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Temporada por Dagi

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Notas del fanfic:

Supernatural pertenece a CW. No queda nada para que empiece la temporada 14.

Idea surgida por el aviso de otp--prompts.

No beta.

Historia fluff, pensada para la epóca invernal...  aunque por estos lados va hacer tremendo verano jaja.

Se podría decir que Castiel estaba un poco mayor para jugar a la guerra de bolas de nieve. Pero aún así, aceptó tras las súplicas de sus hermanitos. Si lo pensaba bien, sería una oportunidad para mostrar sus habilidades estrátegicas a su inmaduro vecino: Dean.

Se unió al equipo de Jack y Gabriel mientras que su rival se conformaba con Dean a la cabeza, su hermano, Sam como su defensa y Charlie.

Él y Dean eran los únicos niños grandes, ambos tenían dieciséis, mientras que el resto contaba con once y doce años.

El campo de batalla: el parque.

—¿Listo para que te patee el trasero, Cas?—dijo con una sonrisa brillante.

Cas le dio su mirada ceñuda(patentada, según Gabe) y deseó que su corazón no latiera deprisa con aquella sonrisa descarada.

—Que gane el mejor, Winchester.

Dean resopló.

—Me llamo Dean, Cas. Lo sabes.

—Castiel. Mi nombre es Castiel, Winchester—gruñó en voz baja. ¿Con que derecho le ponía un apodo? Aunque saliendo de esos labios regordetes se escuchaba muy bien.

Castiel sacudió su cabeza, dejando sus pensamientos atrás.

~*~*~

—Vamos, Cas. ¿Eso es todo lo puedes dar?

Dean se burlaba de él.

Sus equipos estaban empatados. Jack y Charlie se habían encontrado al mismo tiempo y su cabeza y rostro fueron cubiertos por nieve.

Su respiración era agitada y con tanto movimiento ya no podía sentir el viento frío golpeando sobre su cara.

Castiel observó como Gabe salía de su posición para enfrentarse a Sam.

—Esto no estaba en los planes—murmuró.

De reojo pudo ver como Sam y Gabe se reían, tirados en el suelo blanco.

Castiel suspiró. Era un juego divertido y él lo había tomado con mucha seriedad. ¿Qué quería demostrar? En realidad, ¿Qué le quería demostrar a Dean? ¿Qué no era un adolescente aburrido? ¿O qué era más listo que él? ¿Por qué deseaba impresionarlo?

—¿Sigues aún conmigo, Cas?— gritó Dean desde su escondite. Esta vez el tono se oía preocupado.

El corazón le dio un nuevo salto.

—Sigo aquí, Dean—le respondió alto y tranquilo.

—Oye... Creo que podemos subir la apuesta... ya que sólo estamos tú y yo.

Él dudó un momento.

—¿Puedes ser más preciso?

—Ya sabes, Cas... como hacer la tarea del otro por un mes o ser el sirviente del otro durante el verano.

Eso parecía sencillo, pensó Castiel.

—Acepto, Dean.

~*~*~

Ambos jadeaban luego de varios tiros. Sam, Charlie, Gabe y Jack alentaban con entusiasmo.

Los copos de nieve caían del cielo con suavidad, agrupándose en el aire.

Castiel se agachó con rapidez, levantando una bola de nieve.

Tenía una oportunidad más.

Corrió hacia donde se situaba Dean. El joven pecoso trataba de formar una bola perfecta, pero era demasiado tarde. Castiel se acercó, con la mano en alto, un paso más y...

Resbaló.

Castiel pegó un grito de sorpresa mientras caía de bruces.

Dean comenzó a reirse y se acercó hacia él. Aplastó la bola de nieve sobre la cabeza de Castiel en señal de victoria.

Castiel cerró los ojos y se dejó caer completamente, llenó de vergüenza.

—Felicidades, Dean—susurró. Sólo esperaba que Dean no le pidiera nada extremo. Prefería realizar sus tareas y darle las repuestas a sus exámenes.

Sintió un agarre en su mano y como era levantado del suelo helado.

Parpadeó sorprendido al sentir la cercanía de Dean. Más que eso. Le sonrió y sus ojos brillaban.

Observó en cámara lenta como Dean inclinó la cabeza y le acarició los labios con los suyos.

El beso duró un segundo. Una eternidad que dejó una huella en él.

Ahora sí. Su corazón martilleaba contra su pecho, pidiendo salir.

Dean retrocedió y le dijo:

—Bueno... Estoy pensando en cobrar mi apuesta.

—¿Cú-Cúal sería?—dijo casi perplejo.

—Vendrás a una cita conmigo.

Castiel se ruborizó.

En ese instante, aparecieron los otros niños. Los rodearon en un círculo mientras cantaban: Dean y Cas sentados en un árbol, ¡b.e.s.á.n.d.o.s.e!

—¿Qué dices, Cas?

Castiel lo miró fijamente. Sus labios se curvaron en una sonrisa.

—Sí, Dean. Estoy dispuesto a cumplir. Iré a una cita contigo.

Dean asintió y acortó la distancia otra vez para sentir sus labios.

Castiel fue a su encuentro.

Una sensación agradable y cálida le recorrió el cuerpo y se instaló en su corazón.

Notas finales:

Gracias por leer.


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