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Enamorado de la muerte por Sabaku_No_Akemi

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Notas del fanfic:

Hola gente bonita ¿Cómo los trata la vida? Por fin, después de muchos siglos de no aparecer por esta categoría vuelvo con one-shot dedicado a la muerte.

Como mi biografía lo dice (Sasuke: Porque sabemos que a nadie le interesa la vida de la loca) soy de México, y como muchos de ustedes saben los primeros días de noviembre, celebramos El Día De Los Muertos. Hoy, para celebrarlo, decidí traerles esta historia con mi pareja preferida en el mundo mundial mundialista. En verdad espero que les guste, aunque sea un poquito. Toda la historia esta contada desde la perspectiva de Sasuke.

A los que y vallan a pedir dulces¡¡¡Coman todos los que puedan!!! *Corre por la casa para que Sasuke no le quite sus chocolates*

Notas del capitulo:

Disclaimer: Como todos saben nos soy Kishimoto disfrazado de mexicana, así que ninguno de los personajes que aquí aparecen me pertenecen, yo solo quise celebrar el día de los muertos, con eta historia dedicada a la muerte.

La primera vez que le vi fue una noche, que de camino a casa un carro me impacto por detrás.

Aun lo recuerdo con claridad, había salido tarde del trabajo y las calles se encontraban desoladas. Lo último que vi fueron las luces de un auto sobre mi rostro; después todo se volvió negro. 

Para cuando reaccione, me encontraba sobre la fresca hierba de una colina, el cielo nocturno se extendía sobre mí, y yo no entendía que estaba pasando. Tratando de buscar una respuesta me levante de un salto, mi cuerpo se sentía extrañamente ligero, pero eso dejo de interesar en el instante en que mis ojos se encontraron con los suyos.

En medio de aquel lugar, una bella figura se habría paso entre las flores que le rodeaban, mientras cantaba una nana que reconocí al instante, era la misma que solía cantar mi madre en las noches en que las pesadillas me impedían dormir.

- ¿En dónde estoy? – Me anime a preguntarle sin despegar mis ojos de los suyos - ¿Estoy muerto?

Por respuesta, solo recibí una sonrisa de mi acompañante.

- Algo así – se limitó a responder– Déjame presentarme – me pidió mientras se sentaba en una enorme roca que había en ese lugar. Frente a ella, corría un pequeño y cristalino riachuelo – Mi nombre es Naruto, soy la muerte.

El viento soplo y meció suavemente sus rubios cabellos. Sabía que quedarme parado como idiota no era la respuesta más inteligente, pero estaba realmente sorprendido.

-          No tengas miedo -me hablo en tono conciliador - no estoy aquí por ti. Vine por el hombre que se estrelló contigo. Tu tiempo aún continua.

-          Entonces ¿Qué hago en este lugar? - Naruto extendió su mano hacia mí y me invito a sentarme a su lado y observar las estrellas.

Él me explico con calma que estaba en el reino de los muertos, y que permanecería con él un momento, pero que al final tendría que volver. 

Extrañamente, no tenía miedo. Naruto me hablaba de lo que se encontraba allí, y de muchas cosas más. Descubrí que podía pasar horas hablando con la muerte, sin dejar un solo instante de prestarle mi completa atención, así como también descubrí que no era lo que cualquiera pudiera creer. Naruto era divertido, amable, sonriente y alegre. Y en medio de sus bromas y sonrisas, descubrí la soledad que ocultaba su mirada.

Muerte, era, simplemente, el ser más hermoso que había visto, aun más de lo que cualquiera podía imaginar. Su mirada era un mar cristalino en el que me sentía ahogar, su sonrisa me llenaba de una cálida sensación de comodidad, su piel canela me hacía querer tocarla y su rubio cabello destellaba como el sol.

Por primera vez en mi vida me sentí completo y feliz. Si alguien me hubiese preguntado si creía en el amor a primera vista hace una hora, me habría reído en su cara, si alguien me lo preguntaba ahora respondería sin dudar que lo estaba viviendo. Lo sabía, me había enamorado locamente de la muerte, y ni siquiera sabía cómo era eso posible.

- Es hora de que vuelvas Sasuke – Naruto se puso de pie, sacándome de mis pensamientos – Tu familia te espera.

El momento había pasado volando, habíamos platicado de tantas cosas, simplemente no quería déjale.

- ¿Puedo ir contigo? – pregunte con ilusión.

- No – Naruto negó con firmeza – Tu aun perteneces a vida – su expresión se tornó triste, pero se recompuso de inmediato.

- Quiero ir contigo – insistí

Sentía mi garganta seca y mis ojos cristalizados. ¿Es que no importaba lo que yo quería? Jamás fui la clase de persona que valoraba la vida, tampoco tenía miedo de morir, simplemente me limitaba a pasar mis días hasta que aquel momento llegará, pero justo en ese instante, solo deseaba la muerte.

-Si te llevo conmigo Sakura-chan y Shikamaru no me lo perdonaran

Asumí que, así como él, la Vida y el Tiempo tenían un nombre y una forma, pero eso no me interesaba, solo podía pensar en lo mucho que deseaba permanecer con Naruto. Me sentía como un niño pequeño en medio de una pataleta.

Sabía que al ser la muerte Naruto viajaba en soledad por el mundo. Todos querían a vida y temían a la muerte… pero yo no, yo le amaba, y mi amor era real y sincero, un amor fuerte, lo más fuerte que pude sentir en mi existencia.

-Un día vendré por ti – me prometió abrazándome– te llevare conmigo, y nadie nos podrá separar. Estaremos juntos por la eternidad. Aquí, en el reino de los muertos.

