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Traidor por Ale Moriarty

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Notas del fanfic:

Fanfic Original.

 

Advertencias: Violencia, angustia, drogas, lenguaje soez, tráfico de armas, homosexual (hombre x hombre). Si no te gusta este tipo de lectura, aléjate.

 

Long fanfic (4 capítulos)

Notas del capitulo:

Notas: Este fanfic está dedicado a una de mis mejores amigas, Isa nee♥por su cumpleaños, ella escogió la temática, un fanfic inspirado en la canción ONE SHOT de B.A.P. Espero que te guste Isa y a cualquier otro lector interesado en mis delirios.

Traidor

[En aquel barrio de California, existen dos pandillas enemigas que intentan liderar como la más fuerte, los Shots son difíciles de doblegar, por lo que los Guns decidirán utilizar una sucia estrategia para conseguir la rendición de la pandilla que más problemas les conlleva, en este juego del gato y el ratón, ¿quién es el traidor?]

 

Capítulo 1.

La primera mentira

El ruido de las balas provocaba que todos los habitantes de aquel vecindario huyeran despavoridos buscando refugio antes de que fueran heridos de gravedad o perecieran en aquella disputa entre pandillas.

Li Zhao, el líder de la pandilla de los Shots estaba dirigiendo toda la disputa desde lejos, observando con unos binoculares y hablando por un celular con sus subordinados, los cuales arriesgaban su vida en ese enfrentamiento contra su rival de toda la vida, los Guns.

—Jace —le habló a su mano derecha quien sostenía unos binoculares también. Los dos observaban el desastre que se había formado en las calles de su vecindario.

—¿Sí, jefe? —dijo el chico de apariencia de 25 años, un rubio de ojos tan azules como los zafiros, al menos así era para su líder.

—Ahora —dio la orden y el muchacho presionó el artefacto que estaba en la mano con la que no sujetaba los binoculares. Se escucharon varias explosiones y algunas casas ardieron en llamas, Jace Clayton miro de reojo como una sonrisa se formaba en los labios de su jefe y pensó en que con esa expresión uno podía admitir que ese hombre tenía solo 29 años y no parecía alguien mucho más mayor.

Li Zhao, el líder más joven de todas las pandillas en la ciudad de California. Al morir su padre cuando tenía él tenía 23 años se tuvo que hacer cargo del “negocio” familiar. Un hombre despiadado, calculador e inteligente. Jace ya tenía seis años bajo el servicio de este hombre imponente y había escalado rápidamente, era el único que poseía su total confianza.

Después de las explosiones, el ruido cesó y Jace guardó los binoculares comenzando a hablar por el celular que había sacado de su bolsillo.

—Recojan todo, nos vemos en la guarida —le indicó a los que estaban bajo su mando —Y recojan los cuerpos de nuestros compañeros —agregó después de un largo silencio. En esta clase de disputas siempre había muertos, pero al menos no habían sido el lado perdedor.

—De nuevo hiciste un buen trabajo, Jace… por eso siempre puedo confiar en ti —le sonrió su jefe, de aquella forma que le estremecía. Li Zhao era un hombre varonil y apuesto, a pesar de ser un pez grande en el negocio de las drogas, su apariencia no se había demacrado, en realidad lo embarnecía. Solo él podía poseer esa seguridad y confianza que lo hacía irresistible.

—Gracias señor… —dijo tímidamente, evadiendo el contacto visual. Jace tenía dos enormes secretos que no podía decir en voz alta, porque lo sabía, si los revelaba, sería hombre muerto, su cuerpo terminaría descuartizado sobre un depósito de basura, sin ser recordado por nadie.

Cada día era más difícil mantenerse callado y sereno.

—Vámonos… —Zhao palmeó el hombro de su fiel subordinado y se giró elegantemente para caminar hasta donde estaba su coche. Solo unos pocos segundos después Jace se le unió en el asiento del copiloto.

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Li Zhao se sentó en lo que todos llamaban “el trono” y colocó su pierna izquierda sobre la derecha, imponiendo respeto frente a sus subordinados que vestían trajes negros dentro de la espaciosa habitación de esa casa de seguridad.

