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Medicina Experimental (Editado) por Izuspp

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Notas del fanfic:

Este fic fue escrito originalmente en el 2011. Nunca pensé que lo iba a terminar, pero hace poco lo releí y al darme cuenta de lo mal escrito que estaba al principio, pero que la historia era bastante entretenida, decidí tanto editarlo como darle un final. El fic me gustaba mucho y por eso decidí que no podía quedar incompleto.

 

Sin embargo, no borré el original puesto que es la prueba de lo mucho que he mejorado escribiendo, además, no quisiera perder los hermosos reviews que recibí en ese entonces.

 

El fic está basado más que todo en Harvest Moon Back to Nature y More/Friends of Mineral Town, pero también incluye mención de HM Ds y Ds cute.

 

Por favor, tomen en cuenta que el fic está basado en el canon de los juegos, así que al principio va lento, pero les prometo que si le dan una oportunidad, les gustará.

Capítulo 1:

Un cambio

La vida en la gran ciudad no era del todo placentera para Pete1. Y de hecho tampoco le iba demasiado bien: se estresaba fácilmente, no tenía mucho tiempo para divertirse, y sentía que en cualquier momento explotaría. Entonces una mañana, cuando sentía que ya no podía más, la solución cayó en sus manos. Un clasificado del periódico llamó su atención, en este se anunciaba la venta de una granja, con un terreno bastante amplio y a un precio excelente. No lo pensó dos veces, ese día llamó al número telefónico que aparecía en el anuncio y realizó los trámites necesarios para adquirir la granja. Por suerte tenía en el banco unos ahorros que precisamente eran para comprar una casa en la ciudad, pero la granja le pareció mejor inversión. Una vez sellado el trato, renunció a su empleo y les comentó a sus pocos amigos sobre su cambio de domicilio.

Y así, una semana después emprendió el viaje a su nuevo hogar. Luego de varias horas, arribó a Mineral Town; el pueblecito en donde se encontraba la granja. De inmediato notó que era totalmente rural y aislado de las ciudades. Llegó al puerto ya que la única manera de llegar al pueblo desde su ciudad, era en barco. Al desembarcar, notó que un hombre de mediana edad, bastante alto y de complexión atlética se acercaba a él.

—¡Ey! Buen día— dijo el hombre con su voz ronca y grave.

—Buen día— respondió Pete tímidamente. Se le hacía bastante extraño que una persona que no conocía se le acercara de buenas a primeras a saludarlo, ya que este tipo de atenciones y el comportamiento solidario hacia un extraño, no eran actitudes que se acostumbrara en la ciudad. Más luego recapacitó y pensó que no tenía que sorprenderse, ya que debía ser lo normal, para las personas de lugares tan pequeños y aislados como lo era ese pueblo.

—Así que tú eres el que compró esa vieja granja. ¿Sabes? ¡Todo el pueblo habla de tí! —

—¿De mí?

—¡Claro que sí! No paran de preguntarse quién habrá sido el valiente o el tonto que compró ese lugar. Ha estado abandonado por muchos años y ponerlo nuevamente en funcionamiento será una ardua labor. Algo prácticamente imposible. — Al término de su explicación, soltó una enérgica carcajada.

Pete ahora no estaba muy seguro de que haber comprado la granja fuese buena idea. De hecho, si lo pensaba, nunca había trabajado en una y no tenía la más mínima idea de cómo cuidar de un lugar así y sacarle ganancias. Con las palabras que el hombre le acababa de decir, se dio cuenta de ello y comenzó a estar inseguro de poder lograrlo.

—Ya veo...— Se limitó a decir, para no revelarle a aquel extraño sus pensamientos.

—En fin, sería bueno que pasaras por la casa de Thomas, el alcalde. Él te explicará cómo manejamos las cosas por acá. — Le indicó esta vez con cordialidad. — Por cierto, me llamo Zack, estoy seguro de que nos veremos muy a menudo, una vez que comiences a producir; ya que soy el encargado de recoger los productos que los dueños de las granjas quieran vender en el exterior. — Al término de su explicación, le dio un fuerte apretón de manos a Pete y se fue, entrando en una casita que estaba ubicada al lado del puerto.

