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No le agrada.
Simplemente no.
Definitivamente no.
Peter era el hijo único del excéntrico millonario Tony Stark. Criado con cariño por éste, creciendo entre cuidados que poco faltaba llegaban hasta la sobreprotección, pero completamente amado al fin y al cabo.
Desde el principio habían sido solo ellos, Tony y él, nadie más. Y, de no ser porque sabía lo infeliz que había sido su padre estando solo, habría preferido mantenerlo de esa manera.
Era consciente de que, debido a él, muchas de las posibles parejas de su padre sencillamente se desvanecieron.
Especialmente debido a que Tony lo ponía a él como punto clave, dado que, por lo que había oído, su lema era "Si no te sientes cómodo con mi hijo, no me siento cómodo estando contigo"
No fue que realmente le presentase a alguno de sus prospectos, pero todos ellos fueron advertidos, según su tía Pepper.
A sus 17 años, y con una vida por delante, Peter comenzó a plantearse su futuro.
La decisión de estudiar en él extranjero fue lo que desató él caos que se mostraba delante suyo.
Su padre no está en casa, FRIDAY le informó horas antes que asistiría a una reunión y que llegaría entrada la tarde. Planeó celosamente su sorpresa. Llegar temprano, guardar sus cosas, darse un baño y recibir a su padre en la puerta con un plato humeante de lo que fuera que YouTube le recomendara.
Simple.
Nunca se esperó que, tan pronto como pusiera un pie en la torre, una desconocida voz le saludaría con tono jovial.
—Tu debes ser Peter... —comentó con voz risueña el hombre frente suyo, provocando que frunciera el ceño— Tu padre me ha hablado tanto de ti...
Quizá si no lo hubiese encontrado pululando en la cocina de su casa no le habría desagradado tanto.
—Que curioso... Él nunca me ha hablado de ti— respondió con voz que pretendía ser neutra
Se notaba la molestia en su tono.
El rubio sonrió, se aclaro la garganta y se coloco delante del menor mientras extendía su mano.
—Lo siento. Qué modales... Soy Steve... Soy el novio de tu padre.
Peter miró la mano extendida, luego a su rostro, repitió esto dos veces más antes de cruzarse de brazos mientras suspiraba.
—De acuerdo, Steve, novio de papá... ¿Cómo entraste?—inquirió
El otro bajo la mano, el semblante confundido duró segundos.
—Creí que te lo habría dicho... Vivo aquí.
Eso fue la gota que derramó él vaso para el castaño. Abrió la boca para dejar escapar una maldición pero guardo silencio a último minuto.
—Iré a mi habitación— es lo único que dice cuando toma su maleta del suelo.
Steve lo ve marchar con expresión preocupada, una vez que lo pierde de vista suelta un suspiro.
No esperaba aquello.
Tony siempre repetía cuan agradable era su retoño, pero para él era realmente lo contrario.
Negó con la cabeza y regresó a la cocina. Quizá el chico estaría de mejor humor una vez que ingiriera los sagrados alimentos.
Peter tiró la maleta cuando entró a su cuarto. Suspiró mientras contaba hasta 10.
—FRIDAY... ¿Quién es ese hombre?—cuestionó, cerrando los ojos mientras masajeaba su frente.
La I.A. pronto expuso toda la información disponible del rubio. Su nombre era Steve Rogers. Tenía 41 años. Ex militar. Aparentemente había sido un empleado de su padre, su guardaespaldas temporal.
Alzó una ceja al oír aquello.
—Espera... ¿Qué pasó con Barnes?—quiso saber, curioso
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James Barnes era el guardaespaldas personal de su padre, igual que Rogers era un ex militar que había perdido un brazo en la guerra, conoció a su padre durante las charlas donde el gobierno le ofreció una prótesis de última generación (siendo mayor, Peter comenzaba sospechar que esto fue porque conocía seguro algún secreto del estado) y Stark fue el encargado de trabajar en ello. Barnes resultó tan a gusto que le ofreció sus servicios como guarura personal. De esto habían pasado 10 años ya. No había tomado vacaciones desde entonces.
—El señor Barnes resultó herido en un tiroteo hace dos años, permaneció inconsciente por una semana y fue dado de alta hasta dos meses después.
¿Tiroteo? Repitió Peter para sí.
—Mi padre...
—El señor Barnes recibió el mayor impacto, le salvó la vida a su padre.
Abrió los ojos como platos.
¿Cuándo demonios le iba a contar su padre aquello? Que pudo haber muerto... Estando él tan malditamente lejos.
—FRIDAY. Comunicame con Barnes —ordenó.
—Enseguida.
Necesitaba respuestas, y conociendo a su padre como lo conocía, solo podía confiar en Bucky para que respondiera.
La noche cayó rápido para Tony, que había pasado el día entero encerrado en una oficina lejos de casa, lejos incluso de su propia empresa.
Odiaba la burocracia.
La demanda que había instalado tenía ya dos años y no parecía asomarse ningun cierre próximamente.
Encendió su móvil cuando subió al auto, el deportivo ronroneó al encenderse mientras su teléfono comenzaba a sonar con insistencia.
10 mensajes.
20 mensajes.
30 mensajes.
Frunció el ceño, pero lo dejó estar.
