Altas horas de la noche de un día cualquiera en una editorial en ascenso...
Otra vez se me hizo tarde...
El que pensaba estas cosas ya estaba bastante acostumbrado a esto. Takano Masamune, editor en jefe de Emerald, sección de manga shojo de la editorial Marukawa, se había tenido que quedar hasta tarde por problemas con un manuscrito, y todo lo relacionado con el fin de ciclo.
Se levantó de su escritorio con algo de dificultad, llevaba demasiadas horas allí sentado, y eso unido al exceso de trabajo y la falta de sueño de los últimos días le hacían sentirse un poco enfermo. Y además, estaba Onodera...
Onodera Ritsu, su amor de secundaria, su gran tormento... Ya llevaba casi un año trabajando con él y aún no había conseguido la tan esperada confesión, es más, parecía que cada día evitaba más y más el estar con Takano.
Ritsu... Si no estás conmigo no es divertido estar aquí. No pido que esperes a que termine todo el trabajo, sólo me gustaría que por lo menos te despidieras de mí al marcharte a casa...
Takano se sentía solo, y empezaba a perder la esperanza. Sin relación con sus padres, el único amigo que se le conocía era el oso gruñón de ventas, Yokozawa Takafumi, pero desde que éste ultimo había empezado a salir con Kirishima Zen, el jefe del departamento Japun de manga shonen, ya no pasaba tanto tiempo con su amigo.
Y cada vez era más difícil llegar a Ritsu...
Sin pensarlo mucho, paseó la mirada por el departamento Emerald o doncella, totalmente adecuado para las jovencitas: mucho rosa, flores y peluches en forma de animalitos... De éstos, el que más destacaba era uno en forma de conejo blanco, sujetando una varita mágica y con calcetines de colores. Ése era considerado la mascota del departamento y tenía incluso un nombre, Twinkle.
Con la vista fija en el conejo, Takano recordó las leyendas negras que les contaba Isaka-san en ocasiones (aunque más bien parecían cuentos sacados de la imaginación del mismo Isaka), que aseguraban que Twinkle, en el pasado, había sido un encantador joven homosexual asesinado por un grupo de homófobos extremos, y que su alma había reencarnado en el peluche de conejo de Emerald, sí, justamente de ese departamento...
Isaka-san también contaba que los viernes por la noche cuando todo estaba cerrado, Twinkle invocaba alguna clase de magia extraña para llamar al peluche favorito de Usami Akihiko, el oso Suzuki-san. Desde luego, el presidente de Marukawa tenía una imaginación desbordante.
Takano se hallaba perdido en esa clase de pensamientos cuando de repente, le pareció oír una voz desconocida.
-¡Pst! ¡Takano-san!
Vaya. Tengo tanto sueño que ya alucino y pienso que ese conejo me habla... Mejor me voy.
La vocecilla se oyó más fuerte.
-¡Takano-san!
Sí, definitivamente me estoy volviendo loco. Ese conejo habla...
-¡Claro que estoy hablando, baka!
-Eh eh, más respeto, conejito, aquí soy el que manda...
-¡Ja! Me llamo Twinkle, y además llevo más años que tú aquí...
-¿De verdad estás hablando?
-Sí. Y como te conozco, me caes bien y he visto tu sufrimiento, te voy a hacer un favor.
-Ah, así que eres real y haces favores y todo...
-Pregúntale a Ryuichiro, él se portó muy bien conmigo y también se lo agradecí.
-¿Te refieres a Isaka Ryuichiro?
-El mismo. Pues a lo que íbamos... Te voy a conceder tres deseos.
-¿Tres deseos? ¿Es que eres el genio de la lámpara?
-Yo prefiero pensar que soy el conejo de la suerte. Sólo tienes tres deseos, con ello tres oportunidades. En cuanto pidas uno, se te concederá al momento, así que piensa bien lo que quieres. Ése es mi consejo.
A pesar de la animada conversación, Takano no había creído ni media palabra. Así que dijo lo primero que se le pasó por la cabeza.
-Pues entonces, ¡deseo que Ritsu esté más receptivo!
-Deseo concedido. -Twinkle agitó su varita mágica.
Takano se marchó a su casa después de aquello, antes de entrar en su piso miró fugazmente la puerta de al lado, la de Ritsu, y no le pareció que hubiese cambiado nada.
Todo han sido imaginaciones mías. Mejor me voy a dormir ya.
Mientras tanto, Twinkle reía por lo bajini en Emerald, ahora completamente vacía.
-Jejeje, pobre humano ignorante. Se cree que lo sabe todo... -Volvió a agitar su varita mientras llamaba a alguien. -¡Suzuki! ¡Área despejada!
En cuestión de segundos apareció un gran oso de peluche con un lazo verde. Al llegar ahí se convirtió en un apuesto joven de cabellos y ojos dorados, a la vez que Twinkle se convertía en un chico de cabello blanco y ojos rojos.
-Pequeño Twinkle, creía que hoy no podríamos vernos, ¡es muy tarde!
-Estaba teniendo una conversación interesante con un humano.
-¿Ya has vuelto a hacer de las tuyas? Qué voy a hacer contigo...
-Sólo un poquito... Y además, como dijo el gato negro, la mala suerte es criar a un humano ignorante...
CONTINUARÁ...