—Tráiganlo —ordenó a dos chicos que estaban al final de las filas, estos asintieron y salieron del cuarto. Unos minutos después aparecieron arrastrando lo que parecía un cuerpo, se dibujaba una línea de sangre por todo el suelo.

Lo dejaron frente a su jefe y observaron la grácil seña que hacía con las manos para que le levantaran el rostro al desdichado hombre, las facciones de su cara estaban desechas por lo que, apenas era reconocible como un ser humano, incluso varios de sus dientes habían sido rotos o extraídos a base de golpes.

—¿Qué es lo que deseaba Hedeon? —dijo con tono amenazante el líder de los Shots. Miro la sonrisa estúpida que hizo el hombre y una mueca de desagrado se formó en su cara, se levantó de su “trono” y pateó tan fuerte el mueble que salió disparado hacia atrás. Jace estaba mirando fijamente a su jefe, tenía que estar pendiente de cada movimiento, además de ser su mano derecha, era el único que se auto denominaba como guardaespaldas de Li.

—Déjenme a esta basura a mí —gruñó el asiático viendo la mirada dudosa de sus lacayos. No querían que su jefe se ensuciara las manos con un gusano como ese —¡¿Acaso no me escucharon?! —alzó la voz y los muchachos se retiraron rápidamente.

Jace caminó lentamente hasta quedar a una distancia considerable de su líder, el cual parecía a punto de explotar.

¿Por qué estaba tan impaciente?, Jace lo miraba confundido, Li Zhao no era alguien que perdiera la paciencia con facilidad. Zhao recogió con fiereza el cabello de aquel saco de boxeo humano y le alzó la cara para que hicieran contacto visual.

Los ojos de Li Zhao solo reflejaban dos sentimientos, de eso Jace estaba seguro, poder y rabia.

—Solo lo repetiré una última vez —dijo agresivamente, estrujando tan fuerte la cabellera de ese hombre que provocó que el lugar se llenara de gritos desesperantes, muchos de los presentes decidieron poner su vista en el suelo, no toleraban lo despiadado que podía ser su líder, solo que hoy estaba raramente impaciente.

—L-los... —el hombre comenzó a tartamudear y Li volvió a torcer su rostro en una mueca de desagrado, se inclinó para escuchar al hombre y entonces Jace agudizó su mirada, vio un brillo debajo de la manga derecha del sujeto y se movió rápido —¡Los Guns jamás morirán! —exclamó con rabia sacando una navaja que tenía escondida y la dirigió con habilidad hacia el cuello de Zhao, este se quedó paralizado, pensando en lo estúpido que había sido al bajar la guardia.

Ese día moriría por culpa de un descuido y lo peor es que sería asesinado por un mero peón, una digna burla. Sus ojos miraban la deforme cara de ese sujeto y lamentó que aquello fuera lo último que viera.

Y de repente la cara de ese monstruo se deformó logrando verse más miserable. Li Zhao jamás sintió el corte en su cuello y bajó la mirada después de que sintió un líquido manchando sus pantalones negros, era sangre de Jace, este había recibido el impacto en su mano y la hoja afilada le había atravesado la palma de la misma. Miro de reojo la expresión de dolor de su fiel subordinado y perdió la compostura.

Tomó la muñeca de aquel hombre torciéndola hasta romperla y después sacó una navaja que tenía escondida bajo la chaqueta de su pulcro traje, comenzó a apuñalar al sujeto en lugares donde sabía que no eran puntos vitales, necesitaba que el bastardo sufriera hasta que su último aliento fuera dado.

—¡Jefe Li! —gritó Clayton para detener a su líder, el cual había perdido los estribos. No debía mancharse con la sangre de una basura, pero era tarde. De la navaja pasó a los puños y miles de dientes salieron volando, la sangre salpicó a los que estaban próximos a la escena y estos se mantuvieron inmóviles, viendo como el sujeto se transformaba en una masa de carne y sangre que emitía sonidos guturales. Al final el cuerpo debajo de Li dejo de sacudirse y sucumbió a la muerte.

—¿Qué mierda hacen parados como unos putos inútiles? —escupió el asiático provocando escalofríos en sus lacayos —¡Lleven a Jace a la enfermería, maldita sea!

