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Flama Extinta por Xora

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Notas del fanfic:

Este será mi propio headcanon de A, mejor conocido por Alexander

Notas del capitulo:

No existe nada más ilegal que la primera generación de Wammy's House y, aunque sé que A es el personaje menos nombrado, quería brindarle un tributo.

Rayos de luna inciertos, ventiscas frías envolviendo con sus dedos la noche y ojos muertos contempladores, perdidos en la nada conformando los organismos, átomos y protones con formas masculinas o femeninas corriendo presurosos hacia sus habitaciones; esos eran sus compañeros, huérfanos escupidos por el destino a falta de humanidad, progenitores que habían decidido no valía la pena criarles, ayudando al orfanato llenarse de ruidos hasta el momento que debieran todos ir a dormirse. Era costumbre que nadie saliera del edificio durante la noche así que él podía tomarse la libertad de mirar a una y a otra masa corporal sumergiéndose en las manecillas del reloj. El niño castaño estaba fatigado, Alex le llamaban pero no era su verdadero nombre, nunca se lo dijo a nadie porque no existía niño en aquel sitio que compartiera una relación cercana con él, por lo tanto era uno de los muchos solitarios que no buscaban el calor de la compañía o la comodidad de otro cuerpo meciéndose a su lado. Removió los descalzos pies como despertando de un corto trance, recordando que estaba vivo y que podía mover sus flacas extremidades a voluntad pero que cual marioneta se quedaba inmóvil esperando quien tirara de sus hilos para volver a resucitar. No era un niño con muchas fuerzas porque no ingería los alimentos suficientes para mantenerse parado durante muchas horas, pues la falta también de energía lo convertía en alguien enfermizo y desleal a la vida. Tal vez él era demasiado descuidado, tal vez desde un principio se encontró deprimido por la escasa comunicación o sensibilidad existencial. Eso hacía, quedarse en un rincón a esperar nada, dormirse en los viejos sillones que alguna vez fueron ofrecidos por voluntarios como quien se olvida hasta de respirar; juegos, charlas o positivismos no tenían valor para él, no quería nada que no fuera quedarse solo y aguantarse las ganas de gritar. ¿Cuántos niños habían como él que desde un principio perdieron la voluntad, el sentido de levantarse de la cama para gozar lo poco que tenían? Pues, los que habían, no tardaban en encontrar un amigo o una figura a la cual aspirar su razón de ser. Alex, por el contrario, no tenía a nadie ni buscaba a nadie por mucha insistencia que recibiera de la gente adulta. A veces solía dibujar en hojas o cartones como cualquier otro niño pero pronto se aburría, ¿qué caso tenía si sus pésimas obras de arte terminarían en la basura? Por eso la noche era lo que más ansiaba, era su momento mágico, su oráculo personal, ya que sólo durante la noche encontraba belleza cuando todo moría con los sueños de cada huérfano y ningún adulto intentaba convencerlo de ejecutar actividades que no le apetecía realizar. Era el momento en que se olvidaban de su existencia misma y donde le dejaban vivir su triste soledad en bendita paz.

—Todos a sus cuartos— escuchó decir a las monjas, sus voces amainadas por las risas y balbuceos juguetones de los niños. Alex caminó sin muchas ganas, esperando que los montones violentos se disiparan al fin pues odiaba los espacios reducidos, le causaban claustrofobia. Mas pronto el ruido de un golpe seco hizo que la atención de Alex volviera a entrar en alerta, girando la vista hacia la izquierda, lejos del desorden que se había callado después del sorpresivo evento. —¡Niño! ¿¡Cuántas veces te he dicho que no tires las cosas!?

