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Love sonata por nunu

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Notas del fanfic:

¡Hola! Nunu al habla.

¿Por dónde empezar? He mencionado anteriormente que tengo una cantidad considerable de ideas de esta pareja para aportar, y siempre me ha estado pupulando hacer algo escolar, so, aquí está (y no lo clasificaré como NS o SN, porque no habrá sexo, así que la etiqueta es lo de menos). 

Lo he categorizado como one-shot porque, en principio, lo es. No obstante, todavía me estoy debatiendo si extender la idea a un mini-fic de 4 capítulos como máximo (basados en estaciones), pero no es algo que esté decidido todavía. De cualquier modo no planeo precipitarme porque mi prioridad es continuar los dos long-fics que tengo en desarrollo, pero como one-shot, el resultado me ha dejado satisfecha.

Disclaimer: los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto. La historia es de mi autoria. 

Sonata de verano:

 

—Fue húmedo.

Naruto, Kiba y Rock Lee observaron a Sai con un gesto de desagrado. Choji permanecía indiferente devorando su paquete de papas fritas. Sasuke y Shikamaru cruzaron sus miradas, en un claro intercambio comunicativo silencioso en donde expresaban su absoluto desinterés respecto al tema.

—¿Fue húmedo, solo eso? —Repitió Kiba, incrédulo.

—Solo eso —Confirmó Sai.

—¿Y qué sentiste, eh? —Naruto preguntó curioso, sacudiendo el hombro de su pelinegro amigo.

El grupo estaba protegido del insoportable sol de verano gracias a las fuertes y frondosas ramas del manzanal que se levantaba en el fondo del patio escolar. El rubio no evitó preguntarse cómo Sai parecía no ser tocado nunca por el sol, si incluso Sasuke, siendo tan pálido como es, también se veía afectado con algunos parches rojos sobre su piel cuando los rayos le daban de golpe. Sai, por el contrario, lucía como un cadáver.

La voz del mencionado le sacó de sus absurdas cavilaciones.

—Sentí que estaba húmedo. Fue extraño.

Sai nunca había sido muy elocuente, por algo siempre le señalaban como el raro del grupo. Y resultaba sorprendente que alguien como él ya hubiese dado su primer beso, aunque con dieciséis años, edad que casi todos compartían, lo más natural es que incluso hubieran perdido la virginidad como lo habían hecho Kiba, Lee y Shikamaru, por ejemplo.

—Sai, debes ser la persona menos romántica que conozco. —Acusó Lee, y todos se echaron a reír. Ninguno estaba sorprendido de la actitud de Sai de todos modos.

—¿Por qué debería ser romántico? —Kiba le corrigió muy inútilmente— esa charla déjaselas al grupo de chicas, en este momento deben estar hablando de eso, ¿qué creen que están diciendo? Algo de mariposas y sonrojos por aquí y por allá.

—O que ha sido el peor beso que le han dado en toda su vida —Naruto soltó entre risas, y otros más le siguieron.

—¿Y qué sabes tú de besos, Naruto-kun? —finalmente, Sai decidió defenderse a sí mismo— nunca nos has contado cómo y con quién diste tu primer beso.

—¡Oh, es verdad! —Lee le señaló, arrodillándose para levantar su altura y lucir más imponente— ¡es hora de que reveles toda la información!

—¿Eeeeeeeh? —una expresión dramática se dibujó en el rostro del rubio quien se arrodilló para igualar alturas— ¡¿por qué hablaría de eso con ustedes-dattebayo?!

Su tono sonó más agudo que de costumbre porque estaba escandalizado al percibir que las miradas de todo el grupo se centraron exclusivamente en él.

—Vamos, somos amigos, incluso logramos sacarle a Shikamaru todo sobre cómo perdió su virginidad con la chica de la otra escuela —por primera vez Choji pareció mostrar algo de interés.

Shikamaru torció los labios con cierto fastidio. Parecían un grupo de chiquillos inmaduros descubriendo cosas por primera vez. Aunque lo cierto es que lo eran.

Cualquiera podía culpar a los rayos del sol por el tono rosáceo en las mejillas morenas, pero muy en sus adentros el cosquilleo que sentía por toda su cara hasta hacerle arder el ápice de su nariz era causado por el hecho de que era vergonzoso tener que admitir que era el único del grupo en no haber dado un beso, ni mucho menos, ha tenido sexo. En el pasado se sintió atraído por algunas chicas, pero era tan difícil para él tomarse las relaciones en serio que por eso, de igual modo, ninguna lo tomaba en serio a él. Y así pasó gran parte de su adolescencia, sin haber cedido todavía al placer del contacto físico más allá de palmadas en los hombros y puñetazos con sus amigos. Especialmente con Sasuke.

La única vez que intentó besar a alguien, solo fue un roce simple, torpe y fugaz que casi no sintió y lo único que obtuvo en recompensa fue una bofetada de la ofendida muchacha.

—No me digas que... no has besado, Naruto-kun, ¿entonces también eres virgen? —Lee parpadeó un par de veces, anonadado, y volvió a sentarse.

Naruto frunció el ceño y se cruzó de brazos, retomando su posición inicial.

—¡Y qué con eso! No todos iniciamos nuestra sexualidad a los catorce —acusó a su amigo castaño esta vez. Kiba había sido el primero entre todos— además... —frunció los labios y bajó el tono de su voz, casi como si no quisiera ser escuchado y eso era inusual en él— quizás sí haya dado un beso antes, ¿está bien?

—El de la chica que te devolvió el gesto con un golpe no cuenta, Naruto.

Todos giraron sus cabezas atentos ante la voz que revelaba el secreto. Por primera vez en la reunión, el muy digno Sasuke Uchiha se animaba a pronunciar palabra alguna.

Inmediatamente, los muchachos del grupo soltaron una carcajada. Shikamaru y Sasuke eran los más callados del aula. El primero por mera pereza, y el segundo por pura arrogancia. Pero cuando Sasuke hablaba, muchas veces sus comentarios ácidos —gran parte de las ocasiones para mofarse del rubio— lograban hacer reír a más de uno, siempre y cuando no fueran ellos las víctimas de su mordacidad.

Naruto y Sasuke eran amigos desde que tenían memoria. Kushina y Mikoto, sus madres, fueron amigas en su infancia y al embarazarse casi al mismo tiempo, decidieron matricular a sus hijos en la misma guardería, y en la misma escuela años después. Compartían muchas cenas familiares, cumpleaños, festividades y navidades. Cualquiera pensaría que ambos jóvenes se detestaban, pues se molestaban y retaban mutualmente por cualquier tontería, tanto que en ocasiones la interacción entre ambos se tornaba insoportable para los demás, cansados de verles discutir y pelear a causa de nimiedades. Pero esa era la forma en que se comunicaban. Al final del día, los dos también tenían sus momentos encantadores en donde dejaban claro que uno era el confidente del otro, los mejores amigos, inseparables. Nadie podría romper el fuerte lazo que les unía.

