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La maldición de la luna nueva. por Cam Rams

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Notas del fanfic:

Hola a todos...

esto es un especial de Hellowen espero lo disfruten.

esta dividido en dos partes pero estaran subidos las dos partes... n.n

bueno sin más espero les guste.

Notas del capitulo:

aunque lo hice como un especial de helloween estoy tratando de participar en un concurso Xd bueno de todas maneras tenia pensado escribir algo para esta fecha como de costumbre.

 

Un pasillo largo y blanco, las puertas a los lados con pequeñas ventanas a la altura de la cabeza, la noche parecía pacifica, cámaras se veían en cada esquina en donde se veían la división de las áreas…


 –estas son las áreas comunes de los presos con algún pequeño trastorno  –le dijo el anciano al nuevo psiquiatra.


Ya había visto el área de los jardines, entretención, comedor donde las sillas y mesas estaban encadenadas al piso y se serbia la comida desde atrás de una sala, para los del área 10 al 5 las comidas eran cortadas por los cocineros antes de ser entregados con utensilios de plástico ya que eran los internos con menor problemas; del área 4 al 1 era molido y la cuchara de plástico, las mesas distribuidas estaba formadas en hileras una detrás de la otra como si fueran pupitres… “se evitan enfrentamientos si todos comen solos” es lo que le habían dicho, pero… eso produce que el paciente sea menos sociable… para él no era más, que no deseaban tener que ocuparse de ello.


Las áreas desde las del 10 a la del 5 estaban juntas, pacientes que habían cometido asaltos mal calculados y terminaban con alguna muerte eran la mayoría, pero también habían aquellos que raptaron a una persona alegando que las amaban o que deseaban protegerlas o aquellos que mataron para liberarse de sus agresores… entre otros; eran separadas solo por una reja de las áreas 4 al 1 donde violadores, secuestradores que terminaron matando a los secuestrados declarando que eran de ellos o que lo merecían eran en su mayoría, asesinatos planeados a pequeña escala… entre otros, y quedaba el área cero a donde se dirigían… el área donde su paciente esperaba.


 –son personas enfermas, si han cometido un crimen no es más que por no estar tratados adecuadamente  –aclaro con voz firme.


 –como quieras… eso a estos bastardos solo les ayuda a no ir a una prisión normal. Yo los condenaría a muerte a todos estos perros.


La voz del hombre mayor parecía escupir veneno.


 –por favor abstente de hablar de esa manera frente a los pacientes o a mí  –le sugirió con severidad.


 –como guste doctor Onigumo  –dijo para seguir avanzando.


Las grandes puertas de alta seguridad llamaron la atención del psiquiatra, el guardia se había acercado al lado derecho pasando una tarjeta de seguridad y luego poniendo su huella del dedo índice en un lector mientras decía.


 –Aquí vienen aquellos psicópatas que le han dado la espalda a la humanidad, pero por ahora solo hay una bestia.


Naraku tenía deseos de golpear al sujeto frente a él, explicaciones innecesarias salían de su boca como si le tuviese que importar a él lo que dijera de los pacientes un guardia.


La puerta se abrió con un sonido metálico dejando ver su grosor y la puerta de reja que se abría poniendo dos llaves en la cerradura volteando una y luego la otra, el desbloqueo suena y la puerta comienza a ser abierta por el guardia.


 –déjame decirte algo psiquiatra  –Onigumo lo miro por sobre su hombro para escucharlo  –el anterior psiquiatra se pegó un tiro  –se apuntó la cabeza como si sus dedos fueran un cañón de una pistola moviéndolos como si hubiera disparado  –si sobrevives un mes creeré tu porquería de que son personas enfermas y no bestias disfrazadas. Le advierto que aun si este lugar es monitoreado, dentro no hay ningún guardia…


 –te diré esto yo a ti: las bestias solo son seres que siguen sus instintos, más nobles que los humanos; ahora bien, estos pacientes si son como bestias, pero por lo mismo, son más interesantes que los que se dicen sanos y no ven las cadenas morales que arrastran… si fuéramos alguna bestia ellos serían los cuerdos y tú serias un desquiciado…


 –como se… estas diciendo que ellos están en lo correcto, eso es…


 –no digo que están enfermos y están a la par con un animal sin educación, nacemos como animales y nos educan para aprender lindos trucos, pero… solo eso nos separa de los animales, así que, no apuntes tu asqueroso dedo a aquellos que son diferente a ti o pueden arrancártelo  –lo interrumpió para luego entrar a la habitación dejando en la puerta a un enervado guardia.


De alguna manera siempre le gusto la psique humana, aquellas personas con problemas y trastornos le llamaba la atención, muchas veces comprobó que aquellas personas eran más inteligentes que aquellos sin “problemas”


Sabía muy bien que el anterior psiquiatra se había suicidado pues era su mentor, la nota que dejo solo decía: “lo toque y por eso quien despierte en la luna nueva vendrá a matarme, no deseo morir por sus manos… no deseo morir pero tengo miedo…” de eso ya una semana.


Frente a él en una mesa vio un expediente lo bastante grande para que fueran las cartolas de unos diez pacientes al menos. La habitación tenía otra puerta, un mueble mostraba una cantidad de sedantes demasiado alta para lo que según sabía un solo paciente de esa área. Al lado del expediente un cd y un reproductor junto con lo que parecía un libro. Lo tomo para lograr saber más de su paciente, cuyo nombre ni siquiera había oído. Al abrirlo se dio cuenta de las manchas de sangre en este y que no era un libro sino un diario.


“Inu Yasha Taisho” leyó en una bonita caligrafía.


Miro el expediente y abrió la primera página donde debía haber los datos del paciente.


{nombre: Taisho…}


Solo eso estaba en el nombre, la edad era de hace cuatro años atrás, cuando aún tenía 17 años, un menor de edad que ya había cumplido los 21. Miro la omisión del primer nombre con cierta extrañeza, al igual que la fecha exacta de su nacimiento, pero decidió tomar el cd y reproducirlo. Un joven de cabellos platinos estaba sentado frente a un oficial de la policía teniendo una mesa blanca de por medio, el joven estaba sucio de pies a cabeza, tenía un plato de avena al frente de él pero no hacía más que mirarlo, la ropa que traía puesto el chico tenía manchas de salpicaduras entre otras.


El policía miraba el diario, pero solo ojeo las dos primeras antes de pasárselo a otro policía que salió de la sala dejándolos solos a los dos.


 –chico es mejor que comas algo y luego nos expliques que es lo que paso  –la voz del policía no era en demanda, era suave como si temiera que el chico se rompiera si hablara más fuerte  –. Has llegado aquí diciendo que todos están muertos ¿Quiénes?


Su pregunta no tuvo respuesta, ni reacción de parte del chico.


 –comprendo que esto sea difícil para ti, pero si no nos dices nada como podremos ayudarte  –nuevamente no obtuvo respuesta alguna, dejo salir un suspiro pesado meneando la cabeza  –. Al menos danos el número de alguien para que vengan por ti… un familiar o un amigo.


