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Mar, estrellas y magia. por Midori Kaeru

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Notas del fanfic:

Este fanfic fue creado con motivo del #RetoLiterarioYArtístico del maravilloso grupo Shhh... SasuNaru NaruSasu, me tocaron las tres palabras que se encuentran en el título y aunque no es la gran cosa, por favor, ¡disfrútenlo! >:D

—Te digo que sí, mira, tiene lógica. Todo parte de la idea de que cada cosa en el mundo tiene relación con las demás, se supone que si sabes qué es lo que conecta a una con la otra puedes manipular esos lazos y crear cosas que no se darían de forma natural. Mis fuentes son confiables ¡ya lo verás cuando domine esto! ¡Seré el mejor hechicero, de veras!


Sasuke estaba fastidiado del parloteo de su compañero de asiento y de su más reciente afición; siempre era tan ruidoso, tan molesto. Estaba seguro de que había hecho tal alboroto que seguramente toda la clase habría escuchado sus delirios.


—Si no me crees, toma. Es un collar para la buena suerte, yo mismo te lo hice. También tengo uno, estoy seguro de que sí sirven—, Naruto no mentía al decir que los había creado él mismo esa pequeño dije le había costado horas, incluso días, de “investigación” y de “experimentos” pero sí lo hacía respecto a su función ¿suerte? ¡Patrañas! Eso tenía otro propósito.


— No lo necesito—, el azabache no tenía ningún reparo en mostrar aquella antipatía que no le correspondería a un niño de primaria. Pese al rechazo, le acercó la baratija a su lado de la mesa y él la tomó discretamente.


Una risa se escuchó al fondo, era el imbécil de Kiba.


—No le creas, Uzumaki, seguramente si lo necesita pero no cree que funcione.


Más risas y el color se le subió al rostro — ¡ya verás que sí existe la magia! ¡Hoy voy a hacer un conjuro para que el maestro en lugar de dejar tarea nos invite dulces a todos! Yo mismo lo planee, no hay forma de que falle.  


Las risas se detuvieron, esas palabras habían sido pronunciadas con tanta seguridad que por un momento todos en el lugar las creyeron y esperaban expectantes. No duró mucho, aparentemente lanzarle una paleta de caramelo a medio comer cubierta con chocolate en polvo a la libreta nueva del profesor después de gritar “¡ordeno que compre muchos dulces para mis compañeros y para mí en nombre del panadero con el pan y de las fresas con durazno!” solo sirvió para que las burlas volvieran, para que un nuevo reporte se anexara a su atestado historial y fuera requerida una cita más con el director.


Ya era tarde, comenzaba a atardecer cuando Naruto salió de la escuela. Sin embargo, Sasuke seguía esperándolo en los columpios. No preguntó sobre cómo le había ido, seguramente la habría pasado mal, en base a sus experiencias pasadas con el rubio sabía que nada bueno salía de una situación así.


Comenzaron a recorrer en silencio por las calles que coincidían de camino a la respectiva casa de cada uno, pero no podía contenerse la cizaña propia de sí. Sin pensarlo demasiado, soltó un par de mierdas sobre el ya amedrentado niño que caminaba junto a él.


—No sé qué esperabas que pasara. Estoy seguro de que en el fondo sabes que eso de la magia es sólo un cuento tonto que crean los adultos para los niños ingenuos.


No hubo respuesta. Naruto apretó los puños, algo en el fondo se sí se estaba resquebrajando, caía. ¿Será ceniza incandescente?


— A veces creo que careces de sentido común ¿será que eres tonto?


No. Eran gotas tibias.


—… ¡Cállate, ya lo sé!


Se tapó la vergüenza con la manga de su suéter, secándose las lágrimas y la credulidad perdida.


Se fue corriendo, a fundirse entre el rojo y el naranja del sol ocultándose en el horizonte.


Sasuke no fue capaz de ir tras él.


-*-


Tragó saliva tratando de deshacerse del nudo en su garganta y abrió el portón que resguardaba su hogar. Pese a ser una familia adinerada y demostrarlo con la enorme casa que poseían, vivían en un rumbo un tanto común, sin embargo, se mantenía tranquilo y limpio.


