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Almas Gemelas por Aeriel

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Notas del fanfic:

Heyyyy! Os traigo un nuevo oneshot, esta vez uno basado en el increíble manga de Yamane Ayano 'You're my Loveprize in Viewfinder' Me encanta ese manga (bueno, la verdad es que me gustan todos los trabajos de ésa mangaka xD)

Dadle una oportunidad a este fic, y me contáis que tal! ^^

Besitos*

PD: Los personajes que aparecen en este fic son propiedad de su autora, Yamane Ayano, y distribuidores...Estoy negociando para quedarme con Asami xDDDD

- Oneshot - You’re my Loveprize in Viewfinder (Ayano Yamane) -

 

 

- Oneshot - You’re my Loveprize in Viewfinder (Ayano Yamane) -

 

 

Almas Gemelas

 

El mundo de la Mafia es duro. Y cruel. Asami Ryuichi posee ésas dos cualidades. Por algo es el Jefe de la Mafia Japonesa y el dueño de muchos clubs, entre ellos el Club Shion, donde los mafiosillos hacen sus ‘negocios’. Y últimamente su humor dejaba mucho que desear. Y no es que sus ‘negocios’ fueran mal, por supuesto que no. De hecho iban mejor que nunca. Se trataba de algo más grave. Una semana. Había pasado una semana desde la última vez. Siete puñeteros días de abstinencia. Podría tener a todas las mujeres que quisiera. Incluso hacerlo con dos sería una buena forma de desahogarse. Pero no quería. Le deseaba a …L.

A Takaba Akihito, el periodista de pacotilla al que conoció medio año atrás y sometió a su voluntad, antojo y perversión. El maldito hacía siete días que no daba señales de vida. No estaba en su casa, no iba a trabajar y tenía su móvil apagado. Y no es que Asami estuviera preocupado. …sa palabra no entraba dentro de su diccionario. Estaba cabreado, furioso. Más que nunca. Y se lo estaba cobrando con sus hombres. Les maltrataba verbalmente y les tiraba a la cabeza aquello que tuviera más a mano sin motivos aparentes. Pero ni siquiera eso era suficiente. Le necesitaba. Joder si le necesitaba. Ni sus manos le ayudaban en ésas largas noches. Cada mañana se levantaba de peor humor si cabía. No aguantaba. Ya no podía más. Y tomó una decisión.

— ¡Quiero que encontréis a ése periodista, y quiero que lo hagáis AHORA! Sino...¡correrá la sangre!

Y sus deseos fueron órdenes. Pero no les fue fácil a sus hombres encontrarle. Estuviera donde estuviera no deseaba ser encontrado. ‘Sexo sin amor...’, pensaba en su escondite.

Takaba Akihito, joven periodista prometedor y bastante curioso, además de un busca-problemas nato. Se escondía. De los problemas. De la Mafia. De Asami Ryuichi. Los dos primeros relacionados directamente con el tercero. Y estaba ya cansado. Cansado de ser tratado como un mero juguete sexual. De no obtener ninguna palabra de amor. Pero qué se podía esperar de ése Asami ‘Corazón de Hielo’ Ryuichi. Nada. Absolutamente nada. Se negaba la esperanza, ya que jamás obtendría nada más allá de una noche de sexo sin tregua e indiferencia pasada ésta. Por eso se escondía. Había dejado su casa de alquiler. Su móvil estaba apagado y a buen recaudo en el bolsillo izquierdo de su pantalón, para una emergencia. Pidió vacaciones en su trabajo. Vacaciones merecidas y que le fueron concedidas. Y, por si eso fuera poco, pagó el Motel en el que se encontraba en efectivo. Ni una pista. No había dejado ni una sola pista que condujera hasta él. El rastro no existía. Así pues, jamás le encontrarían. Lo único que le preocupaba es que en dos semanas más tendría que volver al trabajo o le despedirían, y sería entonces cuando le descubrirían. Guardaba la esperanza de que para ése entonces el bastardo ya no se acordara de él. Soñar no cuesta nada.

