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Sin miedo a quererte. por Girlyfairly

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Notas del fanfic:

No pensaba nunca publicar esto aquí, pero necesito tener mis fics en todas las plataformas(? 

Esto debía tratarse de una broma, una de mal gusto, por supuesto. Veía las maletas en el medio de aquella vacía habitación y se convencía que la vida era una mierda. Aún podía percibir el aroma de las flores, del húmedo pasto, y de la desolada brisa que estuvo presente en aquel cementerio, donde vio amigos y familiares de sus padres que no reconocía, aunque tampoco es como si hubiese puesto mucho atención, sus insondables orbes se mantuvieron adheridos a los dos ataúdes de un pulcro color café, esos mismos que descendieron dentro de los hoyos que habían sido cavados en la tierra tan pronto el sacerdote había terminado con un sermón el cual él no había escuchado, simplemente escuchaba las quejas y llantos que habían a su alrededor, fue testigo de cuando una mujer de avanzada edad cayó desmayada, el como un círculo se formó alrededor de ella para auxiliarla, y aunque era una escena que estaba pasando frente a sus ojos, parecía tan irreal, como si se tratase de una película, donde él no estaba realmente presente físicamente, porque era justo como se sentía, no importaba cuantas personas se acercasen a abrazarlo y susurrarle a su oído un "lo siento, te acompaño en tu dolor", él simplemente se sentía tan desconectado de la situación, deseaba gritarles a todos ellos, ¡malditos mentirosos!, nadie realmente podía sentirlo, no eran sus padres los que habían muerto, ¡no era la vida de ellos las que había cambiado en un abrir y cerrar de ojos!


Y aunque había dormido durante todo el viaje, ahora se encontraba muchas horas alejado de Inglaterra, en un país nuevo, con un abuelo al que solo había visto en fotos y saludado por teléfono cada navidad, en una nueva habitación que era tres veces más amplía que la que solía tener en su antiguo hogar, en una casa que le resultaba ser demasiado grande para que solo viviese su abuelo en ella, con una decoración que parecía ser un lugar atrapado en el tiempo, un antiguo piano en una de las habitaciones de abajo, papel tapiz de color extraño por todas las paredes, fotos de quién sabrá quienes enmarcados en pesada plata colgando por esas largas escaleras  de madera que rechinaban en cada paso. 


No deseaba estar ahí, deseaba su pequeño apartamento donde vivía con sus padres en Londres, deseaba su antiguo colegio y a los idiotas de sus amigos, con quienes prometió estar en contacto a través de vídeo llamadas, pero Elle estaba seguro que no sería lo mismo, no podría acompañarlos a las tardes de batidos y charlas tontas que hacían cada viernes luego de la escuela, ahora tendría que pasar por la tortuosa situación de ser el nuevo estudiante en un colegio japonés.


—¿Puedo pasar?— la voz casi fraternal de su abuelo irrumpió en la desolada habitación, mientras el hombre de lentes de botella y cabellos canosos asomaba la cabeza por la ranura de la puerta semi abierta.


—Si, pasa— accedió, manteniéndose encorvado en la orilla del colchón.


—Parece que estás teniendo problemas para desempacar— caminó lento por la habitación, dando zancadas para no pisar las desordenadas maletas que yacían tiradas en el suelo. —Ya estás inscrito en el colegio Daikoku, pero si quieres tomarte una semana más, será comprensible, las clases empezaron hace apenas tres semanas, no creo que te pierdas de mucho si te tomas un poco más de tiempo— se sentó junto a su nieto y fue incomodo el pasarle un brazo alrededor de los hombros cuando jamás habían sido tan cercanos, pero era inevitable no hacerlo al darse cuenta que era la única familia que le quedaba al azabache. 


—No quisiera retrasarme más, sé que ya pasó una semana y aún no he desempacado nada, pero creo que es como una manera de no aceptar la realidad, quizá conocer gente nueva me ayude, ver rostros nuevos, respirar un aire diferente— sonrió, pero solo para dejar tranquilo al mayor, él realmente no deseaba ir a esa institución donde seguramente todos se le acercarían al ser el nuevo, lo desesperarían con preguntas que no deseaba responder, realmente no deseaba ser molestado por nadie, pero no podía evitarlo por siempre.


—Esta bien, el colegio está solo a cuatro cuadras, pero te acompañaré para que conozcas el camino— y Watari no iba a mentir, tenía años viviendo solo en esa enorme casa que le resultaba extraño tener ahora a un adolescente viviendo con él.


—Esta bien... abuelo—  susurró lo último, sintiendo extraña esa palabra saliendo de sus labios.