Nada, ni siquiera parecía estar vivo. Lo miro con lastima y casi en un susurro le dijo con cuidado.


 –quiero ayudarte, si no estás preparado para hablar está bien, tengo un amigo de tu edad… tú viniste aquí buscando ayuda ¿no es así? 


El policía dejo salir un suspiro y continúo.


 –no te seguiré pidiendo que hables ahora, pero quiero que sepas que puedes contar conmigo, aun si vas a un hogar hasta que encontremos a tu familia o cumplas tu mayoría de edad… puedes llamarme cuando lo desees… ¿entiendes Inu Yasha?


La cabeza del chico subió abruptamente mirando al policía con lo que parecía furia, en tan solo un instante había saltado la mesa cayendo encima del policía provocando que la silla cayera hacia atrás, la mano del chico subía y bajaba en dirección al rostro, teniendo los gritos del policía a coro con lo que se escuchaba como gruñidos, en la mano del joven se veía escasamente una pequeña parte plateada.


Naraku miro el tazón dándose cuenta de que la cuchara no estaba.


Otros policías ingresaron para ayudar a quien aun estando en la silla trataba inútilmente de sacarse de encima al chico. Un gutural grito congelo el cuerpo de Naraku produciéndoles escalofríos. La cara del joven Taisho parecía deformada en odio. Cuatro policías fueron capaces de sostenerlo, pero ya era tarde para su compañero que teniendo en su rostro el terror luchaba por respirar apretándose la garganta de donde salía la cuchara…


Naraku cerro el reproductor peinando su cabello para atrás.


Había reaccionado a ese nombre, entendía porque lo de no ponerle el nombre más que Taisho, comprendía la eliminación de cubiertos, pero ¿Por qué reacciono de esa forma? Miro el expediente y suspiro pesadamente, el leer ese expediente solo haría que tomara las ideas de los otros psiquiatras que lo atendieron. Le echaría un vistazo, pero prefería ir directamente donde el paciente.


Si lo habían mandado a ahí, no era para curarlo, ni nada parecido a eso. Los policías estaban buscando a la familia Taisho que el mismo día en que este chico apareció ellos desaparecieron, sin dejar rastro alguno como si la tierra se los hubiera tragado “todos están muertos” fue lo que ese chico había dicho, entonces ¿Qué había pasado? ¿los habían matados? ¿Este chico era una víctima o el victimario? Y si lo era ¿Dónde estaban los cuerpos? Esas dudas lo mandaron a aclarar.


El psiquiatra de los delincuentes, en el extranjero se había hecho de la reputación de sacarles las informaciones a todos aquellos que nunca desearon hablar, por él muchos cuerpos de asesinos seriales fueron encontrados y ahora lo habían llamado aquí en su país natal por este chiquillo, pero para él solo deseaba saber algo ¿Qué lo había convertido en eso? Por ello se había dirigido ahí apenas bajo del avión sin importarle que ya estuviera anocheciendo.


Abrió la puerta que le dejo ver un largo pasillo, las luces frías no brindaban mucha claridad y el silencio solo era perturbado por sus pasos. La cara del joven cubierto de sangre del policía volvió intermitente produciéndole escalofríos, habitación tras habitación vacías flanqueaban sus lados. La última habitación a mano derecha era la celda del paciente una tarjeta de seguridad abría la puerta que produjo un suave sonido al deslizarse.


Su respiración se cortó por un momento, la habitación estaba a oscuras, pudo ver de manera precaria la imagen del chico que sentado en el suelo tenia puesta la camisa de fuerza y parecía sonreír ligeramente hacia la oscuridad que como si de un brazo se tratara se vía que una sombra tocaba la mejilla contraria al lado que Naraku veía, pero pronto desapareció solo dejando la sensación de frio y tal como lo vio en el cd, la cara del joven ensombreció hasta perder cualquier signo de vida.      


Con rapidez prendió las luces que solo eran tenues, nada más que el joven y él estaban ahí. No había cama, ni muebles, solo era una habitación acolchada, se acercó a él con cautela.


 –hola Taisho, soy tu nuevo psiquiatra, mi nombre es…


 –Onigumo Naraku…  –como débil suspiro lo pronuncio congelando por un instante al psiquiatra.


No esperaba que hablara, ni mucho menos que supiera su nombre ¿Cómo lo sabía? Vio sus propias ropas, en la bata blanca prendido tenía una tarjeta con su nombre y ocupación. Debía a verla visto leyendo el nombre en ella, solo ¿Qué tan buena era su vista? ¿y en qué momento lo miro? Naraku lanzo a un lado las preguntas en su cabeza, la respuesta era obvia, lo vio cuando él miro hacia el costado izquierdo para prender la luz, solo ahí lo había tenido fuera de su visual.


 –así es  –dijo calmo  –¿Cómo te sientes?


No hubo respuesta a ello. Se siguió acercando viendo una cicatriz en la mejilla. Los largos cabellos plateados cubrían los ojos, podía decir que no se preocupaban demasiado de él, su cabello estaba enredado, piel sucia y parecía más delgado de lo que vio en el video.


 –¿te han alimentado hoy?


 –¿Cuándo es hoy?


Naraku miro nuevamente la habitación, sin ventanas ni nada que dejara la luz del sol asomarse o reloj que le deje saber la hora. Estaba perdido en el tiempo.


 –¿tienes hambre?


Sin respuesta. Los ojos de Taisho no lo miraban aun cuando él ya estaba a unos cuantos pasos frente a él. En cambio escucho del chico…


 –el otro psiquiatra está muerto… me toco por eso se enfadó… él lo mataría de todas maneras… solo debo esperar por él… pronto todo estará listo… y él volverá a mí…


 –¿Quién?


¿de quién estaba hablando? Por un momento la imagen de la oscuridad que se extendió como un brazo al joven volvió a Naraku. No era posible, eso sería absurdo… solo debía estar cansado, miro al chico y suspiro, era un paciente alguien que no estaba en sus cabales.


 –no quieres decirme quien vendrá por ti…


No obtuvo respuesta, un nombre vino a su cabeza junto con la imagen del policía.


 –acaso vendrá Inu…


No fue capaz de decir nada más, los ojos dorados del paciente se dirigieron con brusquedad a él, el brillo frió y cargado de oscuridad lo sobrecogió, seria atacado. Las luces se apagaron de súbito haciendo que un temblor y sudor frio bajara por su nuca, su respiración se aceleró tratando de saber dónde estaba, la luz parpadeo viendo el joven estaba más cerca en cada parpadeo aun agazapado y mirándolo con esos ojos, tenía que escapar y rápido.


Al volver la luz por completo se dio cuenta que estaba apoyado en la pared cubierto de sudor y la garganta seca, sentía que había corrido una maratón, y el joven estaba apoyado donde lo había encontrado al entrar, mirando el lado contrario de donde estaba él.


Salió de la habitación con el corazón en la garganta asegurándose de cerrar todo y camino a paso rápido a la sala donde estaba el expediente de aquel paciente.


