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La sagrada tierra de la oscuridad por Ghost princess Perona

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Notas del fanfic:

Naruto no es mío, pertenece a Masashi Kishimoto.

Fanfic inspirado en 30 días de noche, que tampoco es mía o sería millonaria.

Notas del capitulo:

Hola. Al principio les parecerá un poco confuso este fanfic, pero les prometo que tiene su sorpresa más tarde. Mientras tanto... disfrútenlo!!

“A ver… vaya, tienes vencida una multa” Kisame gruñó al escuchar estas palabras y recibió la nueva papeleta. El oficial Kotetsu se rio por un momento antes de meterse en la patrulla, escudándose de la nieve que invadía el casi desolado poblado de Barrow, en el norte de Alaska. El lugar donde una vez al año el cielo se tornaba oscuro por todo un año. “Veamos… ¿Quién va a quedarse este año en temporada baja?”

“No lo sé, quizás los mismos de siempre… o algunos nuevos” comentó Izumo, sabiendo lo mucho que a los jóvenes les gustaba quedarse para ver el ultimo atardecer del año o a beber en los bares mientras todos estaban fuera. “La doctora definitivamente va a quedarse. Es la única que puede atender a los accidentados.”

“Ni siquiera sé por que se molesta, nada pasa aquí” empezaron a avanzar hacia el lugar de la siguiente llamada. Mangetsu Hozuki y su hermano habían encontrado teléfonos satelitales completamente destrozados mientras retiraban la nieve en medio de la carretera, lo que había captado la atención de la policía. “¿Deberíamos quedarnos cuando la ciudad se ha quedado sin teléfonos satelitales? ¿Completamente aislados?”

“Por favor, tú mismo lo has dicho. Aquí no pasa nada” casi todos opinaban lo mismo. Cuando regresaron a la ciudad, se encontraron en medio de una mudanza masiva de personas, muchas de las cuales huían sólo de la falta de dinero y turistas en temporada baja. Iban de regreso a la comisaría cuando recibieron otro aviso. “Oh, vaya, los perros de los Inuzuka han sido atacados por un desconocido.”

“¿Seguro que es un desconocido? No viene ninguno en esta temporada” los dos dieron la vuelta y salieron de la ciudad. Estaban en el norte de Alaska, por el amor de Dios, a miles de kilómetros de la ciudad más cercana. ¿Es que no podían llevar la fiesta en paz?

“Según Tsume, nadie más se atrevería a hacer algo así. Yo opino… que ha sido su ex marido” se rio por lo bajo. “Ella amaba tanto a esos perros que él suponía que eran los verdaderos padres de sus hijos” los dos salieron rápidamente hacia el lugar. Sin embargo pronto perdieron las ganas de reír, al ver el panorama en el amplio patio de la familia. “Oh, vaya, este definitivamente no ha sido Shintaro.”

“Claro que no, ese tipo no tiene los cojones para hacer algo como esto” la fiera mujer dijo, acunando al último perro que le quedaba con vida. “Ahora que Hana y Kiba no están ellos son mi única compañía. Ese bastardo sabe que si les pone un sólo dedo encima le arrancaría esa salchicha de la que está tan orgulloso y se la haría tragar” acarició al canino, que se acurrucó contra ella. “Además no soportar pasar sin sol un mes. Se fue tan pronto las cosas comenzaron a ponerse frías.”

“Lo descartaremos como sospechoso y comenzaremos la búsqueda del asesino de perros entonces” le señalaron ellos antes de marcharse. Las cosas ya se estaban poniendo un poco extrañas, sobre todo con lo de los teléfonos satelitales y los perros muertos… casi parecía que quisieran dejarlos más aislados que de costumbre.

“Hay quienes se están quejando de que las obras debajo de la trituradora hacen demasiado ruido. Quizás deberíamos hacerle una visita al loco ese de Chen y recordarle que cuando haces ruido en una ciudad pequeña es muy fácil decir quién es el culpable.”

“Awww, no deberíamos, ya está viejo y siempre ha sido un poco demente, así que…” otra llamada les entró. “Genial, ¿Y ahora qué?”

