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DIA DE LOS MUERTOS por shiki1221

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Notas del fanfic:

Disclaimer: los personajes son propiedad de Kishimoto y solo el fic es de mi autoria

Notas del capitulo:

HOLA A TODOS :D y muy feliz hallowween. Este era un reto terrorifico de shh narusasu sasunaru... del año pasado, pero por culpa de mi pendrive se perdio y lo volvi a escribir XD

 

Cap 1: La pareja de la muerte

En el reino de los mortales siempre se llevaban a cabo distintas festividades en las que se veneraba a aquellos que habían partido de este mundo; una tradición que variaba según el lugar y cuya fecha era inexacta en cuanto se intentara buscar una que coincidiera con todos. Sin embargo, aunque los humanos fueran ignorantes de la verdad y vieran aquel festejo como algo entre tradicional y comercial, en la tierra de los muertos la realidad era muy diferente. Aquel mundo que aguardaba a aquellas almas que terminaron su tiempo en el mundo terrenal se dividía en dos zonas o, mejor dicho, reinos.

La zona del Reino de los Recordados festejaba con gran júbilo la hora de visitar a sus seres queridos. Éstos, para esas fechas ofrecían las comidas favoritas como tributo junto con un rezo pensado para ellos. Las reuniones que los vivos llevaban a cabo en los cementerios para conmemorar sus memorias eran, sin saberlo, reuniones presenciales. Es decir, las almas de las personas que ocupaban un lugar en sus corazones tenían permiso de abandonar el inframundo para poder estar cerca de quienes los amaban. Sólo en aquel día la brecha entre el reino de los mortales y los difuntos, era tan delgada como para ir a ver a quienes amaron. Para hacerlo usaban como guía las velas que alumbraban su camino de un lado al otro.

La reina de dicho lugar, quien se encargaba de que pudieran ir y regresar sin dificultades cuando los festejos acababan, era la Catrina. Una hermosa mujer quien representaba a la mismísima muerte, mostrando coquetería y vanidad en su manera de ser.

—Mujer —dijo un joven de cabellos azabaches con una sonrisa de burla y prepotencia.

—¿Cómo pueden decir tal cosa? —preguntó de manera escandalosa su acompañante rubio.

—¿Será porque es verdad? —cuestionó de manera retórica con la única intención de fastidiar al otro.

—¡Deja de burlarte de mí! —gritó con un tono de molestia el joven de ojos azules.

La discusión que estaba por llevarse a cabo entre ambos guías de turistas se vio interrumpida, precisamente, por la presencia de clientes que aguardaban sus servicios. De todas las edades eran los visitantes que se encontraban frente a ambos, observándolos curiosos, mientras algunos les tomaban fotos como si fueran una atracción turística más.

—Disculpen, jóvenes —interrumpió una bella mujer de cabellos color castaños la pelea de la pareja—, ¿ustedes son nuestros guías?

—Bienvenidos, visitantes —exclamó uno de los guías cambiando por completo su semblante al mirar al grupo de personas frente a ellos—. Mi nombre es Naruto y él —dijo señalando con su dedo a su compañero—, es el otro guía, Sasuke.

—Comencemos de una vez —ordenó con voz seria el de cabellos oscuros.

Comenzó a caminar sin fijarse en si los turistas lo estaban siguiendo o no, mas él sabía que Uzumaki no dejaría que ninguno de ellos perdiera su camino durante el recorrido. Siempre cumplían la misma rutina con los visitantes, Sasuke yendo delante marcando el camino que debían seguir y Naruto al final del grupo vigilando que ninguno quedara rezagado tomando fotos o distrayéndose.

—¿Qué es lo que tienen allí? —preguntó con curiosidad un escandaloso muchacho de cabellos castaños que se veía entusiasmado por comenzar la ruta turística, siguiendo a ambos guías.

—Es la ofrenda —respondió con simpleza el azabache señalando delante de ellos.

Lo que señalaba consistía en una distribución geométrica considerada sagrada, donde las principales figuras que se ocupaban estaban en círculo, representando la concepción del universo. Se dividía en cuatro rumbos (Sur, Norte, Este y Oeste) y cada uno simbolizaba un elemento (tierra, agua, aire y fuego), con el propósito de honrar al difunto como “Ofrenda a los Muertos”. Agregándole alimentos y bebidas que le gustaban al fallecido. Había varios altares, cada uno por familia formando un bello y llamativo cuadro.

—Estas son las fiestas de los difuntos trascendidos ttebayo —dijo sonriendo Naruto.