¿Qué había pasado? ¿Cómo había vuelto tan rápido a ese lugar de haber estado a un solo paso de él, aun si la habitación no era del todo grande, no había forma para que volviera a ese rincón y acomodarse sin que él lo viera cuando se prendió la luz definitivamente y más al tener la camisa de fuerza restringiendo sus brazos.


Cuando entro a la sala miro el expediente tratando de calmarse, lo tomo junto al diario que contenía el nombre que parecía enfurecerlo y salió de ese lugar topándose con el guardia de ese lugar.


 –¿Qué demonios estaban haciendo con las luces?  –le pregunto molesto.


 –nada psiquiatra, esas luces son manejadas desde la sala donde saco el expediente  –le explico.


 –entonces ¿Quién entro?


 –… le diré esto… nadie se atreve a entrar ahí con ese demente, lo lamento por usted, aun es joven pero esta es su sentencia de muerte, ese loco es el mismo diablo…  –dijo con verdadero miedo.


 –no digas estupideces, los demonios no existen y cuando sepa quién fue el de la absurda broma lo haré pagar.


El guardia meneo la cabeza con arrepentimiento.


 –¿Quiénes se ocupan de él?


 –era el psiquiatra anterior… ahora… nadie quiere acercarse…


 –eso es absurdo, el tratamiento, las comidas y demás… ¿Quién las ha estado viendo?


 –nadie  –dijo temeroso.


 –eso significa… por una semana, no ha comido, ni bebido y mucho peor, ha estado sin tratamiento alguno… ¡¿Dónde demonios están los enfermeros y doctores de este lugar?!  –dijo con notoria molestia.


No era posible que dejaran a un paciente en esas condiciones, podía entender que tal vez le tuvieran miedo, pero dudaba que alguien le llamara por aquel nombre que lo alteraba… no había visto más reacción que a ese nombre.


El guardia fue a la sala de vigilancia y por alto parlante llamo a los médicos y enfermeros disponibles. Naraku miro sin expresión a los que se encontraban frente a él y se quejaban de haber sido llamados de esa manera por un nuevo interno. Cuando pregunto por quienes ayudaban al psiquiatra encargado de Taisho todas las protestas cesaron. Frente a ellos no estaba un nuevo interno sino quien se había ganado el respeto del director de aquel psiquiátrico y era reconocido por el mundo entero, aun si jamás dio ninguna entrevista su nombre era reconocido. Pero justo ahora no callaron por eso, el hecho de que hablara de ese paciente, que preguntara quienes ayudaban al anterior psiquiatra, quería decir que alguien de ahí tendría que entrar a esa área del edificio, el terror fue demasiado visible en sus rostros, era evidente que nadie deseaba entrar, sin embargo, a tres sujetos parecía que el alma se les había escapado de sus cuerpos.


 –ustedes…  –los apunto Naraku, viendo el brinco de los sujetos.


 –no, por favor, se lo suplico. Ese sujeto no es humano  –dijo uno cayendo de rodillas.


 –¿Cómo se atreven a…?  –la imagen de Taisho acercándose a él cuando la luz parpadeaba lo freno un momento, pero no pudo continuar al escuchar una voz que venía desde atrás de los doctores y enfermeros.


 –yo puedo ayudarle… yo era uno de los que ayudaba al doctor Takemaru  –alzo la mano un chico de unos veinte años de complexión delgada y pálida que amarraba su cabello en una cola de caballo.


 –¿Por qué no has seguido?


 –se me prohibió ir a esa parte del edificio, soy apenas un estudiante de 2° año así que debo…


 –obedecer. Claro  –dijo mirando con reproche a quienes aun estaban en el suelo.


 –mi nombre es Byakuya, doctor Onigumo Naraku  –le dijo sonriendo.


 –bien, quiero estudiar el expediente a fondo, hasta que lo haga encárgate de él ya que veo no le temes…


 –nunca me ha hecho nada, se la pasa quieto en una esquina y no importa que le digamos no nos habla aunque a veces murmure una que otra cosa…


 –bien cuento contigo para esto.


 –Entendido  –dijo sonriendo amablemente.


Lo vio marcharse, no sin antes darle su número para cualquier eventualidad, pues iría a su casa para estar tranquilo y poder leer adecuadamente tan gran expediente.


Byakuya miro la puerta para ingresar a la sección cero y sonrió.


 –niño realmente vas a entrar donde esa bestia  –lo miro con lastima el guardia.


 –no se preocupe por mí, yo ya he estado dentro y nada ha pasado  –dijo sonriéndole como un niño que va al encuentro con un amigo.


El guardia lo miro entrar temiendo lo peor para ese pobre chiquillo.


Naraku entro a su casa dejando el gran expediente en una mesa al lado de un sillón por primera vez la oscuridad de su casa le molesto encendiendo la luz, la sirvienta ya había dejado las cosas donde iban y limpiado todo lo necesario antes de irse, atravesó el comedor caoba para ir a la cocina y prepararse un café, aun no podía sacar de su mente lo que había vivido en esa sala, en aquella habitación. Quizás era el cansancio del viaje desde estados unidos ahí, no había ido a descansar y fue de inmediato a ver al paciente del que solo había escuchado rumores absurdos… aun si ahora, tal vez no podía decir que eran tan absurdo.


No, definitivamente eso fue solo un juego de su cansada mente.


La ciencia lo había vuelto un ateo sobre las religiones y seres de ese tipo, solo gente con algún trastorno escuchaban y veían aquellas cosas “paranormales” o en defectos, personas como él que estaban demasiados cansados y su mente agotada le jugaba ese tipo de malas pasadas.


Tomo unas pastillas para el dolor de cabeza que se le había impuesto por la falta de sueño y fue con su café donde había dejado el archivo y el diario.


 –siglo veintiuno y no usaron el computador para guardar este expediente  –resoplo.


De solo mirarlo le dolían los ojos. Se armó de ánimo y comenzó a leer…


Las primeras páginas parecían monótonas describiendo a un paciente completamente ido que parecía no escuchar o no atender a nada de su alrededor. Los estímulos eléctricos parecían no hacerle nada solo una movimiento en la zona estimulada, cuando era alimentado se tenía que ponerle una sonda pues no tragaba por su cuenta…


Todo le indicaba un TEPT (trastorno por estrés post traumático) que parecía severo, había perdido todo deseo por vivir, como también mostraba un gran desapego emocional, estados de violencia hacía un determinado hecho, en este caso un nombre. Según leía todos parecían terminar con el mismo diagnostico primario. Pero no entendía por qué no lo trataban como un TEPT. ¿Qué había llevado a que lo aislaran?


El aislamiento al que lo sometieron solo empeoraría su estado. Si su mentor lo sabía por qué lo hizo o quizás si lo sabía… después de todo Takemaru y el tenían algo en común, aquel deseo de investigar la conducta humana, de la mente de un enfermo y ese chico, sin nombre podía ser un buen espécimen.