—¡SASUKE! —el rubio refunfuñó, volviendo a arrodillarse, esta vez alzando el puño en dirección a su amigo. Antes de decir algo más, un pensamiento brillante cruzó su mente. No sería el único en ser molestado esa mañana por ser virgen. Una sonrisa triunfante se dibujó en sus labios y entonces, le señaló con el dedo índice— tú también eres virgen, y tampoco has besado a nadie-ttebayo.

Sasuke se encogió de hombros, nunca se ha sentido particularmente atraído a hacer ese tipo de cosas.

—No me interesa —respondió con desinterés.

Nadie se atrevía, sin embargo, a tomar a Sasuke por chiste por más confianza que tuvieran por los años compartidos como compañeros de clase. El Uchiha podía ser particularmente peligroso al enojarse, y de eso, Naruto ya tenía bastante conocimiento.

—Si tan interesado estás en saber cómo se siente, busca a una chica y bésala. No es tan difícil —Shikamaru se animó a aconsejar, soplando la hojita del árbol que justo cayó sobre su nariz.

—Si incluso Shikamaru dice que no es tan difícil, es porque no lo es —Choji se llevó otro bocado de papas a la boca.

—La escuela está llena de chicas que quieren tener su primer beso, y tú tienes tu atractivo, Naruto-kun —apoyó Lee, acariciando el hombro del rubio en consuelo.

—Bueno, está esta chica, ¿Hinata...? —Kiba llevó una mano a su mentón, pensativo— a ella le gusta Naruto. Puedes aprovechar.

—Que no te escuche Neji o te romperá la cara de un golpe —Lee bajó el tono de su voz y soltó una risita—, no creo que Hinata sea buena opción.

—¡Ya, ya! —el rubio sacudió sus manos en negación— no planeo morir tan joven-ttebayo.

Neji era uno de los representantes del club de taekwondo de la escuela, y por tal motivo, no estaba con ellos en ese momento pues prefería usar su descanso para entrenar.

—Puedes intentarlo con un amigo. Una amiga me dijo que a veces las chicas practican besos entre ellas.

—Estás inventando, Sai —le acusó el Uzumaki— ¿cómo va a ser eso posible?

—No estoy inventando, es así. Incluso en los libros sale. Las chicas se besan para practicar, porque son amigas y se tienen confianza.

—Bueno... —Kiba meditó por un momento— no se me haría fuera de lo común, las mujeres a veces son muy extrañas. Puede que Sai tenga razón.

—Pero entre hombres eso es diferente, ¿no sería incómodo? —Preguntó Lee, torciendo sus gestos con notable desagrado, y no fue el único.

Sin embargo, antes de que alguien pudiera decir algo más el timbre que anunciaba el regreso a clases les interrumpió la amena charla. Era hora de volver y tomar el resto de las asignaturas antes de poder terminar la jornada.

 

 

Las horas restantes pasaron lentas y tortuosas. Naruto fue el más feliz de todos cuando por fin Kakashi, el último profesor del día, les dio el aval para marcharse a casa pues las clases por hoy habían terminado. De inmediato, todo el alumnado del Instituto Konoha Gakuen emprendió marcha a sus casas, desesperados por liberarse de lo que para los jóvenes significaba un total martirio.

Naruto y Sasuke vivían en el mismo vecindario, a tan solo unas cuantas cuadras de distancia uno del otro y a por lo menos, media hora del instituto por la ciclorruta, por lo que la rutina para ambos era ir y venir juntos cada uno en su propia bicicleta. Aunque la alta temperatura de la estación convertía la faena en algo sofocante, ninguno tenía prisa, por lo que el trayecto se lo tomaban con calma.

—Dentro de poco será temporada de finales, así que más te vale arreglar tus apuntes para estudiar —sentenció el Uchiha y Naruto asintió con desgano.

Sasuke era el genio de la clase, y Naruto con dificultad lograba aprobar las materias. Siempre decía que lo suyo eran los deportes, historia o lenguas, pero no las matemáticas, física o química. Por eso, en la víspera de los exámenes, Sasuke le ayudaba diligentemente a estudiar. Pero Naruto era tan desordenado que tenía que exigirle transcribir sus apuntes del ciclo en limpio para poder entenderle y ayudarle. Esa era su única condición.

Y el pelinegro no pasó por alto la expresión ausente de su siempre bullicioso amigo.

—¡Naruto! —exclamó exaltado cuando el rubio tropezó con una piedra durante su andar, perdiendo el equilibrio. Afortunadamente no cayó de la bicicleta gracias a que Sasuke logró sujetarle del brazo —¡mira por dónde andas, usuratonkachi!

El rubio soltó una carcajada y volvió a erguirse para retomar la pausada carrera en bicicleta al lado del Uchiha.

—¡Lo siento, lo siento!

—No me digas... —Sasuke ladeó el rostro para verle, antes de volver su vista al paisaje de las calles— ¿estás pensando en eso todavía?

—Cállate. —El Uzumaki frunció sus labios, como siempre hacía cuando se sentía descubierto.

—¿De qué te sientes avergonzado? No es nada del otro mundo.

—No puedes decir eso cuando tú tampoco sabes cómo se siente.

—No es como si tuviera curiosidad de todos modos —se encogió de hombros—, los intercambios de fluidos no son lo mío.

—No te creo nada, báh... —Naruto le dio un codazo suavecito contra su brazo, más por molestarle que con ganas de hacerle perder el equilibrio y que cayera al suelo. Sasuke respondió con un golpecito, un tanto más firme, en su hombro —todos tenemos curiosidad de eso alguna vez, ¿cómo puedes no sentir ganas?

—Estás pensándolo demasiado —habló, con aquel monótono tono de siempre que denotaba hastío— si tantas ganas tienes, ve y busca a alguien.

—¡No es tan fácil, dattebayo!

—¿No te han dicho ya que Hinata gusta de ti? Ve y bésala.

—Pero no quiero una novia —las cejas rubias se arrugaron y negó con efusividad— y ella no me gusta.

Sasuke resopló, cada vez más fastidiado por el tema.

—Entonces no beses a nadie, quédate con las ganas. Y deja de molestar con lo mismo.

—¡Eres un insensible! —Naruto le acusó, pero Sasuke le dirigió una mala mirada.

Pocos minutos pasaron cuando Naruto volvió a martillar con el tema.

—¿De verdad no sientes curiosidad?

