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Piercing por Ale Moriarty

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Notas del fanfic:

Advertencias: Posible Ooc. AU.


Anime/Manga: Daiya no Ace


Pareja: RyoKura (Ryousuke x Kuramochi)


Palabras: 1202 –OS-

Notas del capitulo:

Notas: Este fue un reto impuesto entre Mille y yo por San Valentín siguiendo una tabla gráfica, la cual se muestra al inicio, la imagen que inspiro el fic es la número 5. #sanvalentin2017m&m

Piercing

[Era una forma de demostrar que le pertenecía, ese pequeño artilugio era la manera en como lo marcaba]

Estaban en un rincón de la habitación de Kuramochi. Lo único que el dueño de ese cuarto podía observar era la sonrisa asesina de su novio, este sujetaba la aguja como si fuera un juguete inofensivo y le sonreía burlón.

No era la primera vez que se hacía una perforación… pero si era la primera vez que tendría una en el labio, su corazón palpitaba incontrolable, temía que le doliera y de que Ryousuke se burlara de eso durante toda la vida… su novio sabía ser abusivo cuando se lo proponía.

—Deja de moverte Youichi… si sigues con esa actitud cobarde te perforaré la lengua en su lugar—le amenazó con una encantadora sonrisa que congelaba sus venas. Las amenazas del Kominato no eran palabras vacías.

La respiración de Kuramochi siguió agitada notando que la aguja desinfectada brillaba como si fuera un artefacto de tortura, la mano libre del peli rosa tomó su labio inferior y lo jaló bruscamente, por inercia el moreno cerró los ojos, no podía enfrentar el hermoso rostro de su compañero.

Cuando le había dicho que escogiera cualquier cosa que quisiera para San Valentín jamás creyó que estaría haciéndose un piercing para que hiciera juego con el que tenía Ryousuke en su labio.

¿Por qué Ryo-san había pedido eso? Se preguntaba incontables veces en su mente, pero jamás llego a una conclusión lógica. La única respuesta que se dio fue que era un mero capricho bizarro de su impredecible pareja.

—Abre los ojos, quiero que veas como te hago esto…—le ordenó soberano el mayor y este obedeció sin oposición alguna. El Kominato daba más miedo que el Diablo cuando se molestaba con él.

— ¿Por qué es necesario que lo haga? —se atrevió a cuestionar mostrando el temor en su mirada, ni estaba seguro si Ryousuke había hecho una perforación antes… ¿qué tal si se infectaba? Sintió como los dedos que estaban cubiertos con guantes blancos de látex le apretaban fieramente el interior de su labio, se contrajo y soltó un gemido, se sentía como un niño pequeño siendo reprendido.

—Porque necesito que sepas que soy yo el que te está haciendo esto… ¿eso contesta tu pregunta? —un leve rubor se adueñó de las orejas del moreno y asintió lentamente incapaz de mantener los ojos fijos en el bello rostro del Kominato—Entonces continuemos con lo que intentaba hacer…

Se quejó calmadamente inclinándose para observar bien el punto donde quería ensartar la aguja en el interior del labio de Youichi, sonreía alegre y se notaba la emoción que aquello le estaba provocando, Kuramochi a veces pensaba que las expresiones que Ryousuke tenía podían ser tan hermosas a la vez que incitaban temor en sus intestinos.

—Que no se te ocurra cerrar los ojos Youichi…

Decretó y los ojos del menor se abrieron expectantes, notó como el contrario se relamía los labios juguetón y entonces la aguja descendió hasta su boca, al principió cuando entró hubo un pequeño dolor similar al de un piquete pero mientras más perforaba su carne el dolor fue incrementando, era soportable… pero aun así se percató que el Kominato metía demasiado lento la aguja como si quisiera prolongar aquella tortura.

Incluso dejo de respirar por un instante porque algo de dolor se acumulaba también en su estómago.

