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Matemáticas del Corazón por ShizukaBeth

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Notas del fanfic:

Soy nueva en esto, y aparte muy mala, sin embargo le dedico todo mi esfuerzo a esta historia, espero que les guste y la disfruten tanto como yo :3

Notas del capitulo:

Este capítulo es dedicado a una chica, la cual me ha motivado a escribir. No pude conectarme en esta plataforma por un largo tiempo, y en mi ausencia ella desapareció, no pude acabar de leer si hermosa historia GAMER OVER, lo cual me llena de tristeza. Tengo esperanza de que lea esto y pueda contactarme con ella.

En fin, espero que disfruten este capítulo. Me gustaría saber su opinión al respecto, me animarían mucho.

Por cierto, perdonen mi ortografía, trato de mejorarla :3

Amor matemático.
Por una parte, necesito verte 
más por otra, alejarme de ti, 
pareciera un binomio conjugado:
el más y el menos se suceden en mí.
En un polinomio entero y ordenado
será más fácil expresar mi dolor, 
pues al verte me quedo anonadado:
variables y exponentes cumplirán su labor.
En la fracción algebraica de un segundo 
quiero dejar resuelta esta ecuación,
factorizando con ansia de otro mundo,
la locura que siento por tu amor.
                                                    Arnoldo Bernal Agüello.
Las matemáticas son muy parecidas al amor, sólo que estas son más fáciles de resolver. Mi nombre es Eren Jaeger, nací en una pequeña ciudad de la gran Alemania, soy hijo de Grisha Jaeger, un respetado profesor de matemáticas y de Carla Jaeger, una hermosa profesora de Literatura, ambos se conocieron en el trabajo y como resultado de su matrimonio mi existencia fue dada. 
Desde muy pequeño mis padres notaron mi gran habilidad para las matemáticas, lo que a mi padre le alegro muchísimo, no sólo tenía un hijo, si no también a un pequeño genio al cual podía enseñarle todo su conocimiento, y así fue como a la edad de 6 años mi padre me adentro al mundo matemático.
Actualmente a mi edad de 17 años he ganado muchos premios de concursos, estoy en una escuela muy privilegiada y mi papá esta muy orgulloso de mí. Para ser sincero, jamás me gusto participar, ni estar en escuelas de ese tipo, todo lo hago porque mi papá así lo desea. Mi mamá le pidió el divorcio hace dos años, de lo cual no estoy muy feliz, ya que ella era la única que me veía como un ser humano y no una calculadora.
-Eren si no te apuras llegaras tarde, y sabes como es visto eso en esa escuela, deberías agradecer más tu posición actual, fue muy difícil conseguirte un lugar...- dice mi padre mientras sigo en mi cama.
-Jamás te lo pedí- le digo levantándome de la cama e interrumpiendo su charla ''motivadora''.
-Iré a trabajar, sólo recuerda todo lo que te dije, nos vemos- se despide cerrando la puerta de mi cuarto.
Suspiro mientras veo el techo de mi habitación, quisiera poder vivir otra historia, donde mi felicidad existiera o por lo menos sea considerada. Me levanto y me alisto para poder irme. El camino a la escuela no es nada fuera de lo normal, hay arboles a los alrededores y unas que otras flores, las chicas de secundaria pasan con sus uniformes deseándome los buenos días con una sonrisa que para otros sería irresistible y un pecado ignorar pero a mí jamás me llamo la atención una relación, considero que el amor no es más que un incognito entre los signos de la vida. 
Al sentarme en mi banca no pensaba en otra cosa que en desear que el día acabara, soportaba la escuela pero me era aburrida, todos los alumnos son aburridos...
-Ey, ¿Eren ya no saludas?- Dice Armin. Todos menos él y mi otra amiga Mikasa, los demás me provoca nauseas.
-¿No tenías un concurso de ajedrez hoy?- le pregunto a mi amigo rubio. Armin es un genio en la lógica, yo soy bueno para el ajedrez, pero Armin es el puto dios, es muy bueno para tomar decisiones, mientras que yo actúo sin pensar, casi siempre.
-Lo cancelaron, mi contrincante se enfermo- me dice sonriendo.
-No puedo creer Armin, lo asustaste sin verlo- digo riendo. A quien engaño, él no da miedo, excepto cuando juega con un tablero del ajedrez. -Por cierto qué hay de Mikasa, no me responde las llamadas- le pregunto.
-Fue a Japón con su madre, por asuntos familiares, supongo que no tiene buena señal- me contesta mientras se sienta en su banca.
Se me hizo raro el hecho de que no me lo hubiera dicho, Mikasa siempre fue muy apegada a mi. Por fin entra el profesor de matemáticas, pero este se veía muy enfermo, parecía un zombi con traje elegante.
-Me temo que tendré que tomar unas vacaciones, debido a mi estado de salud- su voz de escuchaba de lo peor. -No se preocupen, le pedí a un amigo que me remplazara, es un tanto especial, espero que se lleven bien con él, viene desde Francia, así que sean buenos chicos, si temen que no les enseñe buenas matemáticas, déjenme decirles que no tienen nada que temer, es un genio, el mejor que he visto en mi larga vida-. El profesor ya tenía 75 años de edad, si hablaba de un amigo suyo posiblemente sea otro fósil matemático. 
Por primera ves salimos temprano, y lo mejor es que no habían dejado tarea, así que me dispuse a visitar a mi madre, la cual se mudo a otra ciudad, por lo  que debía de tomar el tren. No había mucha gente así que tome asiento, en parada siguiente se subió un hombre de cabellera negra y ojos plateados, llamaba mucho la atención pues parecía no ser de aquí. Aquel hombre se sentó a lado mío lo cual no le tome mucha importancia. 
