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Amantes Infernales por SeaNymph

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Notas del fanfic:

Hey babies

Este es el primer fanfic que publico en esta página.

Me fascinan los shippeos de Kuroshitsuji, espero que les guste el fanfic y disfruten del suspenso que adoro colocar. Nos leemos en el lemon.

Notas del capitulo:

Hey ?

Espero que les guste el primer capítulo de este fanfic, lo hago con amortz para todos ustedes.

Salió de la oficina como cada día, a paso lento y con la mirada baja recorrió los largos pasillos de aquel edifico al que estaba tan acostumbrado que se volvía abrumador llegar cada día. Había sido una jornada realmente larga, el sin fin de papeleo que le habría correspondido le había dejado un sin sabor de boca difícil de quitar. No se quejaba, el puesto que le había conferido su padre por su parentesco era uno de los mejores, aunque en el interior le detestase. Jamás quiso obtener ese puesto ni trabajar cerca de su familia, pero esa decisión por alguna razón no le correspondía a él.

Llegando a la zona de parqueo buscó su auto con el remoto de las llaves mas antes de llegar a él se topó con su compañero y amigo de la universidad que por suerte había logrado trabajar a su lado; un hombre un poco más algo que él, de contextura fornida y ojos dorados que siempre se mostraban misteriosos ante las personas. Claude lo saludó con tranquilidad, mas al verle más serio de lo normal comenzó a hacerle preguntas.

—¿Algo de lo que quieras hablar?—

El otro azabache negó con la cabeza con expresión seria, cosa que le dio pie a su amigo para seguir con la conversación.

—¿Problemas con el jefe? Sólo ignóralo, es tu padre pero no tu dueño—

Aquel comentario le hizo incomodar incluso más, pero Claude nunca se destacó por ser un hombre prudente, negó la cabeza de nuevo y comenzó a caminar hacia su auto.

—¿Harás algo mañana en la noche? Llevas tiempo sin salir con alguien, el último novio que tuviste fue hace más de un año—

En la mente de Sebastián sólo se oían plegarias para que Faustus se callase de una vez, a nadie le importaba si estaba con alguien o no. A pesar de todo, Claude era el único amigo con el que realmente podía contar, le aceptó de maravilla cuando le confesó en la universidad que le gustaban los hombres (Aunque haya sido ebrio en una fiesta donde se le declaró) y desde ese entonces sólo buscaba la comodidad del menor en su espacio laboral y familia, donde su orientación sexual era claramente rechazada.

—Vamos, te hace falta salir, divertirte y pasar una noche entretenida—

—¿Contigo? Recuerdo que la última vez que salimos me dejaste sólo en el bar por irte con una morena de cabello lila—

Sebastián le recriminó por unos minutos su abandono en la última fiesta a la que habría asistido lo cual hizo que Claude soltara una risa caminando junto con el oji rubí hasta llegar al auto de este.

—Vamos Sebastián, no te pongas celoso, algún día habrá algo de todo esto para ti—

Por fin el oji rojo sonrió un poco, Claude seguía siendo el tonto que había conocido en la universidad, aunque ahora pareciera un galán misterioso, con él era totalmente distinto. Sebastián subió a su auto abriendo quitando el seguro de la puerta del copiloto.

—Claude, ¿Te llevo?—

Dijo algo desconfiado pero jamás se le negaría a su amigo, él lo había llevado durante varios semestres al campus.

—No gracias, hoy tengo una cita luego del trabajo, me quedaré media hora más—

Ahí estaba de nuevo, en el mundo todos teniendo suerte en el amor y las conquistas menos Michaelis. Se despidió del oji dorado y tomó su ruta a casa. Se estacionó como de costumbre y al llegar a la puerta de su departamento se percató de que tenía varios mensajes de Claude los cuales leyó al entrar al lugar
.
“Paso por ti mañana a las 8, te hace falta alcohol y un buen polvo”


Las mejillas del azabache se tiñeron de un ligero color rojo, ¿Acaso sería esa una propuesta? ¿Estaría el idiota de Faustus borracho? Sólo lo dejó pasar pensando que de nuevo le presentaría a alguno de sus amigos de ambiente para una noche, algo que Michaelis detestaba de aquel hombre.
Se recostó en la cama sin hacer ningún sonido, ¿Qué habría querido decirle Claude con aquel mensaje? Había recibido algunas indirectas de parte del oji dorado desde la universidad, una que otra insinuación, mas nada más allá de bromas entre amigos pero ¿A qué venían tales palabras de su parte? Le dolía la cabeza de tanto intentar atar cabos sueltos sobre la actitud que aquel hombre tenía a veces con él así que se levantó para darse un baño e ir a la cama intentando estar tranquilo.

