La música hacia vibrar las paredes, los vasos y cada parte de su cuerpo.
Saltaba, gritaba, reía sin sentido en la oscuridad del sitio, se sentía completamente feliz, desbordaba energía y no podía parar, aunque ya llevara 4 horas sin tomar asiento en ningún momento.
El semestre había terminado y el era libre por unas bellas y hermosas 3 semanas (4 en realidad, su universidad no es tan eficiente, pero todos fingen demencia al respecto). Y era momento de celebrar.
El sudor le había pegado la ropa al cuerpo – la cual de por si no dejaba mucho a la imaginación- y sentía a su mejor amiga atrás restregado el trasero al suyo, tenía a la afortunada de merecer su atención delante haciendo lo respectivo contra su entre pierna, y demás jovencitas a su alrededor, algunas emparejadas con sus amigos, algunas buscando su oportunidad.
Finalmente cuando en un cambio de estilo de música pusieron el trap de moda, tomo la mano de ¿Katherine? ¿Karina? ¿Karlina? la guio a la cocina de la casa, entre besos y sonrisas, llegó a duras penas al tobo de cerveza, recostándola sobre el, aumentando el tono y el calor del momento.
Cuando intente meterle mano por debajo de la falda, la muy ofendida me dijo que todavía no, que luego cuando nos enseriáramos un poco. ¿Enseriarnos? No pude evitar reírme a carcajadas, la conocí hace 2 horas y ya quería un compromiso. Seguí riéndome odiosamente mientras me gire y decidí salir de ahí.
- ¿A dónde vas? – pregunto estupefacta, y yo arque una ceja por encima del hombro sin parar de caminar – vuelve aquí estúpido!
Yo solo le enseñe el dedo medio mientras iba sin rumbo entre la gente.
Me tope con alguien que si no lo tomo por la camiseta se cae para atrás, cuando una de las luces paso por su cara, pude saber quién era.
El nerd de los nerd de nerdolandia. Jorge, que con sus inmensos ojos ámbar me miraban entre asustado y petrificado. La boca cerraba y abría como pez sin decir nada.
- Buu – entone como un fantasma, y el cómo rata escurridiza se perdió entre las masas. Sonreí divertido, ¿Quién coño lo había invitado y porque coño había ido? No tarde mucho en olvidarlo.
Encontré a mis amigos rodeando una mesa en el patio con una botella en el centro, y no pude más que rodar los ojos
- ¿Es en serio? Tienen 15 años? – dije, a pesar de que traía mi propia silla para integrarme – si quieren besarse alguien, péguenselo y ya, no busquen esta pobre excusa.
Todos me ignoraron y siguieron riendo, esperando que la botella se detuviera.
Quedo entre Rafael (quien daba la penitencia) y Marcel, Rafael sonrió viendo a todo el grupo y lo reto a lo que menos esperaba: te reto a bajarme el cierre del pantalón con los dientes y a darle un besito al finalizar.
Las mujeres comenzaron a vitorear, mientras José Daniel y yo nos miramos con los ojos como plato. Rafael a veces era extraño. Marcel tenía los ojos de igual forma y con la boca cerrando y abriendo como pez
Como toda respuesta Rafael – Rafa- solo arrastro para atrás su silla y abrió las piernas para darle espacio, lo que no hizo más que emocionar a las chicas.
Una punzada extraña se me acentuó debajo del ombligo ante el gesto y respire profundo. Qué raro, no me sentía tan borracho como para vomitar.
Marcel titubeante camino hasta estar entre sus piernas, La sonrisa de rafa se ensanchaba cada vez mas y cuando Marcel por fin acerco su cabeza a su entrepierna suspiro echando la cabeza hacia atrás, gimiendo falsamente.
Me removí incomodo en mi asiento, mas no podía dejar de mirarlo. Había algo… ¿morboso? en la situación. No entretuve mucho ese pensamiento, si las chicas como loca sonreían y los grababan diciendo que era sexy, porque yo no podía bromear también.
Marcel hizo lo suyo lentamente y en el momento del beso, Rafael gimió sonoramente como haber llegado al clímax. Marcel azorado se paro dándole un puñetazo. Con las mejillas encendidas se devolvió a su puesto. Rafael solo reía desparpajado.