—¡Naruto!

Sasuke se detuvo en seco bajo un árbol, mirándole con el entrecejo arrugado. Se cruzó de brazos y extendió su mano hacia su amigo cuando le vio detenerse también.

—Cállate, y dame la botella. —Exigió con molestia. Sasuke se sentía demasiado incómodo con esos temas.

Naruto parpadeó un par de veces y luego de reaccionar a su petición, sacó del compartimiento lateral de su mochila la botella con agua. Ambos estaban ya sofocados por el asfixiante calor, así que naturalmente se encontraban sedientos.

El pelinegro destapó la botella y bebió un largo sorbo, sintiendo de inmediato cómo la garganta se refrescaba de nuevo. Naruto le observó silenciosamente antes de recibir la botella de vuelta y llevó el borde a sus labios para inclinarla y beber, pensando en lo bendito que era que el alma se le devolviera al cuerpo solo con hidratarse.

Pero entonces algo le hizo clic.

Retiró la botella de sus labios y se le quedó mirando por unos instantes, antes de devolverle la vista a Sasuke, que pestañeó confundido al notar la penetrante mirada azul clavada en su rostro. Si no fuera por su orgullo, el Uchiha hubiera apartado la vista por el repentino nerviosismo que le causó esa inusual seriedad.

—Besémonos.

Sasuke tuvo que apelar a su racionalidad para entender sus palabras.

—¿Qué?

—Besémonos, Sasuke.

—Estás loco —se negó de inmediato, y por poco su voz amenaza con ser tan aguda como la de su demente amigo.

—¡No! Es que... a ver, ya hemos "compartido fluidos" antes —el rubio imitó el gesto de las comillas con su mano derecha—, como ahora, hemos bebido de la misma botella, eso es como un beso indirecto. ¡Además! Somos amigos de toda la vida, desde que estábamos en pañales. Podemos besarnos, saber cómo se siente, y seguir como si nada.

—¿Tantas curiosidad tienes por besar que ahora estás desvariando?

Y esta vez Sasuke no pudo sostenerle la mirada. Por el contrario, comenzó a pedalear de nuevo y el rubio le alcanzó rápidamente.

—¡Sabes que no es una mala idea, dattebayo!

—Es una pésima, pésima idea —corrigió rápidamente.

—¿Por qué? ¿Temes que nuestra amistad se arruine?

—Es una posibilidad. Sería incómodo... —admitió, todavía sin poder mirarle— por otro lado, se supone que tu primer beso debe ser con alguien que quieras, no por curiosidad, tonto.

Naruto pareció meditarlo por un momento, y como si la racionalidad por fin le hubiese llegado a la cabeza, asintió en entendimiento.

—Tienes razón... —dijo, agachando la mirada brevemente. Pero el raciocinio le duró muy poco— pero, Sasuke... ¿y si lo arruino el día que bese a quien me gusta? ¡Será vergonzoso, tienes que ayudarme!

El rubio fue quien se detuvo esta vez para zarandear la pulcra camiseta blanca escolar de su amigo. Sasuke se obligó a parar también y le dio un manotazo.

—Practica con tu mano, o lo que sea.

Y una vez más, ambos comenzaron a pedalear. Cuando Sasuke creyó que Naruto ya había dejado el tema atrás, el rubio volvió a insistir.

—Solo piénsalo, ¿está bien? Sé que en el fondo también sientes curiosidad —Naruto rió con cierta gracia, y es que Sasuke era demasiado orgulloso para admitir que algo quería.

Justo llegaron a la bifurcación en la que su vecindario se dividía en varias calles. Naruto tomaría la de la derecha y Sasuke la de la izquierda, así que la hora de despedirse —por hoy— había llegado. El rubio continuó su trayecto por la calle correspondiente, girando parcialmente el torso para ver al Uchiha desde lejos y saludarle a modo de despedida agitando su mano.

—¡Te llamaré y espero tu respuesta, es en serio, dattebayo!

Sasuke se quedó paralizado al inicio de su calle por unos cuantos segundos, incapaz de despedirse o de moverse en lo absoluto. Dejó escapar un suspiro. El corazón lo tenía demasiado agitado y quiso asumir que era por todo el ejercicio bajo el intenso sol veraniego. 

Cuando llegó a su apartamento, el olor a comida inundó sus fosas nasales y se le abrió el apetito. Confundido —pues a esa hora nadie debería estar en casa ya que sus padres trabajaban todo el día e Itachi estaba ocupado también—, divisó la silueta de su hermano mayor moviéndose de un lado a otro en la cocina.

—¿Itachi? —preguntó con sorpresa. Se acercó a su hermano y apoyó el mentón sobre su hombro para ver por encima de este lo que estaba cocinando —¿no estarías fuera hoy?

—El instructor de hoy enfermó así que tuve que devolverme —explicó con paciencia, tomando un poco del caldo de la sopa de algas que cocinaba en una cuchara, sopló suavemente y como pudo, la llevó a los labios de Sasuke, que no tardó en tomar lo ofrecido y asentir satisfecho —¿está bueno?

—Sí.

—¿Te ha ido bien en clases?

—Sí.

—Tan receptivo como siempre —bromeó el mayor de los hermanos, y Sasuke tomó cierta distancia solo para permitirle darse media vuelta.

—Solo estoy cansado, tengo tareas por hacer y debo preparar las actividades que dejaré para el idiota.

Sasuke recargó su espalda contra la mesa-islote en el centro de la cocina y dejó reposar su mochila en la superficie.

—Te ayudaré con la tutoría para Naruto-kun —ofreció, mirando con cierta preocupación al menor. Sasuke sonrió vagamente en agradecimiento. —¿quieres hablar de algo?

Y la intuición de Itachi, tan aguda como siempre, jamás fallaba. Sasuke volvió a asentir quedito, así que en un acuerdo silencioso, fue a cambiar su uniforme escolar por ropa casual mientras Itachi servía la comida.

Una vez en la mesa, el mayor le confrontó.

Itachi sabía de sobra que con Sasuke debía armarse de muchas sobredosis de paciencia, porque al menor le costaba hablar de cómo se sentía, aunque al final del día, de una forma u otra terminaba cediendo a la seguridad que le daba su hermano si necesitaba algún consejo —hecho que no era tan frecuente, pero a veces sucedía—.

—¿Cómo fue tu primer beso?

Sin embargo, el de cabello largo no dio crédito a la pregunta que le fue dirigida. Por primera vez en dieciséis años Sasuke le preguntaba algo, algo relacionado a emociones, sentimientos, contacto físico y emocional con otras personas más allá de sus peleas tontas con Naruto. Una sonrisa cálida iluminó el rostro de Itachi y tuvo que reprimir una risa cuando las cejas de Sasuke se arrugaron, anticipando su disgusto.