—Ah…—jadeó el de cabellos verdes al sentir como el utensilio salía del otro extremo de su boca, la sonrisa del demonio era realmente grata, como si observara una obra de arte.

—Quédate solo un poco más de esta forma…

Así era, con esa pequeña acción simple el Kominato estaba reclamando como suyo a aquel yankee que ahora mismo temblaba como un pequeño gatito. Youichi no comprendía el nivel de posesividad que poseía Ryousuke, pero este, quería marcarlo, deseaba que todo el mundo se diera cuenta que si ponían un asqueroso dedo encima de aquel hombre que tanto amaba… les rompería lentamente cada uno de los huesos del cuerpo, arrancaría sus pieles mientras estuviera vivos y se deleitaría con sus llantos de dolor hasta que dieran su último respiro.

Esa era su forma de amar.

Algo de sangre se deslizó por la aguja y el mayor contempló ese paisaje con gozo, él era el único que tenía permitido dañar a este hombre que le había enseñado lo que era amar al borde de la locura, que le llenaba la mente de pensamientos suyos, que le provocaba felicidad en este mundo lleno de mierda… Kuramochi Youichi era la razón por la que despertaba todas las mañanas y no deseaba aniquilar a la humanidad.

Tomo el arete que había desinfectado unos minutos antes y lo coloco en el otro extremo de la aguja para perforaciones, los ojos de Kuramochi se comenzaron a nublar ante las lágrimas que se acumulaban en las esquinas, unos segundos después fluyeron hermosamente hasta bajar por sus mejillas.

—Vaya, llorar a tu edad… quién diría que un gamberro como tú sufriría con algo tan sencillo—se burló cariñosamente el de tez más clara y entonces jalo sin delicadeza la aguja para que el aro se incrustara en aquel hueco de amor que le había hecho.

Cerró el otro extremo exterior de la pieza y sonrió satisfecho notando como la sangre se secaba en los bellos labios de su novio.

—Eres un maldito… lo hiciste lentamente para que me doliera más—se quejó limpiándose los residuos de lágrimas que quedaron en su rostro.

—Solo quería ver tus expresiones de miedo un poco más… ¿estás enfadado? —fingió preocupación y aquello irritó un poco al de cabellos verdes, infló los cachetes pero luego se arrepintió al sentir como su herida punzaba continuamente.

Pasó su lengua por el metal que estaba dentro de su boca y sintió el sabor de la sangre en la punta.

— ¡Ah! ¡Incluso lo hiciste sangrar! ¡Es la primera vez que haces esto ¿cierto?! —estaba tan enfurruñado que Ryousuke se imaginó a un pequeño minino con el pelaje erizado ante una amenaza.

—Claro que es la primera vez… quería que fuera con alguien que amara incondicionalmente y ese eres tú—confesó con una sonrisa elegante encogiéndose de hombros. La reacción de Youichi fue la de ponerse completamente y sentir como su cabeza hervía en vergüenza.

—Que cursi eres…—escupió apenado, cubriendo su rostro con ambas manos aunque estas fueron retiradas con facilidad por la fuerza sobrehumana del Kominato.

—Tienes razón, yo soy más de acciones que de palabras…—le mostró una sonrisa lasciva y entonces juntó sus bocas descuidadamente, sus piercing chocaron y Kuramochi ahogo un alarido de dolor al sentir como era presionada aquella herida.

Pero era inevitable… no podía oponerse al demonio que le había vendido su alma y al cual amaba con tanta intensidad como para dejarse consumir por las llamas.

No se lo había dicho y tal vez sería un secreto que guardaría con vehemencia… pero se dejaría marcar una y mil veces sin importarle el dolor… porque aquello era una prueba de que este monstruo despiadado le deseaba e incluso si un día se aburría de él… cada marca dejaría una cicatriz que le recordaría ese amor insaciable, despiadado, apasionado y posesivo.

Fin.

Notas finales:

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