Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sobredosis por Ale Moriarty

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Fanfic original

 

Advertencias: Mención y uso de drogas. Lenguaje soez. Violencia. Homosexual (hombre x hombre) si no te gusta esta clase de contenido, aléjate. Tragedia.

 

Long fanfic (3 capítulos)

Notas del capitulo:

Notas: Este fanfic fue realizado como regalo de cumpleaños para una de mis mejores amigas, Isa Nee♥ espero cumpla tus expectativas. Surgió en un momento de mongoles extrema mientras escuchaba al Dios Taemin con la canción Press your number.

SOBREDOSIS

[El amor es la droga más adictiva del mundo. Eso lo descubrí cuando me enamoré por primera vez. Sufrí una sobredosis de este potente veneno esperando que fuera igual de mortífero que inhalar 16 líneas de cocaína.

El nombre de mi droga favorita era Franky.]

 

Capítulo I. Dosis

“El amor puede matar”

Esa fue la única enseñanza productiva que los drogadictos de mis padres me dejaron. Dos disparos en la cabeza de mi madre fueron suficientes para que entendiera la lección. Ese día perdí todo y maldije porque esa segunda bala no hubiera rebotado para perforarme el cráneo también.

La policía llegó justo a tiempo, mi padre no había cumplido con su plan de asesinarme a golpes, me dejo malherido, pero sobreviví para desgracia de ambos.

—Park Jin Hwan —me dijo una señorita de rostro amargo —Tu padre no volverá por ti, serás acogido en un orfanato. Tal vez Dios te dé la oportunidad de que una familia buena se interese en ti.

¿Dios?, evitaba reírme en la cara de la mujer ante su pesada broma. Tal vez yo era un mocoso de 10 años que no tenía ni puñetera idea de muchas cosas, pero comprendía que Dios no existía; muchas veces le había rogado porque mis padres dejaran de consumir drogas, le pedí que se detuvieran de patearme cuando no conseguían dinero para la renta del agujero donde vivíamos y le recé cada día para que terminara con mi vida… pero al final solo hizo las cosas más difíciles para mí.

Yo ese día deje de creer.

Vivir en el orfanato fue una lucha constante. Éramos miles de depredadores buscando la supervivencia en aquella jungla de adultos que nos odiaban. Comencé a transformarme en el más fuerte de la selva, usé dientes y uñas para escalar sobre los demás y así pasaron 5 años.

Aquello que había visto como un bosque se convirtió en mi pequeño patio de juegos, todos me respetaban y si alguien me molestaba solo tenía que chasquear mis dedos para que su cabeza fuera empujada sobre un retrete. Mi séquito se conformaba de 4 chicos de mi misma edad, éramos los bravucones por excelencia y no me importaba ser catalogado como escoria.

Yo había nacido en este mundo para contaminarlo.

Mis compañeros tenían un currículum igual de impresionante que el mío: Jake apareció recién nacido frente a la puerta del orfanato por lo que no tenía apellido y desde pequeño demostró ser el clásico rufián, ya que mi querido lacayo siempre ha tenido pensamientos retorcidos. Es el típico chico que quiere gobernar el mundo, pero al final cuando me conoció se dio cuenta que a lo único que podía aspirar era a ser un mero seguidor.

Matt había terminado en el orfanato porque su madre la cual era una prostituta había sido asesinada por uno de sus clientes, era el más experto cuando se trataba de temas sexuales, e incluso muchas veces me quede sorprendido de las cosas que yo desconocía.

Dalas era el chico inteligente de nuestro grupito, su abuela había muerto el año pasado así que al no tener más parientes que quisieran encargarse de él, terminó en este hoyo de mierda. Le tomé cariño porque lo miraba como un pequeño ratón inofensivo y además podía aprovecharme de su habilidad para quitarme las tareas escolares de encima.

