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DC. Nuestro Secreto {Olivarry} por amourtenttia

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Notas del fanfic:

OK~ Este fanfic fue el primero que puedo decir finalicé efectivamente. ES viejo, así que hay muchas cosas de las cuales me arrepiento, PERO, ¿qué más da? Lo escribí con otras cosas en mente. Creo que estaba en la temporada 3 o 4 de ARROW cuando esto salió, quién sabe. No esta claro LOL.


Porque hacen y deshacen en FLASH, realmente no veo mayor spoiler, así que no puedo advertir nada realmente.


Subiré 2 capítulos por página porque algunos son muy muy cortos, y así.


Espero les guste.


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1. AMANECER


 


Cuando Barry despertó lo hizo mientras la luz matutina se filtraba en su alcoba. Al menos. Creía que era suya. Parpadeó confundido, no reconociendo muy bien dónde se encontraba.
Como destellos los recuerdos de eventos pasados golpearon su mente. La forma en que observó morir a sus padres, la forma en que salió corriendo, tratando de huir de esa tortuosa realidad.
¿Qué he hecho? Se cuestionó cayendo en cuenta, nuevamente había terminado cambiando la línea temporal.
Suspiró con fuerza y, solo en ese momento, notó que alguien compartía la cama con él. Se sonrojó de sobremanera al notarse desnudo y volteó con cierto temor en dirección a donde notó movimiento.
La sorpresa en su rostro fue indescriptible. Sus orbes chocaron con unos aun más azules y contuvo el aliento al reconocerlos.
—Buenos días, Barr—saludó el mayor observándole amorosamente.
Barry casi tuvo un infarto. La mirada que el otro le dedicaba solo lograba desarmarle. No logró decir nada hasta que sintió los labios del otro sobre los propios.
—¿Qué haces aquí?—cuestionó el castaño cuando Oliver se separó, el rubio le miró curioso antes de soltar una risa
Barry experimento una sensación de lo más extraña. Por una parte era aterrador oír a Oliver Queen, el encapuchado, reír tan alegre...
—Esta es mi casa—le recordó Olie sin dejar de reír.
Al mismo tiempo, Barr pensó que ese era el sonido más agradable que había escuchado nunca.
Cuando comprendió lo que el otro dijo se avergonzó, y comenzó a balbucear cosas que el rubio solo escuchaba entretenido.
—¿Cuántas veces te he dicho ya que eres verdaderamente adorable?—cuestionó Oliver luego de haberle robado un corto beso, solo para mirarlo sonrojar hasta la médula.
—Es la primera vez—le escuchó musitar.
Oliver le miró con cariño de nuevo antes de mirar su reloj. Barry le miró hacer una mueca extraña.
—Por mucho que me tientas luciéndote así delante mío—dijo devorándolo con la mirada—no podremos divertirnos ahora mismo... Llegarás tarde al trabajo—informó.
Barry recordó entonces que seguía desnudo e igualmente recordó que ese no era el sitio donde debería estar.
Trató de actuar natural, y se levantó de la cama llevándose consigo las sábanas, descubriendo así el cuerpo desnudo del otro, que solo le miraba con adoración.
Barry intentó por todos los medios no mirarle, pero terminó por observarlo de reojo mientras terminaba de vestirse.
No intercambiaron más palabras puesto que Barry dejó el departamento lo más rápido humanamente posible, dejando solo al mayor.
En la comisaría todo parecía estar relativamente en orden, salvo que Iris era detective y, efectivamente, se había casado con Eddie. Por una razón que escapó de su conocimiento, Barry no se sintió tan dolido como hubiese creído. En un rincón de su mente, continuaba persistente la imagen del héroe de Starling besándole antes de irse.
Cuando su turno terminó abandonó el edificio y para su gran sorpresa una mujer le esperaba fuera.
—Bartholomeo Henry Allen—riñó la mujer, enfadada— ¿Cómo te has atrevido a dejar plantada a tu madre?
Y Barry sintió un nudo en la garganta. La abrazó mientras de disculpaba, Nora reía gustosa.
—Bebé, es broma.  No me he enfadado contigo—reconoció, y Barry deshizo el abrazo solo para observarla detenidamente— ¿Has almorzado ya? Sé que no.
—¿Cómo?
—Soy tu madre Barry. Sé ese tipo de cosas...
Mientras caminaban por la acera Nora notó a su único hijo inusualmente callado, por lo que no dudo en preguntarle su estado. Aunque Barry intentó Nora enseguida notó su incomodidad.
—No sé cómo decirte—expresó Barry, y por su expresion se notaba que temía su reacción. Era una estupidez, pero no podría quedarse de cualquier manera. Explicarle que no la tenía en su vida en el mundo del cual venía...
Nora lo abrazó entonces, ahí en medio de la calle, diciendo:
—Siempre lo he sabido, Barry...
—¿El qué? —atinó a preguntar confundido el castaño-
—Oh bebé. Cariño, siempre supe que eres homosexual.
Ante esto Barry intentó negarlo pero entonces su madre dijo algo que le descolocó:
—Oliver es un buen hombre. Sé que cuidará de ti.
Y sin entender por qué, esas palabras quedaron grabadas en su memoria.
Por la noche, mientras regresaba a su departamento, miles de pensamientos abarcaban su mente. En cuanto entró a su hogar encontró todo como lo recordaba, y pensó entonces qué otra cosa sería distinta.
Encontró un álbum de fotos, y hojeo éste hasta quedarse dormido.
Eventos que nunca ocurrieron en su mundo y que, sin embargo, se veían tan naturales. Durmió con una foto particular en sus manos, sorprendido de verse a si mismo tan feliz al lado de un hombre que difícilmente se mostraba así de contento en su mundo.
La mañana siguiente Barry supo que no podía quedarse más tiempo, por lo que no dudó en correr de vuelta a casa.
Con un recuerdo especial entre sus manos.
Quizá en su tiempo aquello no estuviese destinado a ser, pero lo intentaría. Al menos un intento. Un pequeño riesgo.
Porque algo dentro de él le juraba que era lo que debía hacer. Quizá llegar allí a mirarlo no era un error después de todo.
Un simple guiño. Un solo intento de coqueteo y si funcionaba, sabría que aquello no fue en vano.
Barry Allen intentaría despertar el interés romántico de Oliver Queen.
 
