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Habits of My Heart. por PinketDiana

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Notas del fanfic:

 

    • (AU: Universdad / Ruptura / Drama con final feliz) 

 

    • 4 Capítulos. 

 

Notas del capitulo:

Los recuerdos juegan en nuestra contra. Es algo que no podemos controlar, algo que, por mucho que lo deseemos, no desaparece.

Naruto no quiere recordar. No quiere que la presencia fantasma de él lo abrace de esa manera. Él no quiere recordar. Él no quiere recordar.

Primero son los recuerdos más pequeños, simples y cotidianos. Algo que siempre ha estado en el fondo de su mente, un diminuto susurro que nunca se apagaba, una sinfonía que sonaba y sonaba repetidamente, sin un compás fijo. Eran fáciles de barrer de vuelta, debajo de la alfombra imaginaria que era esa caja en el fondo de su mente que había etiquetado como "ÉL" (sí, con mayúsculas. La situación lo meritaba), donde yacían quietas la mayoría del tiempo, sin perturbarlo demasiado. Ínfimos momentos casi medio olvidados, que a veces brillaban con luz propia en la oscuridad, cosas que él conocía de memoria. Su pelo oscuro, sus ojos a juego. Su voz, al principio fría y severa, bañada de cariño y afecto después, como si le hablase a la persona más importante del mundo (y quizás durante un tiempo lo fue, ¿hay alguna posibilidad?), sus suspiros largos y cargados cuando mordía cierto punto de su cuello, pálido, un contraste llamativo entre su piel blanca y su pelo color noche. Su camiseta favorita, con una espiral de color blanco y violeta. El olor de su champú, cuando se bañaba en las mañanas, medio dormido, y salía con lentitud de la ducha, yendo directo hasta él para pedirle un beso de buenos días.

Cosas pequeñas.

Cosas que apenas duelen.

Cosas minúsculas que él puede, casi siempre, meter en una carpeta imaginaria, guardarlas en la caja "ÉL" e intentar que no volvieran demasiado a flote. La mayoría del tiempo funciona, gracias al cielo. Después de meses por fin está empezando a funcionar. Al menos, hasta que algo activa el 'click'. Una chaqueta en mitad de la calle que es igual de característica que la de Sasuke, negra, larga y amplia, con la que siempre lo abrazaba cuando él olvidaba su abrigo en el piso. Una voz grave en la multitud, parecida a la que era la suya.

Clicks aleatorios que traían los recuerdos nuevamente, rodeándolo como fantasmas que se negaban a marcharse.

Al principio, era mucho más difícil. Había 'clicks' por todas partes. Un cartel de la limpieza (Sasuke siempre lo regañaba porque fuese más ordenado y limpio). Los tomates en las verdulerías (si es sincero consigo mismo, cree que jamás será capaz de comer tomates nuevamente), o incluso, en ocasiones estúpidas, el color negro traía el recuerdo de Sasuke, una presencia furtiva que se negaba a abandonarlo cuando el recuerdo volvía a él.

Duele, como una herida recién abierta después de tanto tiempo.

Está sanando, sin embargo.

Lenta y tortuosamente, pero sanando.

O eso espera Naruto.


Está vagando por sus mensajes sin mucho interés, descuidadamente, esperando el mensaje de Lee, cuando su mente vuelve a centrarse en un mensaje.

El que lo empezó todo.

"59 Calle Gamuros, 7 p.m. No llegues tarde. -SasukeU"

Su pecho duele, un nudo atrapa su aliento en la garganta y sus manos tiemblan lentamente. Es un tonto mensaje, unas cuantas palabras unidas, uno que ha resistido, escondido tanto tiempo, negándose a que Naruto lo borrase (como todos los demás).

Vagando un poco más, encontró otro algo más reciente.

"Dobe, compra leche que has terminado lo que quedaba esta mañana.

P.D: Te espero en el restaurante a las siete. No llegues tarde."

Era ridículo. Es ridículo la cantidad de dolor que te puede traer un pequeño conjunto de letras unidas, como desequilibra ligeramente tu mundo, algo rápido y que en otro tiempo no significó demasiado, porque verías a la persona que los envió dentro de unos minutos, unas horas. Ahora, su pecho se encoge, se quiere abrazar a sí mismo y negar con la cabeza hasta que el dolor pase.

Cierra los ojos, y respira.