Y el último era Tony, el típico chico bruto. El idiota tenía una enorme cicatriz que atravesaba su cabeza por lo cual estaba rapado, su padre quien era alcohólico le había reventado dos botellas de vidrio en la cabeza y tal vez por eso lo dejo tan imbécil. Pero era bueno para los puñetazos, llevaba dos años encerrado acá.

—La semana que viene es tu cumpleaños Jin —escuché que Jake intentaba hablar, aunque el asqueroso ruido de él masticando la puta paleta que le había robado a un mocoso me molestaba. Le di una colleja y logré que escupiera su caramelo.

—Detesto ese puto ruido —me queje, me importaba una mierda que me mostrara esa mirada de odio, la basura no podía hacer nada contra mí.

Ya sería mi cumpleaños, el día 25 de diciembre. En ese día buscaríamos la libertad.

 .

.

.

La fuga había sido exitosa. Nosotros habíamos escapado del orfanato cuando todos dormían esperando al puto Santa Claus, algunos niños aún tenían inocencia y eso me sorprendía con el pasar de los años, yo la había perdido desde el momento donde conocí el sabor de la cocaína a los seis años.

Comencé a vivir en la calle cuando cumplí los 16 años y aquellos subordinados que me seguían como perritos falderos, se convirtieron en aquello a lo que llamaría un hogar. Jamás observamos ningún cartel donde señalaran que nos habíamos escapado de la institución y aunque mis compañeros de crimen se reían por ese hecho, en mi corazón se formó una mancha negra, tan negra como el color de mi cabello.

¿Qué más podía esperar de un patio de juegos?, ahora estaba en la verdadera jungla, me arrastraría con mis garras y si tenía que sacrificar a otros, lo haría.

Y de esa forma pasaron cuatro años. Los chicos y yo comenzamos a trabajar en una pandilla llamada IS-25, se dedicaban principalmente a la venta de drogas y el robo. Ahora entendía un poco a las basuras que me engendraron, las drogas son mágicas. Cuando comencé a consumirlas con más vehemencia me di cuenta que son capaces de hacerte olvidar lo malo, pero cuando te quedas sin ellas, la miseria se incrementa.

Yo tenía 20 años y ya había consumido toda la mierda que vendíamos. Aquella cara que me halagaron incontables veces, lucía enfermiza. Mi cabello oscuro se había vuelto rubio porque quería ser diferente a como había sido en mi pasado. Y vaya que lo había logrado, ahora era un puto miserable más.

El amor puede matar” las palabras se repetían en mi cabeza. Quería olvidar todo, los gritos de agonía de mi madre, la cara demencial de mi padre, el crujido de los huesos de mi cuerpo rompiéndose tras los golpes, los insultos cuando recién llegue al orfanato y el sentimiento de ser abandonado.

—Jin, cada día estás peor que el anterior —me dijo Dalas con preocupación, se acomodaba las gafas porque uno de los idiotas de la pandilla se las había pisoteado.

—Jin, deja de hundirte en tu miseria… tenemos trabajo —me giré y observé el rostro de Jake, me miraba con un sentimiento lastimero ¿desde cuándo había perdido el respeto de estos bastardos?

—Lamento informarte que otros tenemos de que lamentarnos, alguien como tú, que nunca tuvo nada en este puto mundo ¿cómo puede entenderme? Hijo de nadie —le insulté y vi cómo se deformaba su rostro.

No dejaría que un marginado como él me dijera lo miserable que yo sabía que era. Tomé mi abrigo y me lo puse, era momento de robar.

.

.

.

Llegamos a la tienda de 24 horas y me acomodé la capucha de mi chaqueta. Eran las 12 de la madrugada, no había tantos clientes a esa hora, habíamos investigado el lugar alrededor de 2 semanas. La chica que atendía en ese día era una torpe e inútil.

—Te esperamos con el dinero —me dijo Matt con una sonrisa amistosa, de todos, él era con el que mejor me había llevado en estos últimos años, asentí con mi cabeza y me bajé del coche inmediatamente.