Entró esperando encontrar a alguien a quien abrazar y pedir perdón por ser tan mala persona, esperando que alguien supiera redimir el daño hecho a su amigo. Lo único que consiguió fue el frío de las amplias habitaciones y el eco de sus pasos sobre el suelo de madera.


Se dirigía a la habitación de su hermano mayor en busca de consuelo, el ruido de la culpa en su corazón no le dejó escuchar los besos y tenues jadeos que eran liberados del otro lado de la puerta.  Abrió y encontró a Itachi sobre su cama, arriba de un chico de rubios cabellos largos con la camisa desfajada y entreabierta.


—Sasuke…


El mayor notó la intromisión y de inmediato se separó, mientras que el otro chico se cubría con torpeza pese a no estar desnudo, ruborizándose a más no poder.


Antes de que pudiera decir “creí que habías salido con mamá” el otro salió y azotó la puerta tras de sí. 


Había olvidado que no podía contar con él. Siempre estaba metido en sus propios asuntos.


 


-*-


Era la hora de la cena y Sasuke no quería salir de su habitación, tenía la música alta y botaba desparramado en su sillón una pelota de goma en la pared una y otra vez, haciendo de ese ruido su pequeña protesta, su reproche.


La rebeldía le duró hasta que escuchó la voz de su padre, ahí entendió que lo mejor era bajar de una vez. Cuando se sentó a los demás les quedaba menos de la mitad de comida en sus platos ¿acaso no habrían notado su ausencia hasta ese momento de la cena?, ¿ni siquiera escucharon su modesto berrinche?


Seguían hablando entre ellos, eso era un sí para él, la afirmación a otra de esas sentencias que se imponía a sí mismo. Podrán vivir sin mí, no me extrañarán, no les importo, ¿es que nadie va a preguntarme cómo me fue hoy?, si sólo hubiera nacido mi hermano ellos estarían felices. Sí, sí y sí. Cada palabra sonaba a una interminable lista de afirmaciones desde su posición. No escuchaba realmente lo que discutía su familia.


—Ya estás en edad de tener una pareja formal, Itachi.Tienes que darles una buena impresión a nuestros socios, para eso te arreglé las cosas con Izumi. Sus padres están de acuerdo.


El susodicho primogénito masticaba con dificultad, era difícil tragarse todas las cosas que quisiera responder.


—No te estoy diciendo que te cases de una vez, aún eres joven, pero ya es momento de decirles que estás saliendo con alguien. Está decidido, Itachi.


Esperaba un dócil “sí, padre” y continuar con otros asuntos, él no encontraba error en sus acciones, de cualquier manera, era algo que tenía que hacer por el bien de su hijo favorito, de su sucesor. Pero este no respondía, clavó su merada fijamente en aquellos jóvenes ojos negros a los que iba despojando de la candidez propia de su edad, iba recortándole las alas a su preciado pichón.


—Entiendo.


Aunque estuviera en contra, le tocaba ceder. No había mucho más que hacer.


-*-


Mikoto lavaba los trastes, se había negado a dejarle las labores de la casa a una empleada pese a tener la posibilidad de hacerlo. Era parte de la costumbre heredada de generación en generación que le encadenaba a seguir de esa manera. Sasuke se le acercó y le ayudó a secarlos, era algo rarísimo, por lo general nunca ponía un pie dentro de la cocina y mucho menos para ayudar en esas labores.


— ¿Sucede algo, Sasuke?


—No, nada.


Contestó sin ganas, pero no logró engañarla.


Ella le sonreía. Lo quería, tanto como a su hermano mayor.


—Puedes decirme cualquier cosa.


—No tengo nada que decirte, madre.


—Está bien, esperaré a que quieras hablar.


Terminaron de ordenar la cocina y ella se dirigió a la sala, en busca de su tejido y del confort otorgado de la música suave y de la silla mecedora frente a la chimenea. Su hijo menor le acompañó un par de horas, hasta que el sueño le venciera y se dejara dormir a su lado.


Con la dulzura que sólo ella poseía lo llevó en brazos hasta su cama, se despidió de él deseándole buenas noches y se disponía a marcharse cuando una mano se aferraba a su ropa le impidió marcharse.


—Mamá… ¿Qué sentido tiene intentar hacer magia? No lo entiendo


Por un momento creyó que eran las divagaciones comunes que tendría un niño a medio dormir, pero lo notó, era una inquietud profunda.