Cuando el mensaje de Lee llega, media hora más tarde, ya casi no duele.

Casi.

(…)

Día a día. Un solo paso a la vez, y si no puedes avanzar, da dos pasos y avanza uno. Pero siempre adelante.

Su abuelo le había dicho esa frase con la habitualidad suficiente como para que sirviera para algo.

Lo hace.

Su abuelo, sirviendo en el Ejército, sobrevivió a la Guerra. Naruto puede sobrevivir a un corazón roto.

Paso a paso. Día a día.

(…)

Hay recuerdos, sin embargo, que Naruto no puede barrer en esa alfombra mental. En esa caja mental etiquetada como "ÉL". Ni siquiera se atreve a acercarse a ellos. Todavía no. Pensamientos que evita, incluso en el espacio seguro que es su habitación, tumbado en su cama, demasiado grande para él, demasiado extraña, echando de menos estar en el 59 de la calle Gamuros, con Sasuke.

Recuerdos que, sin importar cuanto tiempo haya pasado desde la última vez que lo vio, todavía duelen, constantes y tan presentes en su pecho que le quitan el aliento.

Incluso cuando no puede dormir y da vueltas y gira y gira, echando de menos la presencia del mayor a su lado.

El humo que provoca el aliento de Sasuke en la noche de Diciembre, cuando se fueron a encontrar frente al piso que estarían compartiendo y que se convertiría en su hogar.

El amor por la fotografía (mayormente en blanco y negro) que Sasuke evocaba, decorando el salón con fotos suyas por todas partes. (¡Naruto, esa foto ahí no queda bien con el contraste de colores de la pared!)

La inclinación dramática del labio superior de Sasuke, que gritaba en cualquier lugar y a cualquier hora ser besado.

El brillo en sus ojos cuando sus miradas se encontraban.

Su aliento contra su piel, abrazados en el sillón, compartiendo historias ridículas, charlas profundas o vendo la televisión.

Su piel pálida.

Su pelo negro.

Sus gemidos.

Sus caricias.

Sus…

"Para. Para. Detente. Para esto."

Aprieta sus ojos, cerrados con fuerza, se gira para el lado contrario en el que se supone que Sasuke debería estar y respira profundamente.

(…)

Se mudó. Al día siguiente de que todo pasara, cogió sus cosas y se mudó. No había otra opción. No realmente. (Por mucho que él quisiera, por mucho que deseara esperar a Sasuke para hablar. No había otra cosa que hacer salvo irse)

Había saltado de sofá en sofá, El de Shikamaru, Ino, Neji, Lee e incluso el de Temari. Sin dinero suficiente para pagarse un apartamento por sí sólo (ese fue el problema principal, esa fue una de las razones que lo empezó todo), sin un lugar al que ir. Su estómago en el suelo, cuando se dio cuenta de que aún tenía que pasar más de la mitad del mes con lo poco que tenía.

Hasta que se presentó Kakashi. Naruto no quiere pensar que Sasuke lo mandó, de verdad que no. Quiere creer que simplemente sucedió, que sin decir demasiado, kakashi se había dado cuenta de todo (ese maldito bastardo inteligente, siempre tan callado pero engreído). Le tendió una llave y simplemente dijo que ese apartamento había estado vacío por años, y que si lo quería, lo tendría que limpiar (él sólo) a fondo, pintar (él sólo), y reformar (él sólo) en el menor tiempo posible.

Lo hizo.

Aún negado ante la idea de que Sasuke ha tenido que ver.

Sin embargo, si su corazón se calienta un poco al pensar que quizás sí ha sido él, preocupado por Naruto, nadie tiene que saberlo.

Paso a paso.

Día a día.


El tiempo pasa, por supuesto. No se detiene para nadie por mucho que lo deseemos, y claramente, no se detiene para Naruto.

Antes de que pueda darse cuenta, ha pasado un mes, luego tres, y cuando se detiene, piensa y recuerda, han pasado seis meses. Está ocupado con las clases, las primeras semanas con el apartamento, y es lo mejor del mundo, porque nunca ha estado tan ocupado en su vida, y nuca había tenido tan poco tiempo para pensar. Hace trabajos extras, y acepta cuando sus amigos lo cargan con apuntes de más, quizás refunfuñando un poco, pero ¿quién sería Naruto si no hiciese eso?

