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Minis Historias. por Aryam

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Notas del fanfic:

Declaimer: Los personajes no me pertencen, sino a Masashi Kishimoto de la serie Naruto.

Notas del capitulo:

Capítulo Piloto.

Enjoy~

El beso de Blanca Obito.

By Aryam

 

 

 

 

A sus diez años, siempre tuvo interés por la emoción de sentir o al menos de qué iba los suspiros añorantes de las mujeres de su familia, cuando en todas las telenovelas de la tarde aparecía un hombre muy galán tomando de la cintura a su chica amada –demasiado empalagoso para su gusto– y luego de un acercamiento a sus rostros, con minutos eternos de verse a los ojos, juntar sus labios en un beso. Uno que provocaba sonrojos y suspiros, con algún otro chillido bajito, porque las Uchihas no le iban eso de emocionarse mucho ante las muestras de afecto, pero de ahí a la realidad… a otro perro con ese hueso. Si hasta su tío-abuelo Madara, suspiraba a la distancia tras una pared –lo vio en su intento de ocultarse y mirar hacia el televisor, quién lo diría–.

 

Es así que Obito añoraba ser ese galán, al menos en un futuro y ser amado para vivir feliz por siempre como en las telenovelas esas y los cuentos de hadas, al menos la primera.  Sintiéndose prendado con el tiempo y porque le pareció perfecta, enfocarse en Rin Nohara; una niña dulce y amable, que le tenía paciencia como le aconsejaba cuando estaba de impulsivo.

 

Bien, todo iba de maravillas, buscando el modo de que ella se diera cuenta de sus sentimientos y practicar con una foto su deseado primer beso, hasta que no creyó las cosas que pasaban por las compañeras de su clase y de la misma Rin, quedando en shock.

La propuesta del salón 10 para el festival de primavera: Blanca Nieves y los siete enanos. Actuada solo por chicos y él, Uchiha Obito sería Blanca Nieves.

 

– ¡Yo no pienso vestir de chica! ¡Soy un niño! – Había chillado frente a las chicas, pidiendo con ojitos de perro abandonado bajo la lluvia a que Rin intercediera por él.

 

– Oh, vamos Obito-kun –Le da palmaditas a su hombro. – Te verás muy bien con vestido. Lo confeccionaré yo misma, ¡daré lo mejor de mí!

 

Ahí se iba su última esperanza, esperando que se lo llevara la muerte al saber que no podía negarle nada y sufrir en silencio… u odiar en silencio, porque su amigo y rival en el amor por Rin, le había tocado ser el príncipe. ¡Claro, a él le daban el papel de chica y a Bakakashi no! ¡Era injusto!

 

– Si lo colocan de enano, yo no me quejo. –Soltó de la nada el albino. El cual le incomodaba un poco la falta de espacio personal, por culpa de las chicas de su club de fans que querían tomarle las medidas o insistirle que se quitara la mascarilla que siempre portaba si no es la bufanda.

 

Gruñó y sonrió, Obito. Que se comieran vivo al amargado ese por pesado. Algo bueno en todo esto, si él iba a tener que usar vestido –que sinceramente es lo menos que le preocupa–, ya de hablar del guion… recordó que al final del cuento termina en un beso de verdadero amor que elimina el envenenamiento de la bruja. Su cara rápidamente se puso verde a morado al imaginar ya esa escena con su rival.

– ¡Asuma, no te muevas y quédate quieto!

 

– ¿Es que porqué debo ser la madrastra amargada? Ni que estuviera tan feo, Kurenai.

 

Al parecer, no era el único que iba mal en ello, siendo que nadie iba a tener que dar un beso como él. Iba a pedirle a Rin que le ayudará a interceder con sus compañeras de clase y no pudo hacerlo, no cuando tienes su alegre rostro cerca. No podía romper la burbuja de alegría en su amada –llora para sus adentros–.

 

 

Llegado el día, todo era una locura. Cada salón iba preocupado de su colaboración en puestos de comida, juegos y shows, además de la parte publicitaria, quedando casi toda la escuela repleta de afiches o stand muy decorados. Hasta el aroma a comida inundó el establecimiento y se le hacía agua la boca al olfatear el aire. Los profesores ayudaban de vez en tanto y por parte de su salón, Minato-san vino junto a su esposa Kushina a ayudar con los preparativos de escenografía y vestuario. Nunca se imaginó que a su profesor Minato le dijeran el Rayo Amarillo por coser a velocidad luz, robando suspiros por parte de las menores cuando terminó en nada los atuendos de la obra en perfecto estado.