 


-_-_-_-


 


 


La escuela privada Daikoku no tenía nada que envidiarle al  instituto Winchester en Inglaterra, los salones eran amplios y bien estructurados, los pasillos y sanitarios se mantenían pulcros, la cafetería de la institución parecía estar bien equipada, aunque su lugar favorito había sido el patio trasero, donde había un frondoso árbol de cerezos bajo el cual se había sentado, todo con la excusa de escapar de sus compañeros, quienes se habían pasado el día detrás de él preguntándole sus orígenes y como alguien no japonés había ido a parar a Japón, hasta recordaba a una chica de enormes pechos invitándolo a un pequeño partido de fútbol que se llevaría a cabo durante la hora de almuerzo en la cancha instalada en el patio principal, y quizá en otra ocasión hubiese aceptado, sobretodo con semejante delantera que se manejaba aquella rubia, pero se excusó diciendo que primero debía ir al baño y que luego la alcanzaba, todo para tener un poco de paz y escapar del desorden que se llevaba  en la cafetería,  y del bullicio que se apoderaba de los graderíos de la cancha en el patio de enfrente. 


Hasta había olvidado que su abuelo le había puesto un bentō, el cual no recordaba donde había sido olvidado, en cambio solo cerró los ojos y echó su cabeza hacia atrás, recostándola en el frondoso tronco.


—¡Hola!


Lawliet abrió los ojos con pereza y molestia, llevó una mano a su frente para usarla como visera, el sol apenas le permitía ver que el causante de interrumpir su momento de paz era un castaño que tenía de compañero en el mismo salón, el cual ahora le sonreía ampliamente como si estuviese feliz de verlo. 


—¿Me puedo sentar?— continuó unos segundos después al no haber obtenido respuesta, aunque Lawliet no entendía ni para qué había preguntado si se había sentado de todos modos. —Hoy hace calor, lo cual es raro para estas fechas, ¿no te parece?- el azabache lo vio desenvolviendo un sándwich, ¿en serio que ese chico no entendía que deseaba estar solo?


—No lo sé, no sé cómo debería ser el clima para estas fechas en Japón— contestó sin muchos ánimos, cerrando los ojos nuevamente para intentar olvidar que tenía una molestia a la par.


—¡Oh!, ¡es verdad!— anunció con un tono de voz más elevado de lo normal, que hizo que el azabache abriese los ojos abruptamente al tiempo que daba un respingo —todos dicen que eres Ingles, es por ello que andan detrás de ti, nunca habíamos tenido un compañero extranjero— sonrió antes de darle una mordida a su emparedado, aunque Elle no entendía porque sonreía tanto, de hecho esa actitud tan jovial lo estaba exasperando.


—Es cierto, nadie parece dejarme solo, de hecho, ahora que pensé que podría tener un momento de paz, apareces tú, y déjame decirte que de todos... eres el más molesto—  espetó mientras se aflojaba la corbata roja, debía admitir de que muchas cosas que le molestaban de ese lugar, el uniforme estaba incluido, ese formal saco café claro junto a la exasperante corbata alrededor de su cuello lo estaban asfixiando... no, quizá todo tenía que ver con la inoportuna compañía de ese castaño cuyo nombre no conocía. 


—No debes de ser pesado, sé lo difícil que puede resultar ser el nuevo, solo quería que no estuvieses solo— contestó con un deje de tristeza, envolviendo su emparedado, de pronto ya no tenía apetito, y es que debía ser una mala broma si le decían que hasta el chico nuevo comenzaría a ignorarlo.


—¿No quieres que yo esté solo?, ¡ja!, ¡vaya ironía!— exclamó con sorna mientras reía quedamente, y quizá en otra ocasión se hubiese sentido mal de ver a su acompañante agachando la cabeza, él no era malo, pero tenía su pecho tan cargado de furia e impotencia que no le importó —disculpa que te lo diga, pero toda la mañana he estado en las mismas clases que tú, no es como si me importes pero no he visto a nadie acercándose a ti, ¿donde están tus amigos?, no me digas que alguien que se la pasa solo quiere mitigar la soledad de otros.


—¡A mí no me gusta estar solo!—  espetó, un poco molesto por la pedante actitud del nuevo, pero así como su adrenalina había subido, así mismo bajó —es solo que a nadie le gusta juntarse conmigo...— susurró, de nuevo cabizbajo y esta vez Elle prefirió apartar la vista, quizá avergonzado de haber sido tan grosero, porque él sabía lo que es que nadie te hable al considerarte raro, lo vivió cuando era pequeño, aunque por más que veía al castaño, no lograba comprender porqué alguien no le hablaría, no encajaba para nada en la categoría que todos nombrarían como "extraño". 