Estuvo solo dos meses en el área 5 y una pelea que término con quien tomo el diario en estado vegetativo provoco que lo llevaran al área 3, donde solo duro un mes. El hecho que era un joven apuesto hizo que tres de los internos lo atacaran sin que él se defendiera, lo aislaron en una habitación y con vigilancia las 24 horas, pero una noche gritos hicieron que los guardias se alejaran de la puerta y fueran a investigar, los tres que lo habían atacado estaban muertos, un trozo de espejo cubierto de sangre estaba al lado de los cadáveres apuñalados y en el solo encontraron las huellas de uno de ellos mismos.


 –Homicidio y suicidio  –suspiro y siguió con su lectura abriendo los ojos.


Los guardias al volver vieron la puerta abierta y Taisho los miraba desde dentro solo les dijo “él se enojó porque me tocaron”


¿Cómo lo había averiguado? ¿y de quien hablaba? ¿Por qué no lo hizo antes? La sombra nuevamente vino a su cabeza, pero la sacudió alejando tan absurda teoría.


Se levantó de su asiento era altas horas de la noche, abrió la ventana y prendió un cigarrillo mirando al cielo, la luna solo era un vestigio dando la sensación de una fina sonrisa. El viento frio despejo su cabeza. Suspiro regresando a donde estaba el expediente y el diario.


Lo miro por un momento, se lo habían quitado luego del incidente en el área 5. Se sentó tomándolo y comenzó a hojearlo, pero luego de dudarlo se puso a leer, dándose cuenta que no marcaba los días con fecha sino que ponía las lunas correspondientes, con excepción del primer día… aunque eran pocas hojas las escritas…


4 años atrás…


Un chico corría a toda prisa asustado de lo que lo estaba siguiendo entrando a su casa agitado y cerrando la puerta de un portazo, corrió escaleras arriba y se escondió debajo de sus tapas tomo un libro y comenzó a escribir…


Otra vez, otra vez… ellos siguen apareciendo. No sé qué hacer, ya estoy cansado ¿Cuánto más tengo que vivir así?… mamá y papá no me creen, nadie lo hace y creen que las heridas me las hago yo o que ando peleando…


Hoy me salte las clases otra vez, van a llamar a mi madre y me regañaran de nuevo, pero ya no les digo porqué lo hago… nunca me creyeron.


“busca una mejor escusa” “si es verdad ¿Por qué solo tú los vez?” “¿Dónde están?” “si no dices la verdad te llevare a un doctor”


Siempre fueron esas frases, pero no estoy loco, si fuera locura no terminaría herido y estas cosas no pasarían… tengo miedo…


Una lagrima cayo en la hoja, el chico aun se encontraba bajo las tapas de su cama, las ventanas vibraban y se escuchaban el rechinar de uñas. Sus padres trabajaban hasta tarde y mayormente estaba solo. Era en esa soledad donde ocurrían las cosas a las cuales temía.


Escribir lo que sentía se había transformado en el único medio que tenia de mostrar su miedo, desde hacía unos años dejo de hablar de lo que pasaba. Ese era ya su tercer año escribiendo, había conseguido el libro en una librería una noche que volvía de la escuela y tuvo que escapar corriendo, se metió a una calle desconocida, pero que estaba iluminada por farolas. Con luz era la única vez que se sentía seguro, pero desde un tiempo acá parecía que la luz del sol ya no los detenía.


Cuando entro en la librería antigua choco con un sujeto más alto que él, como él mismo su cabello era plateado y los ojos dorados por un momento le hicieron olvidar que estaba escapando. El sonido de que algo cayo lo saco de su trance y miro el suelo, el libro negro se encontraba en ese lugar y cuando lo recogió para dárselo aquel no estaba, fue a entregarlo entonces al dueño y este le dijo que no era de ahí que se lo llevara, que no había visto a nadie más que a él ese día.


Aun si tuvo miedo al escucharlo la imagen de ese hombre no era como lo que veía con regularidad, era imposible que fuera uno de esas cosas, el libro tenía un separador de hoja que parecía una cadena formado por las fases de la luna… una piedra negra hacía de luna nueva dejando las otras faces hechas con lo que parecía plata.


Extrañamente cuando salió de la librería aquellas cosas parecían solo mirarlo desde lejos sin acercarse.


Cuatro semanas paso desde eso y hoy era la primera vez que escribía en el…


Solo deseo que esto termine, que alguien me ayude… como mi tío lo hacía, pero el ya no está… estoy cansado…solo deseo que termine, que se acabe, que lo acaben… quien sea…


Las ventanas reventaron y él de un salto se enderezo mirando como las sombras con forma humanoides pero a la vez deformes reptaban entrando a la habitación, el suelo, paredes, techo… su voz no salía, su cuerpo no se movía no era capaz de cerrar los ojos por el terror. Una desde el techo acerco su cabeza a él cortándole el aliento, la deforme boca que intento abrir como si se fuera desgarrando dejo ver un interior aun más oscuro, la luz de su habitación fue devorada por ellas… iba a morir… esas cosas cada vez se hacían más fuertes.


Una luz oscura vino desde su espalda, aquellas criaturas se paralizaron de golpe…


 –una lágrima como ofrenda… deberás darme más que eso niño.


El joven temerosamente comenzó a mirar para atrás viendo de pie al lado de la cama al mismo hombre que había visto en esa librería. Miraba altivo a las sombras que con un chillido saltaron a atacarlo, una sutil sonrisa apareció en los labios que aquel, un viento lo rodeo y cuando abrió por completo los ojos el torrente de viento disipo las sombras.


La luz volvió a la habitación, la ventana parecía que no se habían roto apenas unos instantes atrás, si no fuera por aquel que estaba de pie a su lado esta vez si creería que estaba loco.


 –las sombras te comieron la lengua niño…


 –¿Quién eres tú?


 –¿Quién crees que soy?


 –tú… el de la tienda… tú…


Se sentía perdido…


 –eres un cobarde  –esa frase lo cimbro alzando la vista para ver los ojos de quien estaba frente a él.


 –no soy un cobarde –le reclamo.


 –entonces no estabas asustado y no debí intervenir.


 –¿Quién no se asustaría? Solo… estoy cansado de que esto siempre pase. Yo…  –bajo la vista perdiéndose en su agobio.


 –estás loco  –fue lo que escucho de los labios de aquel sujeto.


 –si fuera así ¿Por qué termino herido?


 –porque estás loco…


 –… estoy…  –miro la ventana.


Una mano con gentileza lo hizo dirigir la mirada otra vez a aquel hombre.


 –entonces tú…


 –yo… que importa lo que soy, he hecho largarse a lo que temías…


 –¿no me harás daño?


 –no, quiero otra cosa a cambió de alejar esas cosas de ti…


 –¿Qué?        


 –dame un nombre, Inu Yasha.


El chico lo miro sin llegar a comprender del todo. Un nombre, quería que le diera un nombre. Alejo la vista de aquel hombre dándose cuenta que una de aquellas sombras parecía reptar hacia el hombre cuando fue a decirle la sombra salto siendo sujetada por quien miraba a Inu Yasha esperando… apretó la mano y con un chillido agudo esta desapareció.


