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Apuestas y demostraciones por InuKidGakupo

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Avatar: The Last Airbender, sus personajes, secuelas y cómics no me pertenecen.

Notas del capitulo:

NA. Está ubicado después del cómic "Norte y Sur" o sea, más o menos tres años después del fin de la guerra.

—Bueno...— dijo, sonriendo ampliamente mientras movía sus dedos sobre el tablero y colocaba su pieza con decisión. —Gané — sonrió burlesco y victorioso, incluso un poco engreído. Sokka frunció el entrecejo y se quedó mirando el resultado unos segundos, acariciándose la barbilla como si necesitara meditar detenidamente en qué momento es que su estrategia había salido mal.


—Hiciste trampa — aseguró de pronto, levantando el rostro y mostrando un gesto totalmente convencido.


— ¡Claro que no! — Zuko gruñó, acariciándose la frente un momento para calmar su rabieta ante aquella acusación, lanzando sus ojos dorados a Sokka, luciendo esta vez irritado y molesto. —Es la octava vez que pierdes, ¿Por qué no admites que das asco en el pai sho? No hice y trampa y lo sabes — Sokka bufó y se cruzó de brazos, clavando sus ojos azules en el tablero de manera pensativa, como generando en su mente un nuevo plan.


—Juguemos una vez más — pidió y Zuko negó, cruzándose de brazos y torciendo la frente en irritación.


—Sokka, llevamos toda la tarde aquí, es suficiente, tengo muchas cosas que hacer además de humillarte en esta tontería — se puso de pie y trató de pasar de largo al guerrero de la tribu agua, pero este le frenó el camino en un arrebatado movimiento antes de que Zuko alcanzara la puerta.


— Hagamos otra cosa entonces, ¿qué dices? Debe haber algo en lo que yo sea mejor — el maestro fuego pasó su mano sobre su rostro en clara señal de fastidio, suspirando y tomándose unos segundos para responder.


—Mira, esto era divertido pero basta de intentarlo, ¿quieres? Te gané con las espadas, te gané nadando, te gané corriendo, te gané cocinando, escalando, comiendo, bebiendo alcohol, ahora te gané en el pai sho. Sé hombre y acepta tu derrota, ahora me largo — hizo amago de irse una vez​ más pero Sokka lo detuvo por el brazo, volviendo a interponerse en su camino.


— Bien, ¿por qué no lo hacemos más interesante​? jugamos de nuevo Pai Sho, el que pierda tendrá que quitarse una prenda de ropa — Zuko lo empujó lejos de sí ante aquello y frunció en disgusto, negando ante esa tontería.


—No me interesa verte desnudo, Sokka, porque eso no hará que los resultados cambien. Volverás a perder, ¿por qué no mejor vuelves con Katara? — el moreno torció su rostro, airado y ofendido, colocando sus brazos en jarra en un intento de lucir maduro.


— ¿Por qué me invitas a tu casa, luego me tratas mal y me terminas por correr? — Zuko negó ante eso y necesitó acariciarse el puente de la nariz, ya sin paciencia.


—En primer lugar, Sokka, yo no te invité. Tú llegaste al palacio con todas esas tonterías de retarme a todas esas cosas. Y en segundo lugar, no te estoy corriendo, solo que esto es tan bobo e innecesario, solo acepta mi superioridad y déjate de tonterías — el moreno rió ligeramente y se encogió de hombros, como si le restara importancia a lo anterior.


—Bueno, da igual eso, amigo Zuko, lo importante ahora es que yo no puedo rendirme, debe haber algo en lo que definitivamente sea mejor — Zuko rodó los ojos, con fastidio, haciendo de nuevo a un lado a Sokka con la intención de abandonar su propia habitación. —No, Zuko, por favor, déjame pensar algo, será la última cosa, lo prometo — rogó desesperado, y aunque lo hacía totalmente en serio, lucía cómico y burlesco, infantil y bobo, como todo lo demás.


—Bien, piensa rápido entonces — Sokka sonrió un momento ante esa concesión y cerró los ojos, acariciando de nuevo su barbilla en concentración.


