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You're Always Sorry, Charles por midhiel

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You’re Always Sorry, Charles.

‘You’re always sorry, Charles, and there’s always a speech and nobody cares.’

Erik Lehnsherr. Tráiler de “Dark Phoenix”

Capítulo Uno: El Desencuentro

1990

-Arriesgas demasiado sus vidas en esas misiones que aceptas. Yo voy con ellos, los guío y trato de cuidarlos. Puedo ver el miedo y la tensión en sus caras. Tú, en cambio, te quedas aquí conectado a Cerebro. ¿Qué arriesgas tú en cada misión, Charles?

Las palabras de Raven resonaban en la cabeza de Charles Xavier. Ni era la primera ni sería la última vez que le sacaría en cara el peligro de las misiones a las que sometía al equipo en cada ocasión que las aceptaba de boca del mismísimo Presidente de los Estados Unidos. Pero Charles sentía que no tenía opción. El ser humano, por naturaleza, temía a lo desconocido y la humanidad entera miraba con recelo a los mutantes. Había debates públicos, cada vez más frecuentes, donde se planteaba que el gen x era la clave de la evolución de la especie humana. ¿Qué harían los homo sapiens al sentirse amenazados? ¿Se quedarían de brazos cruzados o lucharían con garras y dientes para impedir su extinción?

Charles se frotó la cabeza, sentado detrás del escritorio en su despacho. Sabía que les exigía demasiado a Kurt, a Scott, a Ororo, a la excepcional Jean, y a Peter, en especial a Peter, que era el hijo de Erik Lehnsherr. Charles y Erik habían tenido una relación de idas y vueltas desde que se conocieron en 1962. En los últimos años, después de vencer a En Sabah Nur, hicieron a un lado sus rencillas y viejos rencores para convertirse en amantes constantes y fieles. No había nada de ocasional en el vínculo que estaban sosteniendo, los dos se amaban genuinamente y se eran fieles y sinceros. Sin embargo, no estaban juntos. Charles vivía en Westchester liderando el equipo de los X-Men, mientras que Erik se había trasladado a una isla africana para fundar Genosha, una comunidad donde los mutantes exiliados convivían en armonía.

Ambos tenían un acuerdo implícito: cada tercer viernes del mes, Erik viajaba hasta la mansión para pasar con Charles el fin de semana completo hasta el amanecer del lunes. Los dos sentían y sabían que se amaban y que les costaba vivir sin la presencia del otro, pero los ideales distintos de cada uno los mantenían alejados. Este acuerdo mutuo los hacía felices y aunque Charles soñaba con que algún día su amante le planteara mudarse finalmente a Westchester, y Erik anhelaba llevar a Charles a Genosha para vivir juntos y en paz, se respetaban.

Charles se refregó los ojos en un intento vano por quitarse la imagen de Erik de la cabeza. Acababa de aceptar una misión riesgosa y acababa de discutir una vez más con Raven. Sin embargo, como en cada ocasión, Mystique había terminado por acceder de mala gana y se había retirado a preparar al equipo de jóvenes. Charles recordó que estaba viviendo el tercer martes del mes y restaban apenas tres días para que Erik al fin lo visitara. Bueno, en algo positivo tenía que pensar.

De repente, Raven regresó y entró sin golpear. Seguía enojada.

-Peter no está – anunció distante.

-¿A dónde fue? – se asombró el psíquico. A pesar de ser la persona más veloz del planeta, jamás se marchaba sin despedirse antes de él. El muchacho veía en Charles más que a su mentor, lo veía como a su padre sustituto, teniendo a Erik del otro lado del océano.

-Nadie lo sabe. Por lo tanto tendremos que arreglárnosla sin él, ¿cierto? ¿O vas a entrar finalmente en razón y cancelarla?

Molesto, Charles alzó la botella del escritorio para servirse un trago.

-Bien – bufó Raven con sorna -. Nosotros arriesgamos el pellejo y tú te quedas aquí borracho.

-No estoy para discusiones, Raven – dejó en claro, cortante -. Sabes que no tengo opción y debo aceptarlas.

-¿En serio? – se mofó Raven -. ¿El psíquico más poderoso del mundo se ve obligado a aceptar misiones? ¡Maldita sea, Charles! ¡Métete en la cabeza del presidente y oblígalo a cancelarla si no tienes las agallas para hacerlo tú!

