Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Una vida [Oneshot] por Zuki Fettel

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen.
Historia de fan a fan. 

 

Notas del capitulo:

Historia corta

Una vida juntos.

Literalmente habíamos pasado una vida juntos.

Hasta hace unos meses habíamos celebrado mi octogésimo cuarto cumpleaños, vivir a tu lado en Rusia desde mis veinticinco había sido la experiencia más increíble que alguna vez mi alma pudo desear. No pudimos adoptar hijos, pero hacernos compañía mutua fue un hermoso regalo que llevaré por el resto de mis muchas vidas, en las que esperaré siempre volver a encontrarte.

Los últimos seis años, si bien han sido devastadores para nuestros cuerpos en una dura lucha contra el cáncer, mi amor hacia ti sigue intacto. Tu alma me sigue recordando al inquieto, olvidadizo e increíble joven que admiré y del que me enamoré. Caíste a cama antes que yo, la quimioterapia no estaba funcionando en ti, y siempre te quejabas que sacrificabas tu cabello por nada.

—Para qué seguir, si sabes que me voy a morir igual— dijiste titubeante golpeando la cabecera de la cama, con lágrimas de dolor en tus ojos e iracundo después de volver del hospital. No habían sido buenas noticias para ninguno de los dos, todo avanzaba para mal y la ciencia no podía hacer nada para revertirlo.

Lloramos juntos con congoja largo rato, soltando nuestra frustración abrazados a la cama, estar desahuciados a tan poco tiempo era más doloroso, saber que uno se iría a ir antes que el otro punzaba aún más profundo al corazón, lo aplastaba y lo pateaba una y otra vez.

Los pocos amigos que aún vivían me decían que era buena idea irnos a una casa de reposo, pero dejar nuestro hogar también era una decisión difícil. Gritabas de dolor en las noches, y la máquina con calmantes ya no te surgía mucho efecto, gritabas que te matara mientras te retorcías en la cama y cada vez que tenía que ayudarte en tu aseo diario. Yo no podía conmigo, tú no podías contigo.

Nos llegó una carta desde el hospital, mencionando que nos enviarían a un lugar “especial para cada uno”, nos separarían… Mandarían lejos todos estos años de amor y compañía. Mientras tú perdías lentamente la memoria, sólo me recordabas que no debíamos separarnos porque no podías vivir sin mí a tu lado. No podíamos pensar en la eutanasia, eso no era legal, no podíamos elegir morir en paz y bajo nuestras propias reglas porque el gobierno no lo aprobaba, preferían vernos morir lenta y dolorosamente antes de dejarnos decidir sobre nuestro cuerpo.

Así sería entonces.

En pleno uso de nuestra poca cordura provocada por el dolor llegamos a un consenso; romperíamos todas las reglas que nos obligaban a separarnos, cruzaríamos la línea impuesta sobre nosotros y decidiríamos por nuestra cuenta: si la muerte no nos llevaba juntos, nosotros iríamos por ella.

Pues una vida juntos…. Literalmente habíamos pasado una vida juntos.

No hay nada que el mercado negro no te pueda ofrecer, conseguir un arma era más sencillo que comprar por Ebay. Después de conseguirla volví a casa a paso lento pero firme, tratando de no arrepentirme de nada.

En cada arruga de nuestra piel, en cada uno de nuestros amaneceres, en cada resquicio y espacio de mi alma estabas tú, en nuestras muchas historias… ahí estabas tú. Me dolía ya todo el cuerpo, levantarme en las mañanas, caminar por la casa, bañarme y ayudarte a hacerlo, continuar con la vida bajo esta enfermedad se estaba tornando una tortura medieval.

Pero había tardes que pasaba atontado con la pistola en la mano, viendo tus hermosos ojos cansados y me daba cuenta que no podíamos seguir esperando. Unos días antes de que comenzaras a olvidar quién era yo, me dijiste que estaba bien, que esto era lo correcto, que el universo estaba en nuestra contra y la soledad de nuestra vejez nos asesinaba más que cualquier enfermedad.

No podía seguir esperando, no podía permitir que siguieras sufriendo.

Me senté a un costado de nuestra cama, cerré los ojos y apreté los dientes cuando sacaba el arma del interior de nuestro velador, sentía como mis lágrimas bajaban por mis mejillas recorriendo pesarosas los recovecos de mi rostro. Mi mano temblorosa acariciaba el frío metal mientras mi mente divagaba en una vida donde pudiera sentir tus labios, tu cálido abrazo y poner mi cabeza en tu pecho después de hacer el amor.

Miré nuestra fotografía sobre la madera, estábamos tan jóvenes y divertidos de visita en Japón. Suspiré pesadamente, intentando que toda la tristeza se alejara de mi cuerpo en esa exhalación atormentada. Un doloroso gemido salió de entre sus arrugados labios y fue entonces que me decidí, había que terminar con esto, no podíamos seguir así. Sufriría ese horroroso dolor aquí o en cualquier otro lugar.

Una vez escuché que los enfermos tienen un momento de lucidez y bienestar antes de morir, como si un pequeño soplo de vida volviera a ellos para poder despedirse. Sentí una caricia sutil y tibia subir por mi espalda, volteé a mirar el rostro sonriente de Victor murmurando mi nombre. Dejé reposando el arma sobre mi regazo, tomé su mano y la acaricié con todo el amor que podía profesarle, sabía que Victor jamás lograría comprender lo mucho que lo amé todos los años que estuvimos juntos… Hacer esto era la prueba fehaciente que mi mente me decía que podría demostrarle que lo amaba.

—Nos vamos sin nada Victor, pero todos los años a tu lado me hicieron sentir millonario y eterno. —Le di dos palmaditas en el dorso de su arrugada mano.

—Te amo… Yuri.

—Te amo, Victor —dije poniendo la punta del arma en su sien, con una leve sonrisa conciliadora —. Nos vemos en un rato ¿Está bien?

Sonreíste y volví a sentir que era lo correcto. No dejaría que nos llevaran a otro lugar para morir uno lejos del otro.

Jamás, primero muertos.

—Nos vemos en un rato, amor —susurró cerrando los ojos con una increíble tranquilidad que pudo traspasar a mi alma.

«Esto está bien, esto está bien, esto está bien», pensé. Entonces el sonido del disparo fue opacado por un gemido que mi garganta liberó mientras esta misma se desgarraba, tenía que ser todo rápido pues si me dejaba llevar por el dolor de no tenerte en este mundo me cegaría.

—Todo rápido, amor… ya voy, ya voy. Todo debe ser rápido —dije moviendo la cabeza de un lado al otro para despejarme.

 

El olor a pólvora y sangre se alejaron de mi nariz cuando el sabor metálico de una bala acabó con todo el dolor, toda enfermedad, toda mi razón… y toda una vida juntos. 

 

Notas finales:

Eutanasia: Acto de provocar intencionadamente la muerte de una persona que padece una enfermedad incurable para evitar que sufra.

Basado en una historia real que me rompió el corazón.

Link para la noticia:

https://www.elperiscopio.cl/cronica-roja/abuelo-dispara-esposa-enferma/


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).