— ¡Lo tengo! — gritó emocionado, golpeando una de sus palmas con su puño en muestra de haber dado en el clavo. — Ya sé en qué cosa soy mejor que tú — Zuko levantó su ceja en interrogativa y Sokka sonrió cretinamente, horondo, señalando a Zuko para remarcar su punto. — Soy mucho mejor que tú con las mujeres — Zuko cerró los ojos y negó, cansado ya de tantas tonterías.


— Y, exactamente, ¿en qué te estás basando para decir eso? — su voz sonó frustrada y Sokka rió ladino, engrandecido y destilando con su rostro creído el orgullo.


— A mí me persiguen las mujeres, mi querido Zuko — su tono de galantería asqueó al señor del fuego y siseó un gruñido, apartando la vista a un lado con remarcado desprecio.


— Hay un grupo de chicas lindas esperando y asechando afuera del palacio, aguardando solo por mí, sí estamos hablando de cantidad de pretendientes entonces con facilidad vuelvo a ganar — Sokka agitó la mano en el aire y negó, rodeando a Zuko por los hombros y reiterando su rostro analítico, como si fuera un gran sabio.


—Oh, Zuko, pero tú tienes dinero, entonces no cuenta — explicó y soltó una risa burlesca.


— ¿Y eso qué? ¿Estás insinuando que la única razón por la que me siguen es porque soy el Señor del Fuego y no porque sea atractivo? — su pregunta fue absolutamente retórica y retadora, soltándola con sarcasmo y ofensa, pero para su sorpresa Sokka amplió los ojos y asintió, de acuerdo.


— ¡Exactamente eso! Al fin lo entiendes — Zuko negó incrédulo ante la estupidez de su amigo y rodó los ojos, cruzando sus brazos en indignación. — Y la razón por la que a mí me siguen es porque soy terriblemente apuesto, carismático y... quizá también por algo más — arrastró esas últimas palabras y lo miró directamente en un aire cómplice que el maestro fuego no entendió.


— ¿A dónde quieres llegar, Sokka? Ve al grano — el moreno mostró todos los dientes y soltó a Zuko, parándose justo delante de él.


— ¿Acaso no lo entiendes? El secreto está en mi boca, apuesto a que soy mucho mejor que tú besando...


—Bien, ahora me voy — Zuko se volteó a la puerta para abandonar a Sokka y sus cosas estúpidas de una vez, pero al poner una mano en la puerta Sokka puso la suya propia arriba, impidiéndole salir.


—Espera, Zuko, al menos escúchame — rogó y Zuko soltó la puerta, girándose con violencia a él.


— ¿Qué quieres que escuche, Sokka? No tenemos modo de demostrar eso y no voy a concederte una victoria a la que no puedo experimentar y refutar — Sokka asintió, concediéndole la razón, pero no por eso luciendo decepcionado.


— Ahí es donde entra mi increíble plan — Zuko soltó aire ruidosamente y volvió a rodar los ojos, ya sin poder imaginar el nivel de tonterías que seguramente estaban pasando por la cabeza del chico.


— Bien, te escucho — volvió a cruzarse de brazos y Sokka volvió a emocionarse al retener a su amigo, poniéndose serio para entrar en su papel de inteligente habilidoso.


— Sólo tenemos que besar a la misma chica para que ella nos diga quién lo hace mejor, ¿no? — Zuko asintió y Sokka se golpeó el pecho suavemente, orgulloso de sí mismo ante tan brillante plan. — Y... entonces... tal vez podrías convencer a Mai de besarnos a los dos...


— ¿Y porque no mejor le decimos a Suki si quiere besarme? — el Señor del Fuego reaccionó de inmediato, enfadado y reacio, cortando su tren de ideas y atacando de vuelta con la misma premisa que se atrevía a soltar Sokka sobre besar a Mai.


— Tienes razón, sin involucrar a nuestras novias. Gran idea su majestad — Zuko frunció amenazante y Sokka rió con la intención de calmar la evidente molestia al insinuar besar a su chica. —Mejor que sea alguien neutro... ¡Ya sé! ¿Por qué no le decimos a Toph?


— ¿Y por qué no mejor a Katara? — Sokka arrugó el rostro y sacó la lengua, totalmente asqueado ante aquella proposición.


