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Happy birthday Tsukki!! por Nova22

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Notas del fanfic:

Hice este OS como una actividad para el cumpleaños de Tsukki. Iba a subirlo a esta plataforma para el día siguiente, pero sinceramente terminé olvidándolo entre la montaña de cosas que tenía por hacer, afortunadamente una persona a la que aprecio mucho me lo recordó XD

Espero que este OS les guste, lo hice con mucho cariño!!

Special


La pálida luz de la luna plateada se derramaba gentilmente sobre la habitación, tamizada a través de las delgadas cortinas azul pálido cuyo suave siseo profería un delicado canto que armonizaba con el apacible silencio nocturno. Largas sombras se proyectaban hacia la pared, escapaban de aquel plateado resplandor. Un joven yacía descansando tranquilamente sobre la cama, plata lunar envolviendo su cuerpo, el dorso de la mano apoyado sobre sus ojos, la otra sobre el borde de su almohada, a centímetros de su silencioso móvil. Repentinamente la pantalla de este se transformó en una efímera fuente de iluminación y el apagado sonido de una vibración rompió con la apacible calma que había vuelto a la atmosfera…otra vez.


Era media noche, sin embargo ellos no se detenían y maldijo el haber accedido a unirse a ese tonto chat grupal. Aunque, en realidad, no lo había hecho, Kuroo y Bokuto decidieron que debía estar ahí. Estuviera o no de acuerdo. Ahora tenía que formar parte de juegos absurdos como "Adivina de quién es el trasero" o cosas peores ¿Cómo Akaashi soportaba todo esto? Debía ser una especie de santo o quizá solo estaba esperando el momento adecuado.


Tsukishima no tenía problemas en ayudarle a ocultar un cadáver, pero...


Sonrió. Aquel casi imperceptible gesto en su usualmente poco expresivo rostro guardaba mucho más de lo que aparentaba. Una emoción que desencadenaba miles, un secreto que compartía solo con la luna de plata.


Volvió a rendirse lentamente, el vibrar de su móvil se volvió un susurro lejano que se diluía en un tranquilo blanco azulado; tenía la impresión de que estaba olvidado algo o de que quizá había pasado por alto algo, pero a medida que su mente se entregaba a la nada, más difícil era reparar en ello. Tal vez no era importante. Entonces su paz fue perturbada nuevamente y su sueño fue roto como las tranquilas aguas de un solitario lago tras el impacto de una roca.


Aunque literalmente una roca impactó contra su ventana.


Bien podría haber sido su imaginación, sin embargo el sonido volvió a producirse, dos, tres y cuatro veces, más claro y más alto. Tenía un mal presentimiento. Frunció el ceño. Se levantó y recuperó sus anteojos. La pantalla de su móvil volvió a iluminarse, pero Kei no le prestó la más mínima atención y se dirigió a la ventana al tiempo que una, no tan pequeña, piedra cruzaba por el espacio abierto de esta.


— ¿Qué se supone que estás haciendo? Bokuto-san — asomó la cabeza al tiempo que con la otra mano corría suavemente lo que restaba de la ventana, el bicolor estaba sentado sobre la alta baranda que dividía el pequeño patio frontal de su hogar de la calle — ¿Sabías que el vandalismo es un delito? Baja esas piedras.


— No estaba haciendo nada malo, solo estaba tratando de despertarte como en las películas. — ¿De verdad? la piedra que estaba a punto de lanzar era del tamaño de la mitad de su puño, quizá menos, y sostenía otras contra su pecho. Si tenía algún problema con él Kei preferiría que se lo dijera de frente — Pero creo que no estaba haciendo el ruido suficiente, así que…


Bostezó. Lo que decía tenía lógica, pero era estúpido; Bokuto era fuerte, esa piedra habría roto su ventana, el sonido no solo habría llamado la atención de sus padres, sino también la de sus vecinos, estos habría llamado a la policía y entonces él habría pasado la noche en una bonita celda. Pero estaba seguro de que el bicolor no lo había pensado tan profundamente. Nunca lo hacía.


Aunque Tsukishima podría decir lo mismo de sí mismo en este momento ¿Qué demonios estaba haciendo Bokuto a media noche fuera de su casa? Miyagi y Tokio estaban a demasiados kilómetros de distancia como para pensar que todo esto era una confusión o que estaba teniendo una caminata nocturna y que casualmente pasaba por ahí. Había algo sospechoso en todo esto y no quería formar parte del desastre potencial en lo que sabía se transformaría cualquier cosa que el bicolor estuviera tramando.