Alex identificó al aludido enseguida mientras la monja se acercaba a él dispuesta a reprenderlo por su falta; era nuevo en el orfanato, no haría más de dos semanas que había llegado al interior de esos muros, pero era uno de los pocos de quienes Alex no olvidaba su cara, pues este nunca mostraba emociones y su mirada lucía tan insensible que daba la impresión de ser un pozo sin fondo, pupilas tan negras y desinteresadas en algo que no fuera romper cosas -esperar las reacciones de los otros- además de que siempre veía sobre las cabezas de las personas, nunca a los ojos, nunca a otras partes del cuerpo, y las miraba de tal forma que inspiraba escalofríos a cualquiera que se percatase de este hecho. Era un sujeto raro, siquiera había entrado al Wammy's House los rumores sobre él se habían disparado como plaga en sembradíos que alcanzaron incluso a oídos de alguien con tacaño apego por su alrededor como el pequeño Alex. Aunque la personalidad de aquel niño de nombre desconocido presumiera excentricidad, no ayudaba que sus rasgos también fueran descomunales para esa zona en la tierra; habitar Europa pese a ser un niño oriental. Wammy's House era reconocido por el sistema de albergue, ya que adoptaba integrantes de innumerables nacionalidades a diferencia de otras construcciones locales que sólo acogían infantes legítimos del país mientras enviaban a los otros de vuelta a sus países de origen. Alex mismo no era británico, de ello le habían asegurado varias religiosas respecto a su nacionalidad, él era procedente de una ciudad de Ucrania transferido a Winchester por razones todavía misteriosas. Según decían las malas lenguas, existía un propósito, uno cuya razón aún no se revelaba pero Alex lo sospechaba ya que había llegado ahí tras haber realizado una prueba en su antiguo orfanato en manos de un agente oficial.

Sin embargo, la dirección de sus pensamientos fue detenido abruptamente cuando se percató de la mirada fija que ese niño oriental le dedicaba y la fuerza con la que lo atravesaban sus pupilas incitaron al pequeño Alex estremecerse sin motivo aparente mientras le devolvía su desganada mirada a quien inclinaba a un costado la cabeza, de nuevo inspeccionando sobre la cabeza de su reciente interés. En busca de ignorar la investigación a la que era sometido sin su consentimiento, Alex devolvió la mirada al frente y avanzó a su habitación en compañía de una de las monjas que ya arrastraba dentro del pasillo a quienes se habían quedado atrás del desorden. Alex no pudo imaginar que el otro niño seguiría su silueta con la mirada y que continuaría encima suyo los días próximos sin que lo notara, ni que esta mirada no disminuiría su intensidad con el paso del tiempo. Mucho menos luego de que otra extraña prueba escrita derribara contra las puertas, probando las capacidades de cada niño acogido entre los muros caoba de la Casa Hogar para huérfanos superdotados intelectualmente. Alexander había respondido cada pregunta en la hoja de maquina sin dificultad y sin imaginarse que Beyond pisaba sus talones en conocimiento respondiendo las preguntas con moderada velocidad, ambos ignorantes de la mirada severa de alguien cuya intervención había logrado que aquel edificio se alzara. El dueño de Wammy's House quien no había tardado en visualizar esos dotes en bruto por los cuales habían sido seleccionados entre las mejores mentes jóvenes de cada estado.

Las estaciones de año pasaron. Verano. Primavera. Otoño. Invierno. El calendario del Wammy's House fue reemplazado por uno nuevo consecutivamente, los meses se escurrieron hasta que siete años pasaron sin más. Alexander era ahora reconocido entre los demás integrantes del orfanato por A, el nombre clave que le había sido asignado a la edad de ocho años tras una serie de pruebas orales frente al fundador mismo del lugar.