"Creo que va a ser más difícil de lo que creía..." pensó Pete. Acto seguido, sacó de su bolsillo el pedazo de papel en donde tenía anotada la dirección de la granja y guiándose por las señales que había en los caminos del pueblo, logró al fin dar con la ubicación del terreno. Al llegar y observar bien, pudo notar que Zack tenía mucha razón; se notaba que la granja había estado descuidada por muchísimo tiempo. El extenso terreno que suponía era para sembrar, estaba infestado de rocas de todos tamaños, troncos y malas hierbas. Los establos se encontraban sucios y polvorientos, como si hubiesen estado abandonados por siglos.

La humilde casita no se quedaba atrás: el poco mobiliario que había consistía en un viejo baúl, una cama sucia y chueca, una mesita con su banco y la cocina; que era inutilizable en ese momento. Al abrir el baúl pudo observar varias herramientas herrumbradas en su interior. Decidió que antes de ir a ver mejor el terreno o buscar al tal alcalde, debía poner un poco de orden en su nueva casa. De modo que con una anticuada escoba que encontró en una esquina, comenzó a remover capas gruesas de polvo y a sacarlas fuera de la casa. También quitó las telarañas del techo, sacó la sábana y el colchón que tenía la cama y haciendo uso de una vara, lo aporreó para sacarle la mayor cantidad de polvo posible.

En esa tarea se encontraba cuando una vocecita divertida llamó su atención.

—¡Hola! Bienvenido a Mineral Town. — Le saludó. Al voltear pudo observar al dueño de aquella algo chillona y bastante graciosa voz: Se trataba de un hombre mayor, de cabello castaño con una nariz bastante grande. Tenía un enorme bigote que cubría su boca y era de estatura muy baja. El hombrecito llevaba puesto un traje entero color rojo oscuro y un sombrerito de copa de igual tono.

—Buen día señor...— Saludó Pete de manera cortés.

—Mi nombre es Thomas, soy el alcalde del pueblo y estoy muy contento de que hayas decidido venir a vivir aquí. Solo pasaba a presentarme y a platicarte un poco sobre el pueblo.

—Gusto en conocerlo, mi nombre es Pete. Agradezco su ayuda. — Contestó Pete, dándole la mano al alcalde para saludarlo.

Estuvieron un rato conversando acerca de las leyes del pueblo, luego el alcalde le indicó en donde se encontraban las tiendas y puntos de interés, información que le resultó bastante valiosa. Al final Pete le agradeció al alcalde nuevamente y este se despidió sonriente, indicándole que si tenía algún problema no dudara en buscarlo.

Pete continuó con la labor de limpiar su casa hasta bien entrada la tarde, tenía mucha hambre puesto que no había almorzado; pero no tenía nada para comer en su casa, por lo que decidió ir al pueblo, recordando que Thomas le había dicho que había una posada y restaurante en el centro.

Caminó nuevamente guiándose por los letreros y señales y al fin llegó al lugar. Una pequeña posada de dos pisos. Al entrar pudo ver dispuestas varias mesas y la barra, tras de esta se encontraba un señor de mediana edad, al citadino le llamó la atención que tanto su cabello como su bigote, eran de un color naranja intenso y se notaba que era alguien bastante malhumorado por la expresión que traía en el rostro.

Pete se acercó tímidamente a la barra, mostrando una leve sonrisa, se disponía a saludar al hombre, cuando un sonoro “hola" se escuchó tras él, perforándole el tímpano. Al voltearse pudo observar a una jovencita de más o menos su edad, con el cabello tan naranja como el del hombre tras la barra y con unos profundos y hermosos ojos azules.

—¡Bienvenido a la posada de Doug! Mi nombre es Ann y es un gusto tenerle por acá. ¿Es usted el joven que compró la vieja granja? — Ann resultó ser una jovencita bastante enérgica y extrovertida por lo que parecía.

—Ah, hola. Soy Pete y es correcto, fui yo quien compró la granja. Gusto en conocerte.

—¿Qué te podemos ofrecer, Pete?¿Te gustaría alquilar una de nuestras habitaciones? Supongo que la casa de la granja está inhabitable. — La muchacha rio ligeramente.

—En realidad solo venía por algo para almorzar. A pesar de que es casi la hora de la cena.

—Oh, bueno ¡Entonces viniste al lugar correcto! Mi padre y yo somos los mejores cocineros del pueblo y de muchos otros pueblos he de decir. — Dicho esto, Ann le tomó del brazo y lo acercó a la barra.

—Este es mi padre Doug. Padre, él es Pete, el chico que compró la vieja granja. — Les presentó.

—Un gusto, señor. — Le saludó con una amable sonrisa. El hombre se le quedó viendo por unos instantes con una ceja enarcada y expresión seria, para luego hacerle un gesto para que se acercara. Pete se aproximó al hombre y este le habló casi en un susurro.