 –¿y entonces?


 –… se… Sesshoumaru…  –murmuro sin creerlo.


 –un nombre adecuado  –le dijo mirándolo.


Los ojos de ese hombre eran de un dorado brillante, como quien viera el sol reflejado en el oro, su piel nívea tan tersa que el marfil tendría envidia de él y aquel cabello plateado parecía hilos de fina plata. Por alguna razón se sintió menos frente a aquel, como un niño… y al tiempo con nostalgia.


 –no necesitas avergonzarte…


 –¿Quién…?


Una mediana sonrisa lo calló.


 –tú me invocaste y he dejado que me des un nombre, considérate afortunado.


 –no entiendo… ¿invocarte?


 –¿Qué es lo que piensas? Inu Yasha  –de alguna manera la voz resonante de ese hombre al decir su nombre cosquilleaba en la parte trasera de su mente.


 –yo creía que para invocar uno hacia un pentagramas y esas cosas…


 –pero olvidas que tú estás loco, Inu Yasha… tu deseo me hizo aparecer, pero mi poder no ser abre más que en las noches de luna nueva. Elegiste un buen día para escribir en él. Es segunda vez que me llamas.


Inu Yasha recordó la tienda.


 –pero… no entiendo… si yo te cree… entonces esas cosas… también  –dijo mirándose las manos que estaban apretando las sabanas de su cama, una sonrisa retorcida se puso en sus labios  – ¿verdad?


 –después de todo estás loco ¿no?


 –¡¡deja de decirme loco!! ¡¡yo…!!… yo…  –no se sentía capaz de decir que no lo era, bajo la cabeza sosteniéndola con las dos manos.


 –los humanos catalogan a aquellos que ven y escuchan cosas como locos  –comenzó a hablar  –en la antigüedad a hombres y mujeres que eran así los quemaban en la hoguera, los que alguna vez fueron tus amigos y familiares te insultan, tiran piedras y comida podrida, mientras tu piel, carne, todo, todo se va quemando poco a poco, la grasa y agua de tu cuerpo hace que eso pueda durar una hora, pero para ti es mucho más y el olor de carne y pelo quemado se impregna en los alrededores, tu cuerpo luego solo es lanzado en algún lugar –los ojos dorados se ensombrecieron provocándole una sensación de vacío a Inu Yasha  –… deberías agradecer que ahora solo los encierren o dicen están locos  –repuso volviendo a su rostro serio.


 –… eres real…  –aun si fue una pregunta de alguna manera no pudo pronunciarla como tal.


 –dime que es lo que deseas… te lo concederé…  –el dedo finalizado con una garra apunto al libro –…ese libro es mío…


 –ha, yo… solo ocupe la segunda hoja y…


 –está bien, quiero que sigas escribiendo lo que sientes en él… cada día, por ello cumpliré algo que desees… y desapareceré…


 –… ¿Qué?… no, espera… yo… quiero que te quedes conmigo  –dijo con rapidez.


 –¿Qué es lo que estas pidiendo?


 –yo… supongo que te han pedido eso muchas veces… bueno, he… claro si no eres algo creado por mí… solo… no quiero estar solo… y ser atacado otra vez… estoy cansado de eso…  –la mirada cansada de Inu Yasha que lo miraba directo a sus ojos.


 –no puedo hacer gran cosa a no ser que sea luna nueva…


 –¿Por qué?


 –por una maldición…


 –¿maldición?


Pregunto pero solo encontró como respuesta el sombrío semblante de aquel hombre.


 –no quería hacerte recordar algo malo  –dijo algo apenado  –¡ah! Ya sé…


Sesshoumaru vio a Inu Yasha saltar fuera de la cama con una amplia sonrisa e ir escaleras abajo, una sonrisa se dibujó en sus labios…


Escaleras abajo Inu Yasha sintió un poco de miedo al estar todo oscuro, corrió a la cocina y saco unas copas de helado que su madre había comprado y se dirigía a las escaleras, vio prender la luz del recibidor viendo a su padre.


 –papá… bienvenido…  –dijo bajando las copas dejándolas atrás de él.


 –estas aun con la ropa del instituto… aun cuando no has ido, Inu Yasha  –su padre lo miro detenidamente y él no era capaz de dar un paso  –pensé que tal vez estabas enfermo, que iluso de mi parte… ¿estás con alguien? ¿una novia?


 –… ¿eh? Yo… de ninguna manera… es solo…


 –¿Qué hay de ese rasguño en tu cuello? ¿Volviste a pelear?  –el tono de su padre cada vez parecía más molesto.


Inu Yasha estaba sorprendido, ¿en qué momento se lo había hecho?, ¿cuándo fue…? la sombra frente a él que lo miraba desde el techo vino a su cabeza.


 –habla Inu Yasha  –la fuerte voz de su padre resonó dentro de él.


 –… yo…  –frunció el entrecejo apretando la mandíbula.


Aun si le decía no le iba a creer ¿de qué serbia?


El puño de su padre le hizo girar la cabeza y caer al suelo derramando uno de las copas encima de él… era la primera vez que su padre lo golpeaba de esa manera…


 –si tanto deseas ser golpeado ¡yo te daré lo que quieres!  –le grito con enojo.


 –no… yo no…  –comenzó a pararse y fue sujetado por su padre desde el cuello.


 –debí encerrarte cuando era más chico… pero tal vez aun no es tarde, eres mi vergüenza.


Las palabras lo herían… iba a dejar que su padre lo matara ya no quería saber de nada “cobarde” escucho la voz de Sesshoumaru, alzando la mano golpeo la cara de su padre, que al sonreír parecía perder la sanidad mental y golpeo con la otra mano las costillas de Inu Yasha.


 –veo que no eres solo un estúpido mocoso, Inu Yasha…


La puerta se abrió e Izayoi al verlos fue donde ellos. Poniendo las manos en el brazo que sujetaba a su hijo miro a Taisho.


 –querido, suéltalo no hagas esto…  –toco con gentileza el lugar golpeado por su hijo y le sonrió apenada  –lo siento…  –dijo con suavidad.


 El semblante de Taisho se suavizo y soltó a Inu Yasha.


 –no vale la pena  –murmuro antes de irse a la cocina.


Izayoi aún estaba dándole la espalda, Inu Yasha miraba la espalda delgada de su madre hacía mucho que no estaba tan cerca de ellos, mayormente estaba encerrado en su habitación…


 –mira este desastre  –dijo pero solo para ella misma recogiendo las copas.


 –mamá… yo…  –acerco su mano para tomar su traje de oficina…


 –tira ese uniforme a la lavadora, Inu Yasha  –dijo con tono seco.


 –mamá… yo tenía mie…  –tomo la orilla de la chaqueta, pero la palma de su madre hizo que su mejilla ya golpeada ardiera…


 –no te atrevas a comportarte como un niño a tu conveniencia Inu Yasha  –dijo con rencor.


Sus ojos se inundaron frunciendo el entrecejo tratando de no dejarlas caer y corrió escaleras arriba.