Era víspera de año nuevo cuando se encontraba recorriendo los solitarios corredores sin rumbo, simplemente caminando con su extrema delgadez entre sala y pasillo, aburrido de permanecer dos semanas enteras encerrado en su habitación sin atender el mundo de afuera. No había asistido a la celebración organizada por sus compañeros ni había hecho el intento por integrarse a cualquier escenario más allá de la montaña de libros descansando actualmente en su habitación junto a la cama. Se detuvo ante una de las ventanas, recordando por el reflejo que no se había quitado los lentes que permanecieron cubriendo sus rostro ojeroso, casi sintiendo dolor por el liviano aire frío que golpeó en su cara ante la fisura provocada por lo carcomido de la madera. Miró el marco de la ventana un poco, aburrido, cansado y recordando por reflejo la pesadilla sangrienta con la cual había despertado aquella madrugada; como nota mental procuraría no leer novelas de suspenso antes que pudieran proyectarse en su subconsciente y terminase durmiéndose. Miró a su derecha, calculando el tiempo que le tomaría ir al comedor, asaltar las lacenas para algo que comer y regresar antes de que el velador le pillara despierto en horas inadecuadas así que se giró dispuesto a caminar cuando se quedó petrificado en su zona; no estaba solo. Una silueta entre las sombras permanecía quieta, mirándole, como una estatua sin mover un músculo mientras ese par de ojos negros recortaban al joven A de arriba hacia abajo. Entonces, tras recuperar lucidez, Alex no tardó en reconocer a ese ente de mal agüero, pues ambos se descubrían comprendiéndose más que nadie en ese orfanato porque -aunque no tuvieran la intención de tratarse o al menos fingir cordialidad- eran por defecto los seres más similares coexistiendo en un entorno de espinas y aguas turbias. Beyond salió de las sombras en el momento que la fugaz expresión de pánico en Alex se desvaneció, indicándole con su usual indiferencia que su estado mental volvía a ser igual que siempre.

—Por un momento creí ser espectador de un fenómeno paranormal y que comprobaría esas teorías sobre las dimensiones paralelas, es decepcionante— le interceptó B sin alterar ese tono parco dominante en su acento vocal antes de tirar de las comisuras de sus labios, dibujando una sonrisa carente de carisma. —Sólo eres tú, A.

Alex continuó en silencio, esquivando al renombrado segundo mejor que rivalizaba con su coeficiente intelectual. Mejor era continuar su camino e ignorar cualquier cosa cancerígena que pretendiera decirle al dirigirle la palabra con tanto cinismo. B le era alguien indiferente, en realidad no le interesaba buscar una convivencia de ninguna clase con él ya que -desde su contaminada perspectiva, herida con los años de excesiva soledad- cada palabra formulada en los labios de aquel chico se trataban de burlas y provocaciones sin sentido.

—Que descortés, ¿ni siquiera piensas saludarme?

—No estoy obligado a corresponderte de esa manera cuando no me haz saludado correctamente, sólo te acercaste y parloteaste estupideces— dijo A deteniéndose de espaldas a su interlocutor, sintiendo a la ira quemar su garganta.

—Al menos intenté darte a entender que tu presencia no me es indiferente.

—Pues no es así como una conversación funciona.

—No soy poseedor de libretos que indiquen las lineas que debo recitar— replicó con mecánica sorna. —De todas maneras no esperaba encontrar a alguien, además de mi, en los pasillos a estas horas. Es verdad, ¿qué debería hacer? Me pregunto si debo decirle a Roger que te he visto rondar los pasillos durante la madrugada.

—Si se lo dices, no tardará en darse cuenta que tú estuviste en los pasillos durante la madrugada también— espetó Alex con soberbia. —Podrías excusarte diciendo que escuchaste un ruido pero eso no te cubrirá de que estabas despierto cuando sucedió.

—Sería típico— B dio la razón. —Sin embargo, realmente no me importaría ser reprendido si con ese pequeño sacrificio te meto en problemas.

—¿Y de qué te sirve algo como eso?

—No lo sé, quizás siento curiosidad... jamás has estado involucrado con escándalos a diferencia de otros, siempre estás tan aislado que es imposible causarte estrés con cualquier cosa cuando en cada ocasión permaneces en tu recamara y nadie se atreve a molestarte. Quiero saber qué castigo impondría Roger en alguien tan antisocial y reservado como eres tú, A. Me intriga saber cómo reaccionarías.

—Eso es estúpido.

—No lo es— profirió B casi con violencia; sus ojos encendidos por una fuerte emoción, descomponiendo su postura insensible por un instante. —Eres el número uno, A. Todos en el Wammy's House dicen que tienes un gran futuro por delante y que eres alguien especial. Yo no lo creo, yo sé bien que no estarás vivo cuando el momento llegue. Todos tienen grandes expectativas en ti, A, posees más presiones de las que ningún otro sufre.— Alex empuñó las manos, temblando de furia pura. Lo peor es que las palabras de B escupían la verdad y nada más que la verdad y era por eso que no lo soportaba, porque le recordaba la realidad que experimentaba día tras día aún si continuase desconociendo la razón por la que B aseguraba que no estaría vivo para entonces. Lo cierto era que estaba harto de todo, incluso de respirar pero que B se lo insinuara en cada ocasión que tenían de encontrarse le inquietaba un poco menos de lo que lo enfurecía; nadie tenía derecho de llamarle débil sólo por su aspecto deteriorado. —Dime, ¿no has pensado alguna vez en lo satisfactorio que sería seguir el camino que tú mismo haz elegido? ¿Qué se siente ser el único que debe soportar lecciones extra? ¿Qué se siente ser diferente a los demás?