—Lo siento, es que creí que jamás me preguntarías algo así.

—¿Por qué? ¿No puedo? —cuestionó a la defensiva.

—No se trata de eso —negó Itachi, observándole con cierta ternura. A veces Sasuke podía ser demasiado inocente, tras esa fachada de superioridad y que se cargaba— es solo que cuando eras un niño, estaba convencido de que jamás crecerías. Cuando entraste a la adolescencia, entendí que eras tan inteligente que estas cosas la resolverías solo. Ahora que has crecido, solo asumí que no estabas interesado en nada de esto.

Su explicación fue serena y paciente. Itachi siempre le transmitía tanta calma que resultaba muy difícil para Sasuke ofenderse cuando sus palabras, viniendo de cualquier otra persona, las hubiese tomado como un ataque directo a su inflado ego.

—¿Vas a decirme o no?

Itachi se tomó su tiempo para hablar, y Sasuke le miró mientras tomaba la sopa de algas con cierta impaciencia.

—Fue en el patio del instituto. Teníamos quince años, y ante mis ojos, ella era la chica más preciosa de toda la clase, no por su apariencia, si no por su dulzura e inteligencia. En el pasado era muy difícil para mí hablar de mis sentimientos, pero noté rápidamente que me sentía atraído a ella. No sabía cómo acercarme de una manera romántica, aunque éramos amigos, no estaba muy seguro de que me viera con esos ojos. El día en que decidí dar el paso, la cité a la hora del receso en el manzanal de Konoha Gakuen. No pude decirle lo que sentía, pero el deseo fue más grande que mi voluntad, así que mi forma de expresarme fue robándole un beso. Fui tan torpe que en realidad, terminé golpeando nuestras bocas así que fue un tanto... doloroso. Pero todo resultó bien, y fue el perfecto primer beso.

—¿Cómo pudo ser perfecto si has dicho que fue doloroso?

—Es porque besé a la persona que quería —explicó, extendiendo una sonrisa gentil y amable hacia su hermano. Sasuke abrió sus ojos en sorpresa por la confesión, y algo le hizo tucum-tucum en el centro de su pecho —fue perfecto, porque era Izumi. No hubiese querido que sucediera con nadie más.

—Y ahora están comprometidos.

Itachi asintió.

—¿Ya tienen fecha? —Añadió Sasuke.

—Nos casaremos cuando hayas terminado la escuela e inicies tus estudios universitarios.

—¿Por qué?

—Para ese entonces, ya serás más independiente, y no me costará tanto dejarte.

Un silencio se sentó entre ambos y Sasuke elevó su mano para tirar suavemente de una de las hebras largas de cabello del mayor. Itachi fingió un gesto de dolor, aunque ambos acabaron riendo.

—No seas cursi, hermano —el menor refunfuñó, aunque por dentro ya se había puesto sentimental él mismo. Sería difícil ver a Itachi, su héroe y persona favorita, marcharse de casa. Aunque estaba feliz por él, pues su hermano estaba enamorado de una buena mujer y pronto formarían una familia.

—Sasuke —Itachi le miró seriamente, y puso su mano sobre la del menor, quien correspondió la mirada atentamente—, sea lo que sea que pase por tu mente ahora mismo... espero que tu primer beso, tu primer todo, tus mejores experiencias, sean con alguien que realmente te guste. Haz que valga la pena.

Sasuke entreabrió sus labios para refutar algo al respecto, quizás decirle que solo era curiosidad y que nadie le gustaba, que no tenía que tomarse tan a pecho una pregunta inocente, pero no fue capaz de hacer algo al respecto. Se limitó a asentir y terminar su sopa de algas, dando por terminada la charla.

—¿Naruto-kun vendrá hoy? —preguntó Itachi mientras lavaba los platos, y Sasuke le ayudaba a secarlos.

—No lo sé —replicó el menor con más hostilidad de lo usual al escuchar su nombre.

—¿De pelea, otra vez?

Itachi le pasó uno de los platos y Sasuke lo tomó en la toalla de cocina para secarlo diligentemente y luego colocarlo en la despensa superior.

—No.

—En ese caso, invítalo a quedarse un rato, hice algunos muffins de arándanos que están en el horno —señaló, justamente, el horno— y a él le gustan mucho. Yo tendré que ir a hacer mi turno de la tarde en el trabajo.

—Se los llevaré mañana, déjame disfrutar de mis pocas horas lejos de ese estúp-

Sasuke no pudo terminar de hablar. El celular en su bolsillo comenzó a vibrar. Rápidamente lo sacó de su escondite y sin detenerse dos veces a mirar el nombre de la llamada entrante —sabiendo de sobra quién era, después de todo, Naruto se había encargado de configurar en su móvil una molesta canción en particular para él como tono al llamar, “así me identificas más fácil, Sasuke-teme”— se apresuró a contestar.

—¿Qué quieres?

Itachi no reprimió una sonrisa al percatarse de sus acciones. Nuevamente, ese radar que siempre estaba encendido cuando se trataba de su hermano menor ya había notado mucho antes lo que Sasuke era incapaz de admitir, y era gracioso ver cómo momentos atrás lo estaba insultando y segundos después, no lo pensaba dos veces para atender su llamada.

Sasuke se apartó de la cocina y se perdió entre los pasillos del apartamento hasta llegar a su habitación, cerrando la puerta con especial cuidado.

¡¿Esa es la manera de saludar a tu mejor amigo, dattebayo?!

—No tienes que gritar, estás al otro lado de la línea y no estoy sordo..

Sasuke se sentó en el borde de la cama y acomodó una de las almohadas sobre sus piernas.

Podrías mostrar al menos algo de entusiasmo, ¿sabes? Pft.

—Te vi la cara hace pocas horas. ¿Para qué llamas tan pronto?

Tú sabes para qué estoy llamando.

—¿Aún con eso?

El pelinegro resopló y con su mano libre envolvió nerviosamente el borde de la funda de su almohada. Otra vez el tucum-tucum ensordecedor a la altura de su corazón le dificultaba concentrarse.

Te dije que era en serio. Esto es importante, ¿desde hace cuánto nos conocemos? Desde que éramos unos recién nacidos, fuimos a la misma guardería, ¿ya olvidaste cuando te prestaba mis lápices de colores? ¡Y esa vez que te ayudé a quitarte el chicle del pelo porque discutiste con esa niña! También te presté mi pa-

—Naruto, ya basta. Si hablamos de quién le debe a quién, estarías en deuda conmigo el resto de tu vida.

Oh, claro que no, dattebayo. Como sea… ¿lo haremos o no?

