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Tattooed In Reverse por Etsuko Kagayaku

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Notas del fanfic:

Disfruten la maldad

Notas del capitulo:

Espero les guste

Emoción, esa era la palabra que estaba buscando para poder seguir con su vida. La vida atareada como conde si bien le daba cierta adrenalina a la hora de luchar contra personajes inimaginables como los demonios que perseguían a su ser desde un pasado tan tortuoso, el ajetreo diario con el que debía enfrentarse era extremadamente aburrido y totalmente inservible. Pluma, papel, una reina fastidiosa que en ocasiones solo le mandaba cartas para preguntarles por su persona. Como si la muy energúmena y enmascarada autoridad máxima de Inglaterra no supiera como se encontraba. "Mi familia está muerta, tengo un contrato con un demonio el cual espera ardientemente mi alma la cual le pienso dar sin dudar y solo sirve para cocinar postres que en este mismo momento me parecen una completa falta de respeto a mi paladar". La reina, el clero y el resto de las personas que habitaban el mundo se podían ir a un lugar peor que el infierno si eso era posible. Tanta falsedad entre joyas manchadas de sangre y fiestas con disfraces temáticos sacados de un cuento de horror para niños con problemas, como por ejemplo no recibir el regalo que le han pedido a sus padres, le daba mas asco que el que le besaba la mano para luego apuntarle con un arma de plata barata hacia la cabeza con un hedor asqueroso a cigarrillo saliendo de su boca.

Así que a la mierda tu Biblia y tu Babel 
Haz un salmo en mi bomba sucia 
Así que baila hijo de puta, baila 
Compitiendo a través de luces rojas

Emoción...O miedo...Si, la segunda opción describía mas lo que quería sentir.

¿Placer?

No, ya había tenido suficiente de ese sentimiento bueno para nada.

Después de todo, luego de cumplir los catorce años, cumpleaños para el cual no había hecho una maldita fiesta. Obviamente revelándose contra Sebastian, quien estuvo molestándolo tres meses antes de tal fecha. Como ya se sabe, con las excusas conocidas por la mayoría de la gente adinerada. Como conde debía ofrecer una gran fiesta, como conde debía demostrar su grandeza, como conde y bla, bla, bla...

Catorce años, y ya había acorralado a Finny contra el pasillo cercano a la cocina, comenzando a tocarlo con una lujuria extrema, con un hambre atroz, con la misma avidez que un pobre levanta un trozo de pan del suelo comenzando a comerlo de forma desesperada. Su piel de adolescente al igual que el era suave, no tenía marcas mas que las de su pasado. Su pene no era excepcional, pero tenía que hacerse la nota mental de que para esa edad, no era nada pequeño. Sus pezones, obviamente rosados con un toque oscuro alrededor, medianamente oscuro, casi nada. Su entrada, exquisita, un niño virgen, que no pudo evitar mojarse y mencionar su nombre sin querer entre gemidos desesperados al sentir tres dedos moviéndose sin cesar dentro de ese espacio tan pequeño y sensualmente rojo el cual había tentado al conde a probarlo sin verguenza.

No sin recibir antes una bofetada que terminó con un labio roto por mencionar su nombre de manera tan "anormal".

Su prima, ah, que podía esperar de la pequeña e inocente Lizzy...Pues de todo menos lo que vivió, lo cual lo dejó sorprendido, asqueado, excitado y bastante entusiasmado en cuanto la hiciera su esposa.

La pequeña rubia descarada no alcanzó a sentir los labios de Ciel cuando ella misma, metió su lengua juguetona e insípida en busca de la otra, esperando un juego candente. No dudó el conde en darle una buena jugada para que supiera lo que le esperaría la noche de bodas. Tocaba sus piernas las cual ella al ser pequeña aún no habían pasado por la dolorosa etapa de la pubertad en busca de una belleza artificial, sometiendo su suavidad natural a inhumanas depilaciones y cremas extrañas para aumentar mas el sufrimiento. Por lo cual esas pequeñas y delgadas piernas pálidas, se encontraba con una pequeña y muy fina, casi inexistente, capa de bello. No le interesó, es mas, eso le gustó, sintió que estaba sometiendo a una niña de diez años. Subió y subió hasta encontrarse con su mojada vagina, la cual rebosante de alegría esperaba la llegada de sus dedos no solamente húmedos gracias a los fluidos de su cuerpo, sino gracias a la saliva del peliazul. Masajeó rápidamente su clítoris mientras la miraba con una sonrisa entre agraciada y burlona, al ver como la niña solo pedía que se entrometiera de una vez por todas dentro de su cuerpo. Si no hay dolor no se siente igual, fue lo que le dijo antes de meter de una sola vez cuatro dedos los cuales rompieron su himen de forma intensa. Manchándolos de sangre, la cual en un acto escabroso y digno de un sadista amateur, el conde los llevó velozmente a su boca.

