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Labor Social por Mc-19051

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Notas del fanfic:

Esto es un one-shot que hice para mantener la cuenta activa después de tanto, espero les guste <3

Labor social


‘Incluir frase poética aquí.


 


La verdad es que nunca se había caracterizado por ser alguien sociable, era más del tipo de juzgar desde lejos y apartarse aún más si lo consideraba necesario. Con una familia plenamente funcional sería absurdo decir que se sentía mal estando en su propia casa y sentirse incomprendido ¿Cierto? Y no era precisamente por la cantidad absurda de pecas, que no, que toda su familia las tenía, era un mal hereditario.


Excepto por la puta adoptada que se proclamaba cómo su hermana mayor; buenas notas, sociable, con un futuro en el modelaje, capaz de manejar varios idiomas y con una creatividad casi infinita; la niña perfecta.


Y la preferencia de sus padres hacia ella le hacía creer cada día más que a penas cumpliese su mayoría de edad, lo echarían bajo la excusa que debía dejar el nido y demás mierdas, hace tiempo que eso había dejado de importarle un carajo.


Con la indiferencia de sus progenitores, todos los problemas se les hacían relativamente fáciles de resolver, un par de batazos y listo, todos felices. Lo que más cercano tenía a un amigo era —en efecto—, un bate al que cariñosamente le había puesto clavos para que se viese más intimidante.


Venga, que él por sí solo no era la definición de intimidante, con unos mugrosos metro sesenta y una cara de niño que no haría nada, todo el mundo lo catalogaba cómo alguien inofensivo, no importaba; servía mejor para atacar por sorpresa.


Hablando de sorpresas, grande fue la que se llevó la zorra de las zorras de la escuela, al encontrarlo dejando inconsciente a su novio a base de una muy cariñosa apuñalada que le había metido, luego tuvo que dejar en el otro mundo a la chica a base de unos muy cariñosos golpes en la cabeza con una cabilla que había encontrado por allí.


Que era agresivo, quizá sí, quizá no. Los términos eran relativos, al igual que el tiempo.


¿Cómo era que nadie se daba cuenta de lo que hacía? Bueno, la verdad es que a él no le quedaba muy claro cómo funcionaba la policía en su país, sí que los muchachos desaparecen y demás pero ahí quedaba; y él matándose eliminado toda la evidencia y disfrazándose para que no lo relacionasen pero cuando una vez en octubre caminó todo ensangrentado por la calle, todo el mundo pensó que era un —muy— elaborado disfraz de Halloween.


A veces pensaba que estaba en Derry y que él era Eso, pero bah, también se llevaba sus buenos golpes; una vez uno de los jugadores de basket de la escuela pensó que quería vivir y se defendió, le costó bastante explicarle a sus padres cómo fue que consiguió tantos golpes.


¿Qué te ha pasado?


Me caí por las escaleras de la escuela con el carrito del conserje.


Oh, bueno, ten más cuidado la próxima.’ Vale, y eso había sido todo para él pero el jugador de basket se lo llevó bastante mal; no supo de donde salió la idea, y los recuerdos son muy difusos de cómo pasó exactamente, pero se las arregló para asfixiarlo con una pelota de basket.


Y así fue más o menos  hasta que dejaron de meterse con él.


Luego todo fue un poco más tranquilo, venga, que ya no tenía que pasar el fin de semana enterrando cadáveres y comprando de forma no sospechosa cal. Pero lo que había quedado después de todos esos sucesos relativamente irrelevantes, era una persona muy extraña.


Hasta él mismo se consideraba extraño en ocasiones ‘Vamos’ se dijo mentalmente ‘Que no es tan difícil hablar con alguien que no seas tú mismo’ se decía de forma constante, y al final, sólo palabras tan filosas cómo sus puñales eran lo que salían de su boca.


Te ves tan tierno con tus pecas.


Y tú tan gorda con ese suéter, aléjate, tu grasa me asfixia.’ Oh sí, era todo un hijo de puta ¿E importaba? ¡Pues claro que no!


Lo único que importaba actualmente era que alguien decidiese pasar un día entero con él para poder graduarse, era una labor social bastante extraña pero él no era quien para cuestionarse decisiones extrañas ¿Por qué en vez de matar a la mitad de sus compañeros no decidió cambiarse de escuela? Exacto, por la misma razón que la profesora le había dicho que debía ser un poco más agradable con los demás si quería obtener su maldito título.