Su habitación estaba vacía, cerró la puerta con seguro y tomo el libro.


 –¡¡te pedí que te quedaras conmigo!!  –grito…


 –no tienes que gritar  –dijo desde su espalda.


 –¡¡Inu Yasha!! ¡¡Cállate!!  –escucho a su padre.


 –creí…


 –¿Qué es eso?  –dijo apuntando la ropa mojada que aun tenia pocos de helados.


 –… oh…  –se miró lo apuntado mirando a una lado  –solo helado… pero termino en el suelo…


 –¿era para mí?


 –no lo era… yo traía las copas para comerlas yo…  –dijo avergonzado.


 –se pondrá morada tu mejilla  –escucho la voz de Sesshoumaru a la par de sentir un sutil hormigueo, el dorso de los dedos acariciaron levemente esa mejilla.


 –¿Qué estás?


 –también tienes ojeras…


 –si duermo esas cosas pueden… espero el amanecer…


 –deberías cambiarte y asearte o estarás pegajoso.


 –no quiero bajar  –murmuro sin mirarlo…


 –si los matas dejaran de herirte.


Sus ojos se abrieron como platos, sin ninguna emoción habían salido esas palabras de los labios de Sesshoumaru.


 –¿Qué estás diciendo? Yo jamás lo haría, no lo vuelvas a repetir, son mis padres…


 –como gustes, pero no se puede tener todo en este mundo…


 –no entiendo…


 –no importa  –dijo acercándose a la ventana.


La mirada seria dirigida al cielo parecía mirar a algo desconocido. El perfil de ese hombre era hermoso, las líneas magenta en sus mejillas se veían bien en su piel nívea. Inu Yasha iba a decirle algo cuando escucho…


 –Inu Yasha, te mande a poner esa ropa en la lavadora ¿Qué estas esperando?


 –¡voy!


Se levantó y suspiro pesadamente.


 –es primera vez que me pegan ellos, no son malos… solo tienen un hijo problema como yo… no los quiero perder, si ellos me entendieran… ellos cuando era chico siempre alejaron esas cosas de mí…


Recordó cuando tenía 5 años y él se aferraba a falda de ella, ella lo abrazaba y con una vara de luz lo movía diciendo que era su barita mágica. Inu Yasha sonrió con nostalgia eso solo le fue permitido hasta poco antes de los 6 años, primero un no son reales amable y ya después comenzaron los regaños y castigos por eso… luego en unas de sus vacaciones cuando tenía 7 casi 8 fue dejado con un tío hermano de Taisho “no los odies, ellos solo son ciegos” esas palabras fueron las que hizo que no pudiera odiar a sus padres. Esas vacaciones habían sido las mejores y más dolorosas que tuvo en su vida.


 –yo… no pedí ser así, pero ellos tampoco pidieron a un hijo como yo… así que… no son malos…


 –estás loco después de todo, loco y ciego, Inu Yasha.


Volteo para reclamarle pero el reflejo del rostro de aquel le mostro que tenía una sonrisa.


 –eso dicho por alguien que salió de un libro no tiene lógica… pero, justo ahora te lo agradezco, Sesshoumaru.


El reflejo del chico salió de la habitación informándole que se había ido, pero ¿qué había sido esa cara? Una sonrisa que parecía le ilumino la cara… “está loco”


Inu Yasha bajo mirando que no estuviera en el camino su padre y corrió al baño.


Saco su ropa metiéndola en la lavadora, el espejo que estaba en la lavandería le dejo ver el golpe de su padre y su madre. Le dolía pero más lo hacia su pecho… aun así él no pediría perdón, no había hecho nada malo, solo no se entendían…


Dejo salir un pesado suspiro, eso no cambiaría “estás loco, Inu Yasha” la voz de Sesshoumaru resonó y una sonrisa se puso en sus labios.


 –tal vez  –dijo abriendo la puerta para entrar al baño.


 –tal vez ¿Qué?


Sus ojos se abrieron de golpe encontrándose con Sesshoumaru dentro mirándolo de arriba abajo, se cubrió lo expuesto.


 –mmm… creí que gritarías.


 –¿Qué haces aquí?


 –no me pediste que estuviera contigo.


 –no… si… pero no a cada minuto, hay algo que se llama privacidad ¿sabes?


 –sabes algo, que si fui creado por ti sé todo lo que está en tu cabeza.


El sonrojo de Inu Yasha se encendió provocando que sus oídos se pusieran colorados.


 –bueno después de todo puedo decir que no eres tan inocente niño  –se burló.


 –no veas en mi cabeza  –se tomó los costados de su cabeza


 –…  –Inu Yasha al darse cuenta lo que Sesshoumaru miraba se volvió a tapar  –no es necesario que mire dentro de tu cabeza si eres así de expresivo Inu Yasha.


 –… tú…


 –solo desea que desaparezca y lo haré…


 –¿eh? Pero…


 –Inu Yasha ¿Por qué demonios estás hablando solo?  –la voz molesta de su padre lo hizo brincar entrando a la ducha y cerrando, tenía miedo de su padre en ese momento.


 –quédate… por favor… Sesshoumaru…  –susurro.


Se sentía como un niño pequeño. Un hormigueo recorrió su espalda y vio los brazos de Sesshoumaru rodearlo desde la espalda de alguna manera se sentía cálido y se dejó reconfortar por él.


 –siempre estaré a tu lado pequeño Inu Yasha.


De alguna manera lo sentía nostálgico, aquel calor.


Esa noche su sueño fue cuidado por Sesshoumaru y por primera vez después de demasiado tiempo fue capaz de dormir y cada vez que parecía que tendría una pesadillas un frio hormigueo era sentido en su frente despejando su cabeza.


Tras despertar vio que Sesshoumaru no estaba y escribió en el libro sonriendo.


Hoy comienza el primer día de la luna creciente (pero todavía es de mañana)…


De alguna manera me siento calmado, todo gracias a ti… iré a la escuela, sé que me seguirás, hoy no tendré miedo de nada… en la noche escribiré lo que ocurra en el día. Por ahora es mejor que corra o llegare tarde…


Bajo corriendo por su uniforme. Sus padres ya se habían ido al trabajo. Su uniforme estaba colgado en un gancho, una sonrisa se dibujó en sus labios al pensar que su madre aun enfadada había planchado su uniforme.


Tras vestirse, fue a la cocina, saco un pan y leche helada del refrigerador, sirviéndose en un vaso, comenzar a comerse el pan y tomar leche mientras caminaba y veía las cosas, aun estaba nervioso y ansioso, el pensamiento de que esas cosas salieran de la nada aun lo alarmaba, pero se sentía distinto, sentía que ahora se podía defender de ellos.


Cuando termino enjuago el vaso y tomo la mochila. En la entrada las sombras rodearon la casa, estaba paralizado, abrazo la mochila no se podía mover… las personas de afuera algunas miraban con extrañeza, dio un paso temeroso y de inmediato las sombra se lanzaron a él, en el momento que retrocedió choco con algo, temió que fuera su padre. Una mano paso frente a él desde el lado izquierdo, sentía el hormigueo en su mejilla… la sombra fue sujetada por la nívea mano armada de garras que se incrustaron en la sombra.


