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Cuesta decir te amo por Sejmet

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"Cuesta Decir Te Amo"

By: SEJMET

…l me miraba desde la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho y una pequeña sonrisa que iluminaba sus bellas facciones.

-¿Uhmn?-pregunté distraído mientras terminaba de escribir los números en el ordenador.

- Te he dicho que dejes eso por un momento y vayamos a cenar- repitió con tono exasperado mientras sus labios esbozaban una mueca de fastidio-. En serio, aún no sé porque me molesto contigo. Creo que ni te darías cuenta de que me he ido a no ser que se fundieran los plomos y tuvieras que apagar el bendito ordenador.

-Déjate de tonterías, Alec- le respondí mientras seguía pasando cuidadosamente los datos al fichero-. Iré en unos minutos.

…l me miró intensamente, apoyando la espalda en el marco de la puerta, con parte de sus hermosos cabellos azabaches cayendo sobre sus verdes ojos. Al cabo de un instante sacudió la cabeza y soltó un profundo suspiro de derrota.

Siempre me había conocido mejor que yo mismo.

-Como quieras-me dijo mientras se giraba y salía de la habitación-, pero no tardes demasiado.

Parpadeé un momento, desprendiendo de mi retina su imagen. Cada vez que lo tenía delante parecía ocupar mis sentidos y mi campo de visión. Su marcha dejaba una estela de melancolía que tardaba segundos en desaparecer, como si el aire que lo envolvía también lamentase su partida.

Sacudí la cabeza para despejarme y volvía a mi tarea. El informe era importante y debía terminarlo en unos pocos días. El bufet se jugaba mucho y el cliente era exigente. Sin darme cuenta los minutos prometidos se convirtieron en una hora, luego dos...casi tres. Al parpadear y estirarme cansado sobre el escritorio noté como el estomago me rugía, por lo que miré el reloj. Eran algo más de las doce y Alec estaba esperando.

Salí al pasillo y con pasos lentos me dirigí al comedor. La mesa estaba puesta, unas velas a medio derretir le daban un aspecto acogedor, iluminando tan solo unos pasos más allá de su llama. La botella de vino estaba abierta y faltaba una de las copas. Al mirar a mi alrededor, distinguí la figura de Alec tumbada sobre el sillón, con una fina manta cubriéndole y la copa semivacía en el suelo frente a él.

Arrepentido fui hacia él y, al pasar cerca de la mesa, capte el leve aroma que desprendía la cena ya fría: pasta fresca con salsa de setas, ensalada y un poco de tiramisú de postre. Parpadeé sorprendido y un poco confuso...ese...ese había sido exactamente el menú que pedimos en nuestra primera cita.

Entonces recordé.

7 de Junio. Justo hacíamos dos años desde aquel día. Dos años desde que me mirara y supiese que mi vida estaba ligada a la suya.

El piso pareció abrirse a mis pies. Había sido nuestro aniversario y yo me había olvidado completamente. Alec también debía estar cansado después de la reunión que tubo aquella tarde y, aún así, se había tomado la molestia de preparar todo aquello.

Y no me había recriminado nada cuando se hizo evidente mi olvido.

Ningún reproche, ninguna mirada significativa. Tan solo se apartó a un lado y me dejó trabajar.

-Alec- lo llamé mientras agarraba su hombro y lo zarandeaba un poco.

-¿Ya terminaste?-musitó soñoliento mientras se frotaba los ojos con el antebrazo.

-Lo siento, en serio. Siento haber arruinado nuestro...

Sus dedos se posaron sobre mis labios, silenciándome con suavidad. Me miró dulcemente y sentí como su mano se movía por mi rostro hasta llegar a mi mejilla, acariciándola lenta y suavemente, haciéndome estremecer tan sólo con ese simple gesto.

-Sólo es una cena, no pasa nada. No tiene importancia mientras...

Titubeó avergonzado, sus mejillas enrojecieron con furia y, a mis ojos, se volvió más hermoso que nunca.

-¿Sí?-le pregunté mientras me hacía un hueco en el sillón y lo tomaba en mis brazos, apoyando su firme cuerpo en mi pecho, notando el calor que se filtraba por nuestras ropas y nos transformaba en un único ser.

-Nada importa mientras sepa que me amas. Nada más me importa.

Emocionado besé sus labios, sintiendo en ellos el dulce sabor del vino.

¿Cómo no amarle? Lo había hecho desde el primer instante en que lo vi, aunque nunca se lo hubiera dicho realmente.

Para mí, decir esas palabras era difícil, casi una tortura. Mostraban vulnerabilidad, señalaban directamente el camino que te podía hacer sufrir. No eran necesarias.

…l lo sabía y comprendía mis sentimientos. Con eso bastaba.

Me levanté del sillón con Alec entre mis brazos y sentí como se agarraba a mi cuello, sus dedos enroscándose entre el cabello de mi nuca. Su respiración, cálida y pausada, rozaba mi piel y me mandaba escalofríos por toda la espalda.

-¿Qué tal si dormimos un poco?-susurré contra su oído mientras rozaba sus cabellos con mi nariz, percibiendo su aroma.

Alec solo se apretó más contra mi y bostezó suavemente. Sonreí al verlo así, tan cansado, tan natural en mis brazos, tan dulce.

Apenas si se quitó los zapatos y se tapó con el edredón. Yo tardé algo más en acostarme y, para cuando llegué a su lado, él ya dormía profundamente. Lo abracé y acaricié con mis dedos la piel de su costado, hasta que su acompasada respiración me guió al reino de Morfeo.