La pistola estaba escondida en la parte trasera de mi ropa, además que, aunque mi rostro había desmejorado con el tiempo, yo sabía que las chicas aún me consideraban como el típico chico “bonito”. Entré con mi porte relajado y comencé a ver los estantes con fingido interés, miré de reojo como la chica había ignorado su celular para prestarme atención, me sonreía con una coquetería que me asqueaba.

Caminé hasta los refrescos y perdí el tiempo observando los tipos de bebida que había, mis ojos vieron el espejo que estaba en una esquina y la chica se había perdido en su celular otra vez. Era perfecto.

Saqué el arma de la parte trasera de mi pantalón y la coloqué en los bolsillos de mi chaqueta. Caminé hasta el mostrador y la muchacha me sonrió amable, le regrese el gesto y entonces le apunte con la pistola.

Es graciosa la transición por la que pasan las facciones de una persona cuando se da cuenta que tiene el cañón de un arma enfrente de la cara.

—¡No me mates! ¡Llévate todo! —gimoteaba con lágrimas saliendo de sus ojos.

—Deja de llorar o te volaré esos bonitos ojos que tienes —le sonreí sintiéndome poderoso. Le aventé una bolsa de tela que había guardado en el otro bolsillo de mi chaqueta y ella comenzó a llenarla con billetes de la caja registradora.

—¡Jin, vámonos! ¡La policía! —gritó Matt abriendo la puerta escandalosamente. Mi corazón se agitó ¿cómo mierdas se habían enterado?, giré a ver a la chica y le propicié un golpe tan fuerte en la cabeza con el mango de mi pistola que aquello la debió dejar inconsciente —¡Deja a la estúpida, es momento de largarnos!

Corrimos hasta el coche y Matt nos sacó a toda prisa del estacionamiento de la tienda, la patrulla comenzó a seguirnos y todos maldijimos en el auto. Después de 4 años esta sería la primera vez que teníamos las cosas difíciles.

¡Maldición!

—¡¿Cómo llegaron tan rápido?! —exigí saber, aunque tal vez no sabría la respuesta.

—¡Un peatón se dio cuenta que amenazabas a la chica, lo golpeé, pero ya había avisado a la policía!  —me dijo exasperado Tony.

—¡Hijos de puta! ¡Solo tenían una tarea y la jodieron! ¡Ahora nos quedaremos sin dinero y sin drogas! ¡Puta vida de éxito la que tenemos! —me seguí quejando. Dalas intentaba guiar a Matt sobre las calles que nos darían ventaja, pero de una patrulla pasaron a ser 3 y yo comencé a pensar en cómo nos libraríamos de este embrollo.

Llegamos a unas calles llenas de callejones y decidimos dejar el automóvil abandonado. Corrimos juntos para buscar una forma de escapar de los putos policías, trepamos contenedores, subimos escaleras de incendio, caminamos sobre los techos de las casas, pero los malditos uniformados nos seguían de cerca.

¡BAM!

¡BAM!

Escuchaba los disparos. Querían eliminarnos a toda costa, pero la oscuridad nos ayudaba en nuestro escape, hasta que…

¡BAM!

Sentí un dolor horrible en mi pierna. Y la sensación de un líquido bajando llegó después, terminé en el suelo gimoteando del dolor, era insoportable. Matt se detuvo cuando escuchó mis gritos y se volteó asustado de lo que había sucedido. Los demás se quedaron observando la escena, mientras recobraban el aliento.

—¡No se queden allí, ayúdenme! —le ordené iracundo. Me jodía un montón que fueran tan inútiles en estas situaciones. Todo sucedió en cámara lenta, Matt murmuró una palabra parecida a “perdón”, Tony siguió corriendo sin volver a mirarme, Dalas evitó verme y Jake sonrió triunfante.

—No podemos cargar con un lisiado, no lo tomes personal Jin… pero en esta jungla, tú ya no eres el rey —aquellas fueron sus palabras de despedida, y todos me abandonaron. Me había quedado sin mi pasado.