 –eres cobarde, Inu Yasha…  –la voz resonante de Sesshoumaru le hizo contener la respiración, de alguna manera sabía que estaba sonriendo.


El tiempo para Inu Yasha parecía que estaba transcurriendo en cámara lenta, solo el chillido de la sombra hizo que volviera en sí.


 –Espera, no es luna…  –la otra mano de Sesshoumaru cubrió su boca.


Miraba solo la mano que tenía a la sombra que era penetrada por los largos dedos de Sesshoumaru, las deformes garras de aquella perforaron el brazo antes de que la mano de Sesshoumaru se cerrara por completo convirtiendo la sombra en vapor negro.


Las demás sombras solo comenzaron a retroceder.


Inu Yasha solo miraba impresionado el brazo de Sesshoumaru, no había sangre y los claros agujeros parecían cerrarse.


 –eres idiota  –le dijo fuerte al voltear a él y verlo parado bajo el dintel de la puerta  –. Aun si no sangras…


 –eso no es nada, cálmate  –dijo frunciendo el entre cejo.


 –no seas estúpido, debes…


 –no salías a tu colegio…


 –cállate tu brazo…


 –la gente te está mirando Inu Yasha… solo tú me vez lo sabes.


Inu Yasha miro para atrás, las sombras miraban expectantes para ver por donde atacar a Inu Yasha sin sufrir por la protección que le daba ese ente. Más allá los vecinos de Inu Yasha lo miraban y meneaban la cabeza con miradas de compasión.


 –¡¿Qué carajo están viendo?! ¡Largo!


El grito hizo que los vecinos saltaran, pero solo sirvió para que murmuraran. Entro cerrando la puerta, temblaba por el miedo de que ellos hablaran con sus padres ¿Qué le dirían? El golpe de su padre aun lo sentía y la cara de su madre cuando lo abofeteo.


 –eres un niño cobarde Inu Yasha.


La voz de Sesshoumaru lo devolvió dándose cuenta de que lo tenía sujetado del brazo lastimado.


 –lo siento  –dijo soltándolo y revisando el área que se había lastimado.


 –estás loco –dijo al verlo.


 –no me importa. 


 –ya no queda nada, deja mi brazo.


Inu Yasha comenzó a soltar el brazo una vez se sintió conforme de revisarlo. Como había dicho no parecía tener nada ya, miro la cara de inexpresiva de Sesshoumaru.


 –aun así… eso no significa que no te duela ¿verdad?


 –el dolor no es importante.


 –no digas tonterías, si duele no te fuerces. Habías dicho que no tenías poder si no era en luna nueva.


 –no tengo poder, eso no significa que por mí mismo sea débil.


 –ya… veo…  –dijo mirándolo  –pero…


 –¿no debes ir al instituto?


 –pero si salgo, tú…  –miro su brazo…


 –no me ocupes como excusa niño cobarde.


 –no soy…


 –demuéstralo  –le corto.


Inu Yasha miro la puerta, la imagen de esas cosas vino a su mente… no deseaba salir, siempre que estaban en casa él simplemente no salía y prendía las luces de toda la casa. Hoy Sesshoumaru le lo estaba retando a que los enfrentara. No era tonto ni un niño para caer, pero la cara de Sesshoumaru que parecía lo incitaba a pelear, mirándolo desde su altura, subiendo una ceja como quien pregunta ¿lo harás? Y los brazos cruzados. No era infantil y no caería en su juego. Le dio la espalda y abrió la puerta. Pero le demostraría que no era un cobarde.


Respiraba profundamente pegado al marco de la puerta, el dolor de las heridas recibidas por esas sombras volvían a él, la sensación fría cada vez que lo tocaban.


 –apártate  –escucho la voz de Sesshoumaru que paso por su lado y se paró en el peldaño de la entrada a la casa.


Las sombras estaban a una cierta distancias agazapadas, lo miraba desde ahí con una media sonrisa.


 –ven  –estiro la mano a él.


La vergüenza subió por su rostro, ese ente por si solo era imponente, pero de alguna manera lo sentía cálido, tal vez era solo su imaginación o necesidad de tener a alguien a su lado. Aun así, lo agradecía.


Dio un paso a él aun escuchando el chillido de las sombras. Tenía miedo, sin embargo ese hombre le daba valentía, estar cerca de él, de la seguridad de aquel, quería ser como él…


El camino al instituto fue como él lo hacía usualmente a penas salió de la casa comenzó a correr, mirando a todos los lados que estaban plagados de aquellas criaturas. Aun si Sesshoumaru le había dicho que no era necesario que corriera. No era algo que pudiera cambiar tan fácil, las sombras corrían a sus lados sin dejarle calma, la presencia de Sesshoumaru hacia que no se acercaran más a él, pero no podía dejar de temer, tampoco quería que Sesshoumaru se pusiera a luchar con las cientos de sombras.


En las clases sus ojos no podían dejar de monitorear lo que hacían las sombras, para esa hora ya estaría corriendo de regreso a casa, al estar tan rodeado de dichas cosas, el salón comenzó cada vez a oscurecer más y más… aun cuando escuchaba de Sesshoumaru que todo estaría bien, el nerviosismo comenzaba a notarse en su rostro. Sus compañeros lo miraban y murmuraban de él y su “extraño” comportamiento…


 –cálmate Inu Yasha… –escucho de Sesshoumaru  –debes calmarte.


La tarde ya caía y el miedo crecía a la oscuridad hacerlo.


El cuaderno de Inu Yasha no tenía escrito en el nada que tuviera que ver con las materias del instituto, solo eran rayas que para quien las viera eran sin sentidos.


Despego la mirada del cuaderno las sombras habían cubierto las murallas por completo, se levantó de golpe… que todo estaría bien, nada estaba bien. El sofoco le hizo difícil respirar, se sentía paralizado, sus compañeros no se daban cuentas de aquellas sombras que reptaban cada vez más consumiendo cada rincón, acercándose con movimientos erráticos enredándose trepando por los cuerpos de los alumnos hasta entrar por los orificios de la cara, los ojos se volvían huecos negros enraizados en los rostros que deformados lo miraban. El grito gutural que escuchaba lo ensordecía tomo su cabeza con ambas manos tapando sus oídos “silencio, silencio ¡silencio!”


 –¡cállense!  –grito con fuerza.


Todos miraron a Inu Yasha. Él solo veía huecos oscuros mirándolo enfriando su sangre más allá del miedo. No podía escuchar más que los chillidos y gritos de aquellas criaturas. Sofocado por la situación corrió saliendo de la sala.


Corría sintiendo el aire más pesado, su pecho se apretaba y las sombras parecían haber tomado a cada alumno de los pasillos.


 –niño cálmate… –escucho el susurro de la voz de Sesshoumaru.