Mi trayecto era largo así que decidí tomar una siesta, cuando menos lo esperaba caí en un profundo sueño por lo cual me balanceaba en mi asiento, ignorando las leyes de gravedad, y fue cuando mi cuerpo no pudo controlarse y se abalanzo en aquel sujeto provocando que  mi rostro callera en las piernas de este. Me desperté de inmediato y vi mi posición actual, las personas no dejaban de vernos, me levante rápidamente sonrojado.
-Lo siento mucho señor yo...- dije avergonzado. Sinceramente no sabía que esperar del sujeto, no parecía estar de buen humor.
-Tch...- dijo viéndome. -Mocoso, debes tener más cuidado al dormir, me ensuciaste todo con tu repugnante saliva- no dejaba de limpiarse con un pañuelo, la marca de mi saliva estaba en un lugar no apropiado lo que significaba que mi boca toco... por dios santo.
Avergonzado de todo ello decidí bajarme en la siguiente estación y caminar para llegar con mi madre. -En serio lo siento...- le dije por ultimo aquel hombre y salí rápidamente, jamás había caminado tan veloz, ni cuando mi madre quería darme una golpiza por romper sus platos de porcelana. 
Por fin llegue a la casa de mi madre la cual me recibió con los brazos abiertos.
-¡Eren!, por fin te dignas a venir eh- dice mientras me jala de la oreja, -Te he extrañado mucho mi pequeño-.
-Mamá ya no soy un niño para que me jales las orejas y los cachetes- le respondo quitando sus manos de mis mejillas, las cuales no dejaba de estrangular.
-Justo acabo de hacer la comida, anda pasa- me ordena mientras entra en la casa. -Por cierto, ¿Qué tal tu día?- jamás le contaría lo que paso en el tren...
-Me ha ido mejor- me siento en su sofá y admiro la sala. -Veo que has hecho decoraciones-.
-Unas cuantas, siento que se ve muy vacía esta casa, necesita más vida...- mi mira a los ojos. -Deberías mudarte conmigo-.
-Mi padre se volvería loco- lo que menos quiero es causar otra discusión entre ellos.
-A quien demonios le importa, que se joda- dice mientras levanta el cuchillo con el que picaba la verdura, aquella escena no pudo contener la risa en mi rostro.
Al terminar la comida me retire agradeciéndole a mi madre por tan magnifica comida. El sol comenzaba a esconderse y la luna mostraba su blanco rostro, regrese en tren, pero esta ves sin dormirme. Al llegar a casa note que mi padre no había llegado aún, así que pude tomarme una ducha tranquila.
Mientras el agua se resbalaba en mi piel color canela, note lo cuanto que había crecido, y de lo rápido que pasa el tiempo, aún recuerdo cuando mi madre me obligaba a bañarme. Solté un suspiro y continúe bañándome.
-¡Ya estoy es casa!- dice la voz de mi padre desde la entrada.
Salí del baño con una toalla al rededor de mi cuello. -Hoy llegaste tarde- digo mientras me dirijo a mi habitación. 
-Hubo una junta importante en mi trabajo- me mira un tanto extraño. -Se avecinan las competencias nacionales de matemáticas, sabes lo que significa...-. Cada escuela elije a un estudiante el cual la va a representar, las escuelas deben ser muy cuidadosas en ello, ya que la reputación de estas depende de cada competencia que se lleva acabo, se lo que mi padre trataba de decir, quería que participara, pero esto no dependía de mí, si no de la escuela.
-Dudo que me elijan- sinceramente no me importaba.
-Es más que obvio que lo harán, eres el mejor de esa escuela- me dice emocionado. -Mi hijo será el campeón nacional- dice sonriendo.
-Ya basta- me meto a mi habitación, no lo soporto cuando esta así, me ve más como un trofeo el cual presumir que cualquier otra cosa.
Decido dormir mientras veo las cortinas resbalándose por la pared, son tan delicadas que la luz de la luna las atraviesa, voy cerrando los ojos hasta que me quedo hundido en mis sueños esperando que el día de mañana sea por fin cuando seré libre. 
...
El sol se asoma desde las altas nuves, haciendo que el cielo cobre vida. Me estiro en mi cama y me levanto para ver el despertador, esta ves le gane, me dispongo a alistarme y salir. -Me voy a la escuela-.
-¿No vas a desayunar?- dice mi padre mientras lee el periodico.
-No tengo hambre- cierro la puerta y empiezo mi recorrido a la escuela, esta ves las calles están más tranquilas, y el silencio sólo es interumpido por el sonido que provocan las ramas al moverse al ritmo del lento viento. 
Entro a mi salón y me dispongo a ver la ventana ignorando todo a mi alrededor.
-Buenos días, me enteré que su profesor les advirtió de mi, tranquilos, no estaré por mucho tiempo, pero por lo mientras espero no hacer de su vida un infierno, soy muy estricto en cuanto a mi trabajo, así que si en su casa no les enseñaron modales más vale que los aprendan, porque no soy su niñera, soy su profesor, y les enseñaré matemáticas, no modales, así que espero que no me obliguen a ponerme duro con ustdes- que clase de tipo es este y quien se cree, aunque esa voz se me hace conocida.
-Mi nombre es Levi Ackerman, y yo les enseñaré las verdaderas matemáticas- Me volteo para ver al idiota presumido que ahora es nuestro profesor, no puede ser que este pasando esto...
-Tú...- susurro. Nuestros ojos se encuentran y me reconoce imediatamente, es aquel sujeto... él del tren.

Notas finales:

¿Qué les pareció?

Espero subir pronto el siguiente capítulo, nos vemos pronto ;)


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