Pero si bien había pensado en eso, también había olvidado ciertos ‘métodos’ que Asami podría usar para encontrarle. Extorsión e, incluso, tortura. Y, obviamente, no había muchos moteles en Japón. De hecho, se podían contar con los dedos de las manos. Con los de una sola mano, para ser más exactos. Con el poco dinero que Takaba ganaba, Asami habría supuesto que no sería capaz de pagar la habitación de un Hotel decente, así que, a lo único que podría aspirar sería a un sucio Motel de carretera. Takaba sabía que esconderse en un Motel no era una opción viable, pero qué demonios, aún así esperaba que se demoraran en encontrarle. Había pasado una semana y no tenía noticias de mafiosos ni nada parecido. Estaba a salvo. Qué poco le duró ése pensamiento.

En la oscuridad de su habitación le llegaron unas voces en off. Desde ésta no eran más que susurros, pero era evidente que se trataban de gritos.

— ¡No me maten, por favor! - pudo oír con claridad.

— ¿Dónde está? ¡Habla!

— E-en la habitación 105.

Demasiado cerca de recepción apenas tendría tiempo de poner un pie afuera y le atraparían. Con los nervios a flor de piel y los sentidos alerta, fue hacia la ventana que daba a la carretera, la abrió y saltó al exterior con maestría (eran años de experiencia), mientras oía los pasos amortiguados de aquellos matones muy cerca, demasiado cerca para su gusto. Y echó a correr. Corrió más rápido, como si la vida le fuera en ello, lo cual en parte era cierto. Aceleró el paso. De pronto se cayó, pero con la misma rapidez se levantó, y siguió corriendo. Sin descanso. Parecía que aquellos matones no se habían dado cuenta de su fuga por la ventana, pero estaba seguro de que pronto le pararían los pies. Y no se equivocaba.

Pronto, de la nada apareció un coche negro que le cortó el paso. No podía ver su interior. Tenías las ventanas tintadas. Se dio la vuelta con la intención de correr en dirección contraria, pero otro coche negro olió sus intenciones y se interpuso entre éstas y él, haciéndole detenerse. Estaba atrapado. Se sentía como un roedor. Acorralado. Y rezó. Rezó por que se desvaneciera en ése mismo instante. No sucedió. Sus ruegos nunca eran escuchados. De repente, oyó un ruido de puerta a su espalda y se giró casi de inmediato. No podía creer lo que veían sus ojos. …l. En persona. Frente a sus narices. Ataviado con un exquisito traje italiano, de Armani o quién sabe que otro diseñador. El pelo perfectamente engominado y echado hacia atrás, con el mechón de siempre cayendo por su frente. Sus ojos, rasgados y fríos, escrutándole. El cigarro eterno colgando de su boca. Y ésa pose de suficiencia. …l. El Rey de la Mafia. El mafioso más sexy de Japón con el que había tenido el placer (ó la desgracia, según se mire) de acostarse. Asami Ryuichi. En un momento le vio hacer seis acciones casi a la vez. Le vio llevarse una mano al cigarro. Aspirar. Echar el humo. Tirar el cigarro con maestría después. Apagar el cigarro con un pisotón. Y, finalmente, acercarse a él con paso decidido, con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón. Estaba enfadado, muy enfadado. Podía verlo en sus ojos, en sus maneras. E, inconscientemente, se fue yendo hacia atrás.

— Don’t move (No te muevas) - murmuró Asami en un perfecto inglés, haciendo que Takaba se quedara estático en el sitio.

Cuando llegó a su altura, el periodista cerró los ojos y desvió un poco la cabeza hacia un lado, y apretó los dientes y los puños, esperando lo peor. Quizás una bofetada. O un puñetazo. Pero ninguno de los dos llegó. En su lugar, Asami le agarró de la camiseta con muy poco cuidado y atacó su boca. Le devoró. Pudo sentir su enfado, su frustración, su excitación, en ése beso. Y Takaba se entregó a él. Con el mismo enfado, frustración y excitación.

— ¿Por qué tardaste tanto en encontrarme? - preguntó ansioso el periodista, buscando su entrepierna con una mano, para explorar con ésta el miembro de su amante, ya erecto, húmedo, caliente.

Sin saber cómo, se encontraban en el apartamento del mayor. Takaba no sabía cómo había llegado allí, ni cuándo. Y no le importaba. Por vez primera desde que le conociera no le importó.