“Pues… vamos a donde tengamos que ir” respondió Kotetsu, respondiendo el intercomunicador. Les asombró escuchar que los mandaban justo al lugar del cual estaban hablando antes. La trituradora de Chen. Cuando llegaron un muy disgustado Asuma Sarutobi les mostraba los despojos encontrados en el aparato principal del negocio. Parecían unas enormes aspas… de helicóptero.

“Lo dejé bajo llave al terminar la temporada de turismo” explicó él, sacando otros cubos de despojos. “¡Lo han destrozado todo! ¡¿Y ahora a cómo voy a poder alimentar a mi familia?! ¡Era mi puto negocio!”

“Tiene seguro, te lo repondrán” trató de tranquilizarlo Izumo, que ya había tenido suficientes problemas por el día. Asuma no siempre se comportaba tan irracional, pero últimamente estaba bajo presión. Su mujer y su hija estaban lejos, ausentes mientras la temporada de oscuridad continuaba. Él, por desgracia, tuvo que quedarse a cuidar a su padre, que tenía principios de Alzheimer.

“¡Es viejo chiflado lo hizo!”

“¿A quién llamas viejo chiflado?” un diminuto viejecito se acercó, con su típico acento foráneo y sus andares extraños. A pesar de que ya estaba entrado en años, seguía conservando la vitalidad de siempre. Chen había sido una presencia histriónica desde que todos tenían memoria, siendo incluso mayor que el viejo Sarutobi. Fue su idea desde joven comprar ese edifico, convertirlo en una trituradora y hacer trabajos locos que nadie podía entender en ese lugar. Su colección de multas era tan grande que tendría que vender el lugar para pagarlas. Además… nunca salía a la calle de noche. Jamás. “Yo estoy más cuerdo que cualquiera de ustedes”

“Y lo dice el chiflado del pueblo”

“¡Mocosos malagradecidos! ¡Ya verán lo mucho que valoran mi locura cuando les salve el trasero!” el hombre saltó para encarar a Asuma. “Cada vez que sale la oscuridad hay que estar preparados… ¡porque los muertos no hablan!”

“Claro que no. Sino los perros podrían señalarnos a quien los mato” esto pareció hacer saltar al viejo, que volvió a rebuscar en la basura que su trituradora había convertido en piezas de metal. Sacó toda clase de cosas… incluidas piezas grandes de motores que no deberían haber estado ahí. “Hummmm, mataron a los perros” chasqueó la lengua. “Y destrozaron todos los medios de escape.”

“¿Medios de escape? ¿De qué diablos está hablando?” asintió. “Si, esto se parece mucho a esa vez… esa vez…” empezó a caminar hacia las entrañas de su basurero, que de seguro ya eran un montón de pasadizos parecidos al laberinto de Creta. ¡Simplemente no tenían sentido! “Esa vez…”

“¿De qué diablos estás hablando, viejo?” Asuma estaba perdiendo la paciencia. “¡Quiero saber por qué le hiciste eso a mí nave y quiero saberlo ya!”

“¡Yo no le hice nada a tu monstruosidad voladora, maldito mocoso!” Chen abrió una puerta de un empujón. Su oficina, al juzgar por las millones de fotos de su hijo y su pequeña nieta que adornaban el lugar. “Ahora, quiero saber lo que ha pasado últimamente en esa tundra helada que llamamos hogar.”

“Bueno, no mu…”

“Dijiste que era muy parecido a aquella vez, ¿no?” Kotetsu intervino, sacando una libreta. “¿Puede decirnos que sabe… o a que le recuerda esto? Los perros muertos, teléfonos satelitales destrozados, los vehículos tirados en las trituradoras… ¿Qué está pasando en este sitio?”

“¿Té?” era la primera vez que el dueño de la trituradora hacía un esfuerzo por mantener una conversación civil en todas sus vidas. Les sirvió antes de que pudieran decir algo, poniendo en sus manos las tazas casi a la fuerza. “Esto pasó hace más de cincuenta años, cuando yo todavía era un niño…”

“Perfecto, ahora va a pasearse por sus memorias”

“¿Quieres escuchar la historia o no?” la mirada que le dirigió el diminuto hombre fue tan penetrante que Asuma se quedó congelado en el lugar. “Como dije, pasó hace mucho tiempo, cuando yo era pequeño. Acababa de entrar en la escuela primaria… en esta ciudad. Había sido un mal año para mi padre” negó con la cabeza. “No podíamos permitirnos salir de aquí, pero eso no es problema, ¿verdad?”