—Cuando alguien desea algo desde el fondo de su corazón, busca cualquier medio para que sea realidad ¿no?


Había cerrado los ojos, ella no sabía si esa pregunta la había hecho conscientemente o no, o si había escuchado su respuesta. Del modo que fuera, le beso la frente y le regaló unas últimas palabras antes de irse.


— Te amamos, hijo.


-*-


Un puñetazo le cayó justo en el labio inferior, haciéndole retroceder y sostenerse de la pared. El sabor a fierro propio de la sangre, lejos de intimidarlo, le enervaba los ánimos y preparaba el brazo derecho para contraatacar. Naruto se interpuso.


— ¡Ya basta, Sasuke!


Tenían una relación extraña, no conectaban en muchas cosas pero siempre andaban juntos, como un árbol y su sombra. Lo suyo era casi una dependencia mutua, algo indescriptible entre la amistad y ese algo más que ninguno de los dos se atrevía a confesar.


El conflicto actual se debía a que a un imbécil dió por molestar al rubio enfrente de su mejor amigo, y como si no fuera suficiente burlarse de él, había optado por la pésima idea de quitarle su mochila y lanzarla desde el tercer piso. Eso era suficiente motivo para que el azabache sacara a relucir su lado sádico.


—Si no te detienes tendrás que pelear contra mí.


La severidad de esos ojos azules le molestó, tenía ganas de seguir desquitandose con ese pobre diablo, pero sabía que el rubio no bromeaba y que no dudaría en ponerlo en su lugar. Ya lo había hecho antes. En especial en esos últimos años, en los que de forma progresiva se volvía cada vez más agresivo. A Naruto no le quedaba más que esforzarse en ser más fuerte que él, en todo sentido.


Frunció el ceño y escupió la sangre que se le había acumulado en la boca.


—Dile a Kakashi que iré a la dirección después de ir por mis cosas.


Aquél algo más tan importante en su vida cruzó los brazos, le sorprendía que incluso en esas circunstancias se diera el lujo de desprender tanta arrogancia. Era una pésima forma de comenzar el quinto semestre del bachillerato.


-*-


—Solo atenderé a sus padres, no puedo aceptar que tu hermano venga a encubrir esta clase de acciones. Menos después de leer el historial que llevas ¿tres cambios de escuela en dos años? ¿A qué están jugando? Sabes que esto repercutirá en tu desarrollo académico y laboral ¿cierto?


El hermano menor no miraba a la autoridad que tenía enfrente, las canicas metálicas que chocaban en el escritorio del director le parecían mil veces más interesantes que escuchar el sermón que ya se había acostumbrado a recibir.


—Le pido que entienda, yo estoy a cargo de él.


El hermano mayor había tenido que interrumpir sus labores en la empresa familiar por ir a atender esa situación, no tenía tiempo para esos asuntos, cosa que el hombre casi senil del otro lado del mueble de caoba no terminaba de entender.


— Sí, claro, y yo nací ayer. Mírate a un espejo, chico. De seguro aún eres menor de edad, anda a decirle a tu padre que venga a hacerse responsable.


Itachi se estaba cansando, había pocas cosas que le molestaban más que tratar con idiotas. Era uno de las pocas cosas que tenía en común con su hermano, o más bien, era una característica intrínseca que ambos habían heredado junto al apellido Uchiha.


Abrió el pequeño maletín que llevaba consigo y sacó un folder con varios documentos: dos actas de defunción y una más que reconocía su potestad sobre Sasuke. No había mucho más que explicar.


Cambió el semblante de aquel anciano y le ordenó a Sasuke esperar afuera, éste salió de mala gana.


Pasaron minutos que no lograron  concretarse en más de una hora y ambos ya se encontraban en el automóvil, con rumbo a un restaurante de comida rápida, la siguiente parada de Sasuke, con total seguridad, sería su habitación tras dos seguros y una cadena.


— Itachi…


— ¿Hm?


Estaba cansado, decir que esa noche había dormido sólo cuatro horas era poca cosa. Después de todo, esas ojeras no eran gratuitas.


—En las vacaciones decembrinas quiero ir a la playa con Naruto.