— No querías ser encontrado, ¿recuerdas? - lamió sus labios, esperó. El más joven abrió despacio, y el mayor inundó su boca con su lengua, llenándole, confundiendo sus sentidos.

— ¿Por qué no me matas ya?

La pregunta fue inesperada. Tanto para Asami como para Takaba mismo. Le había salido sin pensar. No quería hacerlo. Pero lo había hecho. Lo había preguntado.

— ¿Matarte? no, Takaba, matarte sería un pecado - y le besó con mayor ansia.

‘Un pecado que me pesaría todos los días de mi vida’, se dijo. A pesar de que ése periodista no cesaba de meterse en su vida, en sus planes. A pesar de que lo sabía todo de él y de sus ‘negocios’. A pesar de todo eso, no quería matarle. No podía. Y no iba a pensar más en ello. Al menos, no ésa noche.

— Voy a castigarte, a torturarte, a hacerte gritar,...Grita para mí, Takaba - le susurró al oído, y sintió el temblor que sus palabras le causaron.

Su estremecimiento sólo alimentó más su deseo. Le deseaba. Le deseaba como nunca había deseado a nadie. Le quería desnudo, y ahí lo tenía. Dispuesto, y lo consiguió. Suplicándole que siguiera, que no parara, que continuara. Y lo estaba oyendo con sus propios oídos. Y era música para éstos. Música celestial.

Ambos desnudos, se frotaron el uno contra el otro, buscando el calor, excitándose más. Asami encima de Takaba. Takaba aferrado a Asami. Gimieron, jadearon, se tocaron, se lamieron,...

Llegó el momento de la penetración, y Asami apenas puso empeño en prepararlo, por eso lo hizo rápidamente. Y cuando lo empaló, el grito de Takaba no hizo más que incentivarle a que siguiera con ésa tortura. Sacó su miembro de ésa cálida cavidad y lo empaló de nuevo, más profundamente, deleitándose con el nuevo grito que salió de la boca del más joven. …ste le estaba desgarrando la espalda, pero él no sentía nada. Sólo ése placer. El placer intenso de ver al fin sus deseos satisfechos. Efectuó un movimiento circular y le arrancó con él un gemido de puro placer. Siguió y siguió con ése movimiento. Se tocaron mientras, Takaba se abrazó más a él, se besaron lentamente, batallando con sus lenguas, y, poco después, llegó la culminación, les golpeó el orgasmo.

Se vinieron a dúo. Asami dentro de Takaba, y éste entre ambos.

El mayor cayó sobre el más joven y al momento se apartó, sacando su miembro del interior de Takaba, quien experimentó un horrible sentimiento de vacío, y se tumbó a su lado. Hombro con hombro. De la mesilla de noche se cogió un cigarro y se lo encendió, todo lentamente, haciéndolo más sensual e irresistible.

Takaba sólo miraba al techo. Pensando. Una vez más. Su cuerpo había sido profanado una vez más. Sentía que estaba llorando, pero las lágrimas no salían de sus ojos, salían en forma de esperma por su ano. El esperma de Asami. Su ano aún caliente por la reciente intrusión.

Sentía a Asami a su lado. Mirando también al techo. Fumando. Una calada. Otra. Y otra más.

Quería irse. Después de todo, ya había hecho su trabajo. Un honrado y respetable periodista de día. La puta del Jefe de la Mafia Japonesa de noche. Quién iba a decirlo. Quién iba a adivinar que seis meses atrás conocería a Asami Ryuichi, y que éste abusaría sexualmente de él, hasta el punto de hacerle cambiar de preferencias sexuales. Si lo hubiera sabido... Si alguien le hubiera advertido... Pero ya era demasiado tarde. Ya no había marcha atrás.

Su cuerpo era el contrato que había sellado su destino. Su vida estaba a manos de Asami, y sólo él sería el que acabara con ella. Cuando se cansara de él. Cuando ya no le satisficiera en la cama. Entonces estaría condenado. Nadie se enfrentaría a ése peligroso hombre para salvarle a él. Nadie podría hacer nada. Estaba atrapado, acorralado. No tenía escapatoria. Era propiedad de Asami, y eso nadie lo cambiaría, ni siquiera él mismo. Su destino ya no podía ser cambiado.

