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Juntos hasta el final por Ale Moriarty

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Notas del fanfic:

Este fanfic fue uno de los primeros que escribí, allá por el 2012. Lamento los posibles errores de coherencia, aun así le tengo mucho cariño.

Juntos hasta el final

Fanfic Original

--Me llamo Gerardo Vizcondi, creo que eso de presentarme sonara algo burdo y sin sentido pero ya que me queda poco tiempo de vida creo que escuchar la narración de la vida de un viejo no será problema—en una camilla de hospital un anciano de 96 años se hallaba recargado sobre el respaldo de la cama mientras cómo podía abría los ojos los cuales mostraban señales claras de edad debido a las arrugas y se veía lo canoso de su cabello y la falta de este mientras sujetaba un cuaderno rojo entre sus manos.

--Nunca he sido bueno para expresarme pero si ya voy a morir no me queda más que hablar todo lo que no hable en mi vida… aun cuando no haya nadie dispuesto a escucharme, tengo la enorme necesidad de desahogarme porque veo mi final llegar—apretó más el libro entre sus manos mientras las comisuras de sus labios se encorvaban un poco en forma de una torpe sonrisa—Parece como si hubiera sido ayer… el día en que nos conocimos y el día en que nos separamos… Dael.

Una nostálgica sonrisa se impregno en la cara de Gerardo mientras comenzaba a abrir el cuadernillo rojo sonriendo al ver la primera página que tenía como título “Regalo” y una nota con color rojo, cambio rápidamente de hoja mientras veía anotaciones salidas de su propia mano.

--Éramos tan jóvenes y aun no creo que yo pudiera escribir esta clase de cosas—rio ahogadamente mientras comenzaba a leer el que parecía ser su diario, leía cada página con detenimiento y rapidez a causa de que era poco el texto escrito, sus expresiones cambiaban con facilidad en cada ojeada.

Era otoño, los arboles mostraban sus hojas naranjas y cafés, el viento soplaba tan arrasador que arremetía con todo lo que se ponía en su camino, la ventana al lado de la camilla de Gerardo no dejaba de hacer ruido debido a que el viento golpeaba fuerte contra ella haciendo un sonido molesto. Termino de leer y cerró de nuevo el cuadernillo rojo poniéndolo en una mesita que estaba al lado. Le empezaba a molestar el ruido del aire contra el vidrio.

--Já acabo de tener un recuerdo doloroso debido a ese sonido atormentador—comento el anciano con tristeza luchando porque sus ojos no se cerrasen—Odiabas que cerrara las ventanas ¿no es así Dael? Y más en otoño, aún recuerdo que amabas este mes… el cual odiaba y el cual aún odio… no me quitaste la mala costumbre—se detuvo debido a que tocio un poco—aún recuerdo tus exactas palabras “Gerardo… no cierres los ventanales en otoño deja que el aire fresco entre… que tal si un día me dejas fuera de la casa y necesito trepar las paredes y meterme por una ventana” bromeabas con eso cada día de otoño donde yo mantenía la ventana bajo cerrojo, ¿Por qué nos enamoramos siendo tan diferentes? Aunque muera hoy… quiero hacer memoria de mi tiempo junto a ti

**Flash back**

Otoño… el viento siempre pegaba duro en esa ciudad oculta, en una casa de dos pisos de madera donde todo toque sonaba ridículamente ruidoso habitaban un castaño de ojos cafés claros y piel blanca el cual era Gerardo y un moreno, de ojos negros y cabellera negra, es decir Dael. Gerardo se encontraba tirado en el sofá de la casa leyendo una revista con su típico mal humor. La puerta de la casa rechino para después oírse el sonido de un azoton

--¡Ya llegue!—grito con euforia Dael corriendo con su traje de trabajo hacia el sofá junto a Gerardo tirándosele encima como si fuese este una almohada. Le molestaba que el moreno estuviera encima de él.