Charles sacudió la cabeza, enfadado. Raven llegó hasta el escritorio y apoyó ambas manos en él para mirarlo directo a los ojos. Sus pupilas amarillas se enfrentaron a las cerúleas de Charles.

-Es que no se trata de la misión, ¿cierto, Charles? Se trata de alimentar tu propio ego. Se siente bien estar en las portadas de las revistas, ser entrevistado en exclusiva por “Times”, recibir elogios de los poderosos del mundo, sentirse importante. Siempre fuiste un vanidoso, Charles. De joven tratabas de impresionar a las mujeres, ahora intentas impresionar al planeta entero.

-¡Raven, basta! – cortó Charles indignado -. ¿Crees que me agrada arriesgar la vida de los chicos? ¡Los amo y protejo como si fueran mis propios hijos!

-Pues no se nota – espetó Raven -. De cualquier manera, sin Peter no podemos partir así que queda abortada.

Charles se echó hacia atrás. Odiaba admitirlo pero su hermana adoptiva tenía razón: Peter, con su velocidad ultrasónica, era una pieza esencial para el equipo. Charles arriesgaba y empujaba a los jóvenes para que dieran los mejor de sí pero no iba a enviarlos a una misión suicida y si la llevaban adelante sin Quicksilver, indefectiblemente se convertiría en una.

-¿Qué vas a hacer, Charles? – reclamó Raven, apremiante.

Charles respiró profundo. Se sentía frustrado y con el orgullo herido.

-Esperaremos y si no regresa en diez minutos, llamaré al Presidente para cancelarla.

…………….

Erik Lehnsherr había erigido Genosha en medio del corazón de la selva tupida. Con piezas de metal arrancadas de las entrañas marítimas, había construido edificaciones simples y resistentes al mismo tiempo. Varios mutantes vivían allí, algunos lo hacían temporalmente y otros habían estado desde su fundación. No tenían un líder, solo Erik hacía las veces de consejero y voz del grupo, y se regían por leyes convenidas mutuamente.

Peter llegó esa mañana a la playa teletransportado por Kurt, que había jurado desde la noche anterior guardar el secreto del viaje, y luego se había marchado.

Peter cargó de aire puro sus pulmones. Se sentía a gusto en Genosha. Era un espacio inmenso donde podía correr y desarrollar sus habilidades. Además estaba orgulloso de que su padre fuera su fundador. Pero no quería vivir allí. Prefería la Mansión X, con sus amigos y la guía de Charles y de Mystique. Erik aprobaba gustosamente su decisión porque consideraba a Raven una persona admirable y amaba y respetaba a Charles más que a sí mismo. Por eso no podía sentirse más satisfecho con el juicio de su hijo.

Apenas el joven arribó a la comunidad, su padre salió a recibirlo como tantas veces con los brazos abiertos. Se fundieron en un abrazo cálido y, tras los saludos, Peter murmuró con una sonrisa a su oído.

-Hay algo que tengo que contarte.

-Lo imaginé – contestó Magneto, poniéndose serio -. Nunca vienes a verme a mitad de la semana. Charles no aprueba que pierdas las clases.

-Sí, Charles – suspiró Peter -. No le dije que vendría para que no me suelte un sermón.

-Hijo, Charles quiere lo mejor para ti y si vuelves a escapártele, yo mismo te impondré la penitencia.

-¡Papá! – rio Peter sorprendido.

-Hablo en serio – respondió Erik, calmado pero decidido -. Imagino también que debe tratarse de una buena noticia por tu alegría y que era urgente porque no pudiste esperar tres días, aunque a ti simplemente te cuesta horrores esperar – sonrió.

Peter asintió con la alegría pintada en la cara. Padre e hijo se dirigieron hacia una estructura horizontal de hierro y el joven iba por el camino saludando a cada mutante conocido sin perder la sonrisa.


…………….


Hola.

Alerta de Spoilers


No podía sacarme ese tráiler de la cabeza. La actitud arrogante de Charles al principio y culpable después, la decepción y rencor de todos para con él, el hartazgo de Erik principalmente, ese funeral, el dolor, la angustia y las palabras de Magneto resonando una y otra vez. ¡Tenía que escribir una historia sobre todo eso!

Espero que les guste.

Ah, Dark Phoenix está ambientado en el año 1992, así que este fic se sitúa dos años antes, en 1990.


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