El rubio observó el descontrol en la sala y sus compañeros lo ayudaron a caminar a la enfermería, se sentía algo mareado por la pérdida de sangre, pero antes de salir por la habitación volvió a ver el rostro afligido de su jefe.

—Jefe… ¿qué hacemos con esta basura? —preguntó uno de los muchachos.

—Descuartícenlo y dejen cada parte de su cuerpo en bolsas diferentes, quiero que las depositen en los locales que dirige Hedeon —le dijo al que era su mejor francotirador.

—Y tú, encárgate de cortarle el pene y los testículos y los dejas enfrente de su casa ¿me entiendes? No quiero excusas —le ordenó al que se encargaba de la venta de prostitutas.

—Cuando terminen de curar la herida de Jace, díganle que vaya a mi despacho ¡y dónde están mis putos cigarrillos, bastardos! —volvió a gritar alterado, uno de los chicos corrió por su pedido y regresó enseguida, tembloroso como una gelatina.

Li Zhao le arrebató la cajetilla de las manos y sacó un cigarrillo, lo encendió rápidamente, necesitaba que la nicotina quemara sus pulmones. Cuando dio una fuerte calada al veneno, lo escupió hacia la cara del ahora cadáver y lo pisoteo sin piedad.

—No necesitas tu cara ahora que estás muerto, escoria —espetó con tanto odio que sus subordinados no podían encararlo —¿qué esperan para sacar esta basura de acá?

Los hombres asintieron y arrastraron de los pies el cuerpo muerto de ese rival dejando más sangre esparcida por todo el suelo.

—Limpien esto —fue la última orden y luego salió de la habitación.

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Después de dos días en recuperación, Jace fue liberado de la enfermería que controlaba su pandilla. Su mano derecha aun le dolía cuando empuñaba algo, pero al menos aún la tenía, pensaba con detenimiento.

Cuando bajó del coche su compañero le dijo que el jefe lo esperaba en su despacho, Jace asintió y caminó tranquilamente. Cuando llegó a la puerta tocó 3 veces y escuchó la voz gruesa del otro lado que le decía que entrara.

—Ya vine, jefe —dijo mientras abría la puerta. Observó un rápido destello y escuchó el clac de un objeto clavándose en la pared de madera, se giró y observó el cuchillo que estaba enterrado firmemente sobre una foto de Hedeon, el ruso que lideraba a los Guns.

—Creí que habías muerto, duraste demasiado en el hospital —uso un tono que Jace catalogo como enfado —Tenemos mucho trabajo, no es momento de que estés descansando.

—Lo siento —se disculpó con una reverencia. Con el asiático no había momento ni para dormir.

—Jace siéntate frente a mí —le ordenó señalando la silla que estaba enfrente de su escritorio —Pero antes, cierra la puerta con candando.

—Sí señor.

Después de trabar la puerta se dirigió hasta su jefe y se sentó. Los ojos de Li reflejaban miles de preguntas y enfado.

—Jace, alguien nos está traicionando —habló, después de observarlo por largos minutos.

—¿Por qué lo dice, señor?

—En estos dos días que estuviste en el hospital, atacaron los camiones que contrabandeaban las armas que pedimos, y solo nuestra pandilla conocía las rutas de esos camiones. Hedeon se apoderó de nuestra mercancía, perdí alrededor de unos 2 millones de dólares con ese cargamento —endureció el rostro y estrechó los ojos.

—¿Tiene idea de quién pueda ser el traidor? —preguntó el rubio seriamente.

—No lo sé, esperaba que tú tuvieras una idea más clara… pasas más tiempo con esas basuras —agregó despectivamente —Odio a los traidores, cuando descubra a la pequeña rata… le arrancaré la espina dorsal mientras está vivo sacándosela por el culo —soltó las palabras tan fríamente que Clayton tuvo que contener sus temblores.

—¿Cómo recuperaremos esos 2 millones que acaba de perder, señor? —cambió el tema, esperando que la situación no fuera tan terrorífica.

—Con mierda adulterada, obviamente —dijo el chino como si fuera la respuesta más obvia, abrió uno de los cajones de su escritorio y saco un sobre con un contenido blanco —Es una nueva droga que hicieron nuestros químicos —sonrió con malicia —Ya nos pidieron dos cargamentos en los clubes, serás el encargado de repartirlos, no confió en nadie más que tú.