—¡Ya cállate, B!— exclamó Alexander al fin perdiendo la paciencia, golpeando con una palma la atmósfera al girarse para encarar a la figura fachosa de quien reconocían como el segundo mejor y que había desfigurado su forma de ser y apariencia de la noche a la mañana por mandatos de un profesor exclusivo. —¡Cállate y déjame solo! No quiero oírte. No necesito que me repitas algo que ya sé. No quiero que me preguntes algo que me he preguntado desde que comenzamos a ser apartados de los demás. ¡La verdad es que quiero ser normal!— bramó, herido. —Quiero vivir a mi manera. ¡No quiero usar mi cerebro constantemente sin descanso! ¡No quiero salvar la vida de nadie ni ser el reflejo de alguien que no conozco! A todo esto, ¿¡quién es L!? ¿¡Qué lo hace especial por sobre mi!? ¿Él impidió que una Tercera Guerra Mundial estallara sin ayuda de nadie? ¿Es un tesoro de inteligencia insuperable que ha traído la paz? ¡No me jodan! ¡Nadie puede hacer eso! ¡Nadie puede salvar a un mundo roto, infestado de fariseos hipócritas!

Un áspero y pesado silencio gobernó las bocas de ambos muchachos por varios minutos mientras se miraban directamente a los ojos luego de que el vaho ocasionado por la pasión momentánea menguara. B había guardado silencio, receptor del impacto de las revelaciones ajenas, meditando por su cuenta lo que había sucedido. La respiración de A se había alterado en consecuencia al brusco brote de sentimientos fuera de su cuerpo, se sentía más liberado ahora que había expulsado el estrés acumulado por aquellas semanas pero ello mismo le hizo darse cuenta que había dejado caer los anteojos que le servían durante sus lecturas, tal vez en algún momento los había azotado sin compasión contra el suelo, estos tenían los cristales destrozados y un ala de plástico rota; tendría que solicitar nuevos si quería dar cavidad a sus siguientes lecciones privadas. Se arrodilló y tomó el objeto roto entre sus huesudos dedos, perdiéndose en la amplia visión que estuvo ignorando durante mucho tiempo; no recordaba que la libertad se sintiera tan bien. Su cabeza estaba más despejada de lo que nunca había estado antes, parecía que miraba las cosas con más claridad.

—Creía que eras igual que una marioneta hueca.— Los ojos de A llamearon iracundos una vez más en dirección a la silueta de B quien, en apariencia, yacía inmutable. —Me disculpo. En realidad eres sorprendente, ahora te respeto— dijo casi como si el comentario hubiese sido dicho para sí mismo en lugar de estar dirigido a su acompañante. —Dime, A, ¿te gustaría ser mi aliado?

—No estoy interesado en relacionarme con un sujeto que ve el mundo como un espectáculo. No pienso convertirme en tu entretenimiento, B— declaró A sin atisbo de duda levantándose del suelo con los lentes rotos en las manos. —Seré claro, no me agradas.

—Te eligieron porque me superas en intelecto.— Sin ser su intención, Alex se percató de que el segundo mejor ya no miraba sobre su cabeza, esta vez lo veía directamente a los ojos y esto lo conmocionó un poco. —A y B ocupan los dos primeros lugares del alfabeto, pienso que lo mejor para los dos sería cooperar, aunque no podría decir lo mismo del futuro.

—Ya te lo dije, no estoy interesado en acompañarte en lo que sea estés pensando.— A guardó los anteojos dentro de los bolsillos de su pantalón cuya tela parecía no servir para conservar el calor en aquellas delgadas extremidades, su piel estaba helada a causa del ambiente. —Es mejor para mi estar solo.