Y así corrían varios por la boca, lengua y dedos del conde. Era un rutina que por un tiempo lo entretuvo bastante. Pero el placer aveces pedía salir de formas diferentes y el se había cansado de buscar formas nuevas de dolor. Cortar sus brazos y piernas mientras la espesa sangre se derramaba por las sábanas y su pene disfrutaba de un buen orgasmo sin necesidad de siquiera ser tocado. Era sorprendente lo que el dolor podía causar en una persona.

Tu confesión no significa nada 
Así que a la mierda tu desgaste 
No hay nada en mi reloj de arena 
Sólo arenas del Mar Muerto 
Y apunto mi arma 
Y apunto mi arma


Rutina, papeleo, mas papeleo, gente estúpida pidiendo una fusión con su compañía y mas vendedores de opio que pensaban que podían derrotarlo con un par de balas.

Una vez terminó de firmar el último papel, lanzó su pluma con fuerza hacia la puerta, la cual al instante fue abierta por su mayordomo, quien miró a su lado y la pudo ver perfectamente clavada contra el empapelado.

"Excelente puntería" pensó el mayordomo con una sonrisa.

—¿Cuál es la razón de su enojo My lord?

Ciel lo miró y con sus dedos simplemente hizo de cuenta que eran un arma, para luego dispararle en medio de la frente. El mayordomo levantó una de sus cejas.

El de ojos azules se levantó del escritorio y caminó de un lado a otro en medio del estudio. Hacía gestos al aire, como si estuviera explicando algo con una mudez la cual el demonio no pudo entender muy bien. ¿Un pequeño ataque de locura?, ya no le sorprendían, cada vez eran mas y el conde se negaba a tomar la medicación que le había recetado el psiquiatra.

Ciel lo miró nuevamente, rugió por lo alto para luego con su brazo derecho tirar todo lo que se encontraba arriba del escritorio, sonreír y comenzar a caminar de nuevo mientras dos de sus dedos tocaban su mentón, pensando de alguna forma entre todo ese desastre. Y un azabache que lo miraba preguntándose que haría o que le diría. Una bofetada, o un beso en los labios que lo llevaría a tomar al niño nuevamente contra la silla.

Tu confesión no significa nada 
Así que a la mierda tu desgaste 
No hay nada en mi reloj de arena 
Sólo arenas del Mar Muerto 
Y apunto mi arma


¿Sabes que es lo que hace delicioso un postre Sebastian?—

—Supongo que las proporciones justas de cada ingrediente señor—

Ciel rió para luego acercarse a él y darle un gran golpe en el estómago que por un momento, tan solo una milésima de segundo lo dejó sin aire. Lo agarró de sus cabellos y lo hizo arrodillar ante él.

—Primero quiero que me pidas perdón por tan tonta respuesta, y luego beses mis pies como se debe por insultarme con tal argumento.—

Sebastian con una mueca de disgusto, no ante la falta de respeto que sentía por un niño que se creía mejor que él. Sino por el hecho de que su boca sangraba levemente por el golpe recibido que al parecer le había provocado una hemorragia interna. Y por tal cosa se había manchado su frac. Era el tercero en el día que debía cambiar.

El demonio se disculpó por lo bajo, para luego tomar con una delicadeza escandalosa el pie derecho de Ciel y besarlo.

Sebastian, mi querido Sebastian. Lo que hace delicioso a un postre no es la proporción justa de los ingredientes, ni que se encuentre bien servido, ni que tenga algo extremadamente delicioso que lo complemente. El sabor se califica de acuerdo al paladar de cada persona, y por lo tanto al tener todos un paladar diferente. El sabor difiere constantemente.

