Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¿En qué me he convertido? por Nicole Prince

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

¡¡¡Hola!!!

No sé por qué ni de dónde he sacado esta idea, sólo espero que os guste y no me mateis. 

 

¡Un saludo y un abrasho!

All you need is love… Recuerdo una película. A tu lado. Esa frase. ¿Dónde está nuestro amor ahora, Tetsu? Pensamientos como estos me corroen noche tras noche, mientras observo cómo te paseas con tu mejor y más falsa sonrisa. Cada noche es uno diferente pero todos iguales de despreciables. Te muestras coqueto, tranquilo, a veces vergonzoso; ninguno de esos eres tú. Dejas que te manoseen, que hagan lo que quieran mientras tengan dinero ¿no? Eso es lo que siempre dices. Esa es tu premisa.

Cuando te lo echo en cara, Siempre es lo mismo “Una noche más, Taiga, una noche más y podremos escapar” ¡¡MENTIRAS!! Promesas… Preferiría vivir en la indigencia a seguir viendo cómo te paseas con esos pervertidos por un poco de dinero, una piedra preciosa o ropa bonita. Lo peor es que no puedo odiarte. Te amo demasiado.

 

— Tetsuya, tenemos que hablar. — Te intercepto después de cenar.

— ¿Eh? Ahora no, Taiga, voy con prisas…— Ni si quiera te molestas en mirarme a la cara cuando hablas. Una canción suena de fondo. La reconozco enseguida, es tu preferida y sé que te sientes profundamente identificado.

— ¡No! Siempre es lo mismo, no voy a seguir viendo cómo te pavoneas con esos hijos de puta. — Me siento mínimamente satisfecho cuando me doy cuenta de que he captado tu atención, pero me deshincho enseguida cuando veo esa mueca burlona en tu rostro.

— ¿”No voy a seguir”? ¿Es eso un ultimátum, Kagami? — Mi boca se abre pero no consigo articular palabra. Te carcajeas abiertamente mientras te acercas a mí con andares sugerentes. — Dime, Tai-ga~…— Estás muy cerca, me acorralas contra la pared antes de que me dé cuenta. Tu aliento en mi oreja, tu húmeda lengua roza mi lóbulo antes de que vuelvas a hablar. — ¿Te irías? ¿Me abandonarías? — No. No lo haría. Y joder que bien lo sabes. Eres una droga para mí, más adictiva que la maldita cocaína.

 

Dejo escapar un suspiro cuando la palma de tu mano roza mi pecho desnudo, pasando como un suspiro por uno de mis pezones. Pero tu objetivo es otro. Un escalofrío de anticipación recorre mi cuerpo cuando comienzas a desabrochar mi bragueta.

 

— T-tetsu ¡no! N-no he venido a esto…— Mis palabras me suenan estúpidas cuando comienzas a recorrer la longitud de mi pene por encima del bóxer. Comienzo a olvidar hasta mi nombre. No tengo ni idea de cuándo han desaparecido mis pantalones, que ahora se encuentran arrugados a mis pies. Y mi cordura una vez más desaparece con tus caricias. Olvidándome una vez más del dolor diario, me dedico a disfrutar de tus muy expertos dedos.

 

Para cuando decides deshacerte de mis calzoncillos mi pene ya está completamente duro. Me miras a los ojos y veo que esta situación te divierte. Ni si quiera me ofende ya. Te relames los labios mientras te arrodillas. Siempre manteniendo el contacto visual.

Recorres con la punta de tu lengua toda la longitud de mi pene, dejando escapar de tu boca mas saliva de la normal, provocando que se escurra por tu mandíbula también. Joder, tan caliente. Cuando tus labios se cierran sobre mi glande, yo… yo ya lo he olvidado todo. Lo único que puedo hacer es agarrarme a la pared mientras mis piernas flaquean.

 

— Dímelo, cariño, dime que nunca me abandonarás. — Me susurras, tu aliento sobre mi ya humedecido pene.

— No, no lo haré… ¡Ah! — Tras mis palabras vuelves a lamerme de forma brusca.

 

Dejo escapar un gruñido de insatisfacción cuando paras tan bruscamente como habías empezado. Te levantas despacio, rozando nuestros cuerpos y con una preciosa mirada juguetona. Poco a poco, habías ido deshaciéndote de tu ropa y ahora estas exquisitamente desnudo ante mí.

No entiendo muy bien cual será tu siguiente paso, así que solo observo. De espaldas y aun manteniendo el contacto visual, llegas hasta la cama, donde te tumbas manteniendo tu torso mínimamente alzado apoyándote en los codos y flexionas piernas, ofreciendo un delicioso espectáculo. Siempre manteniendo contacto visual, por supuesto.

Despacio, comienzas a acariciarte. Primero los abdominales, de forma coqueta, luego los pezones. Humedeces las puntas de tus dedos y comienzas a hacer círculos a su alrededor, poniéndolos erectos de inmediato.

 

— Me gustaría que hicieras esto con tu lengua, Taiga, me encanta cuando lo haces. — Me susurras con voz ronca. — O que los muerdas…— Añades mientras comienzas a pellizcarlos un poco. Estoy tan duro que incluso me duele. Pero no intento acercarme aún, te conozco y conozco este juego.

 

Aunque sabía que esto iba a pasar, no puedo evitar tragar duro cuando veo como una de tus manos comienza un sinuoso camino hacia tu erección; la otra hacia tu palpitante entrada. Ya sin poder ni querer evitarlo, comienzo a masturbarme.

 

— Prepárate para mí, mi pequeño…—

 

Me siento arder cuando uno de tus humedecidos dedos comienza a penetrarte, gimiendo mi nombre. Abres más las piernas para que pueda observarlo mejor. Y pierdo la cordura. Como si fuera una visión, siento que mi cuerpo se acerca a ti, aparta tus dedos y te penetro salvajemente.

Seguimos así hasta que los dos no corremos, llegando juntos al orgasmo.

 

Mientras tu cabeza descansa, recostada sobre mi pecho, vuelve a mí ese doloroso pinchazo en el corazón.

 

— Un noche más, Taiga, te lo juro. En una noche podre sacarnos de esta ciudad. — Quisiera creerte, pero no puedo. Y cuando te marchas de nuevo, lo comprendo. Te amo pero esto no va a seguir así.

Cariño, mi pequeño, sé que te prometí que siempre estaríamos juntos, que te apoyaría hasta mi último segundo en la tierra. Pero ya no puedo más. Porque no, ya no se trata de ti o de cuanto te amo.

Y de verdad te amo, más que a mi vida, más de lo que he amado a nada jamás. El problema, y ahora me doy cuenta, es que siempre he creído que sin ti, yo no podía existir. Pero es contigo con quien no puedo ser yo. Tienes completo y absoluto control sobre mi persona, reduciéndome a una simple marioneta. Ya no sé quién soy, ni contigo, ni sin ti. Por eso, Tetsuya, mi amor, perdóname, pero yo ya no puedo seguir así.

 

Y estas fueron las últimas palabras de Kagami Taiga. Y así escritas se las encontró Kuroko Tetsuya junto al cuerpo inerte de su novio.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).