— Baja, Tsukki...baja rápido — lo estaba llamando entre susurros y Tsukishima pensó que podría arrojarle uno de sus libros para callarlo, sería divertido verlo caer y también podría funcionar como un castigo por haber perturbado su sueño, pero decidió abatir a la vocecita maliciosa en su cabeza y manejar esto con madurez. 


— Voy a llamar a la policía...


— ¿Qué? ¡Espera, no! — gritó el bicolor, el perro del vecino comenzó a ladrar desencadenado una molesta sinfonía de ladridos que se esparció por todo su regularmente tranquilo barrio. — ¡Tsukki! — Había sido una mala idea ¿Cierto? Por supuesto que sí, pensándolo con más calma una patrulla era sinónimo de un escándalo mayor, pero su cerebro no trabajaba muy bien a la media noche y estaba ansioso por apagarse después de haber soportado el terrible entrenamiento del abuelo de Ukai. Ese anciano era demoníaco.


— Está bien, está bien — se rindió y con ello la ansiedad en el rostro del bicolor desapareció — Dame un segundo.


Se retiró de la ventana y miró su cama con añoranza, quería tanto tumbarse sobre ella y solo dormir hasta la próxima semana, pero sacudió ese deseo de su mente con un movimiento de cabeza y buscó espabilarse golpeando suavemente su mejilla con la mano.


 Salió de su habitación sin hacer el menor ruido, no le preocupaba alertar a sus padres, estos ya conocían a Bokuto y lo impredecible que era, pero no quería que su hermano hiciera preguntas, sabía que sospechaba de su “amistad” con los tres chicos que lo visitaban de vez en cuando, y bajó las escaleras; su hogar estaba en una penumbra que era solo rota por las tenues luces de los faroles de la calle que se filtraban por las ventanas, aún podía respirar el aroma de las galletas que su madre había horneado por la tarde. El periódico que su padre estaba leyendo colgaba de uno de los brazos del sofá de la sala de estar y las cervezas que este y Akiteru estuvieron bebiendo durante la noche aún descansaban sobre la mesa de centro.


Su madre iba a molestarse mañana por eso.


Tomó unas sandalias de la perfectamente ordenada fila de zapatos en el recibidor y salió, la brisa corría ligera y traviesa, era inusualmente cálida para esa época del año y evocó en él agradables recuerdos relacionados con las tres personas que siempre estaban en su mente. Bokuto lo esperaba detrás de la reja, lo miraba con impaciencia en sus grandes ojos ocre y sin embargo su rostro parecía tan sereno y maduro que le resultó un poco intimidante...y muy apuesto.


La abrió.


— ¿Espero que hayas tenido buena razón para...?


Sus palabras murieron abruptamente ante los rápidos movimientos de Bokuto sobre su cuerpo. Lo abrazó, una mano en su cintura y la otra sobre su cuello, sus manos quemaban — Feliz cumpleaños, Tsukki — Tsukishima se tensó y se relajó inmediatamente su cuerpo cedió al calor del contrario y su mente registró aquellas palabras. Probó sus labios. Suspiró. Sus brazos aferrándose al fuerte cuerpo que lo sostenía.


Trató de no sonreír, pero lo hizo de todas maneras, tampoco pudo evitar que su corazón latiera con una fuerza similar a la emoción que tiñó sus mejillas. Quería pensar que estaba soñando, pero los latidos del corazón contrario contra su pecho, su calor y ese aroma tan característico de Bokuto, a frutos cítricos y otoño, le indicaron la realidad.


Había olvidado su cumpleaños ¿Cierto? Pero ellos no.


— No tenías que venir hasta aquí solo para felicitarme...— suspiró, lento y pausado, repentinamente ya no se sentía cansado. Pero todavía tenía ganas de seguir siendo sostenido por él. Más le valía a Bokuto no soltarlo — Existen los teléfonos celulares ¿Sabías?


— Intentamos mandarte muchos mensajes, pero Kuroo dijo que tienes el sueño muy pesado y Akaashi tuvo está idea — Kuroo. Akaashi. Esperaba verlos ahí también, pero cuando se permitió abrir los ojos y mirar detrás del bicolor solo pudo encontrar una vieja motocicleta estacionada frente a su casa — Vamos, ellos ya deberían haber terminado.


Bokuto tiró de su mano, pero Tsukishima no cedió, hasta ahora nada de lo que estaba ocurriendo tenía mucho sentido para él a pesar de que estaba lo suficientemente despierto como para asegurarse a sí mismo que no estaba atrapado en sus sueños. Conocía al bicolor, sabía que podía llegar a ser un poco...excéntrico y era mucho peor cuando hacía equipo con Kuroo. Ni siquiera Akaashi podía controlarlos y Kei no tenía muchos deseos de corretear por ahí cuidando de ellos.