—¿No crees que mi hija es muy linda? —

—¡¿Qué?! — Pete se sonrojó de sobremanera con esa pregunta tan inesperada —Bueno, en realidad, lo es...—Aceptó tímidamente.

—¡Por supuesto que lo es, justo como su madre! —Dijo Doug, ahora bastante animado y sonriente.

—Padre ¿de qué están hablando ustedes dos? — Les interrogó Ann.

—Cosas privadas.

—¿Privadas? Pete, dime qué fue lo que mi padre te dijo. — Pete no tuvo más remedio que acercarse a la chica y contarle lo que le acababa de preguntar Doug.

—¡Padre! — La joven se había sonrojado el doble de lo que Pete lo había hecho y se mostraba muy molesta. A lo que su progenitor respondió con una sonora carcajada, Pete no pudo evitar unírsele momentos después, riendo por lo bajo al ver lo avergonzada que había quedado Ann.

Luego de un rato, Doug y Ann le ofrecieron darle la comida gratuitamente por esa vez, a lo cual Pete les agradeció muchísimo, ya que tampoco era que poseyera demasiado dinero, y no sabía cuándo iba a poder producir algo en su granja como para subsistir de eso. Probablemente Ann tenía razón en cuanto a que ella y su padre eran los mejores cocineros, Pete no recordaba jamás en su vida haber probado comida más deliciosa.

Luego de comer, se despidió de sus nuevos amigos quienes le invitaron a volver cuando quisiera, y se dirigió de regreso a la granja. En el camino encontró a varios de los habitantes del pueblo, algunos lo saludaban otros se le quedaban viendo inquisitivamente, mas ninguno lo detuvo a preguntarle nada de momento.

Entró a la vieja casita y abrió nuevamente el baúl de herramientas con el fin de planear lo que haría al día siguiente; todas estaban bastante oxidadas y no le iban a servir para trabajar en el campo. Entonces recordó que, de camino a la posada, había pasado frente a la herrería. Estaba seguro de que allí podrían arreglar sus herramientas. Cuidadosamente en un trozo grande de tela, colocó la hoz, el hacha, el martillo, el azadón, la vieja regadera y salió nuevamente de la casa.

La herrería quedaba muy cerca de su granja por lo que llegó rápidamente y entró esperando que lo atendieran a pesar de ser tan tarde. Dentro hacía bastante calor, pudo ver a un anciano con barbas largas y blancas, quien usaba ropa japonesa frente al mostrador. Se acercó sonriendo y esta vez fue él quien se animó a saludar primero.

—Buenas noches, mi nombre es Pete y acabo de llegar al pueblo, compré la vieja granja abandonada.

—Mi nombre es Saibara y soy el herrero del pueblo como podrás ver. — Contestó el anciano de mala manera, Pete enseguida supo que no era una persona fácil de tratar.

—Mucho gusto señor. Lamento si es demasiado tarde, pero si no es mucha molestia, quisiera pedirle sus servicios para reparar las herramientas que necesito para trabajar en la granja. — Dicho esto extendió las herramientas sobre el mostrador. El anciano las examinó detenidamente por unos instantes.

—Están bastante dañadas, puedo repararlas, pero no durarán mucho tiempo; tendrás que comprar unas nuevas eventualmente. — Le comunicó de manera seria.

—Haga lo que pueda por favor, en este momento no puedo permitirme comprarlas todas de primera mano. — Aceptó Pete un poco avergonzado.

—De acuerdo, cuando estén listas mi nieto irá a entregártelas. ¡Gray! ¡ven acá! — De la puerta trasera del taller un joven que llevaba una gorra color azul se apareció.

—¿Qué pasa, abuelo?

—Este es Pete, acaba de comprar la granja que estaba abandonada y vino a que reparara sus herramientas, cuando estén listas se las llevarás a su casa.

—Gusto en conocerte Gray— Saludó el Pete, mostrándole una sonrisa y extendiendo su mano.

—Un placer...— Contestó Gray con un tono de voz muy bajo, escondiendo su rostro bajo la visera de su gorra lo más que pudo y tomando muy levemente la mano de Pete para darle un imperceptible apretón.

—Entonces lo dejo en sus manos ¡Muchísimas gracias! — Dicho esto salió una tercera vez en camino a la granja.