—A este paso, no lograrás nada de lo que te propongas.

—¿Ah, si?— cuestionó Alexander con una sonrisa psicótica, las pupilas de B vibraron en respuesta a su gesto de enferma naturaleza. —Observame.

Alex se dio la vuelta y finalmente se alejó de la zona, ignorando a B en su totalidad quien no apartó su mirada de esa demacrada figura hasta que se perdió en las cortinas de sombras llenando el pasillo. La luz lunar que atravesaba los ventanales iluminaron la silueta de Beyond de un momento a otro, distorsionando el brillo castaño de sus iris por un color carmín que sólo sería presenciado por el silencio y la quietud que gobernaba en el orfanato durante ese horario. Beyond se quedó en un letargo mental por varios minutos antes de optar caminar hacia el cual había sido su destino establecido desde un principio, reconociéndose -y admitiendo- estar fascinado con la faceta que esa madrugada había conocido de quien se suponía debió convertirse en su rival y que nunca fue posible que siquiera dieran el primer paso a desafiarse, ya fuera de manera personal o pública aquella relación nunca fue posible. Entonces, ¿qué eran? No eran nada, sólo huérfanos ocupando el mismo espacio, viviendo bajo las mismas reglas socialmente pero que conocían las capacidades del otro, respetando su privacidad de alguna manera. Y Beyond no pudo evitar sonreír genuinamente porque sabía bien que jamás superaría a Alex, por mucho que lo deseara; B siempre estaría por debajo de A, mas existían alternativas que no ejecutaría a menos que fuera estrictamente necesario y A surcaba un camino distinto del cual B lentamente comenzaba a formarse en esa vida basada en emulaciones intelectuales.

 

No prestó atención al tiempo que pasó desde su encuentro con B en los pasillos, Roger no le había mencionado nada ni casi deletreado las reglas impuestas en el orfanato así que A podría relajarse y continuar alimentando su cerebro de las palabras impresas en las enciclopedias recientemente traídas a la biblioteca y que ya había pedido prestadas para leer en la privacidad. Sin embargo, los escándalos de pleno enero no tardaron en perturbar su monótona rutina así que A no tuvo más opción que atreverse una vez más a surcar los pasillos, esta vez lo más temprano que le fue posible para que ningún niño se diera cuenta que había salido de su recamara y que por ende intentasen integrarlo con alguna de esas insustanciales actividades que los huérfanos solían organizar para tener mejor comunicación con otros estudiantes y profesores. No es que le asquearan tan tentadoras propuestas, era sólo que le aterraba decepcionar a quienes le llamaban "el más cercano a L", pues A era demasiado tímido para pensar en valerse de su absurda fama para hacer amigos y luego no cubrir las expectativas que todos en el edificio podrían tener.

Sigiloso corrió por los solitarios pasillos hasta llegar al pie de las escaleras del segundo piso, las cuales subió con igual rapidez en busca de un pronto escondite. Alex vio con preocupación que muchos salones estaban ocupados y las salas tenían a dos o tres profesores paseándose con ensayos en mano, los cuales leían cuidadosamente con la intención de calificar cada detalle escrito; a ese paso se quedaría sin opciones y se vería obligado regresar a su habitación con todos los niños volviendo de sus clases. Para su fortuna no tardó en visualizar una nueva serie de escaleras que seguramente le llevarían hasta el ático así que se apresuró plantar sus pies descalzos en los escalones, decidiendo que las polillas y el polvo eran mejor opción que los gritos de otros seres humanos contaminando la atmósfera.

Triunfal se detuvo ante la puerta de madera y sujetó la perilla con adoración pero, al girarla, esta no respondió pese a los muchos intentos que realizó sin éxito. Llegó a la conclusión que podría estar abandonada y que nadie le daba un uso desde hacía demasiado tiempo -era eso o necesitaría de una llave para ingresar al interior- así que intentó con más entusiasmo abrirla, de igual modo no perdía nada con intentarlo. Esta vez usó ambas manos para forzar el seguro, tirando de la rotación de forma violenta cuando al fin la perilla cedió a la fuerza de A y su cuerpo terminó empujando la puerta con presuro, desestabilizando su equilibrio unos instantes antes de que lo recobrara con un par de pisadas hacia adelante, aferrándose a la puerta por igual. Y, recuperándose de la agitación, se dedicó a observar.