 

– Obito-kun, ¿ya estás listo? –Consultó Rin desde fuera del camerino para que usara el dichoso vestido, saliendo resignado con aquel atuendo con cara de pocos amigos. – ¡Oh, te queda perfecto! –Le mira de todos lados la menor, afilando la mirada en los detalles de su trabajo, ese que no podía reprocharle al ver sus dedos cubiertos con curitas.

 

– ¿Sí? Creo que no encajo muy en él. –Comenta, recibiendo una negación de la menor.

 

– Al contrario, te ves perfecto y solo falta tú peluca. – “Maravilloso”, pensó, tratando de sonreír y decirse que no todo era tan malo. Por el momento solo era la prueba de vestuario.

 

Un gran barullo se escuchó, enfocando la vista en otras chicas del grupo que miraban emocionadas junto a Minato-san a Kakashi salir igual de cohibido por el traje que le hicieron vestir, quejándose de las mallas y ellas de que se quitara la mascarilla negra que usaba, encajando el color con el atuendo, todo para verle el rostro. El maldito no se veía mal, para nada, aunque le daba gracia que sufriera al acomodarse las mallas que acentuaban sus piernas y el proteger su mascarilla con una mano, hasta que lo vio a él.

 

– ¡No te he dado derecho de mirarme! – Le gritó con puño en alto al notar lo último, terminando por discutir con las chicas que le decían que empezara a meterse en su papel de Blanca Nieves.

 

Ya a solas, supuestamente aprendiéndose el guion que le tocaba para en unos minutos más empezar la obra teatral, ideó un plan para vengarse de Kakashi por quedársele mirando y quitarle la atención a Rin, rememorando cuánto incomodaba al otro que intentaran verle el rostro.

 

“El príncipe se acerca a Blanca Nieves para darle un beso de verdadero amor eterno.”

 

Una sonrisa maliciosa surcó por sus labios. Manipularía la escena y usaría ese momento para descubrir frente a todos la cara del Hatake, el que seguro huiría a esconderse en vano intento porque ya todos sabrían que había detrás de la mascarilla. Que de ser feo, seguro Rin se decepcionaría y por fin se fijaría en él, serían novios, de grandes se casarían, tendrían hijos y se amarían por siempre.

 

– ¡Prepárense, daré lo mejor de mí! ¡Conocerán quién es Obito Uchiha! –Se levanta, alzando el guion en mano.

 

– ¡ESA ES LA FUERZA DE LA FLOR DE LA JUVENTUD!

 

Un chico con peinado de tazón le da el susto de su vida, para luego verlo correr de un lado a otro con mucha energía y vestido de leotardo verde mata ojos, llevando cosas que le pedían los demás. Vaya chico ese.   

 

 

<< La reina, al saber que Blanca Nieves seguía con vida y que el Cazador no había cumplido su promesa, pidió ayuda al espejo para deshacerse de la princesa con sus propias manos…>> Narra una voz a la distancia, Kurenai.

 

– Oh, espejo, espejito… ¿dónde está Blanca Nieves? Dime.

 

Todos los presentes miraban con una gota surcando por su cabeza al ver la mala actuación de Asuma, que de lejos se notaba que hacía con pereza, moviéndose con cuidado de no pisar por tercera vez el vestido para no caer de boca al piso y arruinar el maquillaje que no le venía.

 

<< Una vez supo su ubicación, preparó secretamente una poción muy peligrosa escondida en una manzana y se disfrazó de una anciana que vende frutas, dispuesta a darle final a Blanca Nieves. Joven que ignoraba sus próximas acciones al estar afanada en la felicidad que le otorgaba el pequeño hogar conformado por los siete enanos y al quedar sola limpiaba la casa. >>

 

Obito hacía que barría, bailando al ritmo de la música que ponían las chicas e intentar que la peluca no saliera volando por las vueltas que daba, golpeándose en el dedito chico del pie con una silla al finalizar la canción y aguantarse el dolor con lágrimas que contuvo para que no salieran de sus ojos, diciéndose en cada momento “todo sea por Rin y nuestra felicidad hasta el fin”.

 

– Miren nada más, qué linda señorita he encontrado acá. –El ánimo de Asuma contagiaba a cualquiera, pero de pena y lo entendía, así que fue hasta él con falsa ingenuidad que decía en el papel que debía tener. – ¿Quiere comprarle a esta pobre anciana una manzana? –Le muestra la fruta.

 

– ¡Oh, lo siento! Tengo prohibido recibir cosas de extraños. –Comenta apoyado a la escoba y junto a la puerta, parpadeando.

 

– Qué lástima… –En eso espera que Asuma siga su línea, mirándole asustado antes de soltar lo primero que se le vino a la mente. – Las tengo al dos por uno, pero por ser tú tan linda, te la dejo gratis.