No planeaba distraerse del camino, por lo que solo cuando llegó a la seguridad de su hogar, una vez estacionado su auto, comenzó a leer los mensajes.
—FRIDAY, cariño. Novedades...
Leyó los primeros mensajes. Eran en su mayoría de Steve. Rodó los ojos por segundos. Su novio era un encanto, pero demonios, le texteaba demasiado.
Sintió curiosidad cuando notó un mensaje de Buckaroo.
"Anthoska...
Peter regresó.
Encontró a Steve en casa.
No está muy contento al respecto"
Sonrió como idiota, imaginándose el rostro del otro al escribir aquello. Tomó el elevador mientras continuaba leyendo.
—El joven Peter...
—Lo sé. Ya está aquí—respondió, inesperadamente aliviado.
Emocionado de ver de nuevo a su niño.
Leyó el último mensaje.
"Sabe lo del tiroteo.
De nuevo, no está feliz al respecto"
Palideció, la puerta del elevador se abrió y pronto estuvo frente a la sala—comedor.
Se humedeció los labios, nervioso. Respiró hondo por última vez e ingresó.
—Cariño, estoy en casa—saludó.
—¿Cariño? ¿En serio? Incluso tú deberías reconocer que eso es vergonzoso—comentó una voz tras suyo.
Tony se giró ofendido, con una sonrisa amplia en el rostro y pronto tuvo entre sus brazos a su hijo.
—Mocoso, te atreves a burlarte de tu padre...
Rieron mientras se abrazaban y, una vez se separaron, Tony despeinó el cabello del menor.
—Ha pasado un tiempo, cariño.
Peter hizo una mueca.
—Papá... —se quejó
Tony soltó una risa, avanzando hasta el comedor, yendo directo a la barra. Se sonrieron con cariño y Tony se sirvió pronto un vaso con Whiskey. Tomó el contenido de golpe.
Lo iba a necesitar.
Peter le observaba con ojo crítico.
—Te lo dijo—acusó.
Stark no respondió, sirvió un poco más.
—Claro que lo hizo, seguro lo hizo—suspiró Peter, rendido.
—Él solamente lo hizo por ayudarme.
—Por supuesto que te ayudaría, daría la vida por ti...
Tony hizo una mueca, idéntica a la de su vástago minutos antes.
—¿Ibas a decírmelo siquiera? —No hubo respuesta— Pa, pudiste haber muerto...
—Pero aquí estoy.
—Barnes pudo haber muerto.
—Sabes que no habría dejado que eso pasara.
Peter suspiró, Tony tomó otro trago. Se instaló un silencio pesado. Pasados unos minutos, Tony se alejó de la barra, vaso en mano, se acercó a su hijo y dijo:
—No quería preocuparte, estabas ocupado... Escucha antes de interrumpirme —advirtió— Pensé en comentártelo, pero James te conoce demasiado bien... Dijo que, aun cuando yo salí ileso, tomarías el primer vuelo de regreso... Y una vez aquí, luego de eso, no querrías dejarme de nuevo.
—Yo no...
—Peter...
El nombrado suspiró, desvió la mirada y asintió en silencio. Era cierto. Él lo habría dejado todo de lado solo para volver con su padre.
Le había tomado años reponerse de la muerte de su familia biológica, después de todo.
La idea de perder a su padre y volver a aquel abismo...
—Hicimos lo que consideramos mejor para ti.
El vaso fue colocado en su campo de visión, contenía apenas una porción de la cantidad que Tony tomaba.
—No esperes que vuelva a pasar—advirtió su padre, al colocarlo en su mano.
Peter sonrió sin mucha gracia.
—Gracias.
Tony le miró confundido.
—James y tu... Han sido los mejores padres que cualquiera podría tener...
El castaño sonríe.
—Estoy seguro de que él diría algo como...
—No, Peter, tu eres el mejor hijo que alguien podría tener.
Tony voltea entonces hasta el pasillo, y abre los ojos como platos al observar ahí a su guardaespaldas.
—Buckaroo, ¿qué demonios?
Incluso cuando intentó demostrar enfado, la risa se le escapa. Peter observa un brillo peculiar en los ojos de ambos y la realidad lo golpea.
Oh, demonios. Piensa. ¿Cómo es que no me he dado cuenta antes?
—Peter me llamó por la mañana... Te lo había advertido ya. No le agradó Steve.
¿Cómo había sido tan ciego?
—Oh, cállate. No era algo seguro... ¿En dónde esta mi rubia, a todo esto...?—cuestionó, mirando curioso a su alrededor.
James se cruzó de brazos, apoyándose en la pared más próxima.
—Se fue cuando yo llegué.
—¿Qué?
—Dijo que no te atrevas a buscarle.
—Dios, James. ¿Qué hiciste?
El más alto se encogió de hombros.
—Supongo que no le hizo gracia que tuviera las llaves de la casa.
Peter intenta no desmayarse cuando nota como la burbuja alrededor de ambos se va formando. Es tan rosa. Tan perfecto.
Casi siente ganas de vomitar.
Luego observa los ojos de ambos de nuevo, su padre está de pie frente a James, quejándose seguro, sus ojos resplandeciendo de modo indescriptible, mientras este se dedica a observarle... Con tanto cariño.
La idea no parece tan descabellada entonces... Su padre saliendo con James.
Le agrada.
Simplemente sí.
Definitivamente sí.
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