"¿Y tu nieve de qué sabor, jefe?" rezongo en para sí. Le molestaba que no demostrara ni una pizca de arrepentimiento por todos los problemas que le causaba, quería reprenderlo como habría hecho Fugaku, pero él era muy diferente a su padre, incluso podría decirse que era demasiado suave. Pero ¿qué remedio? Estaba haciendo lo posible y repartir regaños y sermones no era lo suyo, bastaría con cancelarle sus tarjetas de crédito dos meses aunque eso no pareciera amedrentarlo. Toda su inconformidad se materializó en un suspiro pesado y un murmullo apenas audible.


— Ha de ser mi culpa que te volvieras así.


-*-


Su casa había cambiado desde que ellos ya no estaban, al inicio, dos chicas se encargaban de la limpieza y un mayordomo había sido contratado para el resto de tareas del hogar. Después Itachi decidió cambiar a una casa más pequeña en una ciudad más céntrica, porque era más cómodo dirigir desde ahí el negocio de su padre y porque creía que así podrían superar más rápido esa pérdida, sin recordarlos a cada momento, en cada habitación y mueble.


Sasuke no estuvo de acuerdo, por norma general odiaba las decisiones de su hermano mayor, y conforme fue creciendo tomaba el valor para echárselo en cara.


Extrañaba a Naruto, ese cambio de casa fue difícil por eso más que por cualquier otra razón. Un año después le daría la sorpresa de que volverían a vivir cerca, el rubio había puesto de pretexto que la universidad le quedaría más cerca, pero la verdad era que hizo hasta lo imposible por reunirse con su fastidioso amigo de la infancia.


Él hacía que sus días no fueran tan solitarios, pero apenas llegaba a su casa se sentía olvidado de nuevo. Un joven amable se encargaba de la limpieza cuatro días a la semana, tenía un horario y ese no era el momento para que estuviera en casa. Y, a decir verdad, tampoco era hora para que regresara.  Casi siempre le daba por usar su hogar como un hotel, llegando de noche y yéndose temprano. Itachi era un poco peor, a veces faltaba semanas enteras y cuando estaba ahí, no llegaba a dormir todas las noches, ni siquiera la mayoría.


Ambos extrañaban las cenas en familia, aunque no se lo dijeran. Hoy se daría la coincidencia de que ambos se encontraran juntos de nuevo.


El mayor se ocupaba de un par de asuntos en su computador portátil, un delgado aparato gris que cabía a la perfección en su portafolio de siempre. Se escuchaba el acelerado y repetitivo choque de sus dedos en las teclas junto al sonido de las hojas de papel deslizándose una tras otra, acomodándose y desacomodándose. De pronto, el chasquido de un beso amistoso rompió la sinfonía de oficina casera.


—Vamos, ¿no ves que estoy ocupado?


—Yo veo que te ocupas demasiado, esos reportes los tienes que entregar hasta la próxima semana. Deberías descansar.


Las teclas continuaron su labor de percusiones incansables.


—Itachi san…


El otro volvía a morir ignorado.


Una mano grande y pesada se fue a colocar sobre su muslo derecho y unos dientes afilados mordieron con suavidad el lóbulo de su oreja. Un pequeño suspiro salió de sí.


—Déjame guardar el archivo ¿sí?


Un beso en la boca le dio la negativa, el peso de su cuerpo le hizo recargar la espalda en el cojín sobre el respaldo del sillón. El hombre de piel azul ceniza se acomodó mejor sobre el cuerpo del azabache, dándole las atenciones y el cariño que años atrás este le hubiera dado a su primer amor. Justo así, arriba él. Justo así, enfrente de su hermano menor.


Sasuke los miraba con el ceño fruncido y una expresión que divagaba entre el asco y el desprecio.


—Te espero en mi cuarto, Itachi.


El mayor se llevó una mano a la cien y con la otra apartaba a su nueva pareja, se reincorporó mientras escuchaba los pasos furiosos de su hermano alejarse.


—Disculpa, Kisame.


Una sonrisa a medias le respondió algo que interpreto como un “no pasa nada, Itachi san, era probable que pasara algo así”


-*-


“Me caía mejor Deidara”


Eso le había dicho Sasuke cuando contrajo nupcias con Izumi a los diecisiete. Aun después de saber que el chico lo había dejado tras encontrar a otro artista como él. Por lo visto, al final los hombres grises que se dedican a trabajos de oficina no eran su tipo.


