Abasiofilia.
Su mirada no podía apartarse del muchacho de alegre personalidad que justo tomaba el aire en la terraza del hospital. Lo había investigado recientemente, sabía que su habitación era el 103 y que su colega Kakashi era el responsable de que aquel apuesto jovencito de milagro terminara en silla de ruedas y no en medio de una cama de flores mientras reposaba eternamente en un ataúd.
También sabía que el joven atolondrado jamás volvería a caminar, puesto que había manejado con exceso de velocidad y con más alcohol del que el cuerpo pudiese soportar.
Pero de alguna extraña manera eso era lo que le parecía más atrayente, no su cabello dorado, o sus grandes ojos color cielo, ni siquiera era la enorme sonrisa que el chico formaba a pesar de su lamentable situación, no...
Era el hecho de que este no pudiese mover sus piernas lo que hacía que se encerrara en su consultorio para bajarse la bragueta e imaginar lo excitante que sería apretar esos trigueños muslos, morderlos, rasguñarlos hasta que la piel se tornara roja, y el muchacho, campante, dejándolo hacer su santa voluntad.
Por supuesto que no era la primera vez que fantaseaba con un paciente, pero ese tal Naruto, ese jovencito tenía un "algo" que hasta ahora los demás paralíticos que habia tratado o visto no habían despertado en él.
—¡Ah! Doctor Uchiha, ¿Qué lo trae por aquí? —
Se había situado a un costado de la silla de ruedas, tomando al rubio por sorpresa. Con esa voz tan chillona no pudo evitar preguntarse qué tan fuerte se escucharían los gemidos de su nuevo capricho.
—Puedes llamarme Sasuke. — Alentó. — Y estoy aquí para hacer tu chequeo rutinario.— Si, hacía días que se había acercado al menor con la excusa de querer palpar las atrofiadas piernas para encontrar aunque sea una débil respuesta, acción inútil sabiendo el diagnóstico final, pero aceptable para el esperanzado rubio.
Iluso.
—Confio en usted ttebayo.— Sonrió agradecido.
—Como debe ser.—
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Necrofilia.
Presuroso se encargó de abrir la puerta antes de que algún vecino cotilla lo descubriera entrar a su departamento en compañia de un prostituto a altas horas de la noche.
Una vez dentro se sintió de lo más nervioso, quitándose el costoso sacó que usaba de la oficina con cierta torpeza.
— Así que es la primera vez.— Señaló en tono de burla el joven que había contratado. Ni siquiera pensó en su actuar cuando le mostró los billetes que guardaba en su bolsillo trasero, suponía que era por el hecho de que el joven frente a él era muy apuesto, con una piel tan blanca como la porcelana y los ojos tan oscuros como la noche. Eso sumándole su actitud arisca había sido un atractivo imposible de ignorar.
— ¿Nervioso de que te descubra tu pareja? — siguió hablando el joven mientras se acercaba con pasos sensuales, contorneando las caderas y haciendo de su voz una invitación a unirse al juego de palabras calientes.
— Te equivocas, estoy solo, eh...—
— Sasuke.—
—Si, eso, estoy solo Sasuke, no te debes preocupar por eso ttebayo.— Tragó en seco cuando el dichoso Sasuke comenzó a quitarle la corbata y a besarle el cuello. Pero no... Maldita sea, no podía concentrarse, la calidez del cuerpo contrario más que calentarle lo incomodaba. Ya no sabía cuántas veces había intentado tener sexo de forma normal, así que después de un rato de juegos previos el joven que había contratado, a pesar de ser su trabajo al parecer también era orgulloso, puesto que se había separado de él al no ver una erección que atender.
— Si eres hetero no deberías contratar a alguien de tu mismo sexo para tener relaciones, Dobe.— Había dicho Sasuke mientras tomaba su chamarra y se disponía a salir de ese lugar.
— ¡No! ¡Espera espera! Tal vez si...—
— Me haces perder el tiempo idiota, no eres el único al que debo atender.—
No supo en que momento actuó, su psiquiatra le había dicho que debía tomar terapia para esos arranques de furia pero... ¿Quién necesitaba de esos charlatanes?
— El dinero es lo único que te importa, como todas mis parejas, como todas las personas que me rodean.— Había aprovechado que Sasuke le había dado la espalda para tomarlo del hombro y estrellar con descumunal fuerza su cabeza contra la pared. — Una puta como tú solo debe esperar a que le metan la verga sin esperar recompensa.—
— ¡¡S-Sueltame maldito imbécil!! — Sasuke se había medio recuperado de tal golpe y lo único que se le había ocurrido hacer había sido gritar para alertar a alguien y así hacer que el maniático que tenía encima lo soltara. Maldijo internamente, se había dejado llevar por el rostro agradable del mayor. — ¡Solamente eres un perdedor impotente! —
— ¡¡CALLATE!! — Había vuelto a estrellar la cabeza del chico contra la pared. — ¡¡Callate, cállate, cállate, cállate!! — Lo estrelló una y otra vez mientras a su mente venían los desagradables recuerdos de su última relación, las crueles burlas, las bajezas, utilizado y rebajado a ser un perdedor por siempre. Ni con todo el dinero y poder que poseía se pudo recuperar de su ruptura emocional.
— ¡¡Te vas a arrepentir perra!! — Gritó inconsciente de que estaba empapado de sangre y de restos de sesos, el cuerpo inerte había caído de manera pesada al frío suelo y lo único que se escuchaba era la rasgaduras de la juvenil ropa y el bajar de sus pantalones.
— ¡Aah-aah! Si... Se siente bien... — Se había hecho camino por las cortorneadas y blancas piernas, empujando su erección en el aún caliente interior, disfrutando de cómo poco a poco el pálido cuerpo se volvía igual de frío que la nieve misma. Era bellísimo, el rojo contrastaba a la perfección.
Era justo lo que necesitaba para excitarse, saber que el prostituto que se follaba no iba a volver a decirle perdedor a nadie, jamás.