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Addicktion [JiKook/KookMin] (+18) (EN VENTA) por Furia_Rosita

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Notas del fanfic:

-ADVERTENCIA: Alto contenido sexual y escenas de BDSM (no demasiado fuerte).
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Jeon Jungkook es mi compañero de clase, aunque también comparte cama conmigo. Bueno, eso último solo sucede en mis más húmedos sueños, pero estoy hoy aquí para solucionarlo.


De no ser por esos ojos abismales, esa mandíbula fuerte y ese tono pálido de piel que hace que los músculos parezcan estar dibujados sobre lienzo por una pluma divina, no habría venido jamás a este antro de mala muerte. Todos hablan de él porque es barato y está cerca del campus universitario, es el sitio perfecto para emborrachar a tu amor platónico y que deje de serlo tras una noche de calentón. Yo nunca he necesitado eso. Park Jimin está en boca de todos y no me refiero solo a mi nombre: puedo conseguir besos de los labios más herméticos; ahora solo me toca comprobar cuanta insistencia es necesaria para ganarme los de Jeon.


Está en la barra, hablando con un chico lindo, no me preocupa si es su tipo puesto que yo soy el tipo de todos. Lo miro de arriba abajo y cuando mis ojos llegan al sur, doy un codazo a mi amigo Namjoon.


—Dios santo, mira eso. —murmuro, mis ojos clavándose en su entrepierna y mis dedos en los brazos de Nam.


Él se queja, me aparta y mira con desgana. Después se encoge de hombros y ladea la cabeza levemente hacia la pista de baile.


—Sí, es un buen bulto. —comenta distraídamente, de soslayo lo veo analizar todos y cada uno de los movimientos de un chico esbelto y grácil que se mueve como la música fuera su titiritero.


—Lo es y tiene que ser mío. Corrijo: va a ser mío. En quince minutos como mucho. —él asiente mientras yo relamo mis labios lenta y deliberadamente bajo una fugaz mirada del moreno.


Aparta la vista, sin inmutarse. No debe haberse percatado de mi gesto, nadie sale ileso después de ver mis labios. Nadie sale frío después de ellos, y la mirada de Jeon lo es tanto que me hiela la sangre; por un segundo tengo la certeza inmediata de que sí me ha visto, pero deben ser cosas mías.


Namjoon suspira, mirando ahora sin disimulo una espalda de hombros anchos, movimientos fluidos y elegancia gatuna. Soy capaz de reconocer que ese chico es hermoso, aunque no puede competir conmigo, no sé por qué Namjoon está tan interesado en él, aunque lo agradezco; gracias a ello él es el único amigo fiel que tengo y que me quiere a su lado, no debajo suyo.


—Dile algo. —comento, deslizando levemente mi bebida hacia Namjoon para ver si un trago puede darle el empujón que necesita.


—Lo hice... —responde alicaído, tomando el alcohol y moviendo el vaso sin beber de él; mira el hielo flotando como si fuese lo más interesante del mundo.


—¿Y qué dijo?


—Que le llamase en mi próxima vida, cuando me haya reencarnado en alguien de su nivel. —sorbo el aire agitando mi mano en el aire, como si acabase de presenciar un doloroso golpe.


—Toda una diva ¿Eh? —río, golpeando su espalda; a él no parece resultarle tan hilarante como a mí. —Dile de nuevo, quizá acepta.


—No lo hará. —responde más ronco que antes y con la cabeza más hundida entre los hombros.


—¿Cómo lo sabes si no lo intentas? —Namjoon suspira de nuevo, deja la copa ruidosamente sobre la mesa y me asesta una mirada que me paraliza; cuando está algo molesto, da mucho miedo.


—Jimin, no soy como tú. Me han rechazado y punto, algún día entenderás que significa eso.


—Como sea, mientras tanto voy a conseguir algo dulce para mi boca. —sonrío, acto seguido le guiño el ojo y salto del taburete en el que estoy.