Fue difícil para Itachi superar ese primer amor, porque él no era así; lo habían moldeado y encerrado en esa estresante forma de ser. Sumado a la muerte de sus padres y a la herencia de la empresa, esos sentimientos tomaron forma de una crisis de los treinta a sus dieciocho años que derivó en tener su primer divorcio como regalo de aniversario.


“Me caía mejor Izumi”


Su hermano pronunció esas hirientes palabras cuando le había dicho que formalizó su relación con un socio al que estimaba mucho. No había sido por negocios su unión, ambos eran independientes el uno del otro, sólo daba la casualidad de que se habían conocido durante esas interminables reuniones junto a otros empresarios.


Pero el menor no lo veía así, para él, el imbécil de su hermano se estaba vendiendo a un postor bastante mediocre.


Itachi cerró la puerta tras de sí.


— ¿Qué sucede, Sasuke?


—Voy a quedarme este fin de semana en la casa de Naruto


—Está bien, llama por teléfono si necesitas cualquier cosa…por cierto, ya tengo los boletos para el viaje, iremos los cuatro. Son de parte de Hoshigaki, vino a traerlos en persona.


—Ajá, también vino a recoger a alguien ¿no?


— ¡Sasuke!


No sólo no se entendían, nacía un poco de odio entre ambos y ninguno sabía cómo arreglar las cosas.


—Cociné algo para cenar, baja a las ocho.


Salió del cuarto de su hermano menor y continuó con sus responsabilidades laborales con un nudo en el pecho. Él no bajó a cenar, y ahora no había nada que le pudiese obligar a hacerlo.


-*-


Sonaba el tono de llamada de su celular, gran parte de él no quería responder, decía Itachi en la pantalla.


— ¿Qué, hermano?


—Sasuke, tengo que salir a resolver un asunto importante, es urgente. No sé bien cuándo volveré, pero te dejé suficiente dinero en la caja fuerte de la casa. Los boletos del viaje están en mi recamara, en el mueble que está debajo del espejo, entre los dos últimos libros de la esquina derecha en un folder azul cielo.


Se desplazó de la sala al cuarto mencionado, buscaba entre los múltiples objetos que yacían ahí acomodados a la perfección hasta dar con los papeles. El inconfundible sonido del aeropuerto alcanzó a escucharse del otro lado de la línea.


— ¿Los tienes?


—Sí, los tengo.


—Son para el once doce, el once de diciembre según lo que tengo anotado aquí. Kisame llamó ayer y se disculpó, no podrá venir con nosotros, también tiene asuntos que atender. Aún no sé si yo podré ir contigo.


—Sí, está bien.


Era perfecto, si no iba Kisame tendría un poco más de atención de parte de su hermano, aunque un viaje sólo con Naruto también sería una noticia fantástica.


¿Sería mucho pedir tenerlos a los dos?


Después de un par de cosas más, colgó el teléfono, se llevó los boletos a su cuarto y marcó en el calendario de detrás de su puerta el día prometido.


-*-


 En esta parte del mundo, muchos buscan refugio en tierras sureñas, huyen del frío invierno de los países del norte y se acogen con la brisa tropical y el vaivén de las olas de agua salina, revitalizan su alma en la humedad y el calor y vuelven mucho más felices que cuando se han marchado.


Otros no logran escapar del invierno. O bien porque no tiene los medios o el tiempo para irse o bien porque así lo han decidido.


Pero pocos se quedan en el intento, atascados con el boleto de regreso en la mano y los anuncios de cancelaciones en las pantallas del aeropuerto.


Itachi tuvo que quedarse mucho más tiempo del que había planeado, la pequeña esperanza que guardaba de ir  con Sasuke a la playa se esfumaba.


Le habló por teléfono una vez más y a su hermano las explicaciones le sabían a excusa, era cierto que él no deseaba fervientemente que le acompañara, pero le molestaba pensar que le estaba mintiendo; el mayor había tomado la resolución de viajar en tren a uno de los países aledaños, específicamente a ese en donde residía su actual pareja. Pese a ser algo circunstancial, el otro lo tomó como algo hecho con maña.


