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La suerte de los tontos por Ilusion-Gris

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, son total y completamente propiedad de Masashi Kishimoto, yo solo utilizo sus nombres y personalidades para crear esta historia sacada de un rincón excéntrico de mi cabeza.

Narra Neji

Las risas estallaron a mi alrededor y el desconcierto reflejado en mi rostro se intensificó. Acaso ¿se estaban burlando de mí?

Nunca en mis veinte años de vida alguien se había atrevido a reírse a mi costa, el poco color en mi rostro disminuyó aún más y le dediqué una mirada cargada de odio a la persona que había sido la culpable de mi desgracia.

El chico pestañeó sorprendido y un sonrojo subió a sus mejillas.

—Lo... lo siento —tartamudeó torpemente llevando una mano a su boca.

«Que lo perdonara su madre», pensé colérico. Cerré fuertemente el libro que leía unos instantes antes de su absurdo comentario y me marché maldiciendo por lo bajo la estupidez de ese bastardo.

Dando fuertes zancadas me alejé de aquel ser despreciable. «Mira que andar diciendo semejantes tonterías». De nuevo la irritación invadió mi mente y casi tiro a la gente que se cruzaba en mi camino.

Saqué el celular del bolso trasero de mis pantalones y marqué rápidamente:

—Shikamaru —antes de que pudiera contestar algo le interrumpí—, te espero en la entrada, donde está la fuente.

Bien, en un momento más salgo —habló en susurros y me colgó.

Recargué todo mi peso en la pared apoyando mi espalda y no pude evitar levantar la mirada al cielo.

Los truenos lejanos amenazaban con la llegada de una tormenta en cualquier momento, cerré los ojos y apreté los labios para evitar suspirar.

Sabía que algún día pasaría, pero hasta ahora nunca había ocurrido. ¿Era tan raro que un chico tuviera el pelo largo? No, claro que no, solo bastaba mirar bien para darse cuenta que era un hombre, pero aquel idiota. En fin, no le daría tanta importancia al asunto, simplemente había sido un error y el chico se disculpó, así que lo dejaría pasar.

Sin embargo el malestar quedó instalado en mi pecho y no pude dejar de sentirme irritado el resto del día.

• • •

Sentí las miradas de reproche de mis amigos. Me encontraba en la casa de Shikamaru, con Sai y Lee tumbados en el suelo mientras la plática cada vez decaía más.

—Ya dinos, Neji. —El pálido de Sai golpeó mi hombro haciendo que por un momento perdiera el equilibrio y casi derramara el agua que tenía en las manos.

—Idiota. —Le devolví el golpe con más fuerza.

—Neji, deja de comportarte tan infantil y habla de una vez. —La voz de Shikamaru me sorprendió.

—No tengo nada. —Desvié la mirada y traté de relajarme.

—No es para nada normal tu actitud. —Lee se acercó lentamente a mí y me miró angustiado.

Sai chasqueó la lengua.

—¿Quieres llamar la atención o qué? —Escuché su voz salir con un tono de burla.

¿Yo llamar la atención?, era justo lo contrario lo que deseaba.

—Es una tontería, pero no se rían. —Les advertí con la mirada y después solté un suspiro de resignación—. Me encontraba esperando a Shikamaru en frente de la librería donde trabaja, sentado en la banca mientras leía el libro que me prestó Choji... Estaba en la parte más interesante cuando sentí algo casi rozando mi cuello y antes de poder reaccionar escuché, linda tienes un aroma delicioso —imité con voz gruesa y estúpida.

Un silencio sepulcral invadió la sala, mis amigos miraban pasmados mi rostro y cuando comencé a relajarme al ver que no se burlaban, sus caras se descompusieron y soltaron la carcajada al unísono.

«Malditos», hablé para mis adentros mientras ellos se doblaban de la risa y Sai se apretaba el estómago, probablemente por el dolor que le provocaban los espasmos. Los miré con reprobación cuando acabaron de reír. «La última vez que les cuento algo», pensé decepcionado.

—Ya, perdón Neji —se secó una lágrima Lee—, es que me imagino la cara que debiste poner.

—Seguramente lo golpeaste —dijo Shikamaru reprimiendo la risa.

—¿Tú una linda chica? El tipo debe estar ciego —se burló Sai.

No sabía si ofenderme por el comentario o darle la razón.

—Como sea, ese chico arruinó mi día y más cuando la gente que pasaba por ahí se burló como ustedes. —Fruncí ligeramente el ceño.

—Nosotros no nos burlamos, Neji. —Me miró Shikamaru, pero las muecas que hacía para evitar reír le restaron puntos a su afirmación.