Sebastian lo miró sin entender a donde quería llegar, bajó su mirada rápidamente ante los ojos que lo miraban con reproche.

A lo que quiero llegar con esto Sebastian, es que mi paladar necesita un nuevo sabor que difiera de lo demás que he probado

Mi señor, dígame por favor que debo hacer exactamente para complacerlo—

Ciel chistó con disgusto y se fue hacia su silla donde dio una vuelta completa estirando sus brazos.

—Retírate...Como demonio deberías saber asustar a una persona, solo veo que eres otro idiota de tantos que cazan lo que ven. Como las bestias salvajes que son.—

Sebastian se fue a paso apresurado del estudio y una vez fuera se tiró contra la puerta.

Quiere sentir miedo Bochan...entonces eso es lo que va a sentir.—

Con la mirada ensombrecida desapareció entre los pasillos.

Ciel se derrumbó contra el escritorio para luego caer de forma pesada contra el suelo...

...

A la mierda tu Biblia y tu Babel 
Haz un salmo en mi bomba sucia 
Así que baila hijo de puta, baila 
Compitiendo a través de luces rojas

Su estómago pedía a gritos algún alimento que lo saciara, el ruido se hacía cada vez mas fuerte. El dolor que sentía era extraño, se expandía por sus venas, pero no le dio importancia. Solo se levantó del suelo, con los ojos cansados, sintiendo unas gran ojeras debajo de estos. Fue hacia la ventana al ver que llovía de forma descomunal. Golpeó el vidrio y en cuanto lo hizo, un gran rayo cayó alumbrando el estudio, la luz se cortó y él se sobresaltó levemente.

Un olor asqueroso inundó la habitación totalmente a oscuras. Con sus manos tanteaba a su alrededor para no chocarse con nada.

De pronto, al apoyar sus manos en el escritorio, tocó algo espeso y suave.

Lo tomó entre sus manos, palpándolo para saber que era. No tardo mucho en darse cuenta que era un pájaro muerto el cual le había ensuciado todas las manos. Lo tiró con asco y enojo al suelo. No entendía que rayos sucedía.

Salió enfurecido y gritando por los pasillos. Llamando a su mayordomo a gritos el cual no aparecía por ninguna parte. Llegó al salón principal y las luces se encendieron encandilando sus ojos de forma fatal. Escuchaba aplausos y silbidos alrededor, daba vueltas sobre si y no veía a nadie. Y fue ahí cuando vio a Sebastian salir triunfante de la cocina.

Así que a la mierda tu Biblia y tu Babel 
Haz un salmo en mi bomba sucia 
Así que baila hijo de puta, baila 
Compitiendo a través de luces rojas, sí

—Al fin llega My lord, lo estábamos esperando, es hora de festejar su cumpleaños—

Sebastian colocó plato tras plato en la mesa. Al mismo tiempo Ciel miraba a la personas que supuestamente estaban en su "fiesta", estas solo se encontraban con una máscara blanca cubriendo sus rostro, emitían risas escandalosas las cuales molestaban demasiado y debía admitir aterraban tan solo un poco.

En cuanto su mirada, la mirada del demonio, nunca le había inspirado tan poca confianza como en ese momento. Ya no podía distinguir la realidad de la ficción, tal vez, solo por un minuto, pensó que debería de haber tomado la medicación. Pero algo dentro de si le pedía que toda la actuación siguiera, quería ver cuan lejos podía llegar.

Sus manos fueron atadas contra la silla principal de la gran mesa, su cuello amarrado con alambres, que a los mínimos movimientos que hacía comenzaban a cortárselo, y al parecer contenía alcohol en cada una de sus puntas, para que al mismo tiempo de lastimarlo, le hiciera arder por completo.

—Querido amo, es hora de su gran festín, por favor le ruego coma absolutamente todo, lo he hecho con mucho amor y dedicación—

Frente a él había comidas insípidas. Pájaros muertos como el que había encontrado en su estudio, muchos otros animales manchados con sangre y tierra.

—No pienso comer nada imbécil.—

El mayordomo enojado por esa falta de respeto ante el trabajo duro que había puesto. Lo agarró de la barbilla y fue metiéndole plato tras plato.