Era absurdo, se suponía que tenía que recoger la basura de los putos cerdos o lidiar con un veterano de guerra y sus anécdotas de cómo tuvo que descolmillar a una bamba negra para poder apuñalar a un oso, él no era alguien muy razonable pero eso ultimo lo consideraba poco factible.


¿Pero importaba? Claro que no, porque ahora estaba sin razón aparente en el hospital de la ciudad porque tendría que ayudar allí, no sabía cómo, pero tenía que hacerlo.


—Muy bien, Alexander—cierto, que se llamaba así—; recuerda que tienes que ayudar a alguien de tercera edad o discapacitado.


— ¿Ya no puedo volver con el señor Ivanov? —preguntó, ahora el veterano de guerra parecía lo más entretenido del mundo.


—No porque quizá termines afectando su frágil mente.


—Que no es frágil —intentó convencer nuevamente a su profesora—, sus anécdotas son muy creíbles y su plan de llevarme al bosque a entrenar creo que sería muy bueno para mi salud.


—No.


Frunció notoriamente el entrecejo al ver que quedaban en lo mismo, decidió que para salir del paso, sólo debía ofrecerse a ayudar, al ver a un señor muy entrado en edad, decidió acercarse para ver en qué mierda lo podía ayudar pero el hombre, pues era sordomudo, y él definitivamente no tenía paciencia para lidiar con algo así.


Simplemente ser paciente no era lo suyo, se ofreció a ayudar en más de una ocasión pero al ver que muchas personas o lo evitaban o le miraban raro, desistió y se sentó afuera a arrancar las flores para pasar el rato. Estuvo así bastante rato hasta que alguien le llamó la atención y él muy amablemente le sacó el dedo de en  medio antes  de irse de allí a buscar algo de comer.


En su camino, vio a alguien que sólo tenía un solo brazo y cómo intentaba en vano acomodar los papeles pero al final, cayeron sin más, rápidamente cambió el rumbo de sus pasos y corrió cómo maniaco hacia el sujeto en cuestión para ayudarlo pero al ver que alguien más se le adelantaba, lo empujó hacia el césped sin ningún tipo de sutileza y se dirigió hacia el sujeto de un solo brazo.


Quizá era su forma tan agresiva de acercarse lo que terminaba espantando a la gente, seguro debía buscar una táctica un poco más sutil.


—Hola —jadeó en una extraña clase de saludo—, déjame ayudarte.


—Estoy bien, gracias—se apresuró a decir el manco ese, a lo que frunció nuevamente el ceño.


—Insisto —forzó su mejor sonrisa, y al ver suspirar al tipo ese, supo que había ganado.


—Vale, por allá se cayeron unos que no alcanzo —señaló con el muñón que debía ser su brazo derecho— ¿Podrías pasármelos, por favor?


—Sí claro —sonrió victorioso, oh sí, iba a ayudar ese sujeto porque aparte de ser manco, era surdo, así que debía vivir un calvario en  un mundo diseñado para diestros. Se empecinó en recoger los documentos que el tipo había indicado, los limpió un poco antes de entregárselos pero al ver que existía otra la vez la posibilidad que se le cayesen, tomó la carpeta y los metió allí.


—Gracias—el sujeto extendió su única mano, dispuesto a tomar la carpeta pero él la alejó— ¿Qué pasa?


—Quiero ayudar a alguien —explicó sin filtros.


—Pues ya me has ayudado, gracias, ahora devuélveme la carpeta.


—No —abrió la dichosa carpeta y encontró la copia de la identificación del sujeto, dando con su nombre—, Jackobo ¿Cierto? Pues yo soy Alexander, y hoy seré tu brazo derecho.


—En serio lo aprecio, pero estoy bien.


—No, no lo estás. Horita se te cayeron estos importantes documentos ¿Qué habría pasado si yo no hubiese estado cerca para ayudarte?


—No estabas cerca —respondió el sujeto frunciendo ligeramente el entrecejo—, te vi correr cómo loco y luego llegaste a empujar la persona que sí —hizo énfasis— estaba cerca para ayudarme.


—Eres un malagradecido.