“Claro que no, muchas personas se…”

“¡Pues si que fue un problema!” saltó contra los menores. “Ellos llegaron en ese momento. Esas… esas cosas… empezaron a atacar a la gente a diestra y siniestra, a matar personas como si fuera un puto deporte…” sus ojos tomaron un brillo de demencia que hizo dudar a los demás de su cordura. “No sabía qué hacer, yo era un pequeño… estábamos corriendo, yo de la mano de mi madre… y entonces ya no estaba. Uno de ellos la atacó y comenzó a… comenzó a destrozarla delante de mí con sus uñas…”

“¿Qué era eso?”

“Parecía… parecía una mujer… menuda, con un vestido muy extraño” sus ojos estaban perdidos en la memoria. “Mi madre me dijo que corriera… eso hice… y me escondí, en este edificio” señaló sus alrededores. “Tenía tanto miedo, me quedé escondido hasta que… casi muero, los que regresaron me encontraron casi congelado en el suelo… la única persona en sobrevivir a…”

“El desastre del fuego, el más grande accidente de nuestra historia” terminó Asuma. “Escuché acerca de eso, el único en sobrevivir fue un niño de seis años que les contó cosas locas a los policías. Todos decían que estaba demasiado traumatizado por el hielo…”

“¡No hubo ningún fuego, fue una matanza! ¡Y ellos la hicieron, justo como la están haciendo ahora!” señaló él, volviendo a ponerse histérico. “¡Yo soy el único que sobrevivió, a mí deberían hacerles las preguntas de lo que realmente pasó! ¡No confiar en esos informes de miércoles!”

“Es que… tú estabas completamente traumatizado y ellos hicieron una investigación…”

“¡No saben nada! ¡No saben absolutamente nada!” el hombre salió corriendo hacia uno de esos pasillos por los que nunca podrían guiarse. Los demás no le dieron muchas vueltas, pero Kotetsu se quedó pensando. Siempre había un halo de misterio envolviendo el incendio de hace años, sobre todo porque el fuego era una manera excelente de encubrir las cosas. Si algo más había atacado la ciudad en esa fecha.

“¿No creerás lo que ese viejo loco dice, verdad?”

“He visto a muchos locos, pero no me pareció que fuera uno de ellos” arrancó el auto e hizo una nota mental de ir a la trituradora si algo salía mal. O si en verdad alguna cosa de otro mundo atacaba su pueblo. La radio estaba sonando por el aparato del auto, cuando de repente el sonido se detuvo por completo. Los policías frenaron antes de marcharse directamente a la pequeña estación de radio que hasta el momento era su única fuente de comunicación con el exterior. La encontraron en llamar, con el dueño asesinado.

“¿Qué decías sobre que aquí no pasaba nada?” Kotetsu se agachó después de decir esas palabras, observando la cabeza cercenada del hombre. Parecía haber sido cortada con una navaja y su rostro expresaba el más vívido terror.

“Te concederé que esta vez está pasando algo” Izumo hizo lo mismo, prometiéndose dentro de su cabeza que si ocurría la mínima cosa extraña durante el mes de oscuridad, aunque fuera muy pequeña, correría a buscar refugio a la trituradora de Chen. Y luego se haría su propio laberinto subterráneo para ocultarse ahí.

-En el hospital-

“Creo que eso será todo” Sakura e Ino, las únicas dos doctoras de esa zona, terminaban el último registro de suplementos médicos de la temporada, cerciorándose de que fueran suficientes mientras terminaban su aislamiento. “Deben de ser suficientes, aunque luego tendremos que pedir más suministros a Anchorage.”