La broma sirvió para que todo los retos tuvieran un mismo tono, chico con chico, chica con chica, lo que me mantenía en un total nerviosismo, y zumbido debajo de la piel que no sabía si era emoción, adrenalina u miedo. Aunque luego de 20 min, pensé que nunca me tocaría. Me equivoque.
A ver a ver con quien te ponemos a experimentar mi amigo – dijo Alejandro al otro extremo de la mesa. Yo trague seco.
El miro a todos los hombres de la mesa a los ojos, y sin estar convencido miro a su alrededor. A su derecha algo llamo su atención y lo vi llevar la mano derecha a su barbilla en gesto pensativo. No sabía a quién pudo haber escogido porque mucho de nuestros compañeros bailaban, hablaban y cantaban.
En una de las esquinas más alejadas estaba Jorge, sentado en un uno de los muebles, se notaba lo fuera de lugar que estaba. Marion a su lado, mantenía un brazo sobre sus hombros (parecía tenerlo preso) mientras platicaba animadamente con una de sus amigas.
Esos dos no combinaban en nada, Ella era alta, blanca leche, con el cabello rubio sedoso. Un carácter de los mil demonios y lengua afilada, pocos se metían con ella y su protegido: Jorge, bajito, le llegaba a los pechos (con los cuales lo asfixiaba cuando lo abrazaban) moreno, y pelos rulos que llevaba controlados a punta de cremas o gelatina. Tímido y callado. Solía ser la sombra de la primera.
No sé cuánto tiempo lo mire desde mi asiento pero sus ojos se encontraron con los míos, sus ojos se fueron abriendo caricaturescamente haciéndome reír.
Parece que ya encontramos una opción – soltó Alejandro devolviendo mi atención a la mesa sorprendiéndome. – te reto a robarle un beso a Jorge, que dure mínimo 15 seg, no hagas trampa. Los contaremos en voz alta desde aquí – dijo, con una sonrisa macabra.
El corazón lo sentí batuquearse contra mis costillas, y las manos me comenzaron a sudar. Por fuera fingí total indiferencia y me levante.
- Con una sonrisa socarrona conteste: Miren como le hago temblar las rodillas.
No sabía que iba hacer ni como se supone que le iba a robar un beso a un chico - ¡a un chico! Más no pare de caminar hasta donde se encontraba. Si sus ojos se abrían mas se les iban a salir de las cuencas y El camino parecía no acabarse y sentía como miles las miradas de mis amigos clavados a mi espalda.
Se lo iba a robar y ya, de un tajo como quitar una bandita, respira, vamos inhala – exhala. Usted es un macho y un beso no mas, no se lo va a quitar.
Llegue a sus pies y entre en modo automático. Solo podía pensar en que tenía un reto, y solo era eso.
Me arrodille y quedamos frente a frente a la misma altura. Tome su rostro entre mis manos, con mis dedos en sus mejillas, las sentía calientes. Al detallarlo, note sus labios bonitos para ser chico. Mande todo al demonio y me acerque.
¿Rojas, qué coño qui..? – fue lo último que escuche de marión, antes de besarlo.
Caliente, húmedo, con un ligero de toque a cerveza. Un sonido en el fondo de su garganta y su respuesta. El nerd sabe besar y cerré los ojos concentrándome en sentir. Que rico besa, dios mío yo no quiero parar. Una mano en su cintura y lo ceñí junto a mí. Apretaditos, el calor me atrapo y no lo quería soltar.
Con la otra mano Lo tome por el cuello de su camisa para que no se alejara, cuando lo sentí echarse para atrás.
Mas no era Jorge el que lo hacía, sentí dos grandes manos tomarme de los hombros y jalarme para atrás - el gorila del novio de marión - y cuando abrí los ojos de nuevo, no fui lo suficientemente rápido para evitar el puñetazo contra mi nariz que me hizo caer de culo.
Aléjate de mi hermano, imbécil – grito furiosa, tomando a Jorge de la mano arrastrándolo entre la gente a la puerta. El dejándose arrastrar iba detrás de ella viéndome a mí.
Entre el ajetreo, el dolor y la adrenalina una sonrisa se instalo en mi cara, y mi corazón repico cuando el también me sonrió.
La puerta de la casa se interpuso entre nosotros.
La sonrisa cayó de mi cara. ¿Qué coño me paso? Jo der que Yo soy hetero!... ¿Creo?
Qué coño, ¿Tenía que verificarlo ahora no?