—¿Al menos el tipo estaba guapo? —Sai levantó una ceja con expresión de pervertido.

Lo miré con odio y obviamente no contesté su estúpida pregunta.

—Bueno, bueno, no nos desviemos de lo importante. ¿Lo golpeaste? —Lee trató de calmar el ambiente.

—No, el chico se disculpó, pero yo lo ignoré y me marché. —Me encogí de hombros y crucé mis brazos.

Los tres me miraron un poco sorprendidos para después agregar que entonces lo olvidara y dejara de amargarme. «Como a ellos no los humillaron», con dificultad traté de no reprocharles, pero al final del día ya me sentía más tranquilo, en parte gracias a que ellos no volvieron a tocar el tema.

• • •

Como todas las tardes, ese viernes no era la excepción, me encontraba en casa de Shikamaru con el ceño fruncido y una expresión de concentración. Llevaba aproximadamente un año en el club de ajedrez que Shikamaru formó. En un principio el club se integraba por ocho personas, pero al final solo quedamos cinco; Shikamaru que era el líder, Sai, Choji, Lee y yo.

Rápidamente nos hicimos amigos, teníamos mucho en común, a pesar de que Lee y yo somos mayores por un año, congeniamos muy bien con todos, tanto que algunos fines de semana salíamos a tomar y divertirnos.

Los cinco aspirábamos entrar a la universidad, por el momento todos trabajábamos para ahorrar y por las tardes de lunes a viernes nuestras mentes se ejercitaban con el ajedrez.

Me resultaba relajante y lo tomaba como un pasatiempo divertido. Pero cuando era mi turno de ser el oponente de Shikamaru realmente sufría. El tipo era muy inteligente a pesar de ser un flojo, y a pesar de que hasta el momento yo era el único de los cuatro en darle un poco de batalla, eran contadas las veces que había logrado ganarle.

Por eso, cuando Sai interrumpió la partida le agradecí internamente.

—Chicos, tengo una propuesta para ustedes. —Con una sonrisa maliciosa nos miró a todos.

—Deja de lado el misterio y habla de una vez —le exigí.

—Sí, sí —rodó los ojos y prosiguió—: en el bar donde trabajo, últimamente van unos chicos a beber. Ayer por la noche comenzamos a platicar y la conversación se desvió al club de ajedrez. —Levantó una ceja triunfante.

—¿Y bien?, ¿los invitaste a entrar? —Lee lo miró con brillos en los ojos.

—Aún mejor —su sonrisa se ensanchó—, ellos forman parte de un club de baloncesto y se me ocurrió la idea de juntarnos.

—¿Juntarnos? —Lee le observó confundido.

—¡Sí! Ellos también son cinco, tenemos que admitirlo chicos, nos hace falta ejercitar el cuerpo y no solo la mente. —Miró de reojo a Choji.

—¡Oye! ¿Qué insinúas? —Lo escrutó molesto el chico mientras se metía unas papas crujientes a la boca.

—Como sea, lunes, miércoles y viernes jugamos ajedrez —paró un segundo para observar nuestras expresiones—, martes y jueves jugamos baloncesto.

—¡Sí! —Saltó de emoción Lee—. ¡Es una excelente idea!

—¿Qué dices Shikamaru? Después de todo tú eres el líder. —Sai se giró en su dirección.

—Será problemático con tanto chico, pero puede que sea divertido. —Sus labios se curvaron.

—Yo opino lo mismo que Shikamaru —habló Choji.

Sai me miró esperando una respuesta y yo lo dudé por unos segundos. Tendría que socializar de nuevo, estaba muy cómodo con los cuatro, pero para ser sincero en ocasiones ocupaba relajar el cuerpo, así que sería una buena oportunidad.

—Está bien. —Sonreí de medio lado.

• • •

Tumbado boca abajo en mi cama, sufría de un dolor de cabeza terrible. Era lunes, probablemente los chicos estarían reunidos con los nuevos integrantes del club. Me había perdido las presentaciones, pero no era algo que hubiera deseado.

El sábado después de salir del trabajo, había olvidado mi paraguas y lo que al principio era una ligera lluvia se convirtió en una tormenta, llegué empapado a mi casa y el domingo no podía ni levantarme de la gripe que pesqué.

Lamentablemente no había podido ir al trabajo hoy, prefería quedarme en casa tratando con medicina mi resfriado. Por lo mismo le mandé un mensaje a Shikamaru disculpándome por no asistir al club.