—Disculpe —llamó una mujer de blancos cabellos—, ¿qué son los trascendidos? —preguntó deteniéndose un momento al no entender que quería decir con eso.

—Con gusto se lo explicaré ttebayo —afirmó el de ojos azules—. ¡Hey, Sasuke! ¡Detente! —gritó a su compañero para que dejaran de avanzar.

—¿Qué sucede, Usuratonkachi? —cuestionó abriéndose paso entre el grupo para ver la razón que demoraba al otro.

—Es que voy a explicarle a la señora lo que son los trascendidos —avisó con una sonrisa confiada.

—Eso será digno de escuchar —comentó Sasuke con un claro gesto de burla en su rostro.

—¿Qué insinúas, Teme? —interrogó con los ojos entrecerrados mirándolo molesto.

—Anda, explica —concedió el de ojos negros con una mueca que le dejaba claro al blondo que estaba esperando para burlarse de él.

—Bien, los trascendidos son… —comenzó a hablar Uzumaki—, son aquellos que trascienden trascentosamente ttebayo.

—No entiendo —dijo la señora que preguntó.

—Dobe, “trascentosamente” ni siquiera es una palabra —aclaró Sasuke mirándolo con suficiencia—. No me sorprende tu nivel de estupidez.

Ese era el comienzo de sus enfrentamientos habituales. Naruto y Sasuke siempre estaban juntos, pero nunca pasaba demasiado tiempo sin que discutieran o pelearan. Ellos desde el primer grupo de turistas que atendieron venían burlándose del otro, y siendo este grupo posiblemente el último del día, era entendible lo irritado que estaba alguien de tan poca paciencia como el de las marquitas en la cara.

—¿Quieres pelea, bastardo? —preguntó arremangando su ropa, listo para irse a golpes contra el otro.

—¿Para qué pierdas “perdedosamente”? —cuestionó riendo con sarcasmo por lo que decía.

—¡Ya ustedes dos! —ordenó una mujer rubia de hermosa figura mientras jalaba las orejas a ambos—. ¿Qué les dije sobre pelear en el trabajo?

La mujer, de nombre Tsunade, apareció de forma repentina detrás de ambos. Habían estado tan concentrados insultándose el uno al otro que no vieron cuando ella se acercó al grupo de turistas que ellos guiaban. Los extranjeros no entendían muy bien lo que estaban presenciando. Algunos miraban con diversión lo que hacía aquella mujer, otros miraban confusos y a cierta porción del grupo le era aburrido que el recorrido se detuviera sólo porque sus guías tuvieran una pelea matrimonial.

—Pero abuela —protestó el rubio—, él empezó ttebayo.

—No mientas, Dobe —ordenó enojado Uchiha.

—Eso no me importa —dictaminó ella apretando ambas orejas dejándolas rojas y con mucho dolor en ambos—. ¿Para qué les estoy pagando si se la pasan peleando?

—No nos pagas —aclaró Sasuke mirándola con indiferencia.

—Te has gastado todo el dinero en apuestas y lo peor es que siempre pierdes —comentó Naruto. 

—No me sorprendería que llegará a medidas desesperadas —susurró el de cabellos ébanos siendo oído de todas maneras.

—¡¿Tsunade se va a meter en la prostitución?! —cuestionó alarmado el de ojos claros.

—Iba a decir suplicar por prórrogas —aclaró su compañero—, pero lo tuyo es más posible.

—Mocosos malcriados —dijo ella golpeando con fuerza la cabeza de ambos usando sus puños.

La rubia se disculpó con el grupo de personas, mediante excusas baratas y mentiras poco creíbles, pero como los visitantes ya estaban cansados de esperar, decidieron guardar silencio para evitar perder más tiempo allí. Aun así la señora, cuya pregunta desató aquella pelea, volvió a plantear su duda, empero esta vez Tsunade se ofreció a responderla.

—Esta celebración es un ritual que simboliza la alianza de la vida y la muerte para generar la trascendencia. —Fue la respuesta de la mujer de cabellera rubia.

—Sigo sin entender del todo lo que quiere decirme —expuso la otra mujer.

—Para poder resolver sus dudas creo que debo contarles a detalle todo lo relacionado con este día —resolvió Tsunade—. Partiendo desde sus orígenes y como mis guías son tan inútiles para su trabajo, usaré sus nombres en la historia para que parezca que sí sirven de algo —aclaró con una mirada de advertencia hacia los mencionados.