Como lo esperaría, A visualizó el aspecto mugriento de aquel cuarto sombrío, estaba lleno de cosas viejas cubiertas por telarañas, telas de colores claros opacados por el abandono, las cuales cubrían, o intentaban cubrir, cajas de madera igual de expuestas a la suciedad. El ambiente poseía un fuerte aroma a madera y con una inhalación podría absorber una gran cantidad de polvo por sus poros. Pero Alex se interesó más en la ventanilla que dejaba entrar un poco de luz en el depresivo desorden de artículos antiguos, y se acercó a esta ansiando ver el patio del orfanato desde un angulo alto sin haber tenido la necesidad de abandonar el interior de la construcción, observando satisfactoriamente la decente vista. Pudo observar el bosque del fondo, las orillas del territorio de Wammy's House, la cancha de fútbol, el vasto terreno dedicado a un invernadero, otras zonas libres para el disfrute de los niños y la capilla. Se sorprendió de verlo ya que nunca desde su estancia sintió interés en explorar el escenario por el que ahora sentía vibrar en su ser un fuerte sentimiento de melancolía. Como si extrañara esos espacios que nunca pisó físicamente se recargó sobre el dorso de sus manos recargadas en la madera polvorosa, anhelante de un futuro difuso al que ni siquiera imaginaría pertenecer. Pensó en su pasado, aquellos recuerdos que le atormentaban cada noche impidiéndole dormir, en su presente y el tan anunciado futuro como el reemplazo legal del tan afamado mejor detective del mundo; L.

Roger -inclusive el mismísimo fundador del orfanato- le habían hablado alguna vez del tema que incluían en ello sus deberes y forma de vida que actuaría como propulsor que cubriría cada una de sus necesidades, sin que precisara preocuparse por la estabilidad culinaria o económica, siempre y cuando alcanzara el nivel del renombrado L por quien abandonaría sus propias convicciones o posibles sueños. Después de ver este paisaje, A realmente se preguntaba si quería eso, si sólo esforzarse para alcanzar a L tendría su calidad de vida asegurada a cambio de resolver crímenes imposibles para la policía. ¿Seguir siendo marioneta hasta el final de sus días era el futuro que anhelaba para sí? ¿Era posible? ¿Podría él cumplir tantas visiones y expectativas sólo archivando toda la información del mundo? El cerebro no era un disquet* de computadora, no era una memoria infinita, era carne con funciones estratégicas para el cuerpo, no era superior a lo que le rodeaba. Un ecosistema es mucho más grande que un cerebro, ¿cómo podría mantener el orden de una sociedad que le supera por billones de otros cerebros conformándolo? Lo que le había dicho a B su último encuentro expresó lo que A consideraba su perspectiva en ese instante de quietud intelectual. Nadie puede sobrepasar el caos como si se tratara de un juego de mesa por mucha inteligencia o por mucho poder que poseyera la persona.

Alexander descendió el angulo de la mirada por mero reflejo, ubicando con impresión la figura de Beyond que caminaba sobre el pasto en linea recta con las manos dentro de los bolsillos del pantalón, complemente solo. ¿A dónde se dirigía? Se preguntó inconscientemente mientras dejaba a sus pupilas perderse en esa espalda encorvada y en ese caminar fatigado. Después de mirarlo, notaba que era el único de ese orfanato por quien sentía una especie de empatía. Su presencia le causaba recelo pero no le repudiaba como lo pensaba al principio, tal vez -si las circunstancias hubiesen sido distintas- pudieron haber sido amigos, quizás compañeros que comparten información por unos cuantos momentos divertidos. Sin embargo, ahora veía esa posibilidad tan lejana e imposible porque ninguno de los dos se dio el tiempo de tratarse como algo más que meros desconocidos. Habitaban planos distintos. B era como un artista sin titulo que se encierra en su propio mundo donde no habita nada más que un objetivo sin nombre. A era similar en ese sentido pero se diferenciaba con el hecho que sus dotes eran reconocidos por personas importantes como Watari, el hombre a lado de L, o Roger, el técnico que distribuye el conocimiento por medio de un sistema público. ¿Acaso personas así llegarían a compartir objetivos? A era un reemplazo del emblema hecho hombre y B era el respaldo del reemplazo. Aunque ambos fueran similares no podían ser iguales, A continuaba siendo el primero y B el segundo en la lista; Alex se sorprendía que esta realidad incuestionable no hubiese evocado envidias o discordias, al menos una nimia rivalidad pero B no corría detrás suyo, no parecían ser estos sus planes. En todo caso, ¿qué pensaba B de sí mismo? ¿Quién era B? Ojala Alex pudiera darle respuestas a cada una de sus preguntas casuales.