—Y tú un muchacho muy raro —se arqueó de hombros—, no sé cuál es tu maní de querer ayudar pero creo que deberías buscar a alguien más —hizo una pausa—, y ser un poquito menos imprudente.


—No soy imprudente, sólo digo la verdad de frente.


—Eso es ser imprudente.


— ¡Pues toma tu carpeta, manco de mierda! —y se le restregó contra el pecho antes de irse furioso, importándole una mierda si la gente lo miraba mal, bah, para eso sí lo miraban y no para dejarse ayudar por él.


Deambuló por el hospital, ofreciendo su ayuda pero las negativas crecían, al igual que su rabia ¡¿Qué carajos tenía que hacer para que alguien estuviese dispuesto a recibir su ayuda?! En más de una ocasión estuvo tentado a extorsionar a alguien para que dijese que había sido un muy buen niño y que había ayudado en todo pero no quería que lo terminasen vetando del lugar.


Ya caída la tarde, volvió a toparse con el manco, que bueno, ya sabía que se llamaba Jackobo y era un morenazo con rastas.


—Hey —intentó sonar natural pero al ver cómo el moreno se sobresaltaba, sabía que se le había salido lo psicópata en la voz— ¿Te ayudo?


— ¿Qué haces por aquí? —cuestionó Jackobo, bastante confundido al parecer— ¿En serio sigues con eso de querer ayudar?


—Es que necesito que alguien cuerdo diga que soy alguien agradable, así obtendré mi título.


— ¿No se supone que para eso debes hacer servicio comunitario?


—Sí bueno, yo no hago las reglas aquí —se arqueó de hombros—; tú me dejas ayudarte y eso me ayudará a mi ¿Te parece? —ante su infalible propuesta, Jackobo se lo pensó durante un rato.


—Necesito hablar con alguien mayor de edad antes de aceptar cualquier cosa.


—Vale —y sin más lo arrastró hacia la profesora que estaba coqueteando con el vigilante— ¡Profe! —gritó a todo pulmón mientras seguía tironeando del moreno.


— ¡Alex! —gritó ella de vuelta, asustada— ¡¿Dónde estabas?! —bueno, quizá ella no estaba coqueteando con el vigilante sino preguntaba dónde coño estaba; eso la verdad es que tenía más sentido, la mujer estaba entrada en edad ya y tenía tres hijos.


—Con él—señaló a Jackobo, el cual saludó a su profesora y al vigilante que lo miró mal—. Lo elegí para ayudarlo.


—Oh —la mujer parecía un poco más aliviada, o eso pensó él, su forma de percibir las cosas era un poco extraña— ¿Puedo hablar con él por un momento?


—Sí, claro.


— ¿Acaso no tengo voz aquí? —preguntó el moreno.


—Tú calladito —ordenó el vigilante, a lo que Jackobo simplemente bufó. Entonces entendió que él era aún menor de edad, que vivían en un país racista y que Jackobo era negro y tenía rastas… Sí, definitivamente eso no pintaba bien para el manco.


[…]


—Lamento que casi te mandaran a la cárcel —admitió con honestidad—, no pensé que mi ayuda perjudicaría a alguien —puntualizó mientras lavaba las verduras, al final, la profesora con el vigilante, y sus padres, le habían dado permiso de quedarse en el departamento de Jackobo para terminar con su ‘labor social’, lo había acompañado al mercado, lo había ayudado al montarse en el metro.


Se había entretenido bastante, especialmente en la parte cuando un sujeto se quiso pasar de listillo y quiso agarrarle el culo, oh que no sabía en que se había metido, no dudó en clavarle su puñal en el centro de la mano; sin mencionar en el mercado que casi se peleaba con una señora a muerte por los tomates más frescos.


—Está bien, al menos sé que tú no me miras con mala cara. Que tienes una vibra acojonante, es otra cosa —el moreno por su parte veía las noticias donde justamente se veía el caso del hombre al que le había apuñalado la mano en el metro.


— ¿Una vibra acojonante? ¿A qué te refieres?


—Que eres intenso, muchacho —suspiró—; venga, no sé cómo le hiciste para convencer a varios adultos para quedarte en el departamento de un total desconocido.


