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Orgullo por DanyNeko

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Notas del capitulo:

Esto es en realidad parte del Fictober en el que estoy participando.

Pero he decidido subirlo como one-shots o drabbles separados ya que algunos días del mes no son de shipps chicoxchico.

Así que, espero que disfruten los que subiré, el resto, por si quieren leerlo, está en mi Wattpad

 :3

— ¿Estás listo, Yugi? ¡Vámonos!

El tricolor miró con ligera sorpresa a Joey, con su bicicleta, esperando por él frente a su casa.
Sin disimular su incredulidad, sacó su teléfono del bolsillo de sus pantalones para comprobar la hora, pero no, aún no era tarde para llegar a la escuela.

—Joey... ¿te sientes bien? —preguntó cuidadosamente.

El rubio lo miró mal pero fácilmente se lo tomó como una broma —vamos Yugi, es el gran día —el menor hizo un mohín disimulado —hoy conmoverás a toda la generación con tú discurso ¡vamos, yo te llevo! —señaló la parrilla trasera de su bici.

La mandíbula inferior de Yugi bajó ligeramente y el corazón se le apresuró, nervioso, ante la mención de su discurso. El rey de los juegos miró con ansiedad a la ventana de su habitación.

—De acuerdo, iré por mis cosas, dame unos minutos Joey —dijo, aparentando fácilmente tranquilidad.

El rubio reposó los brazos contra el manubrio y le hizo un gesto para que se apresurara.

Yugi regresó sus pasos dentro de su hogar y corrió escaleras arriba hasta su habitación. Se arrepintió al llegar arriba ya que su corazón latía errático y su respiración era irregular.

Sí, bien, que había escrito y re-escrito su discurso varias veces, hasta que lo consideró adecuado; que lo había leído cientos de veces y practicado frente al espejo para asegurarse de pronunciar todo bien y no errar ante al público.

Pero... Cada una de esas veces se imaginaba cómo hubiera sido si, en lugar de hacerlo frente a su reflejo, fuera su yami quien estuviese ahí para escucharlo atentamente en silencio y corregirlo.

Se preguntó... 
¿En qué número de repetición Yami le habría dicho que era suficiente, que estaba bien y que lo haría estupendamente?
¿Se habría ofrecido a ayudar para redactar el discurso, o simplemente haría notar pequeñas cosas al azar cuando lo sintiera necesario?
¿Con que reflexión profunda lo habría sorprendido e inspirado?
¿Se habría reído cuando le dijera, en broma, que preferiría que él leyera el discurso en su lugar? ¿O lo regañaría suavemente, a la vez infundiéndole valor y confianza en sí mismo, recordándole que estaría allí con él en casa palabra, sosteniendo sus hombros hasta el final?

Yugi había pensado en tantas posibilidades. Tantas, acompañadas de lágrimas y suspiros.

Creía haber estado bien... Pero volver a verlo en aquel duelo con Diva, había removido demasiadas cosas en su corazón.
Solo podía rezar a los dioses para que no se le quebrara en medio del discurso, ni se le escapara ni una lágrima.

Tomó la caja dorada de su escritorio, acariciándola con delicadeza y afecto en una caricia catártica que preferiría haberle dado a su rompecabezas.
Quitó la tapa para dejarla a un lado y deslizó el dedo índice por su deck.
La primera carta era el mago oscuro, aunque en aquel momento estuviera bocabajo en la cima del mazo, pasó el dedo por toda la carta hasta que se deslizó por el espacio que quedaba entre las cartas y los borde de la cajita, allí sintió el tacto de una cadena y la pescó con su dedo, levantándola frente a sus ojos.

La luz se reflejó en la superficie plateada. Allí frente a él estaba la placa que contenía el verdadero nombre de su otro yo.

Suspiró, sabiendo que Joey se estaría impacientando ya, pero con todo el orgullo del mundo se colocó el colgante, que cayó cerca de su corazón sobre su playera negra.

Un suspiro dolorido escapó de sus labios —siempre te llevaré conmigo, mi amor.

Tomó un par de cosas más que necesitaba y bajó de vuelta, jalando su chaqueta de la silla para ponérsela y tomando su mochila con su mano para salir.

— ¿Listo?

Yugi respondió, pasando el brazo izquierdo por el tirante de su mochila — ¡Vamos!

Joey sonrió cuando el tricolor se enganchó de un salto tras él — ¡Vamos con todo! —y empezó a pedalear.

—Buena suerte chicos —exclamó el abuelo, saliendo de la tienda —los veré más tarde en la ceremonia.

.

Cuando todo hubo terminado, Yugi lanzó en alto su diploma junto a sus amigos, dedicándole ese momento a su yami y preguntándose, silenciosamente, sí estaría orgulloso de él, allá dónde estuviera, sosteniendo la mitad de su corazón para el resto de su vida.

Hasta que se volvieran a encontrar.

.
.
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<<Pueden culpar lo sad que es este capítulo ha que lo he escrito un día de lluvia super frío, gris y oscuro. Qué ¡eh! No me quejo, amo la lluvia y el frío, pero es el ambiente que inspira xD
Además escribo esto el mismo día que publiqué 'Perdida' >>

Notas finales:

Al fin algo a lo que no tengo que preocuparme de rellenar xD


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