Cerró los ojos, sintiendo al sueño aturdir todo su organismo.

 

El tiempo que pasó en el ático simplemente se desvaneció, despertándose gracias al sonido de las gotas de lluvia golpeando contra el cristal de la ventanilla ante la cual A se había quedado dormido. Se removió y estiró sus flacas extremidades como un gato después de concluir una siesta, en un intento por desperezarse. No tardó en sentirse helado así que se frotó ambos brazos, uno sobre el otro, tratando de estimular su propio calor corporal y se levantó del suelo con intenciones claras de abandonar el ático. Ni siquiera le importó ser visto cuando cruzó la puerta y caminó carente de cautela por el pasillo sin dejar de abrazarse, por suerte no había nadie llenándolo, tal suceso lo agradecía a todos los dioses mencionados en la literatura de las distintas culturas que había leído con anterioridad. Continuo castañeando los dientes esperando terminar rápido su trayectoria para entrar de una vez por todas en su habitación y meterse bajo las mugidas cobijas que seguramente no tardarían en calentarlo. Como deseaba una tasa de chocolate caliente en ese momento.

—Oh, Alex.— El aludido se pasmó en el último escalón del segundo piso, inquietándose cuando reconoció aquella voz perteneciente al director del orfanato. Se volvió hacia él más apurado que curioso. —Te estuve buscando. No es usual que dejes tu recamara y temí que tu caso fuera el mismo.

—¿El mismo?— repitió A de forma inconsciente.—¿ Qué pasa?— cuestionó, prestando atención a las palabras insinuantes del adulto. ¿Se trataría de un extravío? Se preguntó quién sería capaz de desobedecer las rutinas reglamentarías durante la hora de queda.

—Se trata de B— contestó Roger, activando un sensor de alarma en Alex; debió imaginarlo, lo había visto caminar lejos de la casa mientras él estaba resguardándose del ruido en el ático aunque suponer cuáles podrían ser sus acciones siguientes en consecuencia no era nada fácil. —Nadie lo ha visto y me preguntaba si tú podrías saber en dónde está. Soy consciente de que no suelen relacionarse mucho pero espero seas capaz de darme alguna referencia, por muy pequeña que sea la apreciaría mucho.

—No lo sé— Alex mintió. No podía decirle que lo había visto abandonar la construcción, pondría en evidencia su nuevo escondite y no quería que pasara eso, ya se inventaría una excusa que justificara su estancia en los pasillos. —Acabo de salir a caminar y no me encontré con nadie en ese lapso. Debería estar en su habitación pero si usted lo está buscando debe estar muy escondido. Tal vez esté afuera, es alguien excéntrico así que no dudo decidiera observar la lluvia en medio de ella.

—Eso me temo.— Roger le dedicó una mirada a las puertas entreabiertas del patio, causando que A lo imitara antes de devolver la mirada en su dirección con una marcada mueca de sospecha. —Disculpa que te pida esto, Alex. ¿Podrías esperar su regreso y comunicarle que lo estoy buscando? Yo revisaré otros sitios dentro de la casa.