De esta manera la mujer ayudó a todos a sentarse cómodamente para oírla. La historia sería bastante larga y lo mejor era que tuvieran toda la comodidad posible para no perder detalle. Aquella leyenda tan antigua guardaba celos, amor, dudas, cariño, enemistad y tantas cosas que no podían obviar con facilidad.

De esta manera el relato que aclararía las dudas de todos dio inicio…

La vida inmortal era incolora e insípida para Hiruzen, Tsunade, Jiraiya y Orochimaru, los hacedores del universo. En su momento de mayor aburrimiento decidieron forjar a la pareja de la muerte: Naruto y Sasuke. El primero gobernaba un lugar que sólo los que habían trascendido conocían. Él no se encargaba de la “muerte” sino de la renovación y transformación. Mientras que el segundo, Sasuke, estaba designado a una región de quietud. Destino de los muertos que no lograron su objetivo. Por lo que a partir de ese momento todo ser vivo tendría que morir y volver a nacer tras un ciclo de cuatro años de descanso o transición.

Los dioses de la creación estaban muy complacidos con sus obras. El gobernante de la Tierra de los recordados o también conocidos como los trascendidos; era un joven de cabellos rubios, quien siempre mostraba alegría al lado de las almas que resguardaba hasta que se cumpliera su ciclo. El reino de los muertos que estaba a su cargo, irónicamente, “vivía”, en una fiesta eterna. Cada alma allí presente aguardaba con suma esperanza el momento de visitar a sus familiares vivos. Éstos, hacían las ofrendas con todo aquello que correspondía a la fecha y eso les otorgaba el permiso de pasar al plano de los mortales por ese único día.

Muy por el contrario, al otro lado se encontraba un joven de cabellera oscura, quien se encargaba de las almas de aquellos que habían sido olvidados. Un lugar donde la quietud y el silencio eran rotos por los alaridos de aquellos que poco a poco perdían su esencia con el paso del tiempo. Las personas que no tenían quien los recordara, sufrían aquel destino: el olvido propio. Ni ellos mismos eran capaces de reconocer su nombre, personalidad, nada. Absolutamente nada de quienes fueron quedaba en ellos y sólo se dedicaban a gritar hasta no poder más, rogando por aquello perdido.

Ambos soberanos cumplían de manera eficiente sus deberes, mas jamás se habían hablado ni siquiera visto cara a cara. Eran conscientes de la existencia del otro, pero no tenían interés en saber más allá de lo estrictamente necesario. De sólo oír el estilo de vida y trabajo del Dios que los complementaba, sentían aversión. Sasuke por naturaleza adoraba el silencio, la calma y por costumbre, la oscuridad que su reino siempre tuvo. Mientras Naruto, no podía siquiera imaginar tener que pasar tanto tiempo sumido en silencio y amargura como se imaginaba el reino opuesto al suyo. Desde un principio sabían lo diferentes que eran y dictaminaron, con un prejuicio apresurado, que no podrían llevarse bien ni en toda su vida inmortal.

Sin embargo, esta situación no agrado a sus creadores, quienes estaban de acuerdo en que sus creaciones eran una dualidad y no actuaban como tal. Les gustara o no, sus “niños”, como solían decirles, debían formar un equipo y sin dirigirse una sola palabra eso sería imposible. Por lo que tendrían que intervenir si deseaban revertir la situación. Para llevarlo a cabo, se reunieron en una sala común especial que les pertenecía sólo a ellos. Era simple y con muebles básicos para su comodidad: sillas, mesas, etcétera; todos al estilo japonés por lo que la mesa de centro era de poca altura, así como las sillas eran más como un adorno para colocar el cojín sobre el que se sentaban. Sin contar con que cada uno había agregado alguna que otra cosita de su gusto personal. Orochimaru tenía un área para sus amadas serpientes, Hiruzen una mesa especial con té tradicional de Japón, el cual lo había fascinado desde que probó, por ello se lo llevó como recuerdo y Tsunade tenía licores. Jiraiya tenía sirvientas hermosas que se dedicaban exclusivamente a atender a todos los dioses en lo que pidieran; desde servir el té hasta la limpieza, dicho lujo fue dado tras su fallido intento de meter retratos de mujeres desnudas. Al menos con el nuevo arreglo todos ganaban algo.

—Debemos reunirlos —propuso Hiruzen sentado en la sala con los demás.

—Déjenlos —afirmó Jiraiya—, así están mejor. Naruto no tiene necesidad de conocer a Sasuke.

—¿Cómo qué no? —intervino Tsunade.