<> le recriminaba en silencio <> la furia no dejó que se le escapara una sola lágrima, pero el nudo en la garganta ahí estaba.


Nuevamente llegaron a él esos pensamientos que no había podido superar, ese “nunca he importado” que le quitaba el sueño en sus noches solitarias.


Sí así iban a ser las cosas, se marcharía. Un sentimiento que le oprimía el estómago y le tensaba los músculos se apoderó de sí. Estaba decidido, usaría ese viaje para irse de una vez, lejos y para siempre.


Tomó todo el dinero que había en la caja fuerte y lo racionó, la mitad sería para pagar lo que le alcanzara de renta de una casa por ese rumbo y lo demás sería para comprar comida y cosas básicas para sobrevivir hasta encontrar trabajo. Todo racionado para dos, quería a Naruto a su lado, para siempre.


En los días siguientes se dedicó a buscar y mover contactos para poder apartar tres meses, después de llegado su vuelo, una casa cerca de la costa. Ya no necesitaría el boleto de regreso.


-*-


El cielo era azul, azul como en pocas ocasiones se había visto en aquella ciudad, las nubes viajaban lejanas, sin molestar a nadie.


— Quiero que estés allí conmigo. Naruto ¿irías?


Un rubor inesperado. La pregunta estaba de más, ya lo había seguido antes y si se lo pidiera iría al fin del mundo por él. Aun así, le emocionaba decirlo una vez más.


— Estaré contigo, Sasuke teme.


-*-


Los copos de nieve no dejaban de caer del otro lado de la ventana, Itachi garabateaba palabras sin mucho sentido, estaba cansado pero un impulso dentro de sí le obligaba a mantenerse ocupado. A Hoshigaki le preocupaba, había estado detrás de ese escritorio por más de dos horas sin decir una sola palabra.


Era  menester, le preparó algo de café con leche y se lo llevó junto a un par de galletas de vainilla y un beso tibio en los labios.


—Y bien ¿cómo le fue a Sasuke en su viaje? Nosotros también deberíamos hacer algo así un día de estos, ¿no crees?


— ¿Qué estás diciendo? Sasuke apenas va a irse en un par de días, lo tengo anotado en mi agenda. Tú compraste los boletos y yo revisé la fecha, el once del doce.


Kisame se llevó una mano al mentón y en su mirada el Uchiha encontró un mal presagio.


— No me digas que…


De inmediato sacó una libreta de cuero café llena de hojas sueltas y notas por doquier, llena a más no poder. Buscó el día en que debieran partir, seguía allí la fecha, once de diciembre. Volvió a la página del día en que su pareja le entregó los boletos, debería de tener una nota o algo así, allí estaba, una copia del boleto de su hermano menor y del de Naruto, guardaba eso para que si llegaba a perder los originales al menos ellos pudieran hacer el viaje.


Doce de noviembre.


Hacía bastante que su avión había despegado.


-*-


Ya estaba todo listo, las maletas habían sido hechas, ambos se habían dado de baja temporal en el bachillerato y recogido sus papeles, Sasuke ya había redactado una nota de despedida para su hermano y habiéndose despedido de sus padres y jurándoles el recuerdo eterno frente a sus tumbas ya no quedaba pendiente por realizar. Justo entonces sonó su celular.


Era Itachi, y contestó estando seguro de que sería una de las últimas veces que hablaría con él. Del otro lado de la línea sólo se escuchaba una respiración lejana y un breve silencio inusual, él siempre llamaba y colgaba rápidamente, no desperdiciaba segundos en explicar las cosas y mucho menos tardando en hablar.


— Perdóname, Sasuke. Perdona.


Su hermano menor no entendía lo que estaba sucediendo, no sabía qué responder.


—Confundí las fechas, el avión en el que teníamos que ir partió el doce de noviembre. Nunca antes me había descuidado así, Sasuke, he estado bajo mucha presión…


—Oh, cierto —, le interrumpió, — olvidaba lo mucho que te importo.


—No digas eso.


—No, lo voy a decir y me vas a escuchar. Siempre me dejas para el final, justo como lo hacía nuestro padre, pero ¿sabes qué? Él nunca hubiera cometido un descuido así, y mamá jamás hubiera descuidado un viaje en familia. Desde que ellos se fueron me he sentido tan solo y tú no lo notas, no has pasado ni un solo día entero conmigo en años ¿por qué, Itachi? ¡¿Por qué?!


