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Sempiterno por Ale Moriarty

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Notas del fanfic:

Advertencias: Posible Ooc.


Manga: Ten Count de Takarai Rihito


Pareja: Kurose x Shirotani


Palabras: 1,585 –OS-

Notas del capitulo:

Notas: Este fanfic fue realizado como regalo de navidad para una de mis mejores amigas, Veggy♥ espero te guste wey, te quiero mucho, bastante, por eso eres mi morrita y yo soy tu novio de año nuevo. Esto sucederá después de como terminó el manga.


¡Felices fiestas!

SEMPITERNO

[No tenía una definición para nuestra relación, pero de algo estaba seguro, quería que Kurose-kun se quedara a mi lado, para siempre.]

Navidad.

Las luces verdes, rojas y azules adornan cada tienda y casa por la que caminó hasta el departamento de Kurose-kun. Veo a las parejas felices sosteniendo regalos envueltos con papeles brillantes y hermosos, sonríen, comen golosinas y comida callejera, veo a miles de Santas gritoneando felices que ya llegó la navidad y los villancicos ahogan las charlas de las demás personas.

A veces me preguntó ¿qué hubiera sido de mí si no tuviera esta enfermedad? Aunque el mundo estuviera sucio, creo que ahora aceptaba mi destino, porque gracias a la misofobia lo había conocido, a él, Kurose-kun.

—Señor, ¿desea hacer una última compra navideña? —me detuve frente a una pequeña tienda donde me sonreía una anciana amable, me sentí avergonzado porque casi chocaba con ella. Observé el nombre del local y sonreí, tal vez podía desviarme del camino y llegar un poco tarde, creo que aquella compra valdría la pena.

.

.

.

Estaba frente a la puerta y aun sentía nerviosismo al tocarla con mis manos, aunque estuvieran cubiertas con guantes.

Afortunadamente, mi tortura no duró mucho. La puerta se abrió frente a mí y vi el estoico rostro de Kurose-kun.

—¿Cómo te disté cuenta? —pregunté tontamente, suspirando de alivio.

—Es difícil librarse de un hábito. De poco a poco lograremos avanzar en esta parte.

Entré al departamento y sentí ese pequeño peso en mi corazón. Han pasado meses desde que Kurose-kun y yo aceptamos los sentimientos que tenemos el uno por el otro, pero nunca le pusimos un verdadero nombre a lo nuestro, en días como hoy donde mis inseguridades aumentan, estos pensamientos se vuelven un calvario.

—Preparé la cena, siéntate donde gustes.

Su voz detuvo aquellas emociones negativas y reaccioné lentamente sentándome sobre el sofá. Detestaba este lado de mi personalidad que cuestionaba las cosas más nimias, si habíamos dicho que nos amábamos, ¿era necesario ponerle nombre?

El rostro de Kurose-kun fue lo siguiente que apareció frente a mis ojos, sentí preocupación en aquellos ojos azules que parecían gélidos.

—Shirotani-san, ¿sucede algo?

—Nada, comamos.

Era mejor que no lo preocupara con mis tonterías, hoy era navidad y quería que Kurose-kun se la pasara bien conmigo.

.

.

.

Me había acostumbrado a comer la comida casera de Kurose-kun, algunas veces tenía que usar más fuerza de voluntad para alejar los pensamientos misofobicos de mi cabeza, donde me preguntaba miles de cosas como si había lavado los alimentos y sus manos, de dónde provenían y si los gérmenes habían sido eliminados por completo.

—Shirotani-san, todo está bien, puedes comerlo.

Su voz me tranquilizaba, sonreí y saboreé la comida. Kurose-kun se había empeñado en esto, comencé a observar alrededor, no había ni un rastro del espíritu navideño que vi durante mi viaje al departamento, ni una pequeña esfera colgada, ni un calcetín cerca de una chimenea ficticia, ni un regalo envuelto, ni un villancico y mucho menos una película tonta pasando en la televisión, se veía tan solitario.

—¿No festejas la navidad? —le pregunté curioso. Yo no era fanático de adornar mi departamento, pero al menos colocaba algunos pequeños detalles para animar mi monótona casa.

—¿Por qué lo preguntas?

—No tienes adornos en tu departamento… —comenté con un tono dudoso, ¿acaso no era obvio?

—Ah.

—…

Nos quedamos allí mirándonos fijamente, a veces era tan difícil lidiar con Kurose-kun, no me molestaba su cara seria y sin expresiones, es solo que era difícil entender qué sentía o pensaba, y gracias a eso, mis inseguridades se alimentaban y fortalecían.

—¿Y bien? —pregunté de nuevo, parecía un idiota por querer ahondar en el tema, es solo que, no quería lucir como un tonto cuando le diera su regalo.

—Es solo que nunca aprendí a adornar para la navidad. Mis padres asistían a fiestas de compañeros de trabajo o familiares y esas personas se encargaban de todo, la verdad nunca comprendí el verdadero significado del espíritu navideño, pero no me desagrada la fecha.

En ese momento comprendí ese lado solitario que había intentado evitar. Kurose-kun era un hombre lleno de misterios, pero al final tenía un lado sensible que protegía de la inmundicia del mundo, no pude evitar sonreír con cariño.

—Kurose-kun, tengo algo para ti.

Hablé de inmediato, faltaban 10 minutos para la medianoche, pronto sería 25 de diciembre. Me sentía como un hombre patético y cursi. Pero si el pequeño detalle era capaz de poner la más ligera expresión de alegría en su rostro, entonces estaría feliz con ello.