Una breve pausa y Sasuke agradeció estar solo en su habitación. Cerró sus ojos y tomó aire profundamente. Las palabras de Itachi martillaron en su cabeza una y otra vez en apenas milésimas de segundos.

—Hoy no habrá nadie en casa.

¿Eso es un sí?

Sasuke no respondió nada.

¿Es en serio? ¿Ya mismo? ¿Ahora?

Un tic se alojó en su ceja izquierda. Naruto podía ser muy idiota cuando quería.

—Date prisa antes de que me arrepienta.

¡Yah! Iré, iré ahora mismo, solo dame… uh, espera, estaré en quince minutos. No te vayas. Bueno, no te irás porque estás en tu casa, pero, ah, aguarda un segundo-dattebayoooo. ¡¿Dónde están los malditos zapatos?!

—Naruto…

Sin darse cuenta, sus labios ya estaban curvados en una sonrisa. A veces le hacía gracia lo torpe que se volvía Naruto cuando estaba nervioso por algo, hablaba demasiado y sin decir algo coherente.

Cuando reaccionó para decir algo más, Naruto ya había cortado la llamada, dejándole desconcertado.

  

Cerca de veinte minutos después el Uzumaki tocó insistente la puerta. Fue Itachi quien le sorprendió, con las cejas negras enarcadas por la confusión.

—¿Finalmente viniste? —cuestionó, permitiéndole el ingreso al rubio.

—¿Eh? —Naruto parpadeó consternado— ¿Sasuke… Sasuke te dijo?

—No sé de qué hablas, pero Sasuke está en su habitación. —señaló, aunque su gesto indicaba hacia la cocina— en el horno hay muffins de arándanos, por la temporada tuve que comprar la frutilla refrigerada, pero están buenos. Come los que quieras y lleva a Minato-san y Kushina-san cuando te vayas.

El rubio asintió efusivamente, bajo la mirada curiosa del Uchiha mayor. Para Itachi no pasó desapercibido cómo Naruto parecía dar vueltas de un lado a otro, con cierta indecisión, como si fuese un gato enjaulado.

—Me iré ya, despídeme de Sasuke —tuvo que reprimir una carcajada al verle tan nervioso sin motivo aparente.

Normalmente Naruto se le hubiese lanzado encima al verle, siendo siempre tan entusiasta con sus saludos, pero esta no era la ocasión.

—¡Que te vaya bien, nos vemos, Itachi!

Itachi negó suavemente, todavía reprimiendo una risita, y prefirió irse pronto. Sea lo que sea que estuviesen planeando esos dos, era mejor darles su espacio.

Por su parte, Naruto recostó su espalda contra la pared de la cocina. El olor azucarado del arándano y los pastelillos se coló en sus fosas nasales gratamente, por lo menos, consiguiendo distraerle de la inusitada inquietud que hacía temblar sus piernas.

Tomando fuerzas de donde no tenía, porque los latidos se le volvieron frenéticos y el calor comenzaba a acumularse en su cara, movió sus pies por inercia luego de servir un par de muffins en un plato y se fue a la habitación que ya conocía de memoria. Sin molestarse en tocar la puerta, la abrió, encontrándose a Sasuke semi-sentado en la cama con los audífonos en los oídos y tamborileando sus manos contra su vientre al ritmo de la música. Lucía más inquieto de lo habitual, pero tal vez eran ideas suyas.

Sasuke abrió los ojos cuando sintió el borde de la cama hundirse, solo para descubrir que Naruto se había sentado a su lado, mirándole de frente.

—¿Qué? —tragó duro, retirándose los audífonos para dejarlos a un costado. Tomó su reproductor de música y lo apagó.

Naruto se tomó su tiempo para responder, sin saber en dónde dejar sus manos, que se apretaron en torno al platillo.

—¿Qué te he dicho de comer en mi habitación? —regañó Sasuke, más por decir algo que por estar verdaderamente molesto.

—No seas ingrato, te traje uno. Los hizo Itachi.

—Ya lo sé. —De mala gana, Sasuke tomó un muffin y le dio una mordida.

Naruto hizo lo propio, comiendo con más voracidad que el pelinegro, aunque eso no era extraño. Sasuke siempre le llamaba la atención por sus pésimos modales.

—¿Y bien? ¿te vas a quedar ahí sentado mirándome como tonto?

Cuando Sasuke estaba nervioso, solía ser más hostil —si es que era posible— de lo habitual. Naruto estaba consciente de ello, y aunque quiso burlarse, su risa sonó más como a una mueca malforme y penosa.

—Bien, hagamos esto de una vez, dattebayo.

El ambiente entre los dos era tan tenso que por un momento, se arrepintieron de haber decidido hacer una locura como tal. Pero Naruto, el más arriesgado de los dos, se inclinó hacia adelante. Cuando Sasuke notó lo cerca que estaba, por puro instinto sus manos le detuvieron al sujetarle por los hombros.

—¿Qué diablos crees que haces, Naruto?

—¡Besarte! ¡Eso acordamos!

—¡No así! Primero tenemos que… —hizo una pausa, y volvió a pasar saliva. Carraspeó como si eso le devolviera la integridad a su dignidad— tenemos que… estudiar la teoría, ¿bien?

—Son besos, no una lección de matemáticas.

Aún así —hizo énfasis— estudiemos primero.

Sasuke encendió su laptop y la acomodó sobre sus piernas. Naruto se re-acomodó sobre la cama para sentarse, ahora sí, al lado suyo, y poder ver atentamente lo que el mayor hacía.

—¿Videos en Youtube, Sasuke? ¿Es en serio? —Naruto se encogió en sí mismo, apretándose el vientre por el dolor que le generaban las sonoras carcajadas. Sin hacerse esperar, Sasuke le respondió con un manotazo en la escápula. El rubio soltó un alarido adolorido— ¡Auch!

—Cállate o no haremos esto.

El rubio resopló insatisfecho pero finalmente se recostó contra la almohada junto al Uchiha y ambos se perdieron por largos minutos en las redes, navegando por diversos tipos de videos de besos, algunos eran tutoriales paso a paso sobre cómo dar el beso perfecto, otros solo eran una compilación de besos de series de televisión y películas. Entre más veían, más ansiosos se sentían, tanto que prefirieron mantener la vista en la pantalla que dirigirse la palabra por largo rato.

—Sasuke… —su voz se oscureció de repente, con la garganta reseca. El aludido se estremeció al escucharle— tal vez, mh… podemos dejar esto para otro día y…

—Ya nos pusiste en esta vergonzosa situación, y no habrá otro día. Terminemos con esto rápido.