— ¡Lo estoy intentando, maldita sea!


Su voz parecía a punto de quebrarse, Sasuke jamás lo había escuchado así. Nunca se quejaba, jamás se negó, incluso había llegado a creer que disfrutaba de vivir así, de ser el centro de atención, el virtuoso primogénito.


— ¿¡Crees que eres el único al que le hacen falta?!, ¡¿el único que sufre?!


Quería que su hermano lo entendiera, aunque fuera un poco, al final de cuentas él era su motivación para lidiar día a día con esa caterva de cosas que jamás quiso hacer. Era por él, todo su maldito mundo giraba en pos de él y si no tenía tiempo para darle era porque trabajaba duro para que nada le faltase.


Pero no entendería, aunque tratara de explicarlo, ambos estaban pagando años de mala relación y nula comunicación. Quería colgar, se sentía vulnerable, odiaba sentirse así de impotente. Pero no tenía el valor para hacerlo, él no cortaría su lazo. Sasuke sí.


Se quedó varios minutos con el teléfono en la mano, escuchando ese rítmico pitar. Había fallado como reemplazo de sus padres, y había fallado como hermano.


-*-


Pasó la fecha, el calendario corrió hasta mediados del mes. Sasuke no había salido de su casa desde que Itachi había llamado por última vez, y hacía dos días que no comía nada. Naruto le había ido a buscar, una y otra y otra vez, pero no respondía.


El rubio pensó en mil cosas, formuló cientos de teorías "¿al final se habrá retractado? ¿Su hermano lo habría descubierto? ¿Ya no quiere irse conmigo? ¿Acaso será que ya se fue?"


Un día en que esperé del otro lado de la puerta hasta el anochecer creyó que realmente ya no estaba allí. Pero los recuerdos no le permitían creer que lo había abandonado.


Sí, era un idiota, pero era de buen corazón y si a veces no se medía con las palabras lo recompensaba con acciones. A su mente llegó aquél día de infancia lejana en que él le había hecho llorar por creer en la magia, recordó haberlo odiado un poco y haber querido no volver a verlo nunca más, pero se apareció en su casa vestido de mago con una paloma de papel en la mano y una caja de chocolates en la otra, con una sincera disculpa en los labios y un cariño cálido en el corazón.


Podría pasar cualquier cosa; ellos jamás dejarían de estar juntos.


Se cansó de esperar. Al día siguiente se apareció en la noche con el dije de aquellos tiempos y rompió la ventana que daba hacía la habitación de Sasuke y lo encontró sobre su cama, postrado con los ojos entreabiertos y la piel mucho más pálida que de costumbre.


Tenía la plena intención de dejarse morir, y si no se había matado a través de un método más rápido y práctico era porque esperaba que el rubio lo encontrara y lo rescatara. O que decidiera acompañarlo en su viaje.


Claro que a Naruto no le gustó la idea, no estaba dispuesto a morir tan pronto ni a dejarle hacerlo así de fácil. Encontró sus llaves en el mismo lugar de siempre y salió a comprar un par de sopas instantáneas y algunas verduras y carne para completar, cocinó esos sencillos alimentos y lo cubrió con una manta suave mientras el azabache, pese a su debilidad, comía.


-*-


—Perdona por no haberte llevado al mar.


—Ya te dije que no pasa nada, no fue tu culpa. De todos modos, aún podemos ir ¿no?


—No, he contado el dinero que tengo, gasté tanto en los preparativos que ni siquiera me alcanza para un camión. Aún tengo bloqueadas mis tarjetas de crédito por la pelea de la última vez y no puedo ni quiero pedirle dinero a mi hermano.


Naruto no salía de su asombro, no tenía recuerdos de la última vez que su mejor amigo había sido tan sincero con él. Obviamente, él no contaba con los recursos para llevarlo o si quiera cooperar para el viaje. Pensó en irse así, que con lo poco que ambos tenían comprar boletos para el autobús más barato y hacer el último tramo caminando o según la suerte los llevara, pero el azabache no estaba en condiciones para algo así.


No había mucho más que hacer, quedaba descansar, desahogarse y recuperarse; eso era lo importante, después vendría lo demás.