Cayó dormido rápidamente de nuevo con la imagen de aquel hombre en su mente, no podía negar lo atractivo que siempre le pareció, incluso desde antes de haberse conocido en forma. Siempre le veía en las diferentes clases que compartían; Sebastián gozaba de una fama no pedida desde la universidad, siendo apellidado con aquel renombre de dueños de empresas a lo largo y ancho de Japón las personas le reconocían desde lejos, pero con Claude habría sido diferente.

Recordaba sus primeros semestres en la universidad de Tokyo en la carrera de administración; siempre había sido un estudiante un tanto callado, más analítico de lo normal y le agradaba el ambiente de aquella universidad tan codiciada, hasta que por los pasillos del campus comenzó a correr aquel rumor de que el heredero de la cadena Michaelis compartía las aulas con ellos. Después de algunas semanas todos los alumnos se empeñaron en hacerse amigo suyo, con segundas intenciones por supuesto, cosa que le desagradaba al joven pelinegro. Ante todo esto siempre estuvo el chico que había conocido el día de la inducción, un joven más alto que él de aspecto varonil y serio pero que con Sebastián se comportaba alegre e incluso algo bromista, su único amigo verdadero había sido siempre Claude Faustus… y desde aquello se habría convertido en su amado en secreto, por no decirlo de otra forma.

Finalmente se durmió vaciando su cabeza de todas esas memorias que le revolvían los sentimientos, realmente estuvo enamorado del oji dorado por muchos años pero hasta ahora aún ese hombre tocaba algo en su ser que no lograba comprender.

Llegado el viernes y terminada la jornada laboral Sebastián se dirigió a casa en su auto, había salido un par de horas antes para darle tiempo a arreglarse, su reunión o “cita” como quería llamarlo con Claude era aquella noche y deseaba verse presentable. Se peinó y perfumó hasta escuchar el sonido del auto de Faustus afuera de su departamento.

Salió a su encuentro, el otro iba vestido un tanto formal pero no demasiado, con una camisa color vino, pantalones y zapatos negros, además de sus habituales anteojos y peinado hacia atrás.

—¿Subes princesa?—

Le dijo de forma juguetona haciendo alarde de caballerosidad. Sebastián subió al auto y se dejó llevar del otro. Ocasionalmente le miraba y al recibir respuesta de Claude lo evitaba, se sentía nervioso, como una adolecente.

—¿A dónde vamos?—

Preguntó viendo que desconocía el camino.

—A un lugar en donde nos divertiremos mucho—

El auto recorría calles lejanas al centro de Tokyo, comenzando a pasar por establecimientos de apuestas e incluso moteles vistosos. Estaban en la zona roja de la ciudad.

Claude estacionó el auto en frente de un gran edificio, se podía oír la música desde afuera. Ambos bajaron del auto y se dirigieron a la puerta. Al entrar Sebastián se quedó boquiabierto, no entendía y no deseaba entender por qué su amigo lo habría traído a un lugar así.
Dentro había mesas, una barra y un escenario. Claude lo habría llevado a un club de desnudistas y para peor, era un club gay.
Dos chicos en el escenario bailaban uno sobre el otro mientras que los meseros eran jóvenes de todas apariencias en un uniforme por más revelador. Los hombres que estaban en las mesas contaban con mínimo un escort en sus piernas y otros caminaban hacia los cuartos privados, Sebastián se sintió mareado.

—Ven Sebastián, vamos a ver el show—

Le dijo Claude dirigiéndose hacia las mesas cerca del escenario.
En medio de todo esto, el show principal de la noche, un joven chico de cabellos azulados se preparaba para salir al escenario, justo en frente de Michaelis.

Detrás del escenario largos telones cubrían las figuras de los bailarines que saldrían aquella noche, siendo el viernes una noche concurrida para el lugar, los mejores actos saldrían a desfilar en tacones aguja aquella noche. No era un lugar para nada barato, prometían que sus bailarines y escorts prestarían los mejores servicios posibles a sus clientes sin importar quienes fueran, sólo importaría que pudieran pagar lo que una noche con un joven de aquel club costaba. Las luces se apagaron por un momento y el dj encargado anunció el número VIP de la noche, los hombres aplaudieron e hiciceron jolgorio al saber que Ciel bailaría. Algunos aclamaban su nombre, era como una leyenda en aquel lugar, un chico hábil e intrépido que con sus dones de seducción dejaría por los suelos a cualquier hombre que conociera.