—Yo tampoco veo la necesidad de que Sasuke-kun se relacione con ese mocoso —siseó Orochimaru molesto ante la actitud del de cabellos blancos.

—¿Qué quisiste decir con eso, culebra? —peguntó buscando molestarlo.

—Qué Sasuke-kun está mejor sin tener a ese escandaloso y malcriado chico favorito tuyo —explicó bebiendo su té con calma.

—Como si el mocoso amargado no fuera tu favorito —replicó Jiraiya mirándolo desafiante.

—Ya basta los dos —ordenó la única fémina presente mirando a Hiruzen en busca de apoyo, mientras éste sólo se limitaba a beber de su té—, deberíamos apostar.

Era bien conocida por su adicción a las apuestas, amaba los juegos de azar aun cuando siempre perdía. Ni siquiera era necesario hacerle trampa, ya que sin importar lo que se apostara, ella siempre fallaba. Sin embargo, nunca rechazaba una apuesta y de ser posible, proponía que todo se solucionara con alguna de por medio.

—¿Para qué? —cuestionó indiferente el de cabellos negros—. Si siempre pierdes.

—En ese caso… —comenzó a hablar el de cabellos canos mientras frotaba sus manos con una cara de pervertido—. ¿Qué tal si apuestas una cita conmigo?

—No deberían estar jugando con esto —habló por primera vez el cuarto que estaba allí en la sala—, es un asunto serio —afirmó solemne Hiruzen dejando de tomar su té mientras comenzaba a fumar su pipa—. Esos dos son parte de la dualidad de la muerte, pero actúan por separado.

—Debemos reunirlos y que aprendan a llevarse bien —declaró Tsunade levantando el puño.

—Ni se conocen —comentó Jiraiya encogiéndose de hombros—, así que mal no se llevan.

—Qué gran observación —exclamó con sarcasmo en viperino.

—Ya, no empiecen a pelear —ordenó la rubia—. Traeremos a ese par y los haremos conocerse, quizás hasta se vuelvan buenos amigos.

La diosa cumplió lo que había asegurado ante sus compañeros de la creación y organizó una “fiesta” en la que ambos dioses de la muerte fueron forzados a asistir. Estaban molestos de tener que perder su tiempo en ello, pero no había nada que hacer. Pese a todas las excusas, “peros” y negativas que dieron no bastaron para hacer desistir. Lo peor fue que al recurrir a los dioses que les tenía “cierta” predilección, es decir, Orochimaru y Jiraiya, éstos negaron la ayuda. Incluso ellos, de manera discreta, sugirieron que se den una oportunidad para conocerse.

El lugar donde se realizaría su encuentro fue decorado en un intento por agradar a ambos. El resultado de que el de cabello blanco y el dios de ojos amarillos intentaran colocar cada uno detalles del gusto de sus invitados, fue un desastre. Por un lado, estaba lleno de adornos de serpientes y halcones, mezclados con los adornos de ranas colocados por Jiraiya. Los colores violeta y naranja chocaban sin cuidado mezclándose de forma extraña. El intento de ambientación musical por medio de hacer que los instrumentos se tocaran por sí solos por medio de su poder, también fue un fracaso. La música que sonaba era de parte de Jiraiya alegre y jovial, idéntica a la que se tocaba en el reino de los recordados, mientras que el viperino hizo sonar música más tranquila y apacible. Mezclar ambas provocó un sonido similar a una tortura auditiva, al no tener una melodía definida.

—Bienvenidos, chicos —saludó Tsunade al verlos llegar.

—Abuela, ¿para qué nos llamaste? —preguntó Naruto mirando como Jiraiya y Orochimaru discutían a lo lejos por cómo quedó el arreglo.

—No seas maleducado, mocoso —regañó la rubia al chico. Miró como Sasuke permanecía en silencio con su expresión seria.

—Hmn —fue el único sonido de la boca del dios del reino de los olvidados.

Tsunade hacía de todo intentando que esos dos hablaran o hicieran algo juntos, ya que desde su llegada había transcurrido varias horas, pero cada uno eligió irse con su dios predilecto, Naruto con Jiraiya y Sasuke con Orochimaru. ¿De qué servía haber organizado esa fiesta si iban a seguir sin conocerse? Sólo se miraron un momento antes de separarse lo más posible e ignorarse como de costumbre. Ella estaba a punto de darse por vencida, cuando oyó la propuesta de su compañero de cabellos blancos al rubio.