Momentos después sentía que el cansancio estaba arrastrándole al sueño, y cerró sus ojos lentamente. En el proceso se sintió agarrado, abrazado, protegido, por algo. Se abrazó con fuerza a ése algo para que no se le escapara, y se durmió por fin. …sa noche no soñó con sangre. Ni siquiera soñó. Sólo sonreía.

A la mañana siguiente, una sensación reconfortante inundó sus sentidos. Abrió los ojos lentamente y notó que su cabeza descansaba sobre un cálido pecho, y que su cuerpo estaba envuelto en un protector abrazo. Se incorporó con cuidado y estudió al hombre.

— Un ángel dormido y un demonio despierto... - murmuró en voz más alta de lo que debería.

Craso error. Fue escuchado, y el aludido se incorporó a su vez para encararle.

Takaba se sentía frágil, débil, frente a ésa mirada, pero no apartó la suya. Su apodo en el trabajo era ‘obstinado’ y no lo era por nada. Se la mantuvo un buen rato, hasta que la apartó con brusquedad poco estudiada, y la fijó en el ventanal. Las cortinas aún estaban echadas, claro. Hubiera deseado que estuvieran descorridas.

— Siete días... - el sobresalto interior que experimentó fue tan grande que pensó que él mismo había saltado.

— ¿Qué? - preguntó el periodista en un hilillo de voz, obligándose a fijar de nuevo su mirada en la dura de Asami.

Asami le miraba implacable. La noche anterior había sido increíble. Había gozado como nunca. Se había sentido fuerte, el amo y esclavo de ése deseo a la vez, Dios. Poseerle de nuevo había sido una experiencia única, inolvidable. Creyó que olvidaría como hacerle gritar y gemir, pero cuando salió de su errado temor, se vio disfrutándole. Aún así, no bastaba con sólo una noche para satisfacer siete. Siete pajas. Una por cada noche, que no le habían aliviado siquiera un poco. Incluso, varias mujeres habían intentado seducirle, tocarle, pero él se había negado, había huido de ellas como de la peste. Ya no quería tener nada que ver con mujeres.

Sólo le necesitaba a él. Sólo a él. A Takaba Akihito. A nadie más. Y cuando le había encontrado la noche anterior, el alivio se volvió ansia, y el ansia se convirtió en deseo, el deseo que se había estado aguantando y había satisfecho ésa misma noche. Ahora le tenía frente a él, a la luz del día, y no sabía que decirle. …l era Asami Ryuichi, ‘el Terror de la Mafia’. No podía rebajarse y decirle lo mucho que le había echado de menos. Sus rasgos infantiles, su descarada forma de ser, su insultante manera de hablar, su atlético y apetecible cuerpo,... Todo. Pero sobre todo había echado de menos compartir ésos momentos tan íntimos con él. En ésa habitación. …sa habitación que ya no era sólo suya. Era de los dos. De ambos.

Pero al verse incapacitado para confesarle todo eso, le besó. Y ése beso resultó ser los sentimientos que realmente albergaba en su interior. Le transmitía que le necesitaba, que era suyo, que no se separara jamás de él, que no volviera a huir, que le había echado de menos, que sólo quería estar con él en las frías y cálidas, lluviosas y despejadas noches, y en los nublados y soleados días, que le amaba...

Y Takaba no pudo por más que corresponder. Que él también le necesitaba, que siempre sería suyo, que no le apartara jamás de su lado, que no volvería a huir nunca más, que él también le había echado de menos, que deseaba pasar con él todas las noches y todos los días de su vida, que le amaba...

Con ése beso se prometieron el uno al otro ser fieles, honestos y hacerse mutua compañía.

— Takaba... - susurró terminada ésa declaración, frente con frente.

— ¿Mm? - fue capaz de responder éste, con los ojos cerrados, disfrutando de ésa tierna caricia.

— Prepárate física y mentalmente, porque en las próximas siete noches...sufrirás mi ira sexual.

La promesa sólo hizo sonreír a Takaba, mientras Asami le miraba depredador.

Jefe Mafioso y Periodista.

Asami Ryuichi y Takaba Akihito.

El Yin y el Yang.

Almas Gemelas.

 

 

 

* FIN *

 

 

[N/A: ¿Un comentario? ^^ Gracias por leer!]

Notas finales: Espero que hayáis disfrutado!!! ^^ Besos*

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