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ASCENDECIA por SetsukaBonnie

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En la oscura noche el dueño de casa veía entre sus pertenencias qué de valor podía llevarse a su nuevo hogar. Los muebles estaban con ropa desordenada en el suelo, algunas de ellas mojadas por partes debido a las goteras sin reparar de la antigua casa dejada por los padres de Laufey al morir. La remodelación no cabía en sus mentes por la situación monetaria de la pareja, su novio Odín tenía un trabajo de carpintero que era mal pagado por el tacaño jefe que tenía, no se permitían gustos desde que la temporada de lluvias llegó y ahorraban cada centavo para reparar el techo.

 

- ¿No me dirás si quiera la razón? -su voz hacia mas resaltante su tristeza. El cabello lo tenía en una trenza y abrigaba su cuerpo con una bata vieja de su madre, ya descosida en las mangas- tomaste una decisión y la respeto. Déjame sabiendo la razón por la que te marchas.

 

Odín dejó de rebuscar en un cajón para mirar a la hermosa mujer de cabello negro, sus ojos verdes apagados por lo afligida que estaba. No podía hablar, su voz de negaba salir y partirle mas el corazón- te mandaré dinero cada mes, lo prometo. 

 

Cerró el pequeño bolso donde iba guardando cada cosa que le gustaba, afuera había un carruaje esperándolo, no podía esperar más. Le dedicó una última mirada a la mujer que amaba y seguiría amando, en sus ojos se leía con claridad el "lo siento".


Cerró con fuerza la puerta una vez fuera, el encargado abrió la puerta del vehículo e hizo la referencia habitual. Vio desde la ventana al de mirada esmeralda, despidiéndole para no volverlo a ver jamás.
Tal vez si existía un milagro.

 

    ***    

 

Dejó el vestido en la gran mesa donde sería empacado con sumo cuidado para la hija del conde Foster, con encajes por todos lados y relleno para el frío, pero bien sabía la verdadera razón. Pues la chica no tenía tan bien definido el cuerpo, la cara no solo le iba a servir para conquistar a un joven, a veces necesitabas ayuda extra. Y ese era su trabajo.


- Buen trabajo -felicitó la dueña de la tienda, un ejemplo de mujer luchadora- puedes pasar por los libros ahora, ya terminaste con el trabajo de hoy.


Frigga era como una segunda madre, él trabajaba en la tienda desde pequeño. Necesitaba para la comida y la hermosa mujer rubia no le negó trabajo, a cambio de que estudiara con ella para en algún futuro conseguir un mejor lugar para laborar.


- No tengo problema con adelantar algún pedido -no quería irse todavía y pasar por el aborrecible camino del viejo de las verduras que de seguro seguía esperando.


- Lo siento Loki, cariño, tengo unas amigas que vienen de visita desde el otro reino -conocía el porqué tras su pedido- sabes que me encantaría ayudarte.
Loki negó con la cabeza y la siguió para coger nuevo material de lectura y algunos para estudio. Ya le había pedido mucho a lo largo de los años, estaba agradecido.


Con una bolsa llena de los nuevos libros veía el atardecer en el cielo ya pintado de rojo, una vista preciosa a sus ojos. Saludó a unas señoras que conocía y le ayudaron cuando lo necesitó, les ayudó un poco y siguió su camino. Gracias a que se demoró logró salir del centro del pueblo sin ser acosado por el gran hombre.


Todavía le quedaba trabajo en su propia casa, habían unas grietas que eran urgentes por tratar. Días antes había comprado material e instrumentos para los arreglos, gracias a varios trabajos que hizo en la semana reunió el dinero necesario.


Dejó los libros en el pequeño librero. Junto con una pequeña cama de paja al lado de una mesita y banco donde comía sus alimentos, la chimenea lo mantenía caliente cuando estaba cerca. Tenía todo lo que quería y era feliz en la pequeña casa de su madre.


Por mas que le dijeran que se mudara, todavía tenía un techo y dinero para vivir un buen par de años más.


Al día siguiente, un anuncio para la fiesta del palacio estaba puesto, necesitaban ayudantes para el banquete y la decoración. La semana había sido dura, Frigga debía mudarse al otro reino y había vendido su local y una parte del dinero se lo había dado a Loki por trabajar tanto.


Cogió uno de los folletos y leyó una vez mas los puestos libres que había.   Cocinar era una de las cosas que podía hacer a parte de confeccionar y arreglar ropa.


Un dinero mas le serviría para terminar de reconstruir la pared debilitada.
Emprendió camino al palacio junto con otras personas que se encontraban buscando un mismo fin, se relacionó un poco porque al fin y al cabo trabajarían juntos una temporada.


Había un guardia que escribía los datos y los pasaba a un sirviente, que de seguro los pasaba a los reyes- nombre, edad y si padeces una enfermedad mejor la vas diciendo.


- Loki, veintidós años y no tengo enfermedades.


Le dio el paso y un papel de pintado con color rojo. Fue guiado hasta la cocina y le dieron una traje blanco, se reunió con otros chicos y chicas de camino a lo que era la zona de lavar ropa en el palacio.  

- Tendrán que lavar los manteles especiales para la celebración que se hará en tres días. El tiempo que tienen es suficiente incluso para las siguientes actividades, debido a una epidemia de fiebre nos hemos quedado cortos de manos. Ya pueden empezar a trabajar, sonará la campana para la hora del descanso.


Las mujeres mayores que vendrían a ser sus superiores, cogieron a un puñado de jóvenes para que las ayuden. Estando ya con los grandes trozos de tela debían frotarlos con el jabón una y otra vez. Se esforzó fregando la tela de jabón con una tabla de madera en cuya superficie tenía relieves para frotar la ropa enjabonada.


Pasadas dos horas de frotar y refregar la tela beige una y otra vez, les avisaron que ya era suficiente y les tocaba colgarlo para que secara.


Les dejaron tiempo libre fuera del palacio para que salieran a almorzar. Loki junto con sus compañeros con los que lavó se quedaron en el palacio y pidieron otra tarea; mientras lavaban, se contaron cosas puntuales entre las que el dinero y situación económica estaba por los suelos, era una fortuna que el palacio les diera la oportunidad de trabajar.


Para su suerte, el jardín de la reina necesitaba cuidados y los jardineros tenían tareas con la decoración de los arreglos florales dentro del palacio. Solo tenían que quitar las hojas muertas, regar el césped y podar uno que otro arbusto que no estuviera del mismo tamaño que el resto.


Fueron rápido al armario de las herramientas y cogieron lo esencial, principalmente porque si se perdía algo los echarían de inmediato.


- Será mejor que nos apresuremos -el chico mas joven tenía unas tijeras en sus manos, Loki se encargaría de ayudarle con los arbustos.


- Yo lo que quiero es comer -la chica castaña se pegaba a él como chicle, porque alababa lo lindo que era- Kiol, vamos juntos a recoger las hojas -detestaba ese apodo que sin su consentimiento le puso.


Se soltó de su abrazo y acompañó al menor a los arbustos que estaban crecidos y sin forma.


Gracias a los comentarios graciosos de Darcy el trabajo no estuvo mal, se rio y sonrió algunas veces a pesar de querer mantenerse serio, la chica era divertida y todos parecían bien incluso con algunas cosas subidas de tono, que opinaba sobre él en la mayoría de casos.


El descanso terminó y con ello sus deberes, debían ir a la cocina para lavar los múltiples platos y cubiertos que las sirvientes seguían trayendo.


Realmente quería tener un empleo estable.  


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