—Bien, Naruto iremos a la Tierra de los vivos a ver hermosas y sensuales mujeres —comentó Jiraiya con una enorme sonrisa mientras golpeaba con su codo suavemente al de ojos azules.

—Sasuke-kun vayamos a atormentar mortales —sugirió el de ojos amarillos sonriendo de manera maléfica—, podremos tirarles de los pies mientras duermen y hacerlos creer que hay almas en pena.

—Todos iremos a la Tierra, pero no para eso —exclamó con una voz seria la rubia mientras los miraba a todos con reproche.

La diosa completamente molesta por la forma en que sus esfuerzos eran ignorados decidió tomar una medida más drástica para asegurarse de conseguir lo que quería. Chasqueó los dedos haciendo que apareciera un hilo de color rojo en los dedos meñiques de ambos dioses menores, causando desconcierto en todos los presentes. Los compañeros de Tsunade miraron con desaprobación tan repentina e inexplicable acción, mientras que los afectados sólo miraban confundidos y enojados tratando de adivinar que pretendía la mayor.

—¿Qué se supone que es esto? —demandó saber Sasuke.

—¿Qué demonios es esta cosa? —preguntó con molestia el de ojos azules.

—Es para que no se separen, dejen el berrinche y convivan por las buenas o lo harán por las malas —explicó de una manera resumida la mayor mirándolos con una sonrisa satisfecha disfrutando de la frustración de ambos.

Los hacedores del universo se fueron por orden de la rubia, quien acalló las protestas de Orochimaru y Jiraiya por la fuerza bruta. Ella siempre había sido muy poderosa y llevarle la contraria era mala idea. Además, de no contar con Hiruzen para aplacar su enfado, ya que el mencionado se abstuvo de ser participe en tal fiesta, dejándoles a ellos esa tarea a cargo por ser quienes conocían mejor a los chicos. Él, entretanto, se encargaba de velar que nada malo sucediera teniendo a tres dioses descuidando sus tareas. Cada uno se fue por su lado, dejando a ambos chicos ir al mundo de los vivos a que vieran la celebración en su nombre. Estaban enojados, ya que el maldito hilo los mantenía demasiado unidos para su gusto, no tenían libertad para separarse más de un metro y eso los ponía de malas.

Sin embargo, aun estando atados descendieron como pudieron hacia el reino de los vivos. Transportarse o volar en sus formas animales (como a veces les gustaba hacer) era una tarea de lo más complicado de realizar. Se golpeaban mutuamente culpándose de lo sucedido con Tsunade y no dejaron de hacerlo hasta llegar al mundo mortal. Al notar las nuevas vistas que se presentaban ante ellos de inmediato se dieron cuenta de que estaban en llegando a un pueblo en plena celebración. Dejaron su disputa y se acercaron sin ser vistos.

—Qué extraño lugar —afirmó Sasuke mirando las decoraciones, a su parecer, raras.

Había enormes cantidades de globos y adornos por todo el lugar. Las estatuas ubicadas cada cierta distancia tenían algún significado o historia. Los personajes históricos de mayor relevancia los recordaban, al menos Sasuke lo hacía de cuando fueron llevados al otro plano. En las mesas de blancos manteles no se hicieron esperar flores adornando junto a calaveras demasiado coloridas. Algunos músicos habían sido llevados para tocar el repertorio de canciones que animaría la fiesta que estaba por dar comienzo.

—¿Los mortales siempre armaron fiestas tan grandes? —interrogó el rubio fijando su vista en como toda la ciudad era participe de la celebración de ese día.

Miraron como había ofrendas de comida junto a veladoras, las cuales Naruto reconoció enseguida: eran aquellas que alumbraban el camino de los difuntos que se encontraban bajo su cuidado. El de los ojos negros miraba todo con una mirada crítica, aunque su motivación fuera más curiosidad que otra cosa. Los más chicos tenían puestos disfraces que, según oyeron a los padres de los infantes comentar, eran para representar a los dioses. No pudieron evitar reírse un poco ante ello, especialmente Naruto que encontraba adorable lo que hacían. O lo fue al menos hasta que oyó que la catrina era mujer.

—¿Eres mujer? —cuestionó Sasuke señalando a las mujeres vestidas de él.

—¡No es lo que piensas! —se apresuró a hablar el de ojos azules—. Lo que sucede es que una vez me transformé en mujer para jugar una broma ttebayo.

—Te travistes —dijo el de cabellos oscuros con una sonrisa que hacía enfurecer a Naruto.