El Uchiha se irguió en la cama, sentándose correctamente luego de dejar la laptop a un costado. Naruto le siguió y se sentó frente a él, con las piernas cruzadas en posición de loto para imitarle.

—Pero no usarás tu lengua —advirtió Sasuke, levantando el índice acusatoriamente— o te la corto. La lengua, me refiero —se apresuró a aclarar, sintiendo casi que se ahogaba con su propia saliva.

Y en cualquier otro momento Naruto se hubiese burlado, pero no estaba en mejores condiciones.

—Bien… —Naruto tomó aire profundamente y Sasuke hizo lo mismo, tratando de llenarse los pulmones.

Despacio, muy lentamente, como escena en cámara —tortuosamente— lenta sus rostros se acercaron. Naruto podía sentir el aliento cálido de Sasuke chocando contra su rostro y por algún motivo, no le molestaba, incluso si su respiración se tornó repentinamente pesada. Fue incapaz de sentir sus piernas, sus manos, ni su propia cara, era como si el espíritu se le hubiese salido del cuerpo y ahora veía todo en tercera persona.

—¡E-espera, dattebayo! —Aulló agudo, exaltando al Uchiha que estaba haciendo todo lo posible por mantenerse firme— tienes que cerrar los ojos, ¿entiendes? Me estás intimidando.

—¿Intimidando? ¿Quién te crees que soy? ¿Freddy Krueger? —Sasuke le pokeó la frente con su índice y su pulgar. Naruto se quejó y le golpeó la rodilla— tampoco cerraste los ojos.

—Serás bastardo.

Segundo round:

Ambos volvieron a inhalar aire profundamente. Por el esfuerzo tan desmedido Naruto tosió torpemente y Sasuke le miró de mala gana. Esta vez los dos cerraron sus ojos y volvieron a acercarse aunque con más agilidad que momentos atrás. Era ahora o nunca.

—¡Carajo, Naruto! —Sasuke fue quien refunfuñó, llevándose las manos a la maltratada nariz que había chocado bruscamente contra la del rubio, gracias a la ceguera de ambos.

—¡Esto es tu culpa-dattebayo! —Naruto se defendió, apretándose su propio ápice adolorido.

—No puedo creer que seas tan inútil hasta para esto. Quédate quieto, no hagas nada. Yo me encargo.

Sasuke estaba cada vez de peor humor, pero Naruto no le temía a aquellas chispas invisibles que saltaban desde la cabeza ajena, casi como una caricatura. Y es que si lo fuera, seguramente podría percibir el humo saliéndole por los oídos. Abultó las mejillas que fueron atrapadas por las pálidas manos de Sasuke, obligándole a permanecer estático en su posición.

—Contaré hasta tres, y me besarás, ¿está bien? —Sentenció Naruto, hablando con dificultad por sus mejillas aprisionadas. Sasuke asintió— uno, dos…

El Uchiha humedeció sus labios en anticipación. La tercera sería la vencida. Optó por no pensar demasiado toda la situación de manera racional o terminaría abortando la misión, pero tampoco estaba dispuesto a ser el primero en retractarse o Naruto se burlaría de él por el resto de sus días. Sasuke no era ningún cobarde.

—¡Tres!

En un impulso, se inclinó lo suficiente sin pensárselo dos veces para tratar de alcanzar su boca. Pero fue la mano de Naruto sobre su rostro lo que impidió su objetivo. Frustrado, envolvió la muñeca ajena y la apartó de su cara con ferocidad.

—¿Y ahora qué? ¿No era esto lo que querías?

—¡Sí! Pero… no así, tiene que fluir natural, Sasuke. Estás muy tenso, y yo también, no tiene que ser tan técnico-dattebayo. Relajémonos primero, tomémoslo con calma y dejemos que suceda naturalmente.

—Naruto… —frotó su entrecejo con su índice y su pulgar, tratando de mantener la calma. Sasuke no había sido dotado con el don de la paciencia— esto no es un fanfic de los ninjas homosexuales que tanto te gusta ver en la TV. No tiene que fluir naturalmente. Estamos practicando.

—Oh, aquí vamos de nuevo… —esta vez fue Naruto quien tuvo que recurrir a su fuerza de voluntad para no contestarle a tres gritos— ¡Que no son homosexuales, demonios! ¡Se quieren como hermanos!

Sasuke torció una sonrisa con burla.

—¿Como hermanos? ¿Quién rayos persigue a su hermano por tres años, le dice que siempre ha sido su meta y que planea morir con él porque nadie más puede con la carga de su odio? Naruto, no seas ingenuo.

—Bien… —Naruto se cruzó de brazos y le miró a la defensiva— tal vez puede parecer un poco homosexual, pero…

—Lo son, usuratonkachi —fue su respuesta final.

Naruto le miró de mal, pero volvió a recordar qué era lo que estaban haciendo allí.

—Es mejor que dejemos esto. —Sasuke apartó la vista, sintiéndose incapaz por el momento de mirarle directamente a los ojos. Eso benditos ojos azules.

—Está bien, tienes razón. Era una pésima idea de todos modos.

Naruto se cruzó de brazos, insatisfecho con la resolución de su amigo, pero tampoco iba a presionar las cosas. Era absurdo haber estado tan emocionado, y no estaba seguro si era por la acción de besar en sí, o por el hecho de besar propiamente a Sasuke. El rubio delineó el delicado perfil de su mejor amigo con la mirada, silenciosamente, mientras le veía distraído tratando de buscar alguna película en su laptop desde Netflix. Naruto suspiró quedito cuando Sasuke tensó la mandíbula por apenas unos momentos, pensando en lo malditamente afortunado que era ese bastardo por haber nacido con una cara tan bella.

Sasuke era bello, muy bello, por donde sea que se le mirase. Tenía esas largas pestañas negras que adornaban elegantemente sus ojos de color ónice, tan profundos, que hablaban siempre más que su boca. Muchas veces ambos se entendían sin necesidad de hablarse. Aunque para todos Sasuke fuese un muchacho cerrado y arisco, Naruto sabía que aquello no era del todo cierto. Entonces siguió bajando despacio para acariciar en su mente el fino puente de su perfectamente esculpida nariz, y posteriormente sus labios que normalmente, acomodados en línea recta, dificultaban poder apreciar la encantadora curvatura que les pertenecía. Estaban tintados apenas de rosado, contrastando con la piel nacarada de sus pómulos. Los veía húmedos, quizás debido a los inútiles esfuerzos de Sasuke por hidratarlos inconscientemente cuando se preparaba para el contacto que jamás se dio. El mentón y la mandíbula se le apetecían bastante… ¿mordibles, tal vez? No fue si no hasta ese instante que se percató de la forma en la que estaba mirando a Sasuke. Con esos ojos. Con unos ojos que hasta ese momento no había notado.