 

Tuvo una noche bastante mala. Aún olía a polvo y humedad dentro de la casa y el viejo colchón de su cama no era lo que se podía llamar suave. El día siguiente lo pasó arrancando malas hierbas, apartando rocas y troncos con sus propias manos a falta de herramientas. En la noche regresó a la posada donde cenó y conoció a varias personas nuevas: Duke, un jovial hombre de mediana edad quien le contó que era dueño de un viñedo. Rick, un jovencito de cabello largo y rubio, este le comentó que su madre era dueña de una granja avícola y él ayudaba allí junto con su hermana.

También conoció a otra joven de más o menos su edad, llamada Karen. No pudo platicar mucho con ella porque estaba prácticamente ebria. Pero por lo que pudo notar, probablemente era la novia de Rick, por la manera en la que se llevaban. Además, quitando el hecho de que bebía como los grandes, era bastante bonita; con su larga cabellera rubia y unos mechones más claros al frente y sus hermosos ojos color verde esmeralda. Tal vez por eso Rick la quería, ya que además se notaba que tenía un carácter muy fuerte.

Uno de los más interesantes personajes que conoció en la posada ese día, fue Basil. Él era el más claro ejemplo de que la vida al aire libre le sentaba de maravilla a cualquiera. A lo que Pete entendió, Basil se dedicaba a la herbología y era casi tan viejo como lo podía ser Doug o Duke; pero por poco no le cree, pensando que le estaba tomando el pelo cuando le dijo su edad. Basil tenía la apariencia de un joven unos cuantos años mayor que Pete, era bastante fornido y apuesto. Pete no podía creer que prácticamente ese hombre podría ser su padre y esto solo le hizo hacerse nuevas expectativas de su vida en el campo.

Por último, Pete vio como Gray, el joven que había conocido en la herrería entraba a la posada y subía las escaleras hacia las habitaciones. Era extraño, ya que suponía que él vivía con su abuelo, pero no tenía la suficiente confianza como para subir a saludarlo y preguntarle. Siguiendo a Gray a las habitaciones también subió un jovencito de cabello castaño y largo, atado a una coleta. Pete no tenía idea de quien era pero tampoco le dio tiempo de ir a saludarlo, ya que este subió las escaleras rápidamente. Pete pensó en que ya habría tiempo para conocer a todos los del pueblo después, así que luego de pagar lo que comió y despedirse de sus nuevos conocidos, fue directo a su casa.

Pete pasó prácticamente todos los días cumpliendo la misma rutina de comer en la posada de Doug, conocer personas nuevas cada día y trabajar arduamente en su granja. Limpiando todo sin ayuda de las herramientas que al parecer aún no estaban listas. Y por último, durmiendo pésimamente en esa casa a la cual, por más que limpiara no se le iba ese olor desagradable: el olor del abandono.

Ya había pasado más o menos una semana allí, pero no había conocido a más personas ni explorado más el pueblo ni sus alrededores en los últimos dos o tres días, ya que se había dedicado por completo a la granja, casi sin descanso, sin poder dormir adecuadamente y comiendo tan solo dos veces al día ya que el dinero le escaseaba. Entonces esa tarde mientras luchaba por arrancar con sus propias manos una muy arraigada hierba del campo, Pete finalmente colapsó, desmayándose sobre este.

Pero la suerte le sonreía, ya que justamente, ese era el día en que Gray fue a entregarle sus herramientas. Encontrarlo tendido sobre el campo, inconsciente y al ver que sus intentos por despertarlo eran en vano; Gray lo cargó sobre su espalda y lo llevó a la clínica del pueblo.

Poco a poco, el granjero fue retomando consciencia. Bajo sí, Pete sentía una superficie muy suave, sabía que no podía ser su cama, era mucho más cómoda, cálida y olía muy bien; no a moho como su colchón. Abrió sus ojos lentamente, sin llegar a reconocer el lugar en donde estaba, pero suponiendo que en ese mismo instante lo averiguaría. Lo primero que vio, fue una luz blanca muy potente que estaba en el techo sobre su cama y al voltear a ver a los lados; al fin se dio cuenta de que estaba en alguna clase de hospital. Se encontraba sobre una cama y a su lado tan solo había una mesita, todo estaba rodeado por unas cortinas color azul cielo. Se incorporó restregándose los ojos y se percató de que tenía mucho dolor muscular y de espalda.

—Al parecer me sobre esforcé demasiado...— Murmuró para sí. Justo antes de sobresaltarse, al escuchar las cortinas correrse en ese mismo instante.