 

– Oh, qué ofertón, toda una ganga. –Dijo sin pensarlo, dándose un zape mental y oír las quejas detrás del telón, avergonzándose ambos. Dio un respiro antes de retomar el papel. – ¿No será mucha la molestia?

 

– Para nada. Son jugosas y muy rojas. – Le dice, entregando la fruta en sus manos. –Ten, ahora debo irme.

 

<< Blanca Nieves, dudando en recibir la manzana o no, recuerda las palabras de los Siete enanos, pensando al final que nada malo le haría probar un poco de aquella fruta por tal amable anciana y dando un mordisco, descubrir su gran error al sentir su cuerpo extraño y caer al suelo. >>

 

– ¡Blanca Nieves has muerto por tu ingenuidad! ¡Ahora yo seré la mujer más hermosa de este mundo! –Se quita la capucha que traía, Asuma, descubriéndose como la reina antes de caer el telón para el siguiente acto. Escuchándose un golpe, donde todos supusieron que Asuma se había dado con el piso, otra vez.

 

Después de ello, la escena cambió a una de tristeza, donde los enanos lloraban alrededor de Blanca Nieves y especialmente uno, que vestía leotardo verde.

 

– ¡OH, BLANCA NIEVES! ¡QUÉ TRISTEZA MÁS GRANDE HAY EN NUESTROS CORAZONES! ¡TIENES QUE APRENDER A NO HABLAR CON EXTRAÑOS Y RECIBIR COSAS DE ELLOS! ¡QUÉ PENA, QUÉ PENA! –Todo lo dice gritando, con la motivación a mil y exagerando el dramatismo de la escena, dejando a los enanos junto a Obito más que sordos. – ¡¿AHORA QUIÉN AVIVARÁ LA FLOR DE TU JUVENTUD?!

 

<<Los siete enanos hundidos en su pena, extrañando la dulce y alegre Blanca Nieves. Deseando volver a ver su sonrisa nuevamente y conscientes que dormía profundamente por culpa de la malvada reina, la depositaron en una ataúd de cristal llena de flores para velar su cuerpo, llorar el dolor que les producía contemplarla en aquel estado.

Hasta que un día, apareció un galante príncipe en su corcel blanco, en busca de Blanca Nieves al saber desde lejanas tierras que una princesa dormía por culpa de un embrujo y al encontrarse con los enanos alrededor de ella, confirmar que era cierto. Sintiendo el flechazo de amor de Cupido por su belleza al dormir…>>

 

El corcel no era más que un chico vestido de caballo, pero Kakashi se bajó como si llegase en uno, avanzando hacia los enanos y Obito, el cual contenía la euforia por parte de su venganza y evitar sonreír, respirando profundo a la espera de que el albino se acercara después de terminar la charla con Gai y los enanos.

 

– Mi eterno rival, despierta a la hermosa Blanca Nieves. – Gai se había salido de su papel, pero omitieron comentario, dejando que la escena avanzara para culminar ya.

 

Las manos de Obito se oprimieron una contra la otra al oír los pasos de Kakashi al acercarse, estando a nada de saltarle para descubrirle el rostro, emocionándolo.

 

– Qué hermosa eres Blanca Nieves, discúlpame por llegar tarde en conocerte. Tu belleza es la descripción de tu nombre, tan única. Discúlpame por el atrevimiento de mi persona.

 

Muchas voces femeninas chillaron y, siendo que siempre en los ensayos nunca llegaban al final de la obra, ya que ninguno estaba a la idea del “beso”, Obito tenía claro cómo sería ese final.

Entreabrió los ojos antes del beso, estirando su mano para tirar de la mascarilla del Hatake y este al percatarse de ello, ocultar frente los demás el rostro con el cabello como escudo, teniendo el albino que hacer algo que no tenía pensado aún para controlar a la princesa, cubriendo rápido su rostro otra vez. Los únicos que lograron verlo fue Obito, claramente y al voltear, Gai, que estaba tan en shock como el otro.

 

<< Es… es así como Blanca Nieves sale del embrujo, observando a su salvador que con un pequeño beso la despertó para ser felices por siempre. >>

 

Muchos maldijeron no ver el beso o si realmente se efectuó, pero al finalizar la obra, Obito solo tenía una cosa clara…

 

“¡BAKAKASHI ME ROBÓ MI PRIMER BESO!”

 

Y con ese pensamiento, estuvo así por días, semanas, tal vez algunos meses. Aquello no era como los besos de telenovela, ni siquiera para idealizar un beso con Rin –que practicaba arduamente por las tardes – porque el idiota ese se lo robo y no podía dejar de recordar aquello.

 

 

Continuará~

Notas finales:

Esta es una idea de prueba. Si alguien le gusta, me gustaría saberlo y leer sus reviews, que animan mucho.

 


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