Sasuke era precioso, y él quería besarle.

—Creo que encontré algo... —el pelinegro habló, sacándole de sus sumidas cavilaciones. Ladeó el rostro para ver a Naruto, y algo confundido por la inusual rectitud de sus expresiones, intentó ignorarle para seguir hablando— de acción, como te gustan. Aunque dudo prestarle at-

Y no pudo terminar de hablar. Sus labios fueron callados por la presión delicada de otro par. Soltó un hilillo de aire por la sorpresa y cerró los ojos por puro instinto de supervivencia. No supo cuánto duró el contacto, pero el roce era apenas perceptible, y cosquilleaba tanto que ambos quisieron echarse a reír tontamente, pero no lo hicieron. Sasuke inhaló profundamente, tan poco acostumbrado a la invasión de su espacio personal, pero no estaba molesto en lo absoluto. Naruto no se apartó rápidamente. Sus bocas permanecían selladas, tercamente unidas sin saber qué hacer después. El rubio también tenía sus ojos cerrados, tratando de perpetuar en su mente la suave textura.

Tucum-tucum, les hacía el corazón.

—Naruto… —el pelinegro llevó la diestra a su mejilla, apartándole cuidadosamente. No se había dado cuenta de que el calor que sentía acumulado en su propia cara se veía reflejado en diferentes tonos de carmín. Pero Naruto lucía exactamente igual —¿qué crees que haces? Usuraton…

Y aquello estaba muy lejos de sonar amenazante como hubiese querido.

—Sht, otra vez. —insistió el de ojos azules, volviendo a juntar sus labios de la misma forma.

Ninguno fue competente para mover sus bocas, pero por el momento, no pareció necesario. La dulzura del casto contacto resultó ser suficiente para tenerles estremeciéndose con la sutileza del vaivén de una ola en el mar, en una tarde tranquila de verano. Justo como esa.

—Ya ha sido sufi… —una vez más fue interrumpido por la intrepidez de su mejor amigo, esta vez, cuando Naruto le tomó el labio inferior con una caricia que se sintió un tanto más húmeda y en definitiva, mucho más íntima. —¡Naruto!

Aunque nuevamente trató de sonar escandalizado, su voz se entonaba nerviosa. Y Naruto… Naruto ni era capaz de hilar una frase coherente sin trastabillar en el proceso. Lo único que sabía es que era su única oportunidad para experimentar, Sasuke jamás en su vida volvería a bajar la guardia de tal forma.

—Siempre quise hacer eso. —rió bajito, apoyando su frente en la del pelinegro. Sorprendentemente, no le apartó de un empujón.

—¿Quieres morir? —refunfuñó, cerrando sus ojos nuevamente. Naruto le rodeó la espalda con las manos y acarició con tanta suavidad, como si temiera romperle. Sasuke se deshizo por un breve instante en el que fue incapaz de replicar nada más.

—¿Puedo… puedo hacerlo otra vez? —se atrevió a preguntar, preparándose mentalmente para cualquier negativa. Sasuke se tomó su tiempo, pero asintió muy sutilmente, con un movimiento apenas perceptible que de no ser por sus frentes unidas, jamás hubiese notado.

Un impulso inexplicable volvió a unir sus labios. Esta vez fue Sasuke quien entreabrió los propios al sentir la apremiante inquietud con la que los de Naruto le estaban acariciando. Fue una invitación silenciosa a profundizar el contacto, y pronto descubrieron que besar no era tan difícil, ni un acto técnico: era instinto. Sus cerezos de movían como querían, motivados por la simple necesidad de tomar un poco más, sentir un poco más, embriagarse un poco más. Los roces eran torpes, y a veces sus narices chocaban entre sí, pero poca atención le dieron a aquello. Naruto sabía a muffin de arándanos, pero el rubio estaba convencido de que el dulzor de los labios de Sasuke debía ser natural. No existía modo posible en que unos labios tan bonitos pudiesen saber a algo distinto, si no era dulce, dulce, muy dulce. Los larguiruchos dedos del Uchiha se enredaron con cierta timidez en las hebras doradas a la altura de su nuca. Las manos de Naruto, distraídas y mucho más impacientes, delinearon con cariño sus escápulas, sin saber exactamente qué hacer o dónde dejar realmente sus manos. Lo único que sabían era que se sentía bien, tan jodidamente bien que no podían detenerse.

Era húmedo, Sai tenía razón. No era una humedad incómoda ni desagradable. Era una humedad muy sutil, de la que apenas podían percatarse, pero permitía que sus labios se deslizaran mucho más fácilmente. Sasuke, con atípico valor, se animó a morder apenas, tan tiernamente, su labio inferior. Naruto suspiró encantado contra su boca y devolvió el gesto con uno parecido, aunque un poco más firme. Se separaron en medio de una succión que resonó en la habitación y sus respiraciones erráticas por la inexperiencia llenaron el lugar. Se negaron a abrir los ojos inmediatamente, preguntándose qué harían a continuación. Aquello se había sentido tan endiabladamente bien que Naruto se negaba a que fuese la única vez, y Sasuke no lucía como si quisiera negarse.

Ya habían cruzado la línea, y ahora su amistad estaba en problemas.

 .

.

.

.

 

O eso era lo que pensaban.

Al día siguiente, las cosas fueron más normales de lo que hubiesen imaginado. Sasuke estaba de un extraño buen humor, tanto, que durante toda la jornada —incluyendo el paseo en bicicleta hacia el instituto— no le regañó por nada en particular, y Naruto, bastante sonriente y entusiasta, tampoco buscó provocar su mal humor con bromas pesadas.

—La próxima semana será de exámenes finales, luego de eso, el instituto ofrecerá una fiesta de integración para despedir el verano antes de sus vacaciones.

Kakashi, el profesor líder del grupo, hablaba con su monocromática voz que hacía querer dormir a todos en el salón. Aunque nadie lo hacía por temor a recibir un golpe en sus cabezas cortesía de los gruesos libros que cargaba el maestro de un lado a otro.

Naruto y Sasuke intercambiaron miradas cómplices. Un juego furtivo de miradas en el que se retaban silenciosamente a no ser atrapados por el otro, ambos fracasando estrepitosamente en el proceso. Kakashi siguió hablando al fondo.

—¿Verdad, Uzumaki Naruto?

Sin poder responder al llamado inesperado de su nombre al haber sido tomado desprevenido, soltó un quejido adolorido cuando el borrador del pizarrón le cayó en la frente, cortesía de su malhumorado maestro.

—¡Auch, Kakashi-sensei!

Todos en el salón soltaron una carcajada, incluyendo a Sasuke, quien se mofó con más discreción.