—Así que ya despertaste. — Le dijo una voz varonil y muy seria. El rostro de su dueño, combinaba perfectamente con la seriedad de su voz: se trataba de un hombre alto y bien parecido, por su atuendo, Pete supuso que se trataba del doctor. Un especulo enorme y antiguo coronaba su cabeza, la cual estaba poblada por un abundante cabello muy negro, cuyo flequillo caía graciosamente sobre la frente del hombre. Sumado a esto, el doctor no podía tener muchos años más que el propio Pete y eso le hizo pensar que debía ser alguien muy inteligente o muy inexperto.

—Buen día. ¿Doctor?

—Buena noche querrás decir. Has dormido todo el día y gran parte de la noche, pero no es de extrañarse. Sufriste un colapso físico a causa de la extrema fatiga, debes quedarte aquí al menos todo el día de mañana también.

—¿Qué? ¡Eso es imposible! tengo que trabajar. Es muy importante que continúe trabajando en la granja todo el tiempo que pueda. — Pete sabía que moriría de hambre si no comenzaba pronto a producir en su granja y no podía simplemente darse unos días libres en la clínica.

—¡Calla! Yo soy el doctor y yo digo que es lo mejor para la salud de mis pacientes. Por ningún motivo voy a permitir que salgas de aquí en el estado en el que te encuentras y menos a continuar trabajando. Ustedes los citadinos llevan una vida demasiado acelerada, no comprenden la importancia del descanso para el cuerpo. — Le reprendió muy serio y sin perder la compostura.

—Disculpe doctor, es solo que es muy muy importante para mí el volver a trabajar en la granja...— no quería decirle sus motivos, pero no le quedó de otra y luego de una pausa; muy avergonzado tuvo que contarle la verdad —verá, no tengo mucho dinero y si no comienzo a producir pronto, me moriré de hambre, no pensé en eso antes de venir aquí. — Un leve sonrojo se mostraba en las mejillas de Pete, era humillante tener que admitir que no tenía dinero.

—Ya veo...— El doctor hizo una breve pausa. —De todas formas, no te dejaré salir del hospital hasta que yo lo crea conveniente, si es necesario te ataré a la cama. — Sentenció finalmente, con tono de voz firme. Cuando Pete estaba a punto de renegar nuevamente, la cortina se abrió y una bonita joven de cabello color castaño; que llevaba un vestido celeste y un delantal blanco entró.

—Buenas noches. — Saludó con una sonrisa de por demás amable, dirigiéndose a Pete.

—Buena noche.

—Soy Elli y ayudo en la clínica, ¡es un gusto conocerte! Perdona si me entrometo, pero, deberías hacer caso de todas las indicaciones que te da el doctor, él sabe que es bueno para tu salud y que es lo mejor para ti. Y no te preocupes, que aquí te cuidaremos muy bien. — La joven era tan amable, que Pete no podía contradecirla. Después de todo, se sentía muy cansado y lo único que movía su cuerpo eran las ansias de poner en marcha su granja y comenzar a ganar dinero.

—Bien, disculpen por el escándalo…— Se resignó.

—Pete, una cosa más: recuerda luego darle las gracias a Gray, quien te trajo hasta acá cuando te encontró desmayado en tu granja. — Le sugirió la joven, a lo cual Pete se sorprendió y pensó en hacer algo para agradecerle a Gray luego. Elli y el doctor se fueron y Pete se acostó nuevamente, durmiéndose de inmediato.


 

Al día siguiente, Pete no pudo abandonar la clínica por orden del doctor, así que se quedó allí caminando de un lado al otro cuando el doctor o Elli no lo veían, ya que cuando se daban cuenta que estaba levantado lo reprendían y lo enviaban a la cama nuevamente. Cuando esto sucedía, Pete dejaba las cortinas que rodeaban su cama abiertas, para poder observar lo que pasaba fuera. De cuando en cuando algún habitante del pueblo llegaba a adquirir una medicina, o por algún malestar menor. Ese pueblo era bastante aburrido, notó ahora que tenía el tiempo para observar. Por lo que, cuando no había mayor movimiento en la clínica, ponía atención a lo que el doctor y la joven hacían.

Fue entonces, cuando notó que el Doctor en realidad era una persona muy centrada: hacía todo con precisión, seriedad y era bastante perfeccionista. Pete encontró muy interesante el quedarse observándole. En ese momento, estaba preparando una especie de tónico o algo por el estilo. El granjero no tenía idea de lo que el doctor hacía, pero le parecía fascinante. Era admirable la labor del doctor, y no podía dejar de mirar como el hombre medía líquidos, mezclándolos de maneras distintas y como el líquido del frasco principal, cambiaba de color con cada ingrediente nuevo que le agregaba.