—Sólo una vez —alegó intentando aclarar la situación—, o menos, sólo unas cincuenta.

—Eres un pervertido travesti —señaló Sasuke alejándose de él.

—¡Es que se me hizo adictivo hacer esa broma! Si vieras las caras de aquellos pervertidos como Ero-sennin —dijo Uzumaki riendo ante sus recuerdos—. ¡Bastardo no me dejes hablando solo!

El rubio no tardó en seguir al otro para que no lo dejara hablando solo como un tonto. Recorriendo el lugar por completo, yendo primero a los lugares que captaban su atención de una u otra forma. Comieron lo típico del lugar y bailaron juntos al son de la música; aunque Sasuke se negaba con parquedad, su acompañante lo hizo bailar algunas piezas de su mano. Cuando estaban por emprender el camino de regreso a su reino se toparon con una escena bastante tierna para muchos. Allí delante de ellos había un chico castaño ordenándole a su perrito blanco que hiciera algunos trucos frente a una niña de cabellos oscuros y ojos blanquecinos. La niña parecía triste y tenía marcas de haber estado llorando momentos atrás, pero una tenue sonrisa se le dibujaba en los labios gracias a aquel otro niño.

—¡Qué tiernos! —afirmó Naruto mirándolos con una gran sonrisa—. Esto seguro será amor verdadero cuando crezcan.

—Lo dudo mucho —respondió el de ojos negros con seriedad.

—¿Por qué lo dices? —cuestionó intrigado el otro dios.

—El amo verdadero no existe —dictaminó de forma tajante y con una expresión gélida—. En algún tiempo se aburrirán uno del otro y se dejarán de lado.

—Qué amargado eres —fue la respuesta del de ojos color cielo mientras rodaba los ojos por tal pesimismo—. Ellos se amarán por el resto de su vida estoy seguro ttebayo.

—No creas tanto —susurró mirando nuevamente la escena protagonizada por los niños.

Ambos fueron testigos de cómo un hombre de expresión seria jalaba la mano de la niña apartándola del otro niño y su cachorro. Aquel hombre era el dueño de una importante plantación de uvas, Hyuga Hiashi, quien era considerado parte de la alta sociedad y como tal, no permitiría que su primogénita se relacionara con un “campesino”. Mientras la pequeña Hinata era jalada por su padre, Kiba, el niño del cachorro miraba con tristeza como se la llevaban lejos de él. No sin antes recibir una mirada de desprecio del adulto de ojos blancos.

—Qué mal los trata —espetó el rubio lleno de indignación. Sabía que no debían intervenir con los mortales, pero esa escena hacía que deseara hacerlo sólo para poner a ese hombre en su lugar.

—Ella crecerá y se casará con otro miembro de su mismo estatus —afirmó Sasuke mientras tocaba el hombro de su compañero—. No hay nada que hacer.

—Pero yo siento que ella quiere a ese niño —contradijo negándose a aceptar lo que le decía el de ojos de color ónix.

—¡Despierta, Dobe! —ordenó con molestia—. Ella hará lo que le ordenen y dejará botado a ese niño.

—No lo hará —replicó Naruto lleno de confianza en sus palabras mientras fruncía el ceño molesto con su compañero—. Yo confío en sus sentimientos.

—¿Qué tan seguro estas? —preguntó con malicia al ver la terquedad del de ojos azules.

—¿Qué quieres decir? —cuestionó sin entender a qué se debía tal pregunta.

—¿Qué tal si apostamos en lo que afirmas? —propuso Uchiha con una sonrisa semejante a las que hacía Orochimaru cuando planeaba algo.

—¿Apostar qué?

—Tu reino.

—¿Qué?

—Si yo gano, seré el nuevo gobernante del reino de los recordados.

—Oye, no podemos hacer eso —le recordó Naruto mirándolo serio.

—Si no estás seguro de que ese amor sea real sólo dilo y retiro mi apuesta, gatito asustadizo —expresó con un tono de condescendencia mientras se encogía de hombros. Su lenguaje corporal le dejaba claro al blondo que lo veía como una gallina.

—Ni retroceder, ni nada, bastardo —exclamó Naruto con su orgullo herido sosteniendo la muñeca pálida listo para hacer que se retractara—. La apuesta va ttebayo.

—¡Perfecto! —exclamó Sasuke con una sonrisa divertida al lograr su propósito—. Ya verás cómo pronto tendrás que mudarte.