“Sí, justo eso” la rubia suspiró, bajando su tablilla. Miró el cielo oscurecido, levantando los brazos como para protegerse de algo. “¿Realmente vas a quedarte en la ciudad durante el apagón? Todavía tienes tiempo de arrepentirte, amiga.”

“Nah, no me asusta un poco de oscuridad” la pelirrosa levantó el abrigo que tenía puesto, forrado con metal para conservar el calor. “Además, conoces las reglas. Al menos uno de nosotros tiene que quedarse para atender a los enfermos durante el mes bajo y ya que tú quieres irte…”

“Lo había olvidado” desde que la vieja Tsunade se retiró, las vidas de las dos se habían hecho muy difíciles. Ahora, en vez de tres doctores, había dos para cubrir toda una ciudad. “Bueno, supongo que debería desearte suerte. No sé cómo la anciana podía encargarse de todo, pero si sé que no quisiera estar en tus zapatos.”

“Quizá el próximo año te toque. Adiós, puerquita” se despidió con ese viejo apodo de infancia que nunca habían dejado atrás. Ino agitó la mano, diciéndole algo sobre su frente mientras se alejaba con unos andares de bailarina. Sakura regresó a su tablilla, chequeando todo por última vez. Estaba a punto de servirse un vaso de agua cuando un grito horrible la hizo regresar a la puerta. “¡Ino! ¡¿Qué pasa?!”

“Lo peor” ella estaba dentro del coche, tratando de arrancarlo con desesperación. Este hacía unos ruidos ahogados que no auguraban nada bueno para alguien que deseaba salir de la ciudad. “Este definitivamente no es mi día” volvió a girar sus llaves. “Demonios, tenía que ser” extendió la mano. “Llévame en tu coche, frentezota. Te pagaré la gasolina cuando vuelva.”

“Claro, creo que tengo tiempo de regresar antes de que la noche caiga” la menor cogió las llaves de su propio coche y la guio hasta su aparcamiento. Para su sorpresa, el otro coche tampoco encendía. Sorprendida y enfadada, la doctora levantó el capó, sólo para encontrar medio motor arrancado. “¡¿Qué demonios…?!”

“¡Malditos niños!” gritó Ino cuando finalmente revisó el interior de su propio coche. Estaba todo destrozado, hasta el último cable. “Cuando atrape a los gamberros que hicieron esto…”

“No tendrás tiempo, hay que ir a la ciudad y reparar aunque sea tu auto para sacarte de aquí antes de que todo se oscurezca. El ultimo avión sale justo al atardecer, ¿no?” le recordó su amiga y ambas fueron a caminar por el pueblo. Mientras andaban, se dieron cuenta de que muchos tenían el mismo problema y, aunque muchos autos todavía salían de la ciudad, más personas de lo usual se estaban quedando varadas ahí. “Esto puede ser un gran desastre”

“Tranquila, no va a pasar nada” la rubia comentó, sacando su teléfono del bolsillo. “No va a pasar nada, nunca pasa nada en este lugar” de repente llegaron a la tienda de repuestos, donde una multitud se reunían para demandar partes. Seimei, el dueño, salió en ese momento para anunciar que habían robado su tienda. “¿Está bromeando? ¡No se lo pueden haber llevado todo!”

“Creo que… sí pueden” comentó Sakura, asombrada de ver la tienda completamente desvalijada. Esto cada vez le daba más mala espina. “Mira… no hay nada que se pueda hacer” trató de convencer a su amiga. “Al menos no estaremos solas durante este mes” trató de verle el lado positivo. “Y ambas podremos hacer algo más que ver tele mientras no pasa nada” trató de calmarse, todo sin éxito. “Hay que pasarla bien”

“¿Cómo?” Ino se quejó, finalmente dejando atrás la tienda frente a la cual las personas gritaban, demandando sus partes para escapar de la noche. Incluso Chiriku, uno de los padres de la pequeña iglesia del pueblo. “No veo cómo podría ser peor”

“Ufffff, déjalo ya. Nos divertiremos, puerquita” le prometió ella. “Iremos a mi casa, sacaremos algunas botellas de mi despensa y nos mantendremos calientes tomando todo el licor que queramos durante las madrugadas. ¡Será una fiesta de un mes!”