Rebusqué en mi abrigo y saqué una pequeña caja con un diminuto moño azul, tan azul como los ojos de él.

—Feliz navidad Kurose-kun.

Sus ojos se abrieron completamente y observé sus manos temblorosas estirándose para quitarme la pequeña caja. Me sentía avergonzado, lo había comprado por impulso y no sabía si le quedaría. Kurose-kun abrió mi obsequio y vi un ligero brillo en sus ojos, ¿quería llorar?

Colocó la pequeña caja con el anillo de plata sobre la mesa de café de la sala y corrió hacia mí abrazándome con fuerza, sentía una fuerza inhumana en su agarre, como si quisiera mantenerme prisionero de estos brazos temiendo que escapara un día. Correspondí el abrazo para tranquilizarlo, podía sentir sus inseguridades latiendo a través de mi piel, ¿el sentiría las mías?

—¿Cómo puedes hacerme tan feliz Shirotani-san? Me siento tan posesivo ahora mismo, que me da miedo que veas mi verdadera cara.

A pesar de aquellas palabras llenas de temor, mi corazón se enterneció. Nos quedamos en silencio, sintiendo el latido descontrolado de los dos.

—Dime qué es lo que te ha estado molestando, puedo sentirlo.

Titubeé, pero me sentí protegido al saber que su mirada no veía mis debilidades, suspiré e intenté calmarme para poder explicárselo, yo no era el profesional de las palabras, eso era obvio.

—Han pasado meses desde que dijimos lo que sentíamos, pero sigo inseguro sobre lo que somos, y temo no sentirme estable.

—¿Qué quieres que seamos?

¿Por qué le encantaba torturarme con preguntas que eran incluso más difíciles? Sentía la sangre correr con rapidez por mis venas, de seguro mi cara estaba más roja que la salsa de tomate sobre la pasta que habíamos cenado.

Me quedé mudo, en realidad, no quería ponerle una etiqueta a nuestra unión, pero era necesaria. Los amores eran efímeros, eso era lo que me daba miedo, pero un “no sé qué somos” era más aterrador.

—Shirotani-san, ¿sabes el significado de la palabra sempiterno?

La voz de Kurose-kun sonaba pacifica, como una bebida dulce después de un largo día de trabajo. Parpadeé varias veces y negué con la cabeza, seguíamos abrazándonos sin mostrarle el rostro al otro.

—Quiero que seamos eso —me confesó mientras hundía su rostro en la curvatura de mi hombro. Sentía el calor propagarse por mi cuerpo.

—¿Qué significa?

—Es lo que deseo que seamos. Es un término que se utiliza para describir algo que tiene un inicio y durará para siempre. Este amor, quiero que sea duradero, incluso en otra vida. Si Shirotani-san renace quiero que me vuelva a amar solo a mí, esta es la profundidad de mi amor, así de monstruoso, intenso y posesivo. Así de enfermo. —concluyó.

Me quedé callado procesando aquella afirmación. Kurose-kun era la clase de persona que amaba hasta volverse loco, pero tal vez yo no estaba lejos de ser igual a él, quizá solo nosotros dos éramos capaces de amarnos mutuamente.

—Entonces, eso es lo que también deseo Kurose-kun.

Había sellado mi destino al lado de este hombre, jamás terminaríamos. Duraríamos hasta que nuestras almas se hicieran añicos de tanto amarnos. Nos separamos de poco a poco y los ojos enrojecidos de Kurose-kun me observaron detenidamente.

—¿En serio estás bien con esto?

—Sí. —sonreí sinceramente —¿Acaso no sabes lo que significa regalarle un anillo a alguien? —ahora yo era el que lo cuestionaba.

—No. —esa fue su seca contestación. Reí ante la expresión seria de su rostro y negué tontamente con mi cabeza, en serio amaba a esta persona, cada fracción de él.

—Es una forma de decirle a la otra persona que te pertenece —dije con voz baja. Era la primera vez que le mostraba tan abiertamente mi lado sucio. Kurose-kun parecía sorprendido, sus cejas se habían alzado.

—Shirotani-san, ¿te das cuenta del peso de tus palabras?

—Kurose-kun cree que soy un ser asqueroso ¿no? —sonreí secamente. No quería que la persona que más amaba viera esta cara mía. Cubrí mi rostro y después sentí su cálido tacto sobre estas manos que tallaba hasta que se creaban cicatrices.

—Colócamelo, solo a ti te perteneceré, pero tienes que decirlo.

Las palabras permanecían atoradas en mi garganta, veía la lujuria en sus ojos que ahora parecían negros ante la excitación.

Ah, yo ya no tenía salvación.

—Se mío, para siempre. —profesé.

Y entonces ese pacto se selló con una prueba de este amor más allá de lo eterno, un beso apasionado y sediento. Un beso que fundía a nuestras almas a un destino perenne de amor.

Si éramos considerados dos monstruos en este mundo inmundo, sabíamos que éramos los únicos capaces de amarnos mutuamente.

El anillo podía esperar, ahora mismo quería hacerme uno con este hombre que me desequilibraba emocionalmente, porque tal vez, él era la pieza faltante en mi corazón herido.

—Te amo Kurose-kun —le confesé con voz jadeante y entonces vi su brillante sonrisa.

—Y yo a ti, Tadaomi.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, no necesitaba un torpe regalo navideño. El haber escuchado mi nombre salir de sus labios, era suficiente.

Sempiterno. Sí, eso nos definiría de ahora en adelante.

Fin.

Notas finales:

¿Alguien que lea fics de TC? ¿Nadie? Espero sus comentarios.


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