Grité con desesperación y rabia. Era la tercera vez que mi existencia no era deseada en este mundo, comencé a arrastrarme hasta lo que parecía ser un contenedor de basura. Desde hoy, solo sería yo.

NO NECESITABA DE NADIE.

Los policías hablaban por sus radios y las patrullas resonaban por cada callejón, me tiré cerca de unas bolsas de basura y esperé mi cruel destino. Al menos en prisión tendría comida, una asquerosa… y tendría que volver a proteger mi culo de los que querían dominarme, quizá alguien me apuñalaría en el estómago y me intentarían violar… pero bueno, esta era la vida asquerosa que me había tocado.

Miré el cielo y me sorprendí de las estrellas brillantes que adornaban la oscuridad. ¿Dios se estaría burlando de mi destino? No entendí por qué tuve la necesidad de hacerlo, pero cerré los ojos y comencé a pedirle un deseo a aquel que negué durante años.

Por favor, ayúdame”

Me sentía mareado y quería dormir. No sabía cuánta sangre había perdido, pero ya nada importaba, tal vez al fin tendría el deseo que había querido a los diez años… morir.

—Oye… ¿qué te pasó? —escuché una dulce voz y abrí mis ojos. En medio de esa oscuridad solo pude ver ese par de ojos marrones claros que denotaban preocupación, un sentimiento que jamás creí que alguien me dedicaría.

¿Acaso era Dios?

—Te ayudaré rubiecito~ —fue el apodo que me otorgó y entonces perdí la conciencia, aunque la sensación cálida de esas manos me indujo a un sueño del que no quería despertar.

.

.

.

Había tenido un sueño, estaba flotando sobre una esponjosa nube. Cuando observaba el mundo debajo de mí, todo parecía seguir su rumbo. Mis amigos seguían robando y gastando dinero en drogas, niños abandonados y maltratados asistían al orfanato, había parejas sonriendo y llorando… el mundo seguía su curso y nadie me recordaba.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y comprendí aquello que siempre encerraba en mi corazón, yo quería que alguien me detuviera y me dijera que me quedara. Yo entendía que no valía nada como persona… pero si mis padres habían conseguido hallarse mutuamente y se habían querido en algún momento de su vida… yo quería algo para mí, no me importaba si mi destino era igual de lamentable.

Yo quería ser igual de adictivo que un coctel de drogas.

En medio de mi tristeza, yo sabía que no tenía consuelo. Los que creí que estarían a mi lado me detestaban. Yo había sido dejado atrás sin arrepentimientos.

Pero en ese instante la calidez que me arrulló volvió a calentar mi cuerpo, unas manos me abrazaban, estrujándome como si no quisiera perderme.

—Quédate conmigo…

La dulce voz me susurró, era una súplica que detuvo mi llanto. Me giré y volví a toparme con esos ojos tan simples pero que contenían más humanidad que cualquier persona que me topé a lo largo de mi vida, me sonrió y entonces caí en la cuenta de que eso era lo que yo quería, a esa persona, ese sentimiento… ¿acaso así se sentía el… amor?

—Quédate conmigo… —me volvió a repetir y una clase diferente de lágrimas se derramó sobre mis mejillas. No podía hablar, tenía miles de emociones arremolinándose en mi garganta, pero de algo estaba seguro, eso quería en mi vida.

Era la dosis de la droga que busqué durante tantos años. Era el milagro que borraría todo mi dolor.

Amor.

—Oye bastardo ¿cuánto tiempo planeas dormir? Ni se te ocurra morirte sobre mi cama —escuché la voz extraña y apreté los ojos con fuerza, me dolía todo. Entreabrí los ojos y volví a observar esos ojos marrones, pero con una expresión fastidiada.

¿Quién era este sujeto?

—Vaya, al fin te dignas a resucitar. Muévete de una puta vez, quiero dormir… las cosas en la tienda se pusieron caóticas y estoy cansado.