Alex deshizo su expresión, despidiendo indiferencia. Se esperaba una petición como esa, no era la primera vez que el director o varios profesores de turno intentasen abrirlos a la convivencia, quizás porque eran el primero y segundo mejor o simplemente porque ninguno parecía sentir interés por las relaciones sociales. El gesto a Alex le parecía molesto pero era mucho más molesto atreverse a replicar negativas y soportar insistencias así que aceptó con un breve asentimiento de cabeza, el cual le dio a Roger libertad de marcharse de su lado con un semblante de preocupación que no pasó desapercibido para A. El primer mejor suspiró con cansancio, tomando la elección de ir a su recamara y tomar un par de frazadas que le ayudaran evitar una innecesaria hipotermia en ese horrendo ambiente de frío y humedad. No le tomó mucho tiempo volver para sentarse en el suelo a la espera de Beyond, a pesar de que internamente deseaba que ese tipo estrafalario no cruzara jamás la puerta, que apareciera en otro sitio donde Roger lo encontrara, evitándose mirarle la cara. Las horas se inundaron justo como se inundó la entrada de charcos lodosos mientras A aguardaba medio-dormido -medio-consciente- a que las puertas a su costado se abrieran. Perdía esperanzas de que su actual actividad estuviera siendo productiva, no descartaba la probabilidad de que Roger ya se había encontrado con B, por eso se lamentaba no haber traído consigo un libro de física cuántica en lugar de la cobija extra que todavía reposaba en sus rodillas; claro que aún podía desdoblarla y echársela encima como la que rodeaba su espalda, cubriendo lo requerido su cuerpo pero optó por yacer en la misma postura, aburrido. De pronto un fuerte sonido contaminó el silencio, volviendo a Alex consciente de que B en verdad estuvo afuera todo ese tiempo haciendo sabe qué cosa. B sin duda se sorprendió de visualizar al otro allí, el cual terminó levantándose del suelo y recibiéndolo con una cobija que no tardó ofrecerle en cuanto rompió la distancia entre los dos.

—No te molestes en regresarmela. Después de darle uso es tuya, te la regalo— dijo A con obstinada hosquedad, esperando tan sólo a que Beyond tomara la frazada en sus manos para girarse y finalmente largarse de ahí, cosa que B hizo. —El director te estaba buscando, ve a su oficina, puede que tenga asuntos importantes que tratar contigo.

—A.

Alex se detuvo por inercia cuando escuchó la voz de B y chasqueó la lengua pues bien podría ignorar lo que ese tipo tuviera para decirle pero no pudo concretar alejarse para dejarlo con las palabras en la boca. Se quedó quieto a regañadientes. Sin embargo, B no prosiguió, dejó que sólo el sonido de la lluvia llenara la atmósfera. Alex no lo podía creer. ¿Esperaba que él lo interrogara? No sabía que B podría ser tan problemático, A no era bueno haciendo preguntas, no quería dar cavidad a un interrogatorio, de todos modos no le importaba.

—¿Q-Qué?— tartamudeó, sintió a sus mejillas calentarse un poco pero se dio fuerzas para darse la vuelta y enfrentar lo que fuera B sintió el impulso de decirle. —¿Qué?— reiteró esta vez con el volumen suficiente para ser percibido. B guardó silencio un micro-segundo más pues no esperaba ser atendido con tanta docilidad.

—... Estuve pensando— se animó a decir.

—¿Qué cosa?

—¿Crees que sólo somos prototipos de laboratorio...—; B rectificó—inventos?

—¿Ah?—. Alex se desentendió enseguida con los términos.

—Nosotros— aclaró, deshaciendo el nudo en su garganta. —Watari financió este orfanato, introdujo sus reglas, estructuró sus funciones pero, ¿L estuvo de acuerdo en crearlo? ¿Sabe quienes somos nosotros? ¿Sabe que vivimos bajo el yugo de su sombra? ¿Cree que somos inferiores a él o ni siquiera nos está mirando?

—No entiendo— confesó Alex con miedo, el semblante de B lo asustaba.

—Quiero saber...—; Beyond se abrazó a sí mismo temblando. Alex no creía que este comportamiento tuviera relación con el frío que azotaba sus cuerpos, este parecía el reflejo de las inquietudes que estaban atormentando a Beyond Birthday. —Si L existe— agregó dejando que una sonrisa insana estirara sus labios dentro de un estímulo demencial.

Notas finales:

Listo, esta es la primera parte de este Twoshot, gracias por leer si llegaron hasta aquí. 

Adiosito.


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