Estaba a punto de quedarme dormido cuando mi celular comenzó a timbrar, rápidamente lo tomé y leí en la pantalla que se trataba de Lee.

—Bue...

¡No vas a creerlo Neji! Los chicos son grandiosos, me divertí como nunca, Naruto es muy divertido y...

—¡Espera! Tranquilo, no hables tan rápido que no te entiendo. —Lo interrumpí, pero su entusiasmo no se esfumó.

Qué lástima que te enfermaras, te habrías llevado muy bien con todos, ¿mañana si podrás ir?

—Creo que sí.

Genial, nos veremos en las canchas que están a un lado de la plaza.

—Está bien, gracias por avisarme.

No, no agradezcas, ojalá que te recuperes pronto, habría sido más divertido si hoy hubieras estado tú.

Se me formó un nudo en la garganta, no sabía cómo responder a su comentario.

Bueno, descansa Neji, espero vernos mañana.

—Sí, nos vemos Lee.

• • •

¿Qué hacía él aquí? Mi cara era una clara muestra de confusión y temor.

Por tercera vez al mes las burlas iban dirigidas en mi contra.

—No lo puedo creer, de veras. — Un chico rubio se plantó delante de mí mientras me estudiaba detenidamente—. Es el chico lindo de Kiba. —Estalló en risas.

—Con qué tú eres el chico que le dijo linda a Neji. —Sai me miró travieso.

Con ese comentario mis amigos también comenzaron a reír y yo cada vez apretaba más los puños.

—Lo siento Neji, pero es muy gracioso. —Lee pasó su brazo por mis hombros y yo lo aparté bruscamente.

—No le veo la gracia. —Levanté una ceja molesto.

—Yo ya me disculpé, fue un malentendido —el culpable de todo habló firmemente.

Lo miré con odio.

—Bien, chicos, no sean tan ruidosos o Hyuga Neji pensará que somos molestos. —Me miró fijamente un joven con expresión neutra y se presentó—: Mi nombre es Shino Aburame, ayer tus amigos nos hablaron de ti, un gusto conocerte. —Hizo una venia.

—El gusto es mío —Lo imité.

—Disculpa por lo de antes. —Me dedicó el chico rubio una sonrisa zorruna—. Mi nombre es Naruto Uzumaki y soy el capitán del club de baloncesto. —Se apuntó con el pulgar en el pecho y después se inclinó.

—Hola, yo soy Sabaku no Gaara, es bueno conocerte al fin. 

Después un chico con expresión fría se acercó a mí.

—Un gusto, mi nombre es Sasuke Uchiha. 

—El gusto es mío. —Ambos hicimos una reverencia. 

Al final solo quedaba aquel tipo desagradable. Lo observé.

Era tan alto como yo, tenía el cabello castaño un poco más claro que el mío, corto y alborotado hacia arriba, de aspecto atlético, con unas marcas rojas en las mejillas que me parecieron le daban un aire agresivo.

—Hola, lamento lo del otro día, mi nombre es Kiba Inuzuka, espero nos podamos llevar bien. —Tendió la mano en mi dirección y lo miré con duda. Con aquel gesto tenía toda la intención de hacer las paces.

—Hola, soy Neji Hyuga... también espero llevarnos bien. —El aire se tensó a nuestro alrededor y con desconfianza tomé su mano dando un ligero apretón.

Después de las presentaciones, nos pusimos de acuerdo para llamarnos por nuestro nombre de pila y evitar formalidades.

El partido comenzó. Los equipos se repartieron al azar utilizando una moneda. «Para mi buena suerte no me tocó con Kiba», pensé aliviado.

El juego comenzó muy bien, a pesar de que nosotros no teníamos la misma condición que los chicos de baloncesto, no fue difícil seguirles el ritmo, pero algo comenzaba a molestarme, y es que apenas podía moverme un metro cuando Kiba ya estaba detrás de mí.

Sentía su presencia a un lado, enfrente, atrás, siempre a mi alrededor como si me acechara. Cuando me hacían un pase él ya estaba preparado para arrebatarme el balón; mi paciencia estaba llegando al límite, no tenía sentido que cuidara mis movimientos como si fuera una verdadera amenaza.

—¡Neji! —gritó Choji aventando el balón, estiré mis brazos, pero antes de que pudiera atrapar algo mi mente se puso en blanco.

Caí al suelo de bruces, había sido tackleado por un lado como si se tratara de un partido de fútbol americano en lugar de baloncesto, sentí el dolor en mi nariz y el peso de una persona en mi espalda. Antes de siquiera conectar mis cinco sentidos sentí como daban una fuerte aspiración en mi cuello. ¡Grandísimo hijo de...!