—¿Puedes repetir lo que he dicho, Naruto? —cuestionó, intimidándole con un simple gesto. A pesar de tener parte de su rostro cubierto con una mascarilla, Kakashi siempre se las ingeniaba para asustar a sus alumnos.

—Huh…

—Eso pensaba. —Se sacudió las manos y Naruto le lanzó de vuelta el borrador, para colocarlo en su lugar luego de atraparlo en el aire. —Como venía diciendo, este año la fiesta se hará en un centro recreacional a un par de horas de aquí. El viaje durará dos días y una noche. Es decir, partiremos el viernes en la mañana y volveremos el sábado por la tarde. La ruta les recogerá aquí, y aquí mismo les dejará. ¿Estamos de acuerdo?

Todos asintieron entusiasmados. La palabra fiesta les iluminaba los ojos a más de uno, aunque fuese una fiesta estudiantil, llena de todos los alumnos y maestros del instituto: por ende no alcohol, no chicas sexys, no chicos guapos —como muchos se quejaban—. Pero fiesta era fiesta. Y mucho mejor si era lejos de casa.

Cuando Kakashi se dio media vuelta para apuntar algo en el pizarrón, Naruto aprovecho para escribir una nota rápidamente y arrugar la hoja en una bola de papel que le lanzó al Uchiha. Sasuke la atrapó en sus manos y la escondió bajo el brazo de su asiento, evitando ser descubierto fácilmente. Cuando finalmente pudo leerla, ladeó el rostro para ver a su amigo, que sonreía bastante alegremente. Sasuke frunció el ceño, más por costumbre que por enojo. Por dentro, quizás, solo quizás, también estaba sonriendo.

 

.

.

.

.

 

Sasuke fue el primero en llegar a la azotea tal y como Naruto sugirió en la nota de papel. Normalmente, en la hora del descanso, la azotea solía estar desocupada pues la mayoría prefería estar en las zonas comunes del instituto como el patio, el jardín o las distintas cafeterías.

El último piso estaba protegido por mallas altas que impedían cualquier accidente hacia el abismo. Sasuke se recostó contra la rejilla, en dirección hacia la pequeña puerta que daba ingreso hacia la estancia. Parte de la vista de tal mirador dirigía hacia la gran ciudad y, en el costado de enfrente, hacia el jardín y el campo deportivo de Konoha Gakuen.

Naruto no tardó en hacerle compañía.

—¿Irás?

—No tengo ganas —replicó Sasuke honestamente.

—Qué aburrido eres, dattebayo. —refunfuñó el rubio, recostando su espalda contra la malla, justo al lado de su amigo.

—No me entusiasma mucho todo el bullicio que se formará allí —se encogió de hombros, girando el cuello para poder verle.

Naruto le sonrió.

—¡Tendrás que ir de todos modos! No te has perdido ni una sola fiesta. Ni una.

—Es porque me obligas a asistir, do-be —le reclamó, separando las sílabas a modo de broma.

—Es que si no fueras tan antisocial, irías voluntariamente, Sasu-ke-te-me —Naruto rió, imitando el tono en el que habló el de ojos negros.

—Ya, iré. Pero me marcharé temprano, como siempre.

—Esta vez será afuera, en un centro vacacional, dudo que puedas echarte a dormir.

Y Naruto tenía razón esta vez. Dudaba poder pegar el ojo en toda la noche si tenía que dormir fuera de su casa, en un ambiente festivo, con todos los adolescentes gritando y cantando el ritmo de la efusiva música.

—He dicho que iré, no hagas que me retracte.

Naruto volvió a reír aunque sin ser ruidoso, en lo absoluto. El ambiente entre los dos se tornó tan inesperadamente sereno, que solo quiso suspirar y suspirar repetidas veces. Sin darse cuenta, sus hombros rozaban entre sí, y cada vez que giraban el rostro para contestar algo, sus caras se acercaban más y más. Tanto que por momentos, las hebras desordenadas del rubio le cosquilleaban en la frente a Sasuke. Tanto, que Naruto no perdió detalle de los rasgos ajenos.

Sin saber quién se movió primero, ya estaban besándose de nuevo. Ambos permanecían con sus espaldas recostadas contra la malla, Sasuke enredando sus finos dedos entre las aperturas de los alambres y Naruto reposando sus manos contra su propio vientre. El compás de sus labios era muy sutil, casi tierno, pero rápidamente aprendieron el ritmo del otro y a diferencia del día anterior esta vez se acompasaron con mucha más naturalidad. El rubio decidió que era buen momento para deslizar el ápice de su lengua en medio del contacto, paralizando a Sasuke por el intruso que se colaba en su boca que, sin pretender ser invasivo —porque la caricia había sido más bien cohibida, como pidiendo permiso— consiguió arrebatarle un suspiro profundo. Pese a todo no se quejó. Era la primera vez que sentía la lengua de Naruto en su boca, y sin saber qué hacer o cómo responder, la propia rozó con la misma timidez, enviando impulsos eléctricos para ambos al reconocer el sabor del otro.

Era adictivo. Si le hubiesen dicho a Sasuke hace 48 horas que se encontraría obsesionado con besar, con besar a Naruto específicamente, se habría ofendido profundamente. Era impensable. Jamás por su cabeza se hubiese cruzado verse en una situación como esa, besando a su mejor amigo de toda la vida a escondidas, como un secreto que no puede ser revelado al mundo pero que les complace gratamente. Y Naruto —oh dios— Naruto y su santa boca que hacía maravillas. Tal vez porque nunca había besado antes y no podía comparar si lo hacía bien o mal, pero para Sasuke, todo estaba bien. Demasiado bien. Preocupantemente bien.

Y Naruto pensaba lo mismo.

El timbre que anunciaba el fin del receso y el regreso a clase les hizo separarse abruptamente. Con las respiraciones aceleradas, las piernas temblorosas y los labios húmedos por el contacto —pero muy, muy sonrientes—, cada uno tomó su propio camino de vuelta al salón de clases.

No podía haber una tercera vez.

Pero vaya que iba a resultarles muy difícil contenerse.

 

Notas finales:

¡Muchas gracias por leer! 

Acá estoy, deseando que les haya gustado esta historia. Tenía muchos deseos de escribir algo sencillo, tranquilo y dulce (y veraniego) lejos de los dramáticos sufrimientos a los que someto a estos dos en mis escritos (i regret nothing).

Por ahora, ha sido todo. ¡Nos leemos pronto! Si la vida no sigue confabulando en mi contra. ¡Saludos! ¿opiniones? ¿reclamos? Todo bien recibido.

Y nuevamente, gracias por animarte a leer. 


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