba la causa de su desdicha.


Dejo de observar la humedad del bosque y giró su rostro para ver a su  pupilo, quien por fin había terminado de cazar. Le había explicado más de diez veces el método de caza, pero el chico seguía haciéndolo desastrosamente.


—Volviste a mancharte, dobe. —Gruño, observando la camisa blanca con restos de sangre seca, además de que a los laterales de los labios del rubio se veían aun los caminos rojizos del animal del cual se había alimentado segundos antes — ¿Cuántos?


—Ah, creo que seis. —Sasuke cerró sus ojos sin poder creerlo. El maldito, el muy bastardo, el... usuratonkachi, había bebido la sangre de seis osos negros. ¿Quién diría que terminaría siendo niñera de un neófito (Qué él mismo convirtió) que poseía el hambre de un vampiro que no se había alimentado durante seis meses?


Oh sí, eran vampiros. Y Naruto llevaba apenas dos meses después de haber sido convertido.


—Dos meses...


— ¿Dices algo, ttebayo? Sasuke, no te escucho. —De un rápido movimiento tomó las solapas de la camisa ajena y los choco contra un árbol que logro romperse un poco ante la intensa fuerza de ambos cuerpos — ¡Oye, teme!


—Tú... —Sus puños se cerraron, aun teniendo la tela entre sus falanges —Dos meses y aun sigues comportándote como un recién transformado. Por ti tuvimos que mudarnos aquí, porque casi acabas con todos los jodidos animales en Tokio. ¿Cuándo vas aprender a controlarte? ¡Quiero regresar con mi familia, idiota! —Los ojos azules del rubio le miraron con fijeza y prontamente se vieron opacados de tristeza. Sasuke maldijo en su fuero interno, había metido la pata.


—Sé que debes de extrañar a tu familia Sasuke; y sonare muy egoísta diciendo esto, pero, ¿Qué haré entonces yo cuando regrese? —El rubio logró elevar una de sus manos y atrapar entre esta las dos del veterano, haciendo uso de su fuerza doblemente mayor. El azabache se quejó, más no soltó el agarre —Tú los tienes a ellos, y yo no tengo a nadie. —El rubio frunció el ceño —Estaré solo, mientras que tú estarás felizmente con los de tu clase... ¡¿Para qué mierda entonces me mordiste?! ¡Pudiste haberme dejado solo desde un principio!


Finalmente lo soltó, más no para alejarse, si no acunar las mejillas con aquellas extrañas marquitas de zorro que el rubio poseía y juntar sus frentes con vehemencia —No estás solo, Naruto. Me tienes a mí... hice una promesa, ¿Recuerdas? —Ónix e índigos chocaron y solo hasta que el de neófito pareció calmarse, asintió. No muy lejos de ellos (o mejor dicho para su oído bastante dotado) se logró escuchar el chirriar de las aves del bosque —Será mejor que volvamos. —Sasuke fue el primero en separarse, tomando la mano de Naruto y obligándolos a moverse.


Se desplazaron con rapidez, esquivando árboles y troncos caídos; siendo así como llegaron a una casa victoriana oculta entre las montañas, que parecía abandona por lo cubierta que estaba, más no era así. Sasuke se había encargado de amueblarla a su gusto en el interior y luego pedir que les enviaran desde Tokio las cortinas más grandes y frondosas para cubrir cada ventana.


Naruto no tuvo derecho a opinar, más no se quejó. Le gustaba tirarse en cualquiera de los asientos y buscar algo para entretenerse. Por lo menos Sasuke le había permitido tener juegos de video allí, y cada que encontraba al azabache de buen humor le pedía alguna que otra revista o comic para leer, o películas Blu-Ray.


Una vez encerrados, Naruto fue rápidamente a revisar entre la nueva colección de videojuegos que había llegado dos días antes algo que lo entretuviera mientras que el sol salía y luego se ocultase.


Ahora que lo recordaba, nunca preguntó la razón por la que jamás salían a pleno día. Podría hacerse una idea, pero era amante de la ficción y la última ves ambos vieron una película acostados en el sofá que vinculaba a vampiros y etc. —Oye, Sasuke.


— ¿Hm? —El azabache se había perdido un par de segundos para cerrar todas las cortinas que diesen paso a la luz del sol —Naruto, primero cámbiate, no permitiré que te quedes con sangre de oso en el rostro hasta esta noche. —Le reprendió acercándose y encendiendo una de las lámparas e iluminar la sala.


—Ya lo hago, ya lo hago. Escúchame enserio, teme.


—Ya, ¿Qué quieres? —Se remango la camisa oscura y peino sus cabellos, captando la atención del neófito — ¿Vas a hablar o qué?


— ¿Ah? Oh, sí. Sasuke, sí nos asomamos bajo la luz del sol, ¿Brillaremos como los de crepúsculo?


El veterano parpadeo y luego soltó una carcajada, acercándose a él y rodeándole con los brazos alrededor de su cuello. Acercó sus rostros y el de marquillas estuvo seguro que se lo besaría, por lo que espero paciente —No cariño. —Un casto roce —Nos quemamos. —Y luego otro, donde finalmente lo soltó —Ve a bañarte. Buscaré una película para ambos.


Naruto formo un puchero pero acepto la condición, subiendo las escaleras para llegar al cuarto que nunca usaba (además para ir solo a bañarse y cambiarse) y tirar todo a una cesta de basura. Aún seguía sin acostumbrarse a la vida de vampiro. Nunca dormía o llegaba a cansarse. Nunca podría comer bocado de cualquier otra cosa que no fuese sangre y echaba de menos el ramen, que hasta ese punto ya había olvidado su sabor (La última vez que intento comerlo le supo a nada y termino el pobre ramen instantáneo en la basura), siquiera necesitaba ir al baño. Era un muerto en vida y era aburrido.


—Naruto, muévete. Vamos a ver algo de terror hoy. —Podían estar en plantas diferentes, pero podía escucharlo tan cerca de él... Sasuke era lo único que hacía de su vida como inmortal algo más placentero.


Se amaban. Lo sabía. Y sí debía de pasar toda su vida junto a Sasuke, lo haría sin duda alguna —No tardo, teme. 


 

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