Soy algo bajito, pero me gusta sentirme diminuto cuando consigo unas manos grandes para que me sostengan y las manos de Jeon lucen de maravilla. Sostiene su copa con delicadeza, pero puedo advertir unas palmas generosas, dedos largos y algunas venas marcadas que se deslizan como culebras hacia su antebrazo y bíceps, obviamente trabajados. Sí, quiero que esos dedos dejen marca en mi cintura por un largo tiempo.


Mientras me aproximo, escurriéndome entre los montones de gente, trato de lucir lo más atractivo posible, cosa que no es difícil pues sé cómo hacerlo. Con andares lentos, contoneando mi cadera y manteniendo un ardiente contacto visual, solo que él no me está mirando; intuyo que me ve por el rabillo del ojo, así que mientras elevo la barbilla, muerdo mi labio y lo suelto, para curar la quemazón con una caricia de la aguda punta de mi legua; asomo su contorno rosado por los labios y la hago desparecer después, tentando a quien la vea.


—Hola, chico fuerte. —digo entre risitas, enroscando mis manos en su brazo y notando la dureza del músculo mientras termino mis palabras en su oído.


Su interlocutor me mira con sorpresa al principio, después se cruza de brazos y sonríe aviesamente, mirando a Jungkook. Su atención se desvía cuando el nombrado me mira, el otro chico se aleja un poco para pedir algo más.


Sus ojos cargados como el café me hacen estremecer y debo esforzarme por seguir mirándolo; soy ligón y soy el de abajo, pero nunca bajo la mirada, ni el listón ni los niveles de orgullo. Si a alguien no le gusta, siempre acaba aprendiendo a lidiar con ello. Sus labios siguen pegados en una inexpresiva línea, solo se separan para dar u trago y seguir mirándome de esa forma misteriosa que no me dice nada.


Ahora mismo podría estar pensando en follarme, así como en apuñalarme en un callejón de afuera y yo no distinguiría una cosa de la otra a través de sus ojos.


—Preguntaría si puedo invitarte a una bebida, pero prefiero que me invites tú. —le sonrío, rozando nuestros dedos cuando con los míos rodeo el vaso que el sostiene y lo llevo a mis labios.


Antes de que el líquido pueda refrescar mi boca y hacer arder mis entrañas, Jeon jala del recipiente y lo arranca de mis manos. De un largo trago lo termina todo y lo deja sobre la barra, todo sin sacarme el ojo de encima y con esa expresión impasible en su rostro.


—Oh, ya veo, chico de pocas palabras. Tienes algo más delicioso y caliente para emborracharme ¿Verdad? —pregunto, poniéndome de puntillas para llegar a su rostro.


Una respiración mentolada besa mi boca y entonces cierro los ojos, separo los labios y comienzo a ascender por su nuca con mis dedos. Muero por probar a que sabe el frío de su expresión.


Pero algo sucede y acabo dando un traspié hacia atrás. Me sostengo a un asiento y miro con sorpresa como Jungkook separa la mano de mi pecho después de haberme empujado.


—¿Pero qué... ¿Tú estás mal de la cabeza? —pregunto, alzando la voz. Varias miradas se dirigen hacia nosotros; saben que me ha rechazado, él a mí. Un Don Nadie, quizá con la cara de un ángel caído y el cuerpo caliente como un demonio, pero un Don Nadie, al fin y al cabo. Mi cara arde y siento la impotencia anudar mi garganta. —¿Acaso sabes quién soy?


—Park Jimin, un niñato ególatra y engreído que cree tener el mundo a sus pies porque se pone a los pies de cualquiera para chupar pollas. Sí, sé quién eres. —eso me golpea duro. Yo no soy fácil, soy generoso; todos quieren un maldito pedazo de mí y lo doy por caridad, no por desesperación. Nadie me había hablado así en toda mi vida, pero algunos retos son más duros que otros y aunque no me gusta que se hagan los difíciles, puedo con ello. —También sé que eres el gilipollas que le dio falsas ilusiones a mi mejor amigo solo para aprovecharte de que estaba enamorado de ti. También sé que eres el imbécil que después de tirárselo no le llamó nunca.