— ¡Ugh! Ella es mi hermana — se quejó y Zuko puso los ojos en blanco ante la obviedad.


— Y Toph es una niña, maldito degenerado — reclamó lo anterior que había dicho y Sokka entendió que seguramente besar a la pequeña maestra tierra era un pecado casi igual de grande para él.


— Bien, entonces... no tenemos otra opción... — comenzó, mostrándose serio una vez más. —Tendremos que hacerlo entre tú y yo — Zuko quiso reír ante aquello, negando involuntario y girando sobre sus talones para finalmente poder irse. — No, Zuko...


— ¡Vete al demonio, Sokka! — exclamó, ya sin tolerancia, quitando su brazo del agarre instantáneo que hizo el moreno para intentar detenerlo.


— Por favor, piénsalo — rogó, lanzándose sobre él y aferrándose a su brazo para no dejarlo partir.


— Lo único que pienso es que has bebido mucho — trató de quitárselo de encima pero el agarre del guerrero del sur era mayor.


— ¡Pero si tú has bebido más! — trató de justificar su cordura, mostrándose totalmente convencido de su posición.


— Sí, pero tú eres el que está diciendo tonterías — volvieron a forcejear, pero Sokka se​ movió solo para pegarse ahora a su cintura, volviendo más fuerte su agarre.


— Por favor, Zuko, por favor, será lo último, no te pido nada más, nadie tiene que saberlo, por favor, por favor, por favor... — Zuko dejó de luchar y suspiró hondo, dejando sus hombros caer mientras su cara disgustada se bañaba en resignación.


— Ni siquiera hay modo de demostrar quién es mejor si el beso es entre nosotros — Sokka notó su cooperación y se irguió, tan fresco como si estuviera hablando de cualquier banalidad o cualquier otra de sus tonterías sinsentido.


—Lo sé, entonces tendremos que cambiar un poco las cosas — Zuko quiso llorar ante lo que seguramente sería otra estupidez, pero solo asintió para que el otro dijera de una lo que pensaba. — Si tú besas mejor que cualquiera de mis chicas, tú ganas. Pero si yo beso mejor que alguna de las tuyas entonces ganaré está ronda y estaremos a la par, ¿bien? — ni uno de los dos notó que aquello carecía de sentido o de propósito, no había en realidad una verdadera forma de ganar. Pero era entonces que realmente los dos estaban lo suficientemente alcoholizados para no notar eso y darle alguna especie de validez, o era que muy profunda y retorcidamente algo en ellos de verdad quería llegar a eso.


— Si lo hago... ¿dejarás esta locura finalmente? — preguntó Zuko, sin poder creerse a sí mismo que estaba realmente contemplando hacer semejante tontería.


— Claro que sí — Sokka asintió, positivo y sin disminuir un poco su entusiasmo.


— ¿Y te irás de una vez? — siguió, mirándolo fijamente.


— Lo que usted ordene, su majestad — Zuko cerró los ojos y tomó aire pesadamente. Sokka, ansioso, lo miró expectante a su respuesta.


— Bien, acabemos con toda está sarta de barbaridades de una vez — soltó en breve antes de que se arrepintiera y la valentía del alcohol se fuera de sí. Era la única manera de sacarse a Sokka de encima y tomaría esa alternativa por más desagradable que fuera. Se sentó pesadamente en el suelo de piernas cruzadas e indicó a Sokka hacer lo mismo justo delante de él. El moreno obedeció y sus rodillas chocaron un momento por estar tan cerca, quedándose en silencio y en preámbulo unos segundos hasta que Sokka puso sus manos sobre los hombros de Zuko, totalmente listo.


— Espera — Zuko levantó una de sus manos indicando un alto, suspirando entrecortadamente y meditando lo que tenía para decir. — Antes de que lo hagas, hay tres reglas que debemos seguir. Uno: esto es sin... meter la lengua, será un beso solo de labios. Dos: no respires sobre mi rostro, contendremos la respiración; y tres: será con los ojos cerrados, no quiero ver tu rostro tan cerca de mí — Sokka suspiró también y asintió una vez, con su expresión aún firme.