Mejora sus notas, tanto que bromean con él y lo culpan de copiar y hacer trampas, siempre en broma. Después lo invitar al bar para celebrar su "vuelta de entre los muertos".

Han pasado ocho meses, y Naruto aún no puede dormir más de tres horas seguidas, pero él está mejorando.

Todo está mejorando, hasta que ve a Sasuke nuevamente.

(…)

Hay una tienda que abre las 24 horas a unos quince minutos, y él se ha quedado sin ramen, y él decide que ya que hoy se ha quedado en la Universidad a estudiar de noche (cuando mira su reloj son las dos y cuarenta y cinco de la mañana) decide que quiere cenar Ramen y que un paseo le puede venir bien para despejarse.

Ha hecho mucho eso últimamente, recurrir a despejarse caminando, cuando siente que todo se cierra a su alrededor, que la oscuridad y la soledad es demasiado para soportar y el fantasma de Sasuke está en todas partes.

Él sale y pasea. A veces a comprar, a veces simplemente a pasear, a veces con música, a veces sólo con sus pensamientos.

Las calles están pacíficas cuando sale de la sala de estudiantes y recuerda porqué su momento favorito del día, irónicamente, es la noche. Sólo hay un par de autobuses nocturnos por las calles y muy pocos estudiantes que, al igual que él, deciden que sus noches de estudio son más productivas que las noches durmiendo plácidamente.

Son las tres y treinta y dos de la mañana del Jueves cuando Naruto vuelve a ver a Sasuke en la tienda, pasillo tres, buscando un paquete de Ramen para cenar.

Son las tres y dos de la mañana, Naruto está en pijama (él estudia en pijama por la noche, porque es cómodo, porque en la biblioteca no suele haber nadie y es lo más cómodo que puede vestir) y lleva su mochila a cuestas. Y Naruto no sabe donde meterse porque, ¿cómo alguien puede tener tan mala suerte?

En serio.

Nota su presencia a su derecha, y al principio no sabe que es él. Simplemente es una sombra de piel pálida, y pelo oscuro. Pero cuando levanta su cabeza del Ramen, lo ve. Esa familiaridad, con sus manos metidas en sus bolsillos de esa chaqueta ancha y oscura, perdido en su ausencia de misterio y personalidad atrapante.

Se da la vuelta, instintivamente. Girando sobre sí mismo.

Sin tener la intención de ello (al menos no racionalmente) lo estudia desde su posición, prácticamente escondido tras el paquete pequeño de Ramen. Y Sasuke se ve… casi igual. Más delgado, o quizás es su sensación por la amplitud de la chaqueta, pero parece igual. Quizás el cabello algo más largo (¿demasiado perdido en sus estudios como para recordar que debe cuidarse y comer, ahora que no tiene a Naruto dando vueltas por el piso?), su rostro algo más afilado a la luz de la lámpara, su expresión típica cuando está concentrado, con su ceja ligeramente alzada y su boca torcida.

Y se maldice a sí mismo, porque de todos los lugares posibles de encontrarse con una expareja, ¿lo ha tenido que ser a esas horas de la noche, en una tienda, en pijama, y con una mochila en la espalda?

Los recuerdos vuelven todos de una vez cuando Sasuke pronuncia su nombre, sorprendido.

La manera en la que Sasuke se acercaba a él en la noche y abrazaba a Naruto, cuando metía sus malditas heladas manos debajo de su camiseta para calentarlas contra él, la forma en la que besaba su frente en la mañana, la forma en la que sonreía y se escondía en la curva de su cuello cuando Naruto no se podía morder la lengua y le decía lo precioso que era, la forma en la que despistadamente dibujaba sobre las marcas de las mejillas de Naruto con su dedo índice, la forma en la que suplicaba "Naruto" cuando ambos estaban…

Su aliento queda atrapado en su garganta ahora que Sasuke lo está encarando.

"Naruto" vuelve a decir, un tono bajo, casi ausente.

Los ojos del rubio vuelvan rápidamente, examinando a Sasuke antes de que pueda evitarlo. Su mirada oscura más acentuada, más oscura, ligeramente iluminada. No tenía que pensarlo mucho para saber que ese sería uno de sus colores favoritos. Siempre había amado ese color.

Por un momento, todo se detiene, sus miradas encontradas por minutos, ¿quizás años?