--¡Bastardo quítate estas pesado!—su ira era enorme ya que como pudo tiro a Dael al suelo sin importarle el golpe en el trasero de este.

--Tu como siempre tan lindo—dijo con notorio sarcasmo levantándose del suelo para después sonreír cambiando su humor de manera repentina— Gerardo ¿Qué quieres comer?

--Cualquier cosa… la verdad me da igual

--¡Ey! Deja de estar enojado todo el tiempo, nunca veo que sonrías y seas cariñoso un día de estos tu ceño se quedara tan fruncido que perforara tu frente—bromeo mientras notaba como un aura asesina se desprendía del burlado

--No me importa que se me marque el ceño, aun así no perderé mi atractivo—comento con arrogancia tratando de dormirse en el sofá hasta que volvió a sentir un peso extra en su cuerpo—podrías dejar de hacer eso Dael…

--No, en verdad que me encanta abrazarte…--menciono aferrándose del castaño con fuerza como si este se fuera a ir

--Ey… no me aprietes tan fuerte como si me fuera a escapar o algo por el estilo, idiota—trato de separarlo mientras veía una sonrisa triste en la cara de Dael, sabia identificarlas muy bien llevaba prácticamente toda su vida junto al moreno sería una burla que no supiera leer sus expresiones.

--Tienes razón pero aun así temo que un día te aburras de mí y escapes lejos, me volvería loco y sufriría a montones sin que estuvieras a mi lado

--Deja de decir estupideces pequeño idiota—menciono algo ruborizado el castaño mientras suspiraba tomando la cabeza de Dael entre sus manos haciendo que tuvieran contacto visual—si quisiera huir, desde hace años me hubiera ido de tu lado, así que deja de decir tanta idiotez y haz la maldita comida que si no me iré con alguien que si me quiera hacer la comida—le soltó mientras una sonrisa se dibuja en la cara del pelinegro apoyándose en el cuerpo de Gerardo para erguirse y sin previo aviso le beso de manera suave en los labios solamente con una simple unión

--Te amo Gerardo…

--¡Deja de hacer lo que se te plazca bastardo!—se erizo de la vergüenza mientras le soltaba un tremendo zape en la cabeza al de ojos obscuros--¡lárgate de aquí y ponte a hacer la comida!

**Fin Flash back**

--Tal vez mi error fue el no darme cuenta de cuan necesario eras en mi vida, perdón por siempre tratarte de manera fría pero no sabía cómo expresar el hecho de que me gustabas demasiado—espeto mientras seguía oyendo el ruido abrumador de la ventana—un amor entre dos hombres… nunca me intereso lo que la gente opinara porque era cierto, era amor… yo fui el primero en enamorarme pero nunca te enteraste… siempre creíste que tú eras el único enamorado y que yo solamente había tenido lastima de ti por eso había aceptado tus sentimientos… lamento haberte hecho pensar así pero… nunca fui capaz de confesarte la verdad—cada vez su tos empeoraba—siempre odie el mes de otoño y tú siempre lo amaste, me dejaste este crudo sentimiento de furia cada que llega este mes—parpadeo varias veces ya que sus ojos se empezaban a cerrar—el día de mi cumpleaños… es hoy…--una sonrisa trágica se dibujó en su cara

**Flash back**

--Dentro de poco será tu cumpleaños Gerardo, dime que quieres—decía animado el moreno mientras el pálido le miraba con enojo

--Sabes que odio a montones mi cumpleaños, no me des nada… es más, ni me festejes ese día porque me enojare al punto de no hablarte por 10 días—amenazo comiendo con rabia la comida

--Pero es el día de tu cumpleaños, deberías de alegrarte es una vez cada año…

--¿Qué tiene de especial el cumpleaños? Es solamente una fecha cualquiera en donde me recuerdan que estaré un año más cerca de la tumba—comento harto

--Es solo que… yo quería hacerte algo especial

--Si quieres hacer algo especial por mí, hazme el favor de cerrar la puta boca ante este tema o en verdad no festejaras ni navidad conmigo si continúas jodiendo…

--Lo siento…--comento mientras oía como en las ventanas el sonido del aire resonaba más y más fuerte—Gerardo que te he dicho… ¡No cierres las putas ventanas!—el moreno mostraba enojo cada vez que sucedía esto, era raro en el…

--¡Odio que entre el puto aire!