Ambos estrecharon sus manos en señal de que la apuesta ya estaba hecha y abandonaron el mundo de los vivos para regresar a sus respectivas obligaciones en el más allá. Aun sin que se percatasen el hilo rojo que los unía se separó un poco dándoles libertad de volar cómodamente, aunque tenían que hacerlo uno cerca del otro ya que el hilo seguía presente. Nada más llegar, sus creadores los miraron expectantes de lo que tuvieran que contar ambos.

—¿Y bien? —preguntó ansiosa Tsunade―. ¿Cómo les fue con los vivos?

—Nada especial —respondió Sasuke sin ánimos. Para él no pasó nada digno de mención. La pasó bien al lado del blondo, pero no lo divulgaría.

—¡Muy emocionante! —gritó el rubio con los brazos en alto—. Vimos toda la celebración que se hace honrando las almas que yo cuido.

—¿Cuándo nos quitarán estas cosas? —cuestionó con fastidio el de cabellos ébanos mostrando su meñique en el que se veía el hilo rojo.

—El hilo se romperá cuando llegue su tiempo —respondió con simpleza Tsunade.

—¿Cómo nos separaremos así? —preguntó Naruto sin entender como volverían a sus respectivos reinos estando de esa manera.

—No lo harán —afirmó con una gran sonrisa la rubia—. Permanecerán unidos hasta que sean uno solo —explicó cruzándose de brazos mientras cerraba los ojos satisfecha por su trabajo.

—Quieres que tengamos sexo, vieja verde ttebayo —concluyó Uzumaki entrecerrando sus ojos con sospecha de las intenciones perversas de la mujer mayor.

—No dejaré que se aprovechen de mi alumno —declaró Jiraiya con gesto de desaprobación.

—Yo tampoco —secundó Orochimaru a su compañero—. Para eso estoy yo —susurró maliciosamente.

—Repite eso último —pidió el de cabellos blancos mirándolo espantado por lo que dijo.

—¡Ya cállense! —ordenó en un grito la fémina a sus compañeros y luego miró a los más jóvenes—. Naruto y Sasuke permanecerán unidos por mi hilo rojo hasta que éste se caiga. Mientras tanto se las rebuscaran para cumplir con sus respectivas actividades.

Sin formas de contradecir a la mujer rubia ambos tuvieron que resignarse a intentar llevar a cabo sus trabajos, aunque tener al otro Dios pegado a él se lo dificultaba enormemente. Por lo que al terminar de “hablar” con ella, ambos abandonaron el lugar, dejando a los dioses creadores libres de su presencia. Lo primero que debían elegir era el reino en el cual iban a quedarse y dado que ambos estaban a gusto en sus propios hogares, por ahí comenzó su discusión. Ellos se detuvieron en donde residía el hombre de cera, ya que éste se situaba en medio de los reinos de ambos.

—En el mío —declaró Sasuke de inmediato.

—No, en el mío —contradijo Naruto con una mirada de molestia—. El mío tiene luz y está más bonito ttebayo —explicó cruzándose de brazos dejando claro que su postura era firme.

—¿Te da miedo el mío? —interrogó el azabache con un gesto de burla.

—¿Otra vez con eso? —preguntó con molestia, ya que era la segunda vez que lo tachaba de cobarde por no seguir lo que le decía.

La sonrisa completamente orgullosa de Sasuke indicaba que de darle una negativa seguiría burlándose de él, acusándolo de cobarde por no querer ir a su reino, el cual según su apuesta, sería su nuevo hogar si perdía. Movido por su orgullo de hombre valiente, el rubio fue con Sasuke a su reino arrepintiéndose de aceptar siquiera antes de haber entrado por completo. Las ruinas del paisaje obscuro y tétrico lo hacían querer correr sin mirar atrás, pero el hilo rojo lo mantenía pegado al moreno. Una suerte, ya que de esa manera tenía la excusa de que el hilo era lo que los tenía tan juntos y no que el de ojos azules se pegaba a propósito en busca de protección. Llegada la noche, las cosas no mejoraron cuando tuvieron que compartir la cama. El lugar, aunque era especialmente para reposar un poco mientras su poder se restauraba, era necesario y dado que siempre vivió solo, Sasuke tenía una cama de tamaño casi exacto para él.

—¡Sasuke! —gritó Naruto en medio de su descanso.

—¿Qué sucede? —preguntó el moreno poniéndose en alerta de inmediato, mientras se sentaba en la cama a mirar a su acompañante.

—Algo me tocó —exclamó con la cara pálida y con su cuerpo temblando notablemente.

—No hay nadie aquí —aclaró el de ojos negros, sabiendo que nadie los acompañaba.