No comprendía mi situación y me fije mejor en ese hombre que me hablaba de forma tan grosera. Alguien de alrededor de 28 años, cabello negro el cual estaba alborotado, afeitado completamente de la cara y lo que más resaltaba era un tatuaje de un cuervo en su fino cuello.

—¿Quién eres? —me atreví a preguntar mientras movía mis manos para buscar el arma que estaba escondida en mi chaqueta, pero no la tenía puesta. ¿Dónde estaba?

—¿Buscabas tu juguetito pequeño gatito? —me dijo el extraño con un tono sarcástico que me hirvió la sangre. Este bastardo ¡quién se creía!

—¡Déjate de bromitas estúpidas ¿quién eres? ¿Qué hago acá? ¿Dónde es esto? —grité un montón de preguntas y el hombre alzo una ceja poniéndome una cara de aburrimiento total. ¡Este imbécil sí que tenía una actitud odiosa!

—Son demasiadas preguntas, rubiecito… soy el tipo que te recogió de la basura y te curó tu estúpida pierna… tienes suerte de que la bala saliera del otro lado, aunque estabas desangrándote como si tuvieras una fuga… tuviste demasiada suerte de que fuera yo el que te hallara, antes de terminar vendiendo cosas en una tienda de un vecindario de mierda, fui enfermero —me dictó todo el currículum de su puñetera vida y apreté mis dientes.

—Nadie te pidió tu ayuda… me largo —me quejé malhumorado. No necesitaba que un bastardo arrogante me echara en cara que era mi puto héroe. Intenté levantarme, pero mi pierna no servía como antes, era doloroso apoyarme en ella. El idiota se me quedo mirando con diversión.

¡BASTARDO ODIOSO!

Caminé con la poca dignidad que me quedaba, buscando mi chaqueta. Sentía la mirada del tipo detrás de mí, pero decidí ignorarlo. Me sentía avergonzado de haber tenido un sueño con aquellos ojos y ahora que lo conocía caía en la cuenta de que me había inventado a alguien imaginario. La realidad volvía a abofetearme en la cara. Encontré mi chaqueta y rebusqué, pero no hallé el arma.

—Es mi pago por salvarte la vida —me dijo justo antes de que le preguntara. Sentía las venas en mi cabeza y mis orejas de seguro estaban rojas de la ira.

Me di cuenta que la bolsa de dinero aún estaba en el otro bolsillo, esto me serviría por el momento. Cuando estaba a punto de abrir la puerta escuché su suspiro.

—Quédate conmigo…

Me detuve al instante.

¿Qué me había dicho ese bastardo?

—¿Qué? —no pude evitar preguntar y me volví a girar con dificultad. Me estaba observando con un semblante relajado y una sonrisa estúpida en la cara.

—Te recogí de la basura y te curé, ¿por qué no te quedas conmigo? Además, la policía te anda buscando por todas partes, pequeño ladrón —se carcajeó suavemente —solo quería que te hicieras a un lado porque tu enorme cabeza ocupa más de la mitad de mi cama.

Sentí que humo salía de mis orejas ¡este idiota tenía mucha arrogancia para su propio bien! Pero sus palabras sonaban como una súplica inconsciente.

O tal vez eso quise pensar, ya no sabía si él se sentía solo o era yo. Pero algo impulsó a mis pies a regresar a esa cama. Me recosté y miré de reojo aquella sonrisa que en mis sueños me había derretido.

Le di la espalda y sentía el calor de la suya pegándose a lo largo de mi espina dorsal, era un calor que subía lentamente y me estremecía. Mis mejillas comenzaron a teñirse de rubí y me asusté.

¿Qué sucedía?

Esto se sentía como cuando había probado la primera dosis de droga, una sensación embriagante. Cerré los ojos y me dejé llevar.

Por un momento… solo por un momento, este podía ser mi hogar.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).