“Vaya doctora responsable que eres” comentó la otra, un poco más animada. “Emborrachándote mientras el pueblo te necesita… frentezota”

“Bueno, no puedes ser responsable todas las veces” se fueron hacia el apartamento de Sakura. Todos sabían dónde estaba, así que podrían ir en caso de necesitar ayuda. Al llegar, Ino sacó el futon en el que solía dormir cuando se quedaba en la casa de su amiga. Una vez estuvo instalada, se sentó al costado de la ventana, observando cómo la luz se extinguía poco a poco en el cielo.

“Oye, Sakura” la rubia dijo tras pensárselo un poco. “¿Realmente habrá sido una casualidad que nuestros autos se hayan descompuesto justo este día? ¿Habrán sido niños o adolescentes? Porque todo el pueblo…”

“No seas tonta, claro que es una broma” la pelirrosa no estaba tan segura, pero intentó comportarse como si no fuera nada. Si iban a quedarse atrapadas ahí sería mejor mantenerse lo más calmadas y cómodas posible. “Los chicos se aburren y de vez en cuando hacen bromas muy elaboradas, sobre todo cuando llega esta época del año.” Se acercó con una taza de café. “Ya encontraremos a quien hizo esto en primavera.”

“Sí, y les pondremos una buena demanda” concedió la rubia, chocando las tazas con su amiga y tomando de un solo porrazo. Se rieron cuando les aparecieron bigotes de chocolate, disfrutando como siempre que estaban una en casa de otra. Mientras lo hacían, el viejo Chen observaba las calles desde su basurero. Había instalado cámaras en secreto para vigilar la ciudad, incluso micrófonos ultra sensibles que le había costado un ojo de la cara adquirir. ¿Cómo lo había hecho? No pregunten.

“Rían mientras puedan, niñas, que no tendrán mucha ocasión de reír cuando la noche y sus verdaderos monstruos vengan a por sus tiernos cuellos” dijo sombríamente con una taza de café en la mano.

-En la costa-

“Ya llegan” un tipo harapiento estaba en la costa, viendo cómo un gran barco negro sin ventanas llegaba a tierra. El hombre gritó de felicidad, soltando las autopartes destrozadas que tenía en la mano. Otro se unió al primero, parando justo antes de que se chocara contra el hielo que cubría el muelle. Los rayos del sol se fueron del cielo, dejándolo todo en penumbra, como iba a estar el resto del mes. Entonces unas figuras aparecieron en la cubierta. Él se puso a gritarles alabanzas, como si fueran dioses.

“¿Teníamos que utilizar a este loco?” preguntó sumamente molesto una de las cosas esas, observando sus uñas puntiagudas y extremadamente filosas, tanto que rayaron fácilmente el metal que estaban tocando. El sujeto a su costado simplemente negó con la cabeza y, de un salto fluido, bajó del barco, seguido por muchas de sombras. “Has hecho lo que te hemos pedido.”

“Con mucho gusto, amo, con mucho gusto” contestó él, arrodillándose frente a la figura con una sonrisa muy extraña. “Van a darme la vida eterna ahora, ¿verdad, amo? ¿verdad?”

“Por supuesto” el personaje se acercó, moviendo de repente una mano y cercenándole la cabeza limpiamente. La sangre salió por la presión de las arterias por el agujero generado. El tipo se lamió la mano y sus acompañantes abrieron la boca mientras llovía el líquido rojo. “Ya vives para siempre… en el otro mundo” sacó un pañuelo para limpiarse. “Espero que el banquete sea mejor que esto.”

“Pues sí, eso espero” hizo una seña. En seguida dos guardias aparecieron, sosteniendo a alguien de los brazos. Echó un vistazo al otro barco, cerciorándose de que no hubiera nadie en la cubierta. “Vamos” observó a la persona que era arrastrada. “No querríamos que el novio viera a la novia antes de la boda, ¿verdad?”

Notas finales:

¿Les gustó el primer capítulo? No se preocupes, más tarde verán a las parejas y, con mi sorpresa especial, comprenderán la trama. Espero que les guste. REview!!!!


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