Ciel al permanecer con la boca totalmente abierta y siendo embuchado con una cantidad criminal de comida, que ni siquiera podía masticar, comenzó a vomitar, entre el vomito, la sangre. Sebastian se enojaba cada vez mas al ver que el niño no comía rapido.

—Veamos sin con esto logras comer tan bello banquete—

Agarró su cara con ambas manos y sus uñas negras y largas comenzaron a subir de temperatura, el color incandecente que tenía demostraba que estaban en un estado de hervor muy grande. Una de las uñas comenzó a abrir la boca del niño desde el comienzo hasta la oreja, lo mismo hizo con la otra, simulando una gran sonrisa. Ciel ya había empezado a lagrimear del dolor, gritaba mas que el día en que había sido secuestrado.

Sebastian lo miró mientras reía a carcajadas, Ciel se desamarró como puedo y se fue corriendo por los pasillos, sin saber que hacer, llorando, adolorido. El pasillo por donde corría se hacía mas grande, el suelo a sus pies se hundía, en un océano de sangre, cada vez mas profundo y espeso, corría y trataba de levantar las manos para adherirse a algo y no hundirse, pero solo lograba hundirse mas.

Una vez que el océano se lo tragó por completo, cayó en una habitación muy parecida a la de un hospital, miraba a su alrededor, sus ojos estaban cansados y su boca le dolía demasiado.

Sin esperarlo, enfermeras a las cuales las cuencas le faltaban entraron a la habitación. Su mayordomo vestido de médico bailaba de forma sensual hasta llegar a su lado. En una camilla a penas podía escuchar a Sebastian hablar.

—Bochan,bochan, bochan, le dije que debía tomar sus medicamentos, lo siento, debo utilizar otro método para ayudarlo.—

Sebastian hizo chirrear ambas maquinas, con un poco de gel las colocó en su sien haciéndolo gritar, Y al no ponerle el protector bucal, varios de sus dientes explotaron en pedazos por la gran descarga eléctrica.

Soy inestable, no soy un caballo de demostración 
No puedo ser frenado, por supuesto
Estoy pendiente, estoy despreocupado 
Estoy tatuado en reversa 
¡Oh! 
En reversa

No podía dejar de llorar, cada vez se sentía mas débil, sentía que iba a morir en cualquier momento.

Desapareció en el aire, pensando que ya estaba muerto.


No puedes jugar este juego y recibir todas las piezas 
Aguanta la respiración y espera, alguien pagará por sus pecados 
No convencido por el elenco a la misma 
Mis malditos titiriteros

¡Oh! ¡Oh

Y apareció´en aquel lugar, en el lugar donde todo comenzó.

Comenzó a gritar de forma histérica, ordenando a quien fuera que lo sacara de ahí.

El demonio apareció con todo su esplendor y gloria. Mostrándole dos hermosos muñecos, sus padres. Le mostraba a Ciel como la profanaba a su madre y a su padre.

—¡Vuelve a tocarles un pelo y te mato hijo de puta, te mato!

Sebastian solo rió y lo tomó a Ciel obligándolo a penetrar a su madre muerta llena de gusanos al igual que su padre, a quien debía hacerle sexo oral, pudiendo sentir el estado de putrefacción y los pequeños bichos que tenía alrededor.

Sentía que lo estaba llevando a la locura.

Por un momento su mente dejó de funcionar y cayó disuelto al piso.

....

Apareció en su habitación sin ninguna marca, bien vestido, listo para dormir. Se acostó en la cama como si nada hubiera pasado y vio a su mayordomo desde la ventana.

—Gracias...

El demonio solo sonrió y desapareció.

Eso había sido suficiente para que el niño no durmiera bien en varios meses. Nunca mas le pediría a un demonio que lo asustara. ¿Quería miedo? Pues lo tuvo y de sobre. Tapándose con la manta de seda, se quedó con los ojos abiertos a la nada.

Soy inestable, no soy un caballo de demostración 
No puedo ser frenado, por supuesto 
Estoy pendiente, estoy despreocupado 
Estoy tatuado en reversa 
¡Oh! 
Tatuado en reversa

 

Notas finales:

Esta cosa fue medio rara...

 

Besos mis lectoras


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