 
.
.
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2. REGRESO

 
 
Barry regresó a su respectiva línea temporal cuando anochecía. Escuchaba a Caitlin y Cisco por el comunicador contándole algo sobre un robo en Starling City. Aparentemente Felicity se había vuelto bastante cercana a su pelirroja amiga y, de vez en cuando, platicaba con ella sus inquietudes.
—¿Resultó todo bien?—preguntó Barry cuando terminasen de hablar, desde los laboratorios Caitlin esbozó una sonrisa forzada.
—Es complicado—admitió— No sé los detalles... Pero Felicity cree que Oliver está actuando raro.
Desde su posición Barry soltó un suspiro mientras miraba a su alrededor.
—Cisco. ¿No queda nada más?
—Todo limpio—acepto el ingeniero, adivinando sus intenciones— Ve con calma, lo tenemos controlado.
—Suerte—le deseó Cait.
Barry apagó entonces el comunicador y corrió directo a Starling City. Una vez ahí busco a Oliver primero en su casa, luego en las calles.
Lo encontró golpeando a uno de los fantasmas, y la violencia que brillaba en sus ojos le asustó.
—Creo que eso es suficiente—le dijo mientras se colocaba delante de él.
Oliver le miró mal por unos segundos antes de darle un último golpe a aquel hombre.
—¿Qué haces aquí?—cuestionó con molestia el encapuchado.
Y Barry tuvo un dejavù.
—¿Qué demonios te pasa?—cuestionó Flash revisando el cuerpo inerte del "villano".
Más bien víctima de las circunstancias.
Oliver le ignoró por completo, y subió al techo más cercano. Barr no dudó en seguirle.
—Oliver—le riñó en voz baja, el otro continuó ignorandole— Escucha... ¡Detente!—exigió.
El encapuchado detuvo sus pasos a regañadientes.
—Todos están preocupados por ti. Ahora solo suéltalo... Esa ira que habías dejado antes... Déjala ir.
Lo vio apretar los puños.
—No lo entiendes. ¿Cómo podrías?—dijo con firmeza Arrow
—He perdido personas importantes... —le recordó
—No lo entiendes—repitió, y en su voz se notaba el dolor— Claro que no...
—¡Entonces explícame!—bramó Flash, desesperado.
Intentaba comprenderlo. Lo intentaba con fuerza. La muerte de Laurel había sido un golpe para todos. Incluído él, cuando había cruzado pocas palabras con ella.
Oliver guardó silencio mientras apagaba el comunicador, ignorando los llamados constantes de Felicity, quien, seguramente tendría que ver con la aparición del corredor.
—Laurel me conocía mejor que nadie... Incluso cuando nunca le fui 100% sincero, ella siempre lo supo. Todos mis secretos. Todos mis demonios...
Barry contuvo el aliento un segundo, sintiéndose algo abrumado. Quizá confrontarlo rudamente no había sido la mejor opción.
—He perdido lo más importante en mi vida. La perdí... Para siempre.
Algo dentro de Barry se quebró al oírlo, pero no por ello se rindió en su actual misión autoimpuesta.
Ayudar a Oliver.
—La amabas—dijo, y no era una pregunta. Se acercó hasta colocar una mano en su hombre.
Oliver se dignó a mirarle entonces.
—No... No como ella merecía... —Admitió con pesar— Ella no era el amor de mi vida, pero yo fui el suyo... —la citó con tristeza.
Barry no supo como interpretar aquello, y Ollie no agregó mucho más luego de esto. Esa noche unos pocos pudieron mirar, desde lejos claro y sin estar muy seguros si no era su imaginación, como Arrow y Flash compartían un silencioso abrazo.
Esa noche Barry no regresó a Central City, y durante esas horas ni el Team Arrow ni el Team Flash supo algo más de ellos.
La mañana siguiente Barry despertó en el departamento de Oliver. La sensación que experimentó le descolocó unos segundos antes de suspirar, recordando que estaba en casa, no en aquel extraño lugar donde todo parecía estar de cabeza.
Se levantó del sofá-cama donde había dormido, no recordando en qué momento llegó ahí. Había tomado unas cuantas copas con Oliver, un alcohol de dudosa procedencia que, aparentemente, había logrado lo inesperado.
Era víctima de su primera resaca. Casi soltó una risotada ante la absurda idea, pero en cuanto notó que la luz del amanecer le molestaba la sonrisita se le borró.