—Bien, yo tampoco quiero ver tu cara — soltó, enderezando la espalda. —Además esto es un asunto de hombres, Zuko, despreocúpate y mejor prepárate para perder — Zuko dio una última negativa ante lo contradictorio de sus palabras con lo que estaban a punto de hacer, pero ya no había marcha atrás y mientras más rápido lo hicieran, más rápido podría darle fin a ese estúpido asunto.


—Bien — acordó, cerrando los ojos. — Hazlo — siseó y sostuvo la respiración.


— ¿Qué? Espera, ¿por qué tengo que hacerlo yo? — Zuko volvió a abrir los ojos con violencia y le lanzó una mirada de reclamo a su interlocutor.


— Porque tú eres el grandísimo estúpido que propuso hacer esto — el moreno asintió y volvió a poner sus manos en los hombros de Zuko, sin embargo, al tenerlo así, los nervios comenzaron a invitarlo y de pronto toda el coraje que tenía para hacerlo se desvaneció, ocultando apenas la duda y el arrepentimiento de su rostro, no podía echarse para atrás a esas alturas, tenía que intentarlo al menos, no podía quedar como un cobarde y además como un perdedor.


— Hagámoslo al mismo tiempo, ¿sí? — Zuko lo dudó un momento pero terminó por asentir, sintiendo el mismo vacío y temblor dentro de su cuerpo, la vacilación y la alarma clara de que lo que estaban a punto de hacer era algo completamente descabellado, que sencillamente terminaría mal.


— Ok. Uno... — murmuró, sintiendo los dedos de Sokka clavarse en sus hombros.


— Dos... — Sokka cortó un poco la distancia y sintió a Zuko moverse también hacía él.


— Tres — el guerrero de la tribu agua sintió el suave golpe del suspiró de Zuko al decir esa última palabra sobre su rostro y supo entonces que era el momento.


Ambos tomaron aire y sus rostros colapsaron con suavidad casi calculada que los unió armoniosamente. Ni uno de los dos se movió en primera instancia, sintiéndose, tratando de caer en cuenta de que realmente lo estaban haciendo. Sokka fue el primero en comenzar a mover sus labios y Zuko sintió que su estómago se apretaba y que su corazón saltaba dentro de su cuerpo hasta chocar duramente contra su pecho. Las manos le temblaron y de pronto su agitado pulso lo ensordeció, se sintió perdido y quiso salir corriendo por la conmoción.


Correspondió al beso más por reflejo que porque recordara la tonta competencia, impresionado y embelesado, bastante fascinado, tanto que incluso olvidó todo y se concentró en ese par de labios que lo aprisionaban y lo succionaban sin consideración, con fuego en cada movimiento, con pasión y con experiencia, con dureza propia de un guerrero, con entereza y firmeza que lo hizo sentir débil al mismo tiempo que le dio la sensación de estar protegido.


Sokka, perdido en la suavidad de aquel par de rosados labios, ya no pensaba tampoco, solo seguía  lo que generalmente hacía, perdiéndose rápido en el movimiento lento y pasional del otro que prontamente se acopló al suyo y se acompasó, se hizo tan suave y obediente que una descarga de adrenalina bajo a su entrepierna ante aquella sumisión y contradictoria fiereza.


Ambos olvidaron las reglas que habían puesto y tomaron lenta y discretamente aire entre aquel beso, olvidando también el primero de los puntos, como si no existiera. Zuko sintió la lengua de Sokka chocar con sus labios, pidiendo permiso para entrar. No supo si quiera en que momento​ abrió la boca y le dio paso a aquella cálida y húmeda extremidad que comenzó a jugar con su propia lengua, que comenzó a saborear, a invadirlo con su propio néctar al mismo tiempo y volverlo completamente loco.


Zuko sintió que ya no estaba ahí, que había desaparecido, que había muerto y había llegado a un vacilante lugar, a una perversa fantasía que lo acunaba y lo cubría, una cálida de la que no quería escapar. Sokka sintió su pecho subir y bajar a prisa, su boca exigente pegada al otro con arrebato y vehemencia en una situación que no quería frenar, degustar aquellos labios era una gloria a la que no hubiera querido ponerle fin. Sin embargo, saliéndose de aquella agradable y acogedora situación, su entrepierna comenzaba a arder más de lo que le gustaría y la electricidad sobre su espalda no podía parar, sí seguía así, quién sabe dónde terminaría.