—Muy interesante ¿cierto? — Tan concentrado estaba, que no notó cuando Elli se acercó a él y veía como se encontraba embobado observando al doctor mezclar su medicina.

—¡Ah! es solo que, me parece muy divertido todo lo que hace y como estoy tan aburrido aquí, no encontré nada más en lo cual entretenerme.

—El doctor se la pasa investigando, tratando de crear nuevos tratamientos para las enfermedades y dolencias de los aldeanos que habitan Mineral Town ¡Es un privilegio para nosotros tenerlo aquí! Sin él, nadie sabe cómo estaríamos. — Explicó Elli, con un tono muy cariñoso, el cual le hizo pensar a Pete, que la enfermera estaba enamorada del médico. "Justo como en las películas" pensó.

—Ya veo, ha de ser un hombre muy inteligente.

—¡Claro que sí! y por eso estoy aquí. Quiero aprender todo de él, aunque mi sueño es especializarme en mujeres embarazadas y niños. — Confesó la jovencita alegremente.

—Eso es muy bueno, ¡estoy seguro de que podrás lograrlo! — Al enterarse del sueño de Elli, Pete pensaba en que él mismo era bastante mediocre. Incluso los campesinos tenían deseos de superación más allá de sembrar maíz y tomates.

—Gracias. Pete, te voy a dar un consejo: —la joven se acercó a susurrar a su oído —si el doctor te dice que le ayudes a probar su nuevo tónico, no le aceptes. — Elli salió sonriente y se colocó nuevamente frente al mostrador de la clínica para continuar trabajando.

"¿Que no le ayude? ¿Y por qué no? ¿Será que ella se quiere ofrecer a ayudarle? Probablemente está enamorada del doctor, pero él no le corresponde y por eso ella quiere hacer todo lo posible para que el doctor se enamore de ella... ¡Eso ha de ser!" Pete se comenzaba a imaginar todo un drama de telenovela en torno a la relación que pudiesen tener Elli y el doctor; nuevamente se había ensimismado en sus pensamientos y se sobresaltó al notar la bata blanca del médico aparecer frente a él.

—Ya que estás aquí, me gustaría que me ayudaras a probar mi nuevo tónico energizante. — Dijo seriamente el doctor; mostrándole un frasco con un líquido entre verde y amarillo, con una consistencia viscosa.

—Oh, bueno, es que yo…—

—¡Vamos, contribuye a la ciencia! — Le insistió.

—Supongo que si es medicina, no me hará daño ¿cierto?— Dicho esto, tomó el frasco y bebió su contenido. El sabor era amargo y muy desagradable, en seguida comenzó a sentirse mareado y terminó por desmayarse nuevamente, para su fortuna estaba sobre la cama.

—¡Pete!¡Pete! ¡Elli, ven rápido y ayúdame!

—¡Doctor! le dije que no era buena idea probar las medicinas con los pacientes...

A causa del mal efecto producido por el tónico experimental del doctor, Pete tendría que quedarse varios días más en la clínica, ya veía irse sus esperanzas de echar a andar su granja.

Continuará...

 


 

 

 

Notas finales:

Notas:

En el fic original el protagonista se llamaba Jack. Cuando jugué el juego por primera vez (2003) así le llamábamos y yo no tenía acceso a internet. En 2011 cuando escribí el fic sinceramente no sabía inglés ni googlear muy bien, así que hasta ahora con la edición, busqué bien el nombre para ver si era Jack o Pete. La wiki dice que los fans le llamábamos Jack que de alguna manera se usa para decir “hombre” tipo “dude” pero que en HM 3 para GBC fue revelado su verdadero nombre: Pete.

Aparte de eso, quisiera decir que, traté de no editar demasiado el escrito, simplemente arreglé errores de coherencia y puntuación. Pero quise conservar la narración “infantil” que poseía en ese entonces, ya que es en parte la esencia del fic. Es probable que en los capítulos nuevos (que será a partir del 13 en adelante) la narración se note diferente, tal vez un poco menos aniñada; ya que 7 años después, escribo totalmente distinto a como lo hacía en ese entonces.

 

¡Ojalá que lo hayan disfrutado! Por favor, ruego me dejen sus comentarios para saber qué les ha parecido.


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