O de terminar en la cárcel; todavía no olvidaba el desastre de los fuegos artificiales del año pasado.


— ¿Qué pasa? ¿Quieres cambiarte? Creo que te ves perfecto así.


Miró a Bokuto y luego a la motocicleta. Su pijama era la menor de sus preocupaciones en este momento. Ese no era uno de sus medios de transporte favoritos, demasiado poco seguro, él bicolor no traía cascos consigo y, más importante ¿Podía conducirlo apropiadamente? Ya lo había traído hasta ahí, pero las condiciones en las que había viajado eran desconocidas para Kei y francamente no quería arriesgarse.


Sería demasiado deprimente morir el mismo día de su cumpleaños y, aunque no lo pareciera, a Kei le gustaba mucho vivir.


— ¿Puedes conducir eso?


— ¡Puedo y soy muy bueno! — Bokuto alzó la barbilla con orgullo, parecía bastante seguro sobre sus habilidades de conducción, pero también parecía bastante seguro sobre sus conocimientos sobre pirotecnia el año pasado y las cosas terminaron…bueno, definitivamente tuvieron una noche explosiva. Literalmente — ¡Tsukki, vamos! ¡Vamos! — repitió él con los labios fruncidos y dando pequeños tirones de du brazo.


Se estaba impacientando, los labios fruncidos eran el indicador de la primera etapa en las repentinas faces depresivas de Bokuto, esto no era bueno, aún no había dominado el complejo arte de animarlo. No se le daba bien adular a otros, al menos no sin sonar burlón o sarcástico.


— ¿A dónde se supone que vamos?


— Es una sorpresa.


¿Era una fiesta de cumpleaños? Resultaría poco creíble a la media noche, pero estaba hablando de esos tres, Kuroo y Bokuto no eran muy convencionales y Akaashi podía ser muy impredecible a pesar de lo tranquilo y confiable que parecía; fue el primero de los tres en besarlo y también fue quien lo empujó dentro del depósito de suministros con Kuroo para que “hablaran” de sus sentimientos. 


— Bien, trata de no matarnos en el camino.


Tenía dos teorías. Ambas factibles para él. Kuroo y Akaashi usaron esto como excusa para que el entusiasmo de Bokuto no hiciera más difícil su trabajo o bien sabían que no podría negarse a cualquier cosa que el bicolor le pidiera y lo enviaron por él, ese chico tenía algo que lo hacía sumamente irritante e insoportable, pero que también tenía algo que le arrancaba una sonrisa sin que lo notara…algo que lo hacía perderse en él.


— ¿Cómo conseguiste esta motocicleta? — se acomodó detrás de él, el dichoso armatoste rugió escandalosamente y el impulso que este dio al aventurarse hacia la calle lo forzó a aferrar los brazos en Bokuto. Él era cálido.


— Mi primo me dejó usarla, vive por aquí, tuve que hacerle algunos favores para que pudiera prestármela.


No podía determinar qué era lo que le gustaba más de esta persona. La calidez de la espalda de Bokuto contrastaba con el frio aire nocturno. Lo encontró sumamente agradable y reconfortante, y se encontró a si mismo siendo embargado por una extraña sensación de paz y tranquilidad a pesar de que seguía un poco ansioso por montar una motocicleta. Podría quedarse así por siempre…sintió que quería sentirse así por siempre.


— Tsukki…Tsukki…Tsukki…— apretó los parpados y gruñó suavemente al tiempo que se acomodaba sobre su almohada, aun no quería despertar; había un agradable aroma, era delicado, pero fuerte y cuando se mezclaba con aquella voz llamando a su nombre o con la firme gentileza de la mano que acariciaba su cabello, entonces se transformaba en un maravilloso arrullo — Tsukki, despierta ¿Si? Voy a besarte si no lo haces.


— No — balbuceó al tiempo que frotaba la cara contra su almohada, una inusualmente más dura de lo que recordaba, pero no menos cómoda. 


— Kei…— sonrió. Le gustaba cuando él, cuando Kuroo, decía su nombre. Abrió los ojos y ¡Maldito enamoramiento, malditas mariposas agitándose en su estómago, malditas emociones propagándose por toda su piel a través de los acelerados latidos de su corazón, maldita risa suave que delataba sus sentimientos, maldita timidez y maldita sonrisa gatuna que desencadenaba todo eso y más! — Feliz cumpleaños — Kuroo se inclinó, la cabeza de Kei descansaba sobre su regazo, y encontró sus labios con los suyos, el contacto fue prolongado, gentil, pero estaba lleno de segundas intenciones que multiplicaron por mil el aleteo de las mariposas.