Ahora que Naruto puede verlo correctamente, los cambios en Sasuke sí son mucho más evidentes. Está delgado -mucho más delgado-, las ojeras marcadas, oscuras, resaltando la palidez de su rostro, como si hubiese pasado noches sin dormir. Su abrigo mucho más ancho que antes, colgando alrededor de él, como si no fuese suyo, una prenda prestada.

Naruto se estremece.

Sasuke, quien nunca ha sido de compartir lo que siente, cierra sus ojos a la única persona (según el propio Sasuke) que ha sido capaz de leerlo con facilidad desde siempre.

Algo duele dentro del menor.

Sasuke mira hacía el suelo cuando transcurren unos segundos, ambos en silencio. Naruto quiere salir corriendo, quiere desaparecer de esa situación, quiere volver a su piso, esconderse bajo sus sábanas y olvidar ese momento hasta que su corazón se calma, hasta que los recuerdos vuelvan a alejarse. Hasta que Sasuke vuelva a ser sólo un fantasma.

Sasuke se aleja, sin decir nada, y a pesar de que Naruto ve una oportunidad para irse, algo que él no puede controlar, da un paso adelante y para al mayor, deteniéndose frente a él, dejando una distancia prudente entre ellos.

Mira a su alrededor y se da cuenta de que la tendera ha dejado la revista y pone su atención en ellos. Naruto no está seguro de si es porque ambos tienen la cesta de la compra en la mano o porque quiere ver como termina eso.

"Sasuke, Sasuke, espera." Dice, contra cada impulso de su cuerpo. Antes de que pueda darse cuenta, su mano está colgando entre ellos de forma vaga, a punto de tocar a Sasuke, cuando se detiene, su mano aún flotando como una presencia muerta. No lo toques. No puedes. Ya no. "Yo… solo… Hola" Dice al fin, pero su boca no puede parar y sigue balbuceando palabras. "Es bueno. Quiero decir que es bueno verte. Estás muy bien. Em… no, tú estás bien. No, no. Lo que quiero decir es que estás bien. Más delgado pero…" Cierra su boca, apretándola en una fina línea, tensa, tanto así que estira su piel y sus labios hormiguean.

Dios, ¿por qué nadie puede pararlo de decir sandeces?

"Fuimos amigos antes de todo… de todo eso. Siempre serás mi amigo. Y es bueno verte. Fuiste mi mejor amigo y es bueno verte. Sí." Esta vez levanta la cabeza, y su mirada vuelve a encontrarse con la de Sasuke, quien lo mira seriamente. Sin embargo, hay un toque de suavidad en la línea de su mandíbula. Su boca más relajada, incluso una sombra de una sonrisa.

"Tan capaz como siempre, ¿verdad, Naruto?" Dice, y es como si nada hubiese cambiado. Como si simplemente hubiesen venido a comprar y ahora regresaran a su piso, para ver una película y luego irse a la cama. Naruto siente que puede respirar nuevamente.

"Bueno, ya sabes, una de mis dotes de siempre." Se tiene que morder la lengua antes de decir 'una de las que te gustan (gustaban)'.

La punzada de afecto lo golpea de la nada. Dios, ha amado tanto a este chico (quizás lo sigue amando todavía, quizás, quizás, quizás, quizás…), y es increíble que después de todo, aún sienta ese giro en el estómago al ver que todavía puede hacerlo reír.

"Bueno…" Dice, porque a pesar de todo, todavía es doloroso estar ahí, tenerlo en frente. "Sé lo ocupado que sueles estar, así que no te detendré demasiado."

El silencio vuelve, incómodo y cortante, y Naruto decide que ahora sí que ha sido suficiente. Pasa una mano por su pelo, intentando calmar sus nervios. "Adiós." Dice, y camina hasta pasar a Sasuke.

Naruto no se permite darse la vuelta para mirar atrás.

 

 

 

Sin embargo, siente que ese será uno de muchos encuentros que vendrán.

(Lo que Naruto no sabe es que sólo hace falta que una pieza caiga para cambiar el destino. Y quizás ese encuentro puede volver a juntar dos corazones rotos y reparar un mal entendido).

Notas finales:

Esta historia la he terminado esta tarde, y aunque es bastante corta (tiene 4 capítulos), llevo trabajando en ella todo el verano.


Espero que os guste, y si tiene buen recibimiento, mañana subiré el siguiente capítulo.


Muchas gracias por leer.


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