Salió de entre las telas con su habitual vestimenta; llevaba puesto únicamente un diminuto short de imitación cuero, medias largas hasta los muslos con ligueros, un par de tacones altos y en el cuello un pequeño accesorio con un moño, como si de una mascota se tratase. Subió con una sonrisa pícara, los clientes se acercaron a la tarima mientras la música comenzaba a sonar. Las luces sólo se posaban en aquel joven de piel blanquecina y su baile, agarraba el tubo de metal con decisión y lo montaba como un experto, sus movimientos sensuales y lentos hacían jadear a quienes lo veían, esa era su parte favorita, tener a todos a sus pies.

Sebastian sólo pudo quedarse extaciado por lo que veía, aquel chico que le cautivaba tanto por su cuerpo como por el brillo del único ojo que dejaba ver, el otro lo mantenía cubierto por su cabello. Sólo deseaba acercarse y ver más de cerca al bailarín que le llamaba con su cuerpo, con su mirada. Ambos se encontraban en aquel trance que sólo Ciel lograba en sus clientes, que le producía la cima de la excitación y se sentía dueño de todo hombre quién lo deseara. Frotaba su entrepierna con el tubo de metal antes de subirse en él, se agachaba ante todos enseñando sus bien formados glúteos y sus piernas blanquecinas deseosas de los toques de aquellos hombres, todo era suyo, todos morían por él.

Más rápido de lo esperado su número acabó con una pirueta en el tubo, le dio un par de lamidas al mismo de forma lenta y lasciva, algo que caracterizaba al joven peli azul al final de su baile. Se despidió de su público y desapareció de nuevo tras el escenario dejando atrás decenas de hombres deseosos de su piel, pero aquel chico era imposible de pagar para muchos de ellos. Sebastian por su lado había terminado con una erección prominente y fervorosas ganas de ver al chico de nuevo, sentía que sus miradas habían conectado, que ambos habían estado sólo los dos. Sí, Michaelis era un tipo enamoradizo sin igual, cursi y con poco o ningún sentido común al haberse interesado en alguien, aunque fuese un desnudista.

Se levantó de su silla dejando al oji dorado en su lugar sorprendido por su actitud, su amigo estaba orgulloso de que quizás fuese a solicitar un servicio, sabía que a su amigo le hacía falta un poco de diversión; no quería aceptarlo, pero se sentía un poco celoso. Sebastian jamás se interesó por alguien más que por él, pero qué más da, era sólo un escort.

Mientras Claude divagaba, Michaelis fue hasta la barra para pedir un trago y además un poco de información sobre aquel chico.

—Es el más caro de la casa, cuesta unos 8000 dolares americanos estar con él—

Le dijo el bar man mientras le servía su bebida.

—Tiene una reputación muy buena, es el mejor en lo que hace. Solía hablar con él, pero las cosas cambiaron cuando se mudó aquí permanentemente. Antes tenía algún hogar fuera de aquí, pero ahora esta es su casa. Ciel es un joven misterioso, nadie lo conoce realmente, ni nosotros ni sus clientes, pero si lo deseas puedo conseguirte un espacio con él, hasta ahora nadie lo ha solicitado esta noche.—

Las palabras del bar man le hicieron interesarse aún más en aquel chico y aceptó, hizo la transacción sin problemas con su tarjeta y le indicaron en qué habitación esperar al joven. Le llevaron junto con los de seguridad hasta la última sala de privados, la sala en la que únicamente Ciel atendía en
el último piso del club.


Contaba con una cama grande con un edredón de seda, una ventana grande que tenía una vista hermosa de la ciudad, un par de cuadros corrientes, una televisión y un amplio baño, algo parecido a un hotel de buena categoría. Ahí se sentó, se desabrochó un poco la camisa y esperó a que su chico entrase por la puerta sin saber lo que le esperaría luego.

Notas finales:

Heeeeey

Dejé algo de suspenso al final para ver si les gustaba la trama del fanfic, si es así seguiré escribiéndolo :3 en verdad espero que les haya gustado leerme y nos vemos en el siguiente capítulo


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