—Mis padres no me prestan mucha atención, la profesora no quería que le entrase un asunto legal, y el turno del vigilante terminaba pronto —explicó mientras picaba la cebolla para el guiso—; yo no hice nada espectacular.


—Si lo pones así, supongo que no —al ver que la conversación moría allí, decidió preguntar otra cosa.


— ¿Cómo le haces para cocinar con una sola mano?


—Costumbre —el moreno se arqueó de hombros de forma desinteresada.


— ¿Y para bañarte?


—Pues, no es tan difícil.


— ¿Y para limpiarte cuando cagas?


— ¿Al menos sabes lo que es la prudencia?


—Hablas como un viejo— hizo un puchero—, según tengo entendido, tienes a lo mucho veintidós, yo tengo diecisiete, por cierto —sonrió—, pronto cumpliré los dieciocho.


Y las palabras quedaron allí, sumiéndolos en un silencio que no terminaba de ser incomodo pero que tampoco era particularmente agradable; mientras estuvo cocinando, su mente divagó entre un mar de recuerdos y experiencias entre agradables y desagradables, por ahora se encontraba en un ambiente agradable; Jackobo no lo trataba mal, lo evadía un poco  pero no era precisamente alguien malo.


Entonces se preguntó cómo luciría el cadáver del moreno ¿Qué estaba mal de la cabeza por pensar en esa clase de cosas? Quizá sí, quizá no. Todo era relativo, pensar en ese tipo de cosas era más fructífero que creer en seres omnipotentes cómo Santa Claus.


Cuando la comida estuvo lista, se dio cuenta que estaba solo ¿Dónde estaba Jackobo? Pegó un grito llamándolo, a lo que ésta salió a medio vestir de lo que parecía ser su cuarto.


— ¿Sabes que tienes una forma de gritar bastante curiosa? —fue lo primero que le preguntó apenas le vio—. Casi pienso que te estabas muriendo, eh.


—Ya está lista la comida —fue lo único que respondió, señalando la mesa y ambos platos servidos.


—Oh vale.


[…]


La comida transcurrió sin mucho problema, al fin y al cabo tenía un hambre voraz, joder, que no había probado bocado en todo el día. Y supuso que ese hecho había quedado expuesto ante su acompañante, quizá era la forma delicada en la que se metía medio plato de comida a la boca, o el hecho que  casi ni masticara antes de tragar, o quizá porque no salió ni el ‘provecho’ antes de comer.


—Para ser tan pequeño comes bastante —comentó Jackobo mientras de una forma majestuosa lavaba los platos.


—No soy tan pequeño, mido unos respetables metro sesenta —contratacó— ¿Cómo es que confías tanto en mí? Pude haber envenenado la comida mientras no veías.


—Por la misma razón que tú lo haces —ante esas palabras, entrecerró los ojos, estaba bastante seguro que sus razones eran muy diferentes, él era muy capaz de defenderse si a Jackobo se le metía lo violador o asesino, pero ¿Qué podía hacer Jackobo para defenderse? Dudaba mucho que una sola mano pudiese contra dos, especialmente si una de esas dos tenía un filoso puñal.


Pero ¿Y si resultaba ser que Jackobo tenía a un tipo metido en alguna parte del claustrofóbico lugar dispuesto a ayudarle para atacarle? Bueno, con eso no contaba ¿Y si resultaba ser que el sujeto en cuestión era un mastodonte? ¿Y si lo vendían al mercado negro? Oh mierda, lo que él quería era su título, no que lo prostituyesen.


Maldito Jackobo, lo mataría apenas tuviese la oportunidad.


—Nuestras razones son diferentes —concluyó al final, al recordar que tenía que responder.


—Te quedaste bastante rato en la nebulosa de los pensamientos, vamos, tengo que llevarte con tus viejos —dijo Jackobo mientras se secaba la mano  con  el paño de una forma igualmente majestuosa.


— ¿Eh?


—Tienes que volver a tu casa, ya es tarde.


— ¿Y si me quedo aquí mejor?


—Sí —Jackobo sonrió, entonces supo que estaba frente a un posible violador—; yo creo que no —eso no lo vio venir—. Me la pasé bien  y todo lo demás pero debes regresar a tu casa, tranquilo, yo te firmo el acta esa donde digo que eres genial.


— ¿Soy genial?


—Cocinas genial.