—Oh, espera ¿Eres amigo de Suga? —el enarca una ceja, sé que se refiere a él, no podría olvidarlo; es el único tipo que me ha dado realmente duro en la cama para después aparecer al día siguiente en mi puerta con un blando oso de peluche de dimensiones ridículas. —Sí, el chico de boca dulce ¿Cómo se llamaba? Yoongo...


—Yoongi. —me reprende severamente, su mandíbula se aprieta con ira y mis pantalones lo hacen con excitación. Luce mejor cuando está enfadado; no sé si es tan mala suerte que tenga un humor de perros.


—Ah, eso, Yoongi. Lo que sea. Mira, no pretendía hacerle daño, yo solo quiero divertirme, una noche por persona y nunca repito. Eso es todo y todos lo saben ¿Qué culpa tengo yo de que tu amigo no respete mis reglas? —pregunto encogiéndome de hombros. Hablo con soltura y tranquilidad, los acosadores o los chicos de corazón roto no son la gran cosa para mí; quizá el primero o el segundo me sorprendió, cuando llegas al décimo ya empiezas a olvidar que los sentimientos de las personas deberían importarte más que sus centímetros. —Pero estoy seguro de que tú eres diferente y vas a darme una noche muy divertida y ningún problema después de eso ¿Verdad?


Al decir lo último me acerco con cierta coquetería, pestañeo sutilmente, batiendo las densas pestañas para hacer mis ojos grandes más misteriosos, más llamativos. Él no parpadea, ni siquiera parece respirar. Es tan estoico que mi polla ya ruega por descubrir si es tan duro en la cama también.


—Cuando Yoongi fue a tu casa, el día después, se arrodilló y tú le cerraste la puerta en las narices. —ruedo los ojos y le resto importancia con un gesto de manos. Su ceño se frunce levemente, su semblante tornándose más sombrío y rozando esa línea difusa entre lo virilmente atractivo y lo aterrados. Cojo aire para cambiar de tema, pero me interrumpe antes siquiera de que pueda formular una sola palabra. —Ahora que tú me vienes detrás te aseguro que vas a ser tú quien se arrodille, y no como haces siempre. Voy a destruir ese patético ego que tienes, Park Jimin.


Cuando susurra mi nombre, olvido la amenaza. Sus labios hacen todo sonar o tan caliente o tan peligroso que no puedo contenerme y me muerdo el labio, dejando un pequeño ronroneo de placer salir a través de él. Mis ojos ven como los suyos arrancan una decidida mirada de encima de mí, llevándose mi alma con ella, y después él se va con el tipo con el que estaba.


Cuando vuelvo con Namjoon siento las piernas temblándome como gelatina; veo al hombre mirar con cierta diversión mi rostro rojo y mi cuerpo lleno de temblores placenteros.


—¿Qué? —pregunto, dando un trago al que es presumiblemente su vaso. El alcohol se siente frío en mi interior en contraste a esa voz que no puedo arrancarme de piel.


Park Jimin, de rodillas. De solo pesarlo el cosquilleo se incrementa y siento mi entrepierna pedir esos labios haciendo algo más que hablar.


—Me parece que a alguien le acaban de enseñar qué es un rechazo. —la risa sale de mi garganta de forma tan natural que yo mismo me sorprendo.


Namjoon me mira con una ceja alzada, yo siento la tensión de mi sonrisa a los lados de mi boca.


—Ya sabes lo que dicen ¿No? Que yo nunca aprendo.


No, Jeon no va a negarse realmente. Nadie lo hace. Aquí empieza mi lucha por tenerle a mis pies o que mi lívido muera en el intento. Espero no tener que vestir de luto después de oír una negación de sus labios.


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