Traté de levantarme, pero su peso me impedía zafarme, la sangre me comenzó a hervir y justo cuando estaba a punto de gritarle algo los chicos nos rodearon.

—¿Estás bien, Neji? —Escuché la voz de Shikamaru que me quitó de encima al chico con ayuda de Lee.

—Déjame ayudarte... —el rubio me jaló con fuerza y me miró con horror—, tu nariz...

Me llevé la mano a la zona mencionada y el tacto húmedo me indicó que efectivamente estaba sangrando.

—En verdad lo siento —Kiba me miró asustado.

¿Lo siento? ¿Acaso no sabía otra estúpida palabra? Debía pensar antes de hacer tonterías.

—¿Qué pasa contigo? Sabes, no estamos jugando lucha libre. —Lo atacó Sai.

—Yo lo lamento, en verdad... —El castaño comenzó a ruborizarse.

—Neji ¿cómo te sientes? —Lee alzó la voz y todos dirigieron su mirada hacia mí.

—Estoy bien, no es nada —me limpié con el dorso de la mano—, pero me voy a casa.

—¿Qué? Apenas está comenzando lo divertido, de veras. —Naruto me miró con tristeza.

—No se preocupen por mí, ustedes continúen. —Me levanté del suelo recargando mi peso en las rodillas.

—Déjame llevarte a tu casa, es lo menos que puedo hacer. —Kiba trató de ayudarme, pero me aparté rápidamente.

—No es necesario —no pude evitar sentir rabia—, nos vemos chicos y diviértanse.

• • •

Bien, tal vez exageré un poco, pero si solo hubiera sido el golpe no me habría marchado, pero ¿cómo diablos querían que reaccionara cuando el tipo me estuvo acosando en todo el partido y después me olfatea con descaro?

Era patético lo que me sucedía. ¿Un chico me acosaba por mi olor? Sonaba bastante raro y hasta cierto punto cómico.

Despejé mi mente y tomé valor para tocar el timbre de la casa de Shikamaru.

—¡Hey, pasa! Eres el último en llegar, ya comenzamos. —Me saludó feliz Choji.

En verdad me sorprendió ver lo bien que se estaban llevando. Apenas entre a la sala, todos estaban tumbados en el suelo platicando tranquilamente, mientras Naruto y Lee sostenían una conversación más acalorada, no pude evitar sentirme fuera de lugar por un instante.

Como solo tenían tres tableros de ajedrez me tocaría esperar mi turno.

Los saludé a todos y me senté a un lado de Shikamaru, quien con la espalda recargada en la pared y los ojos cerrados me habló:

—¿Qué tal tu nariz? —Entreabrió un ojo.

—Mejor, ya no está sangrando. —Suspiré con cansancio.

—No deberías ser tan duro con Kiba, el chico en verdad se sintió mal y se marchó un poco después que tú.

—Es lo menos que le debería pasar, ser tan estúpido tiene sus consecuencias.

Soltó una suave risa y no pude evitar dirigir mi mirada al tipo que estos últimos días me ponía tan tenso.

Estaba jugando con Sai, observaba concentrado el tablero, pero en eso elevó su mirada y chocó con la mía, Kiba se sonrojó y rápidamente giró su cabeza al lado contrario.

«Que tímido», pensé divertido al verlo tan nervioso. Sí, tenía que admitirlo, el chico tenía lo suyo, con esos ojos de pupilas pequeñas que se movían como bailarinas invitándote a perseguirlas, y el colmillo que en ocasiones le sobresalía, también su postura confiada y un poco presuntuosa, le conferían un aire llamativo.

Desde los catorce años me di cuenta que lo mío eran los chicos, aquel profesor de cabello gris despertó en mí por primera vez el deseo carnal, por llamarlo de alguna forma; jamás se dio nada con Kakashi, ese era su nombre, después de todo, y a pesar de que era joven, él no era ningún pervertido, pero a mi mente adolescente no le importó en lo más mínimo.

Recuerdo que soñaba despierto con arrancarle con los dientes la máscara que cubría la mitad de su rostro, en esa época fantaseaba con frecuencia, pero fue hasta mis dieciséis años que por primera vez besé a un chico y comenzamos a salir, pero no duró mucho.

Con veinte años de edad, se podría decir que nunca había tenido una relación seria y por alguna extraña razón no me preocupaba.

Pero regresando mis pensamientos a Kiba, definitivamente haberme dicho linda fue un grave error que no le perdonaría fácilmente.


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