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“Los perros pueden cumplir promesas que las personas no”. por Natrium

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Notas del fanfic:

Sí! Ya sé que todas vieron la serie hace siglos y yo recién. De todas maneras, me parece un crimen contra la humanidad que no haya más yaoi de estos hombres. Aquí mi humilde aporte.

—Besé a Alana—fue lo único que dijo Will cuando apareció en la puerta a esa hora insólita. En ese momento parecía  encontrarse aturdido, “inestable”, como él mismo definía ese estado de confusión en el que caía a veces.

En ese momento, porque ahora, con Hannibal moviéndose sobre él, no parecía estar para nada confuso. Se sujetaba fuerte de sus hombros y empujaba con la cadera para que lo penetrara más profundo mientras dejaba escapar suaves jadeos.

¿Se acordaría de todo esto cuando pasara su estado de confusión”?, se preguntaba el doctor, y seguía moviéndose.

Will había pasado como una ráfaga por al lado de Hannibal y se había derrumbado sobre uno de los sillones, adoptando esa manera que tenía siempre de reclinarse, o incluso de sentarse: separando las piernas en un ángulo mínimo, encantador, sugerente. Que le hacía dudar a uno entre completar esa  pequeña oquedad con algo o bien abrirle las piernas  del todo. Había permanecido así medio acostado, con la mirada febril fija en la nada, moviendo los labios como si murmurara para si mismo. Había dicho algo sobre Alana. Que la besó.

—¿Y? —Le preguntó Hannibal.

No respondió nada, ni siquiera lo miró.

—Que interesante—, el doctor caminó unos pasos apartándose de él, dándole la espalda para recuperar la copa de vino que había dejado sobre la mesa cuando fue a abrirle la puerta. —Cada vez que algún evento despierta tus impulsos sexuales, escapas…Y terminas aquí, —Hannibal bebió un sorbo de vino rojo.—Me pregunto si lo haces para ocultarte de ti mismo o si vienes buscándome a mí.

Silencio.

—No es cierto, en realidad no me pregunto nada, lo veo con toda claridad. Lo que sí me despierta alguna duda es…—Terminó de beber y dejó la copa con delicadeza otra vez sobre la mesa y volvió a mirar el huequito entre las piernas perfectas de Will, que seguía en ese estado como de ausencia.

—El cuerpo habla, cuando nos quedamos sin palabras, ¿no es cierto? —Hannibal se acercó decidido, ¿qué iba a pasar después? No tenía idea, con Will nunca sabía y eso era lo que lo hacía emocionante.  

Will se recostó del todo en el sillón, dejó escapar un pequeño suspiro y movió un poco las piernas, acomodándolas en otra posición pero siempre, sin cerrarlas ni abrirlas del todo.

Hannibal se arrodilló a sus pies y le separó las rodillas sin demasiada delicadeza, como siempre había querido hacer, desde que lo conoció. Cero reacción por parte del dulce, inocente Will Graham…Comenzó a desabrocharle el pantalón, ninguna reacción, permanecía lánguido, con los ojos abiertos mirando hacia un lado, a la nada. Le tocó la frente, un poco caliente, pero no era fiebre. Respiraba con normalidad también, no se había desmayado ni nada… —Esto parece una histeria de conversión, señorito Will —murmuró contra sus muslos, besó uno y luego el otro. —Y eso está muy bien, porque significa que nada de esto va a quedar en tu recuerdo, bueno, hasta que quieras traerlo a tu conciencia… ¿Pero acaso una personalidad más bien cercana a la configuración psicótica, como la tuya puede exhibir síntomas conversivos? Sí…por qué no, le respondió Lacan desde algún lugar recóndito de su cerebro, mientras la sangre le endurecía la entrepierna. Interesante.

Acarició ambas piernas en toda su extensión, siempre le habían parecido “la perfección”, al igual que ese traserito redondo que tenía, le apretó una nalga y hundió la cabeza entre esta y el sillón, para darle un beso. Will suspiró y se estremeció apenas, no hizo nada más. Hannibal retrocedió, volviendo a quedar de rodillas y aspiró…ahhh claro que Will lo deseaba…Ahora sí que ya no tenía dudas, ahí estaba esa fragancia que se parecía en algo a la del pan recién horneado, que le indicaba que un hombre estaba sexualmente dispuesto… se deshizo de sus pantalones y bajando del todo el de Will se encaramó sobre él y comenzó a abrirle la camisa y a besarle el pecho.