El olor de un delicioso desayuno llegó a sus fosas nasales e importándole poco o nada se dirigió a super velocidad a la cocina.
Mala idea. Solo logró marearse por pura suerte logró apoyarse de la barra-desayunador de la cocina.
—Demonios, Oliver. ¿De dónde sacaste ese licor? —preguntó en voz alta sabiendo que sería escuchado.
—Creí que no podías emborracharte—respondió el rubio sin mirarlo, estando aun frente al fuego mientras terminaba de preparar un delicioso omelette, tan fresco como una lechuga.
—Eso pensaba—contestó el menor frunciendo el ceño, estúpido Oliver y su estúpida resistencia al alcohol.
—Te lo compensaré con este desayuno—declaró apagando la flama y colocando lo recién preparado en un plato para luego girarse para mirar al otro.
Barry mentiría si dijera que aquel omelette no lucía apetitoso.
—Es un lindo gesto pero te recuerdo que un metahumano como yo come muchísimo más que ello—expresó divertido.
Oliver alzó una ceja y señaló con su cabeza hacia el resto de la barra. Varios platos más se encontraban ya ahí, perfectamente acomodados y luciendo igual de apetesibles.
"El desayuno más elegante de la historia" pensó Barry. Su dieta, por la cantidad, siempre resultaba en alimentos hechos más bien a la carrera con un aspecto nada delicoso.
—Adelante. Lo preparé para ti—invitó Oliver, tomando un plato.
Barry no necesitó oírlo una segunda vez. Jaló la silla y estuvo a punto de sentarse cuando olló:
—No iras a comer con las manos sucias, ¿o sí?
Estuvo a punto de replicar un sincero "Acabo de levantarme, es obvio que estan limpias" pero optó por lavarse las manos antes.
Aquel comentario habría sido vergonzoso viniendo de alguien de su edad.
Desayunaron en silencio, el silencio que se podría esperar de comer junto a Flash, quien ingería todo a una velocidad increíble mientras el sonido de los platos chocando al ser dejados de lado llenaba el silencio.
Una vez terminó de comer Oliver se dedicó a observarlo. Le resulto secretamente divertido, y la sonrisa que se le escapó fue rápidamente teñida por la tristeza.
—Lamento lo de anoche—soltó tan repentinamente que Barry casi se atraganta.
—Esta... Cohg. Bien... —logró responder antes de darse pequeños golpes en el pecho.
—No volvera a ocurrir. Es imperdonable causarte semejantes molestias
—¿Bromeas? Es el mejor desayuno de mi vida... Si ganaré esto por oírte créeme que estaré pegado a ti para siempre—respondió sin pensar.
Se arrepintió de sus palabras al instante y se sonrojó mientras una mueca de sorpresa se formaba en el rostro de Oliver.
—Barry Allen, haciendo de psicólogo por comida.—dijo con cierta burla que no llegó a  sus ojos.
El castaño no pudo reír entonces.
—Lamento mucho la muerte de Laurel...—expresó luego de unos minutos callados.
—Yo también—respondió Ollie, luego miró su reloj— Creo que alguien llegará tarde...—mencionó.
Y lejos de recordar un momento similar a ese Barry se encargo de guardar muy dentro de su memoria aquel instante. Terminó de comer a las carreras y lavo los platos antes de que el otro siquiera lo notase.
—Muchas gracias por la comida.—dijo antes de salir corriendo del departamento.
Oliver sonrió por lo bajo.
Barr regresó segundos después.
—¿Me aceptarías un café? Luego. No ahora. Obviamente. En otro sitio. No en tu casa... —Barry habló atropelladamente y el otro solo soltó una risotada.
—Por supuesto, Allen. Envíame un mensaje con el sitio y la hora. Joe se preocupará si no te presentas a trabajar a la hora...
—¿Me has estado investigando?—pregunto Barry con fingida indignación
—Corre, Barry—aconsejó Ollie divertido, el castaño sonrió de vuelta y salió cerrando la puerta tras él.
Por esos cortos minutos Oliver olvidó que Laurel había muerto, y, aunque luego se sintió culpable, admitió que cierta paz nació en su corazón.
 

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