--¡Odio que las cierres! ¡El sonido es una mierda!

--¡Entonces prefieres que la casa tenga las cosas en el suelo debido al jodido viento! ¡¿Eso quieres idiota?!

--¡Es lo único que te pido maldito egoísta!—le grito mientras una lagrima salía de su ojo al darse cuenta de cómo le había hablado a Gerardo—yo… yo… en verdad que… no quería…

--¡Lárgate de aquí imbécil o te juro que se acabara todo entre nosotros!—finalizo la conversación dejándole solo mientras se metía en la habitación cerrando la puerta con demasiada fuerza--¡Si no te has largado de aquí en cinco minutos no sé cómo reaccionare!—grito desde dentro del cuarto hasta que oyó como la puerta de la casa se abría y cerraba ante el sonido del rechinido.

Los días pasaron después de eso, mientras Dael no regresaba a la casa haciendo que el castaño se preocupase pero, no podía ir a buscarlo sería caer muy bajo según su orgullo.

El 19 de octubre llego, mañana seria el cumpleaños de Gerardo… aun no veía señales de Dael, en verdad que la sangre le hervía al castaño. Ese día su trabajo había estado del asco, regreso a la casa con un humor de mierda mientras se metía subiendo al segundo piso y veía como la ventana estaba abierta, era cierto que no la había cerrado pero sabía que para que estuviera abierta de esa manera significaba que alguien había entrado por allí.

--¿Dael?—comenzó a preguntar mientras buscaba la presencia del de ojos obscuros por todas las habitaciones de la casa de dos pisos, no le encontró más sin embargo vio que dentro de su habitación estaba envuelto en papel de colores brillantes lo que parecía ser un obsequio, el castaño se molestó tanto que tomo el paquete entre sus manos aventándolo sobre la pared cayendo en sollozos--¡Estúpido imbécil! ¿Por qué aun no regresas? Mañana será mi cumpleaños y será el primero que querré pasar contigo ¡Bastardo! No quería un regalo ¡maldito idiota!... solamente quería estar contigo—finalizo mientras sentía como una furia incontrolable le dominaba.

Se levantó del suelo donde se había echado a llorar camino hacia donde estaba la ventana abierta y la cerro con el cerrojo mientras sonreía triunfante—Ahora veamos por donde te meterás estúpido…--finalizo mientras se echaba en el sofá y se dormía lo que faltaba de ese día.

El castaño se despertó en la madrugada debido a las destellantes luces que estaban fuera de la casa y las cuales se mostraban por la ventana, el timbre en su casa sonó mientras sonreía porque sabía que lo más seguro era que Dael fuese—Ahora si maldito idiota, tendrás que hacer que te perdone—comento viendo el reloj que ya marcaba las 12 dándole paso al 20 de octubre, mientras abría la puerta y alzaba una ceja viendo a un oficial de policía en lugar del moreno

--Disculpe… pero queríamos saber si conoce a la persona muerta en su patio, no sabemos si le conoce o era un ladrón que tuvo la mala fortuna de morir al caerse del segundo piso—la mirada en Gerardo se amplió y su cuerpo se petrifico al instante, hizo a un lado al oficial y corrió hacia donde estaba esa ventana que tanto le molestaba y miro como en el césped verde que ahora estaba manchado de rojo, unos oficiales cubrían el cuerpo de un moreno… no pudo ver por más tiempo porque sabía de quien era… las lágrimas salieron de manera inmediata, la impotencia se apodero de él mientras trataban de calmarle. Gerardo había corrido a aferrarse del cuerpo de Dael sin importarle llenarse de sangre, quería creer que era mentira, vio lo que parecía ser un pastel en el césped desparramado con velas de colores…