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El sol brillaba con fuerza a la mañana siguiente. Alec despertó algo tarde y, tan sólo fue por el ruido que yo había estado provocando al recoger la cena intacta en la otra habitación.
-¿Danniel?- me llamó mientras se rascaba el antebrazo, los ojos aun hinchados después de dormir y su pelo totalmente despeinado.

¡Oh, Dios, era tan hermoso!

-Hey, vete a ducharte ya que se nos está haciendo tarde.

-¿Qué?

-Sí, vamos. ¿Recuerdas la cabaña de Jean?- dije mientras me acercaba a él y le daba un tierno beso-. Le llamé esta mañana temprano para pedírsela prestada. Será toda nuestra hasta el lunes.

-¡Pero si tengo una reunión esta tarde con los productores del comercial!-me dijo él totalmente confuso y decepcionado-. ¡No puedo irme y dejar las cosas así sin más, idiota!

Le dedique mi mejor sonrisa traviesa mientras le respondía.

-Hablé con Sara también. Le dije que estabas enfermo y que no podrías ir a trabajar este viernes, aunque creo que no me no se lo tragó. A veces olvido lo intima amiga que es de Jean.

Alec tenía los ojos como platos y abría y cerraba la boca sin encontrar nada que decirme.

-Es mi regalo de aniversario-susurré mientras lo abrazaba y le besaba en el cuello, en el mentón y, por último, en los labios.

Sentí su cuerpo temblar y lo miré directamente a los ojos, seguro de tenerlo en mi poder.

-Eres imposible- dijo dando un respingo de sorpresa y dolor cuando me aparté de él después de darle un pellizco juguetón en el trasero.

Apenas un par de horas después estábamos en el coche, con las llaves de la cabaña en la guantera y a medio camino de nuestras pequeñas vacaciones.

El lugar era fantástico, con un enorme lago donde pescar, bañarse y contemplar las puestas de sol.

Oh, no olvidemos las puestas de sol sonreí para mis adentros mientras recordaba nuestra última estancia allí.

Había sido un momento realmente romántico, salvo cuando Lucas y David vinieron a buscarnos y tuvimos que escondernos por más de una hora sumergidos hasta el cuello en las frías aguas del lago. Después de eso, Alec se había pasado dos semanas enteras en cama con un fuerte resfriado.

-¿De que te ríes ahora?-me preguntó él mientras me dirigía una mirada de sospecha.

Sin duda sus pensamientos corrían paralelos a los míos, como era tan habitual entre nosotros.

-De nada- respondí mientras disimulaba la sonrisa y le miraba de reojo-. Sólo que las aguas del lago deben estar más cálidas hoy que el pasado diciembre.

Riéndome entonces esquive su puñetazo y le miré por unos segundos. Su rostro esbozaba una mueca de enfado y disgusto totalmente falsa, ya que veía claramente una chispa de alegría en sus verdes ojos.

Sólo fue un instante, pero al mirar de nuevo la carretera comenzó la pesadilla que sacude mis horas desde entonces.

Un coche se abalanzaba sobre nosotros. Más tarde me contaron que su rueda se había estallado, pero en ese momento sólo supe que se echaba sobre nosotros y que en ese lugar no había espacio para escapar. Al girar el volante, el coche se salió de la carretera, dando vueltas de campana por la inclinada pendiente, hasta acabar empotrándose contra un árbol a varios metros del camino. Los gritos llenaron el aire. Míos y también de Alec. Después...sólo oscuridad.


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Luces a nuestro alrededor, sirenas que se iban acercando y gritos de la gente que intentaba sacarnos del destrozado coche. Pero en su interior sólo estábamos nosotros, ningún otro sonido más que nuestra jadeante respiración y los ocasionales gemidos de dolor que escapaban sin darnos cuenta de nuestros labios.

El caos reinaba en el exterior pero allí solo había calma.

-¿Alec?-llamé inseguro de recibir respuesta.

Me dolía la pierna terriblemente y la notaba aprisionada por los hierros del coche.

-¿Alec?-repetí mi llamada cada vez más intranquilo-...por favor....Alec, respóndeme...

-Danniel...

Su voz era apenas un susurro, tan débil que casi no podía oírle. Cuando giró su rostro hacia mí para mirarme vi comprensión en sus ojos, y yo también lo supe. El dolor contraía sus facciones y la sangre que lo cubría le daba el aspecto de un dios guerrero que se enfrentaba a sus enemigos. Pero ese dios había perdido la batalla y ambos lo sabíamos. No nos quedaba mucho tiempo juntos y lo sabíamos.

Con esfuerzo, estiré mi mano en su dirección y rocé su cara con mis dedos, tal y como había hecho antes mil veces. Mi mano comenzó a temblar por el esfuerzo de mantenerla en alto y antes de que mis músculos se negasen a obedecerme, posé mi mano sobre la suya y la cubrí con mis dedos.

-Te quiero-susurre temeroso de romper el silencio que nos rodeaba por momentos.

-Lo sé-sonrió Alec mientras que su mano se crispaba bajo la mía. …l comprendía, incluso en ese momento comprendía mejor que yo lo que quería decirle. Si fuese capaz...

Permanecimos así un tiempo, sumidos en el silencio porque....¿qué más podíamos decirnos?

Su respiración se hizo más entrecortada y sus ojos, aun clavados en los míos comenzaron a empañarse. El miedo se apoderó de los dos porque pronto dejaríamos de ser uno.

-Te amo

Nunca antes se lo había dicho, jamás de forma tan clara o directa.

Sentí como su mano se relajaba bajo la mía y su cara adquirió una expresión de paz.

Con éstas palabras en mis labios despedí a quien había formado parte de mi vida, de mi alma, de todo cuanto era y llegaría a ser.

Me costó tanto decir te amo...

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