Y fue como despertar a la esfinge, a la princesa durmiente, a todos los seres mitológicos del universo. Will había revivido, lo abrazaba fuerte, acariciándole la espalda, la cabeza, suspiraba y se retorcía de gusto debajo de él, lo sujetó del pelo arrastrándolo hacia arriba para besarlo en la boca. Su aliento estaba muy, muy caliente. Le haría bien a la salud bombear un poco de sangre hacia la cintura, para aliviar la presión en los vasos del cerebro, pensó Hannibal mientras lo besaba o más bien, se dejaba besar, era fascinante “tomarle el pulso” de esa manera  a la pasión del otro, dejarlo ser, dejarlo liberar sus impulsos secretos para ver hasta dónde llegaba, y cómo. El abrazo se hizo más intenso, qué musculatura poderosa tenía ese hombre…Y sus caderas ahora se movían contra  las de Hannibal pidiendo, no, EXIGIENDO que lo penetrara.

¿Así que eso quería? Bueno, se lo iba a dar…Un breve instante de inseguridad por el tamaño de su miembro,¿ sería suficiente para las ansias que de repente exhibía Will?  Bueno, tendría que serlo…

Y Will se comportó como si lo fuera. Celebraba con un gemido suave cada embestida, se arqueaba sujetándose de uno de los brazos del sillón y entonces parecía disfrutarlo todavía más. En algún momento, imprevistamente, miró a los ojos a Hannibal, lo empujó quitándoselo de encima (de adentro), y giró ofreciéndole la espalda, el trasero. Hanibal sujetó  una nalga con cada mano, con fruición, calculando cuanto pesaría cada una, ¿kilo y medio?…imaginó que tendrían el sabor de la perfección. Pero no pudo probarlas, porque Will lo jaló obligándolo a ponerse encima de él. Era un grosero cuando estaba alterado, tal como Jack decía…

Se la metió otra vez, casi esperando que le doliera. Y le dolió y le gustó, según pudo ver.

Después, agotado, lo acomodó como si fuese un bebé, otra vez sobre el sillón y lo tapó con una manta. Los ojos de ambos se encontraron brevemente y Hannibal supo que Will no estaba inconsciente, ni perturbado, ni “inestable”, ni nada. Pero si quería jugar a estar confundido, bueno…que lo hiciera. Él fue a servirse otra copa de vino, agitado, satisfecho a medias porque nunca nada le resultaba suficiente.

—Yo solamente quería…—Will había recuperado la humana facultad de hablar.

—¿Vino? —le ofreció una copa. Él negó con la cabeza y se envolvió más en la manta.

—Quería un poco de compañía porque me sentía confundido…

—“Inestable”.

—Sí…

— ¿Y cómo te sientes ahora?

—No sé, y no sé cómo llegué aquí, ni qué pasó…ni por qué…

—¿Qué recuerdas?

—Que no quería estar solo en casa …Pero no sé cuando salí ni cómo llegué aquí…¿Puedo quedarme?

Hannibal percibió  de nuevo, muy tenue , el aroma como a pan recién horneado que le indicaba que Will tenía ganas otra vez. Sonrió ¿Es que ni siquiera iba a preguntarle porque estaban desnudos los dos?

—No, no me parece conveniente, —le respondió poniéndose muy serio . — Estás confuso, muy “inestable”, como lo llamas, la memoria te está jugando malas pasadas…No. Creo que es mejor que estés en un lugar que te resulte conocido, que sea seguro para ti. Vístete, te voy a llevar a casa, con tus perros. Eso es lo que necesitas ahora. Los perros te conocen, no te engañan, no puedes engañarlos a ellos, no van a ponerse a jugar con tu mente si perciben que estás vulnerable. Will lo miró interrogativamente.

—¿Tú haces eso?

—Vístete, ya sabes, los perros pueden cumplir promesas que las personas no. Sobre todo las personas como yo.

Fin.

Notas finales:

*Esta historia transcurre en algún momento de la segunda temporada, cuando Will andaba con ese mambo de la encefalitis. La frase “los perros pueden cumplir promesas que las personas no”, la dicen en la serie, aunque no me acuerdo quién ni en qué contexto, pero me gustó mucho. Supongo que hace referencia a que los perros nunca van a decepcionarte, en cambio la gente sí puede hacerlo.

*Lo del “olor a pan recién horneado”, lo he leído en alguna parte, pero no me acuerdo a quién se lo robé XD.


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