—¿Y si uno de esos esqueletos tuyos se metió a nuestro cuarto? —cuestionó el blondo temeroso de los olvidados.

—Eso es imposible —afirmó el azabache rodando los ojos con fastidio de lo ridículo que sonaba el otro dios.

—¡Te digo la verdad! —exclamó Naruto a gritos esperando que le creyera.

—Y yo te digo que eso no tiene sentido en lo más mínimo —respondió Sasuke con un gesto de indiferencia sin dejar de mirarlo como a un cobarde.

—No voy a quedarme tranquilo hasta que sepa que fue esa mano fría que me tocó mi entrepierna ttebayo —dictaminó Uzumaki decidido a descubrir la verdad. Aunque estuviera temblando de miedo por lo ocurrido.

—Fui yo —confesó Sasuke con indiferencia. Ignorando por completo la mandíbula desencajada de Naruto ante tal revelación y por parte del rubio hubo un largo silencio sintiendo una mala señal por eso.

Naruto sin mediar palabras arrastró a su compañero de condena fuera de la cama y los hizo aparecer frente a sus creadores, ya que siempre solían estar disponibles tres de ellos mientras el cuarto trabajaba. Uzumaki tenía una mezcla de sentimientos, entre la vergüenza, el susto y el enojo. A diferencia de Sasuke, quien sólo estaba de lo más irritado por no poder disfrutar en su cómoda cama, todo por culpa de aquel “gatito asustadizo”.

—Vieja Tsunade rompe este hilo ahora —pidió el de las marquitas en la cara, casi como una orden.

—¿Por qué tan molesto? —preguntó ella dejado su sake de lado un momento—. Creí que entendieron que…

—Me niego a seguir unido a un depravado como él ttebayo —señaló el rubio con una expresión que dejaba claro que lo consideraba un pervertido.

—¿Cómo te atreves a decirle de esa forma a mi discípulo? —siseó Orochimaru con molestia por tal insulto a su aprendiz. No sólo era la creación que más orgullo le daba, sino que además era a quien le enseñó todo para ser un dios.

—Me tocó entrepierna durante la noche —acusó señalando a Sasuke, quien sólo lo miraba con una expresión aburrida.

—Tsunade rompe ese hilo por favor —pidió el de cabellos blancos al oír lo que decía su predilecto—, quien sabe lo que le podría hacer a Naruto.

—Sasuke-kun me decepcionas —comentó el de aspecto viperino sonriendo con malicia—. Creí haberte dicho que metas mano con discreción, como yo cuando se la meto a Jiraiya.

—¡¿Qué tú me haces qué?! —preguntó el aludido en un grito escandalizado mientras lo tomaba por el cuello de la ropa amenazando con golpear al de cabellos largos.

—Kukuku —fue el sonido de la risa de Orochimaru, aun teniendo al otro dios amenazando con golpearlo.

—Nunca lo note —suspiró Jiraiya sintiéndose un idiota al no percatarse.

—Esa es la idea —susurró con una gran sonrisa el de ojos amarillos.

Mientras los dos dioses mayores discutían acerca de aquellos toques indebidos, los menores estaban intentando convencer a la rubia de cambiar de idea respecto al castigo que les impuso. Castigo, cuya razón seguían sin entender. No habían fallado jamás en sus tareas y su único “delito” fue hacerle la ley del hielo a su complemento, algo que a parecer de ellos no ameritaba semejante incordio.

—Mi decisión sigue siendo la misma —habló Tsunade mirando a ambos jóvenes.

—Pero… —intentó Naruto alegar una última vez siendo interrumpido.

—Déjate —sugirió Orochimaru riendo con malicia—, quizás te llegue a gustar.

Sus propios creadores parecían estar en su contra, o al menos, en contra de que él conservara su preciada virginidad. Con un suspiró de resignación tanto Sasuke como Naruto aceptaron que no podrían liberarse de ese asunto con tanta facilidad. Tendrían que permanecer unidos hasta que llegaran a trabajar como una auténtica dualidad, de otro modo aquellos ancianos dioses no dejarían de meterse con ellos. Sin embargo, gracias a lo hecho por Tsunade varias vidas cambiarían para bien, para mal y por ello la tragedia acechaba de cerca.

 

CONTINUARÁ…

 

 

 

Notas finales:

Yo no soy de Mexico asi que consulte con varios y en sitios de internet sugeridos por gente del fandom, por eso desde ya perdon si meto la pata con la cultura XD


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