— Gracias.


Suspiró. No quería hacerlo, pero fue incapaz de detenerlo, Kuroo provocaba eso en él, lo hacía volverse ridículo. Acarició su rostro con el dorso de su mano, aquella caricia terminó sobre sus labios, donde los dedos contrarios delinearon su forma con lentitud. Su piel cosquilleó y sus ojos se perdieron en los dorado avellana del moreno y descubrió, como cada vez, lo mucho que esta persona lo quería...y lo mucho que Kei lo quería a él.


— Al fin despertaste ¿Listo para el pastel?


Akaashi se acercó a la esquina donde se encontraban, traía un pastel con destellantes velitas sobre él. Bokuto lo acompañaba y cargaba un par de cajas envueltas en brillante papel de distintos colores que reflejaban las luces alrededor. Su presencia no rompió con el ambiente que habían creado, lo volvió más cálido, agradable y completo, como si ellos fueran el ingrediente esencial de un platillo único. El sabor de un instante creado por los cuatro era siempre inigualable.


Se levantó, Kuroo le ayudó, podía hacerlo por si mismo sin problemas, pero parecía que el moreno no tenía muchos deseos de romper el contacto con él. Tsukishima tampoco y no opuso demasiada resistencia cuando notó que él tiraba de su cuerpo para hacerlo sentarse sobre su regazo. Besó su cuello.


Fue solo en ese instante que reparó en donde se encontraban; el gimnasio de su escuela. Las ventanas estaban cubiertas, pero el lado de la habitación donde se habían reunido estaba cubierto por parpadeantes luces navideñas que formaban una barrera que los separaba de la oscuridad. Algunas formaban su nombre y la palabra "feliz cumpleaños" en la pared junto a ellos, también había grandes estrellas brillantes, globos con letras fosforescentes pintadas, cintas de colores y botellas rellenas con brillantes luces. Incluso habían dispuesto algunas colchonetas sobre el suelo para sentarse más cómodamente.


¿Cómo habían conseguido hacer esto? No pertenecían a esta escuela o a su ciudad, Kuroo y Bokuto ya ni siquiera eran estudiantes de preparatoria.


— Kuroo-san consiguió que el capitán de tu equipo le diera la llave, tu amigo ayudó a convencerlo — Akaashi dejó el pastel en el centro y besó la comisura de sus labios, después detrás de su oreja y le susurró un feliz cumpleaños con voz aterciopelada. Sus labios sabían a merengue y fresas.


— Abre primero mi regalo, va a encantarte — Bokuto dejó caer la caja más grande sobre su regazo, el brillo de sus ojos competía con todas las luces alrededor e incluso la luna misma. Su obsequio, se sintió pesado cuando la sostuvo y estuvo tentado a agitarlo como un niño curioso.


Entonces Kuroo resopló al tiempo que apretaba su cintura y apoyaba la barbilla contra su hombro — Él mío es el mejor.


— Por supuesto que no, tengo mejor gusto que tú — replicó Bokuto.


— El novio oficial de Tsukki son yo, así que obviamente...


— Creo que primero deberíamos cantar las mañanas — sugirió Akaashi apoyando una mano sobre el muslo de cada uno. Eso sin duda había captado su atención — Después Tsukishima puede abrir sus regalos y decidir cuál le gusta más — él, siempre tan sereno, le guiñó un ojo como si quisiera decirle en silencio que el suyo era el mejor.


Sonrió. Esta vez tan ampliamente que fue plenamente consciente del movimiento de sus mejillas y de cómo estas se encendían. No recordaba la última vez que un cumpleaños le había emocionado tanto o la última vez que la alegría le había invitado a reír.


— Bien...a la una, a las dos y a las tres...


Para Tsukishima su cumpleaños no era más que un día como cualquier otro del calendario; banal, aburrido y monótono. Uno que moriría con la misma rapidez que lo había hecho el ayer o que lo haría el mañana. No sabía que podía llegar a ser tan especial, no sabía que podría provocarle una emoción indescriptible o que llegaría a desear que el tiempo se detuviera...que jamás terminara.


Probablemente iba a ser muy decepcionante cuando, en un futuro, no obtuviera algo como esto, generalmente era así cuando se tenía expectativas. Sin embargo tenía la certeza de que algo así no sucedería, no había forma alguna en la que esos tres lo permitieran.


Era así como se sentía, era una certeza que calmaba su corazón, ellos lo hacían sentir siempre de esa forma; así...especial.


La persona más especial del mundo.

Notas finales:

>3< Gracias por leer >3<


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