**Fin Flash back**

--Dael murió tratando de entrar por la ventana que yo mismo cerré, las escaleras donde se había trepado fallaron y perdió el equilibrio ya que con una mano sostenía el pastel que me regalaría para mi cumpleaños—las lágrimas habían empezado a brotar de los ojos claros del anciano—si no hubiera sido tan estúpido tal vez aun te tendría conmigo…--sollozaba sintiendo como la pesadez en sus ojos se hacía cada vez más insoportable—Lo único que me quedo fue ese regalo que arroje como si fuese basura…--dijo mirando de reojo el cuadernillo rojo—nunca fuiste bueno para los regalos—soltó una última risa leve mientras suspiraba—Rojo, como la pasión y como la sangre del patio… Que irónico.

Finalizo su plática mientras seguía oyendo el horrible sonido del aire sobre la ventana y oía como una enfermera entraba sonriéndole

--¿Necesita algo señor Vizcondi?

--Si, podrías abrir la ventana, por favor

--¿No importa si el aire está demasiado fuerte? Podría tirarle alguna de sus pertenencias al suelo

--No se preocupe… estaré bien, no soporto el ruido

--De acuerdo—la mujer abrió la ventana mientras el viento se adentraba a la habitación del hospital y la chica salía del cuarto cerrando la puerta tras de si

--Ya pronto se acabara mi cumpleaños…--dijo mientras se recostaba como podía en la cama de hospital y sentía como sus ojos querían cerrarse, oyó como el cuadernillo rojo caía al suelo ante la fuerza del aire—Hm mañana le pediré a la enfermera que lo levante—comento mientras sin darse cuenta sentía como un peso extra en su cuerpo entumiéndose un poco, su vista se empezaba a cerrar pero frente a él le vio, a su moreno de ojos negros como la noche y cabello del mismo color… sonriéndole como siempre--¿Dael?

--Esta vez no cerraste la ventana Gerardo—escucho la suave voz del que tanto amaba mientras sentía como las lágrimas escapaban de sus ojos.

--Pero si tu…

--Vaya sí que has envejecido, pero sigues siendo tan atractivo aunque se te marco mucho el cejo—esa voz fantasma parecía sonar con risa mientras una sonrisa se dibujaba en el rostro de Gerardo

--¿Qué quieres idiota? No ves que ya me iré a dormir

--¿No es obvio que quiero? Vine a decirte algo—Gerardo sintió como si alguien se aferrase de él y una nostalgia se apodero de su ser—vine a decirte feliz cumpleaños…--le susurró al oído mientras cerraba los ojos soltando las ultimas lagrimas

--Idiota, llegaste tarde… que no vuelva a pasar…--finalizo para después quedarse dormido para siempre.

La mañana siguiente la ventana seguía abierta y el cuadernillo rojo aún seguía en el suelo pero abierto en la primera página.

Las enfermeras estaban en la camilla del señor Vizcondi mientras le tapaban la cara debido a que este estaba muerto, pero no comprendían como sus brazos parecían abrazar a alguien y como una sonrisa llena de abundante felicidad se encontraba en su rostro.

--Al parecer murió feliz…--dijo la enfermera de la noche pasada mientras todas salían dejando al anciano allí. El libro rojo tenia escrito la palabra “Regalo” en letras grandes después la fecha 20 de octubre y la dichosa anotación roja que marcaba “Felicidades Gerardo, lamento todo lo sucedido… Te amo y eso nunca cambiara… estaremos juntos hasta el final así no quieras… ¡Recuerda nunca cerrar las ventanas! Un día de estos te sorprenderé por allí” el viento soplo por la ventana y cerro el cuaderno rojo.

Fin

Notas finales:

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