Sin embargo no tomo encuenta esa voz y siguió corriendo sin descanso, deseaba llegar a su casa deseaba meterse en su cama y olvidarse de la calle, de lo que estaba viendo, de ese frio que comenzaba a calarle. Las sombras cada vez se acercaban más a él, Sesshoumaru comenzó a destruir a cada una que se acercaba demasiado, pero parecían cada vez más fuertes. Sus brazos estaba heridos, heridas que no terminaban de cerrar cuando otras eran hechas.


 –debes calmarte Inu Yasha.


No había caso, Inu Yasha corría perdido en su sofoco, pronto Sesshoumaru no pudo detenerlos a todos y algunos comenzaron a herir a Inu Yasha, el dolor de los latigazos que sentía en la espalda, el ardor quemaba su interior, la humedad que comenzaba a bajar por su espalda, otro ardor como filo de navaja, las pulsaciones dolorosas y la humedad.


¿Por qué? ¿Por qué tenía que pasarle esto?


Corría sintiendo el intenso dolor, deseaba que eso parara, deseaba no pasar por eso. Cada vez que intento defenderse de esas cosas solo las veía multiplicarse.


 Quería volver a ser ese niño cuidado por sus padres, o a cuando estuvo con su tío, pero siempre que pensaba en él su pecho dolía, la tristeza se apoderaba de él y su sofoco empeoraba ¿Por qué desapareció? ¿Por qué se fue dejándolo solo? Él era el único que lo entendía, él era el único que no lo cuestionaba… el único que aun cuando ya tenía 7 casi 8 lo seguía protegiéndolo de aquellas cosas. Pero lo había abandonado, desapareció dejándolo solo con esas asquerosas sombras. Se detuvo, una oscura imagen lo había frenado, no la entendía, parecía una imagen con mala definición en una oscuridad exagerada, pero la silueta de alguien de pie y otra persona en el suelo. Todo su cuerpo lo sintió debilitarse. Una sombra rasgo su mejilla derecha, todas las cercanas se prepararon para perforar ese cuerpo.


¿Qué más daba? Esa era la única cosa que pararía ese sufrimiento.


Su tío no se había ido a ningún lado, él se había suicidado… recordó la voz de su padre, escapo de esa locura que tenía, de la misma locura que Inu Yasha tenía. Se negó a creerlo y hasta ahora aun no podía recordar su rostro, solo se había quedado con las cosas buenas de ese hombre, solo las hermosas cosas que vivió con él, pero fueron un espejismo, su mente había bloqueado esa imagen, su recuerdo… la voz de su padre diciéndole, que eso era lo que conllevaba la locura, que Inu Yasha debía dejar de hablar o pensar en esas cosas o terminaría así… suicidándose… como un cobarde. Pero lo entendía, esa era la única forma… solo esa…


Las sombras bajaron sus deformes y afiladas garras… seria el fin.


 –¡Inu Yasha!


Sesshoumaru apareció frente a Inu Yasha lo abrazaba contra él, el calor y el hormigueo que le producía parecía adormecerlo, pero el agarre del brazo derecho que lo abrazaba protectoramente se hizo más fuerte devolviéndolo a donde estaba.


 –eres cobarde Inu Yasha…  –la voz de Sesshoumaru parecía un poco forzada.


El brazo izquierdo de Sesshoumaru estaba completamente perforado por cientos de dedos largos negros. Parecían comenzar a enraizarse en él.


 –Sesshoumaru  –su voz salió como un susurro, quiso tomar ese brazo pero Sesshoumaru no se lo permitió  –tu brazo serás consumido…  –la imagen de sus compañeros lo perturbaba  –no quiero, no…


 –cálmate…  –dijo Sesshoumaru con seriedad  –lo que estorba solo hay que arrancarlo  –en medio de un gruñido desgarrando, haciendo que el brazo perforado fuese desgarrado por aquellos dedos.


Aquel brazo se evaporo en medio de las sombras. Inu Yasha miraba en shock. Su espalda dolía pero no podía ni imaginar cual era el dolor de perder una extremidad de esa manera.


 –…Sessh… Se…Sesshoumaru… tú…


 –cálmate  –lo miro fijamente estaban rodeados  –eres un ciego y cobarde, Inu Yasha.


La voz enfadada de Sesshoumaru lo calló “un cobarde” se repitió en su cabeza.


No era un cobarde, solo estaba cansado… solo quería un poco de descanso… solo…


 –cobarde y ciego…  –escucho la voz de Sesshoumaru.


Miro como las sombras los comenzaron a hacer que el camino desapareciera. El sonido ensordecedor de los chillidos de las sombras crispaba sus nervios, la mirada de molestia de Sesshoumaru apretaba su pecho, su espalda punzaba en dolor.


 –jamás saldrás de esto siendo tan cobarde, un tonto… Inu Yasha…


Cada palabra entre mezclada con los chillidos comenzaba a provocarle un dolor de cabeza, quería que todo terminara.


 –jamás serás fuerte Inu Yasha.


Solo deseaba silencio.


 –si sigues como un cobarde.


Basta.


 –tienes dos opciones Inu Yasha.


Ya no más…


 –o te comportas como un insecto y te arrastras por el suelo o…


 –¡¡Cállate!!  –grito con todo lo que sus pulmones le permitieron.


Su garganta ardía por el esfuerzo. No recordaba cuando fue la última vez que había gritado. Respiro pesadamente, el chillido de las sombras era menor, el dolor de su espalda aún seguía, las caras de las personas que pasaban y lo miraban estaban deformadas por las sombras, pero sus murmullos los perturbaban.


¿Quién es ese? ¿Por qué grita de repente? ¿Está loco? Esta loco, es raro, extraño, no te acerques, está sangrando, es anormal, loco…


 –¡¡He dicho que se callen!!


Volvió a gritar.


 –debes calmarte  –escucho otra vez a Sesshoumaru e hizo que lo soltara.


Imagino que para la gente solo había sido que él se detuvo, que se acurruco en el aire y ahora había empujaba nada. Un demente.


Comenzó a correr otra vez, dejando atrás todo… las sombras rasguñaban su piel y lo golpeaban, pero al llegar a la puerta de su casa, su padre salía furioso.


 –no lo voy a tolerar más, lo iré a buscar…


Había gente transitando e Inu Yasha lo iba a pasa para entrar a la casa cuando él lo sujeto. Murmullos de los que pasaban y del mismo Inu Yasha…


 –no necesitan nada ¡lárguense!  –dijo con autoridad.


Las personas que se habían detenido a ver qué pasaba continuaron con su camino. La madre de Inu Yasha estaba en la entrada de la casa mirando a un ido Inu Yasha que murmuraba…


 –… no más… ya basta… no más…


 –entra –dijo soltándolo.


Sesshoumaru miraba a quien tenía a Inu Yasha, a ese que era el padre de ese niño, que parecía mirarlo directamente y a la vez más allá de él.


 –no dejare que termines como mi hermano Inu Yasha…  –murmuro apretando las manos que estaban manchadas de la sangre de su hijo para luego entrar.


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