—Y... ¿como te llamas?— preguntó con las mejillas rojas, posiblemente de vergüenza, y no pudo evitar sobresaltarse cuando el castaño alzó la cabeza abruptamente, sonriendo ampliamente de nuevo. 


—¡Light!, Light Yagami... puedes decirme Light... o Yagami... o por mi nombre completo, como mejor gustes— Lawliet tuvo que hacer el doble de esfuerzos para seguir esos labios que se movían con rapidez, ¿en serio que este chico no tenía un botón de apagado?, quizá mareaba a todos y por eso nadie le hablaba —tú te llamas Elle Lawliet, ¿verdad?, bueno que idiota, si lo dijiste en la primera clase— rió por un momento negando con la cabeza, desenvolviendo de nuevo su emparedado, de nuevo tenía apetito —¿quieres?— acercó el sándwich a los labios de a quien consideraba su nuevo amigo, pero el azabache ladeó el rostro. 


—No, gracias, no soy fan de los emparedados— el castaño se encogió de hombros restándole importancia antes de continuar engullendo su comida.


—Como quieras, tú te lo pierdes... ¡oye!, el profesor de matemáticas ya dejó su primera tarea, ¿sabias?, deberías ir a mi casa y te paso todos los apuntes, ese tipo es algo estricto y podrías meterte en problemas... me pregunto porque no se recorta los asquerosos vellos que salen de su nariz— hizo una cara de asco inevitablemente, un gesto que le sonsacó la primera sonrisa a Lawliet al percatarse de lo fácil que resultaba para el castaño el empezar a desvariar.


—Mi abuelo ha hablado con el director, lo que me deja exento de cualquier actividad que haya sido dejada antes de mi inscripción al colegio.


—¿Entonces eso es un no?— cuestionó apenas audible, fijando sus grandes ojos miel en los ónice de su amigo, quien confundido enarcó la ceja.


—¿un no... qué?


—Que no irás a mi casa...— se mordió el labio nervioso, quizá haberlo invitado a casa había sido ir demasiado lejos, quizá se había dejado llevar por la emoción de estar compartiendo el almuerzo con alguien en lugar de comer solo —sino quieres, no es necesario que vayas, podrías llevarte mis cuadernos... claro, no todos porque los necesito, pero podría prestarte esos que no necesite para que vayas avanzando, así mañana podría prestarte otro, o si quieres te los presto todos el fin de semana y me los traes el lunes, o paso por ellos a tu casa el domingo por la tarde, aunque deberás decirme dónde vives, sino como podría llegar, ¿verdad?, ¡ya sé!, podría tomarles una foto con mi celular y te las envío por  mensaje, aunque eso requiere que tenga tu número telefónico y....-


—¡Light!— interrumpió el azabache completamente mareado de lo rápido que Light hablaba, sonsacándole un respingo al castaño antes de dejarlo callado —si digo que si... ¿guardaras silencio por un momento?


—¿Entonces si iras a mi casa?— era obvio, era lo que Lawliet acababa de decir, pero necesitaba asegurarse, y no pudo evitar sonreír con amplitud cuando el azabache asintió con la cabeza —¡genial!, mi mamá se pondrá contenta cuando le diga que llevo un amigo a casa, ¿te gustan las cosas saladas?— preguntó deteniendo  sus movimientos de comenzar a marcar el número telefónico sobre el celular que acababa de sacar de su pantalón.


—Prefiero las cosas dulces pero...


—Entonces le diré que prepare galletas—  interrumpió sin querer a su amigo, quien no hizo esfuerzo por detener al castaño, debía admitir que verlo emocionado por algo tan insignificante le causaba un lindo sentimiento en su pecho, le agradaba la sinceridad con la que Light podía actuar —¿te gusta el chocolate? Porque puede bañarlas de chocolate líquido si así lo quieres, o puede agregarle malvaviscos, ¡adoro los malvaviscos!, aunque no soy fan de los dulces, a mi padre le gustan con esas chispitas de colores que venden en los supermercados, pero en mi casa nadie es muy fan de los postres, de seguro papá se asombrará cuando encuentre galletas en la noche que regrese de trabajar, además...-


Y Lawliet solo vio la rapidez con la que los dedos de Light se movían sobre la pantalla mientras mandaba los mensajes a su madre, quizá esa última palabra debía ponerlo triste, pero Light hablaba tanto y tan rápido en estos momentos que ni tiempo le daba de pensar, y sonrió, sonrió al percatarse que el chico raro y nuevo había conseguido un amigo en su primer día de clases, un chico que resultaba ser alguien a quien todos los demás ignoraban...


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