[…]


Cuando finalmente puso su cabeza en su cómoda almohada, ya ni siquiera recordaba  por qué quiso matar a Jackobo en primer lugar.


Al día siguiente sólo bastó con entregarle el acta firmada a la profesora y eso se lo validaban como servicio comunitario, y listo, pronto podría graduarse y luego no sabía qué iba a hacer con su vida.


El tiempo se pasó volando y cuando quiso enterarse, ya le tocaba dar su pequeño discurso cómo muchacho graduado que era. Obviamente su discurso fue el mejor.


Nunca logré hacer un amigo en esta maldita escuela, los odio a todos, espero que les de SIDA, adiós.’ Y sin más, tomó su título y se fue tan campante, se sentía bastante bien pero había algo que faltaba; quizá alguien con quien celebrar algo que había hecho y que fuese legal. Sus padres no habían ido porque su hermana tenía un evento súper importante y súper relacionado con la moda.


Pero a él le importaba un carajo que sus padres no estuviesen, se había acostumbrado tanto a su indiferencia que realmente no le sorprendía que no hubiesen venido a su graduación ‘Entonces’ pensó ‘¿Por qué me molesta tanto?’. A veces ni él mismo se entendía.


Al final, con el dinero que le había robado a sus padres, se fue a celebrar solito en un McDonald’s, estaba comiendo felizmente su hamburguesa cuando vio a Jackobo entrar; y cómo cualquier película de romance que se hubiese fumado antes de ir a dormir, sus miradas se encontraron.


Pensó en levantarse e ir a saludarlo porque al final, le caía bien aunque hubiese pensado en matarlo en algún momento, y ante todo pronóstico, Jackobo se acercó con una sonrisa amena.


— ¿Cómo has estado? —fue lo primero que le preguntó.


—Bastante bien, hoy fue mi graduación —comentó—, estuve en el cuadro de honor —puntualizó orgulloso.


—Me alegro bastante por ti —Jackobo le revolvió el cabello de forma amistosa— ¿Y tus padres?


—Pues estaban ocupados, así que vine a celebrar yo solo, apenas termine de comer me voy a la zona de niños —con su extraño comentario logró sacarle una risa a su acompañante.


—Voy a ir a ordenar, ¿Será que te acompaño entonces en tu celebración? —ante esa pregunta, asintió entusiasmado ¿Cómo se iba a negar si Jackobo era el único ser humano que le caía bien aparte de él mismo?


[…]


La tarde se la pasó de maravilla, hacia tanto que no se divertía, desde que había dejado de matar zorras.  Pero esa diversión era más amena y —obviamente— legal, se la habían pasado hablando de libros y anécdotas absurdas, la verdad es que se sorprendió que Jackobo se le hubiese acercado después de ese primer encuentro pero no quiso preguntarle para no incomodarlo o alejarlo.


Ya el moreno tenía suficientes razones para querer alejarse.


—Eres alguien diferente —concluyó después de que terminasen de hablar de su libro favorito, Inferno— ¿Cómo es que te agrado?


—Sólo soy alguien con una paciencia mayor a la media, además, cuando no estás de intenso eres bastante simpático.


— ¿En serio? —sintió su cara arder cómo aquella vez que se puso a dilatar sus poros con vapor, y su corazón estaba acelerado cómo si hubiese corrido una maratón.


—Sí, aunque a veces sacas unos temas un poco extraños, pero supongo que eso te parece interesante.


—G-gracias —le salió un gallo, y sin razón aparente, de repente se sentía súper avergonzado ¡Venga! Que incluso había corrido semi-desnudo persiguiendo a una de sus víctimas ¿Cómo podía sentirse avergonzado sólo por eso? Entonces lo vio, se acercaba cada vez más.


Y entonces se dio cuenta que el moreno le había dado unas cariñosas palmaditas en la cabeza, junto a una sonrisa amistosa.


—Vale, ya es tarde, me tengo que ir; nos vemos después nuevamente la caricia en su cabeza y Jackobo se fue, dejándolo allí.


Encantado.


Entonces ¿Así se sentía tener alguien con quien hablar de forma natural? Se sentía genial, sólo tenía que asegurarse que nadie le quitase a Jackobo de su lado. Sin importar qué.


 


FIN


 

Notas finales:

Muchísimas gracias por leer :'3


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