Finalmente se hizo hacia atrás y rompió el contacto lentamente, abriendo los ojos al mismo tiempo que el maestro fuego, quién sin desearlo mostraba disgusto ante el fin de aquel peliagudo encuentro.


Fue cuando se miraron a los ojos que todo volvió a sus cabezas y la razón los bofeteó, la cordura y la concentración. Zuko se alarmó sobremanera y endureció el rostro, mirando los labios de Sokka con miedo, miedo ante el obvio deseo.


Sokka a su vez contempló los rosados e hinchados labios del Señor del Fuego y su subconsciente le reclamó lo que había hecho, era un demente, todo eso no había sido más que una estupidez.


— Te dije que no metieras la lengua — reclamó el maestro fuego, poniéndose de pie a prisa y dándole la espalda al otro guerrero para ocultar el creciente sonrojo en su rostro, avergonzado por sus recientes actos, por sus intensos deseos de continuar haciéndolo.


—Ey, eso es lo que me hace ser tan bueno — Sokka trató de sonar divertido, sonriendo forzadamente en un gesto vacilante.


—Como sea, me voy — Zuko se aproximó veloz a la salida y Sokka sintió que debía detenerlo por alguna razón, algo incluso más grande y fuerte que su juego o su propia inteligencia.


— Espera... — pidió, mirando a Zuko detenerse y dudar en la salida. Sin embargo, nada vino a su cabeza, en realidad comprendió que no había nada fuera de todo eso que decir. — ¿A dónde vas? — preguntó, dudoso, sonriendo torpemente para intentar volver a su faceta de chico tonto. — No me has dicho si gané — Zuko se encogió de hombros y apretó los labios duramente, sin estar seguro de qué responder.


—Claro que no, fue horrible — espetó al contrario de lo que sentía, del ardor que aún cosquilleaba por su boca, del deseo de volver y pedir más. —Y ahora mismo solo quiero lavarme la boca — agregó con tono ácido, saliendo finalmente del cuarto y azotando la puerta corrediza detrás de él.


Sokka, con los ojos abiertos como platos y la sensación de los efectos del ligero y casi nulo alcohol que había tomado abandonándolo volvió a cuestionarse todo lo anterior. Se había dejado llevar por sus acciones e impulsos estúpidos, no había pensado siquiera en las consecuencias, lo había dicho por decir y ahora sentía que algo raro había pasado con su amigo, seguro que ya lo había arruinado todo.


Se dejó caer sobre el piso y miró al techo, pensativo, rememorando vívidamente lo anterior, sintiendo de nuevo ese hormigueo en sus partes nobles.


— ¿De verdad beso tan mal? — preguntó para sí mismo, sonriendo una vez que su propia mente se rió de su situación. Tras una ligera agitación de su cabeza se quitó aquel sentimiento extraño y también la responsabilidad y la culpabilidad.


Zuko había aceptado hacer eso, así que después de todo, no era totalmente problema de él.


Fuera de la habitación, recargado en la puerta y sin poder moverse por el temblor en su cuerpo, por el miedo de que las piernas le fallaran y pudiera caer, Zuko se tapó la boca y trató de calmar su respiración, ¿qué mierda había sido todo eso? ¿Cómo es posible que el tonto de Sokka hubiera podido ponerlo así con solo un beso? ¿Qué embrujo extraño había puesto ese hombre sobre él?


Sacudió su cabeza en un intento por quitar esos pensamientos de su fuero interno, por detener de una vez lo agitado de su respiración.


Miró a los lados y decidió finalmente partir por el pasillo, rogando a los Dioses que su sonrojo se desvaneciera de su rostro antes de que alguien notara aquella tan particular perturbación que llevaba remarcada en su semblante.


Esa había sido, sin duda -y así no lo quisiera admitir jamás-, una muy evidente y limpia victoria para Sokka.

Notas finales:

NA. Se supone que iba a ser un one shot y lo iba a acabar aquí. Pero no dejo de pensar en lo que podría pasar después y seguro que terminaré por escribir un segundo capítulo mucho más profundo, extenso y justificado xd


En fin, gracias sí alguien leyó, saludos!


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