-*-


Era el cuarto día que Uzumaki se quedaba en la casa del Uchiha, Itachi había llamado, Sasuke no quiso contestar así que él tomó la llamada sin que se diera cuenta y, en privado, le platicó la situación. No supo cómo interpretar la reacción del Uchiha mayor cuando le dijo que su hermano casi se dejaba morir a causa de la depresión. Su tono frío y firme le sonaba tan distante que asustaba, era que no estaba acostumbrado a notar los pequeños matices en su forma de hablar, detalles que pocos conocían pero que él, por pura corazonada, sintió que en realidad había pena y culpa en sus palabras.


Volvería pronto, aceleraría las cosas para estar de vuelta.


Naruto organizó esa noche algo especial, sabía que cuando el otro estuviera de vuelta esos dos tendrían mucho de qué hablar y no haría el papel de mal tercio.


—Sasuke, nos vamos al mar.


— ¿Qué?


—Lo que oíste, encontré un vuelo que sale desde la azotea de tu casa.


Uchiha rió por lo bajo, ya entendía de qué iban las cosas. Ese chico no perdía del todo la inocencia de antaño y le causaba gracia que de haber sido él  quien pronunciara esas palabras, se habría querido referir a tirarse desde el tercer piso y elevarse hasta desaparecer.


Subió con los ojos vendados, no tenía permitido ver, si quería hacerlo tendría que usar su imaginación. Allá arriba estaban predispuestas un par de mantas sobre varios cartones para no sentir el frío del suelo y una pequeña bocina reproduciendo un audio con el sonido de las olas del mar.


Se recostaron bocarriba sobre ese lecho improvisado y comenzaron en el vaivén de hablar de recuerdos, de la arena y la sal.


De pronto, todo se desvanecía y sólo existían ellos dos en el mundo, nada de nada y nadie jamás.


Ese momento, sólo era ese momento.  


—No te quites la venda, quédate así. Igual, no hay mucho que ver, la contaminación de la ciudad no deja brillar a las estrellas.


—Eso no implica que no estén ahí.


Naruto volteó a ver a Sasuke, sabía a lo que se refería aunque lo hubiera dicho desde su inconsciente. Algo dentro de él se removió.


— ¿Sabes? Muchas veces siento que tengo que ayudarte, pero no sé cómo hacerlo. Me importas, y mucho ¿por qué piensas que nadie te quiere cuando yo tengo estos sentimientos hacia ti?


Las olas chocaban en aquella playa invisible.


Un par de manos se entrelazan.


—Claro, claro. Como mejores amigos, no me malinterpretes.


— ¿De verdad?


El rubio rodó su rostro al otro lado, en su cabeza no dejaba de resonar aquél << ¡corre! >>.


Sasuke se quitó la venda y lo contempló, no sabía bien lo que estaba haciendo pero algo le impulsaba a seguir. Se colocó arriba de él, hacía años que quería hacer eso, tal como había visto hacer a Itachi tiempo atrás.


Besó tímidamente su frente y un dije se escapó de su refugio dentro de su playera y fue descubierto por aquel par de ojos azules. Estaba desgastado, mostraba señales de tener años sin separarse de su dueño. Él corazón se le quería salir.


— ¡Aún lo tienes!


— ¿Qué?


Tomó con ambas manos aquella baratija, no lo podía creer, subió la vista hasta alcanzar su mirada y lágrimas de emoción gritaban querer salir.


Sasuke no se quiso contener, amaba ese rostro encantador. Sus labios se juntaron con los ajenos y un beso profundo fue creado.


Por un momento, el cielo sin estrellas pareció un mar entero sobre ellos. Esa noche se habían cumplido dos hechizos.


Un secreto de amor infantil.


Un triste deseo de huir.


Dos almas que por fin encuentran su cauce.  

Notas finales:

Tuvimos alrededor de  un mes para crear este one shot, pero me ocupé en otro fic (con el que me frustré y ya no escribí el final xd) y, como buen seudoescritor de cuarta, lo dejé para el último momento, lamento que hayan leído casi casi el borrador pero tenía el tiempo encima :’0

Pero lo corregiré y lo volveré a subir una vez haya arreglado el enorme cúmulo de errores que sé que cometí, pero de cualquier forma, mil gracias por leer :’D


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