—¿Cuándo?

—Los pedidos de esta mierda llegan en 3 semanas, después de eso las repartirás y si te atrapan el castigo será duro —amenazó sacando su cajetilla de cigarros, Jace no entendía cómo su jefe aún no se había jodido los pulmones si fumaba 2 cajetillas en un día. Miró la delicadeza con la que se colocaba el cigarro en los labios y la postura hermosa que su cuerpo tenía cuando intentaba encenderlo.

No sabía la cara que estaba poniendo al ver a Zhao fijamente, pero aquellos ojos filosos se clavaron en su rostro y sintió sudor corriendo por su cuello. Li Zhao tenía unos ojos devoradores, como los de un depredador y él era su moribunda presa.

—Enciéndelo para mí —demandó lanzándole el pesado encendedor de metal, Jace lo atrapó y asintió. Se acercó tanto al rostro de su señor que estaba seguro de que podía contar cuantas pestañas tenía su líder en los ojos. El fuego iluminó el atractivo rostro de su jefe y tragó saliva con pesar, evadió mirarle hasta que el cigarrillo fue encendido.

—Mírame —escuchó la voz de su jefe y giró el rostro solo para recibir la bocanada de humo que exhalaba aquella boca soberbia.

—¿Necesita algo más de mí? —habló después de sentirse intimidado por el rostro de su señor, sabía que aquellos ojos podían ver su corazón.

—¿Por qué tienes tanta prisa? —dijo su jefe mientras sacaba el cigarrillo y lo golpeteaba para tirar las cenizas que se habían acumulado en la punta —Pon tu mano —Jace tragó la saliva y colocó su mano derecha encima del escritorio —La otra mano, imbécil…

El rubio puso su mano izquierda sobre el escritorio y vio la seña de su jefe de que la volteara, su palma quedó al descubierto y entonces rápidamente el cigarro fue de lleno contra su piel, quemándolo. Los gritos no tardaron en aparecer. La cara de Li seguía con su expresión seria.

—No me gusta que me oculten secretos, mocoso —dijo con una voz tan baja que parecía mucho más peligrosa que la que tenía habitualmente —y menos si provienen de ti. Puedo darme cuenta de que ocultas algo, por la forma en la que me miras, lleno de culpa… así que dímelo… —gruñó sin quitar sus agudos ojos del rostro del rubio.

—Señor… yo no tengo…  —no terminó la frase porque el sonido de un clac le hizo alzar el rostro. El cañón de la pistola Glock 17 apuntaba directamente a su frente.

—Te daré otra oportunidad porque me salvaste la vida, pero será la última —repitió lentamente, como si un león clavara de poco a poco sus colmillos en el cuello de una indefensa gacela.

Deslizó las manos hasta sus muslos y apretó las manos sintiendo como las dos heridas le ardían. Por un momento todo se paralizó en la habitación y solo escuchó el tic tac del reloj. Jace intentó pensar con lógica ante la situación que estaba viviendo, solo tenía dos opciones, morir o decir la verdad.

—1…

La cuenta empezó y el rubio cerró los ojos, sabía que su jefe tenía la manía de contar hasta el 3.

—2…

Y llegó a una decisión rápidamente. Era mejor decirle una de las mentiras que tanto oculto con ahínco a su jefe.

—Es tu última oportunidad Jace…

—Lo amo

Dijo con tanta seguridad en su voz que incluso sus ojos azules se oscurecieron. Li Zhao se le quedo mirando con sosiego y después se levando de su silla y caminó hasta ponerse a un lado de aquel que clasificaba como su mano derecha. Pegó el cañón de su arma a la sien de su hombre de confianza y se inclinó hasta que sus labios rozaron la oreja de Jace.

—Repítelo

—Lo amo, señor.

—Eso es lo que me ocultas ¿de verdad? —dijo torvamente.

El rubio se giró y tomó el cañón de la Glock 17 dirigiéndolo hasta su frente, sus ojos no se despegaron de la mirada afilada de su líder. No le importaba morir, solo quería que él supiera sobre los sentimientos que ardían en su interior, como las llamas del infierno a donde seguramente se iba a dirigir cuando le disparara.

—Es mi única verdad.

Y la primera mentira quedo al descubierto.


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