Poco después una chica de cabello rosa llegó hasta nosotros.

-          Es tiempo Naruto – ella me ofreció su mano – Sasuke-kun debe volver conmigo.

-          Lo se…

Muerte se alejó y depósito mi mano sobre la de ella, y dentro de mí, volví a sentirme completamente vacío.

Los paramédicos dijeron que me fui solo unos segundos. A mí ni siquiera me intereso.

¿Podía enamorarse la muerte, justo como yo estaba enamorado de ella? ¿Cómo es que había sucedido siquiera eso?

A partir de ese día, comencé a anhelarle como jamás había hecho antes. Por las mañanas me levantaba con la ilusión de que ese fuese el día de volverle a ver, y cuando eso no sucedía, me iba a la cama con el consuelo de poder rememorar su voz.

A veces creía ver a Naruto observándome desde alguna calle dentro de una multitud, o en el ventanal de algún edificio por el que pasaba delante, pero nunca pude confirmarlo, pues solo eran breves segundos, que bien podrían ser producto de mi imaginación y mis ganas por volverlo a ver. A quien si solía encontrar seguido era a Sakura, (mejor conocida como vida), quien trataba de visitarme con la esperanza de que yo la aceptará a ella y dejará de lado mi amor por la muerte. Eso no sucedería. 

No podía negar que vida era simpática, fuerte y persistente, grandes cualidades, pero no las suficientes para seducirme, aunque eso no la detenía para seguir intentando.

Poco a poco, todo a mí al rededor comenzaba a perder sentido, y mi apatía no ayudaba a mejorar, sin siquiera notarlo, la tristeza se apoderó de mí ganando terreno cada vez más, hasta que una noche ya no pude soportarlo y tome un frasco de calmantes de mi buró.

Una pastilla tras otra. No sabía cuántas necesitaba, pero creí que un solo frasco sería suficiente para lograr mi cometido. Y así fue, Naruto apareció en mi sueño.

-          Sasuke – me llamo en un susurro al verme, por algún motivo que no quise averiguar él lucia triste - Tienes que comenzar a llevarte bien con vida. Sakura y tu solo estarán juntos un momento... Nosotros, tendremos la eternidad para eso.

-          ¿Y cuándo se supone que comenzará esa eternidad? 

No estaba entendiendo nada, estaba ahí, junto a él. ¿Es que no era suficiente poder quedarme a su lado? ¿O es solo que Naruto no lo quería?

-          El ciclo de la vida y la muerte es muy delicado. -explico con voz calmada- esto no solo depende de Sakura-chan y de mí, el tiempo es una clave fundamental en esto. Desde el momento en que naces, perteneces a la vida. Y es Shikamaru, quien decide cuando debes pasar al reino de los muertos... Eso no sucederá hasta que cumplas tu ciclo, es su trabajo asegurarse de que así sea.

-          Solo quiero permanecer a tu lado Naruto.

¿O es que acaso era mucho pedir? 

-          Quizá Shikamaru pueda parecer un flojo quejumbroso de lo peor, pero es muy sabio, y sabe hacer su trabajo. El jamás se detiene - me aseguró, y yo le creí- así que no te desesperes, el avanzará y avanzará hasta que llegue el momento en que nos volvamos a reunir... 

Mordí mi labio en señal de frustración, pero sin nada más que hacer me resigné a la realidad.

-          Yo siempre estaré contigo Sasuke, aunque tú no puedas verme.

Un suave sollozo se escuchó a lo lejos, ambos supimos que nuestro momento estaba por terminar, yo debía volver una vez más.

-          La vida es hermosa, trata de encontrar las cosas buenas de ella y disfrutarlas al máximo. - la mirada en Naruto reflejaba un poco de súplica 

-          Nunca existirá nada más hermoso que tú -afirme con fuerza. - 

-          Solo te pido que seas su amigo – No me pude negar a él

El sollozo se escuchó con más fuerza yo solo atiné a responder un "lo intentaré" antes de volver.

Cuando desperté, encontré a mi madre y hermano llorando a un lado de la camilla en la que me encontraba. El sonido de las máquinas y el aroma característico de un hospital inundaron mis sentidos. Supe al instante que el sollozo que escuche pertenecía a mi madre.

Nunca más intente suicidarme, sabía que no serviría de nada, así que me enfoque en cumplir mi promesa, comencé a disfrutar de las pequeñas cosas que Sakura me regalaba para animarme. La lluvia, la música, los atardeceres y el viento... Cosas sencillas, pero que me ayudaban a avanzar.

Tiempo también solía animarme de vez en cuando. Recordándome que mi momento estaba cada vez estaba más cerca. Algunas veces también me aconsejó mientras curaba mis heridas.

- Tsk, si que eres alguien complicado y problemático - Shikamaru solía quejarse seguido. Cada que me visitaba era así - Recuerda que solo debes vivir un día a la vez. No entiendo porque los humanos deben complicarlo todo.

Así lo hice. Viví día tras día. Según Shikamaru, debía nacer, crecer, y reproducirme antes de morir, eso dictaba la naturaleza. Y así lo hice.

Tal y como lo pedía mi ciclo de vida, un día me casé. Ino era una mujer inteligente y educada. Alguien con espíritu guerrero que sabía ser firme y leal. Y aunque nunca la ame (pues mi alma, pensamientos y corazón le pertenecían a muerte) la quise muchísimo. Ella y yo tuvimos un hijo al que llamamos Sai. 

Shikamaru y Sakura le obsequiaron a mi hijo alguien a quien amar cuando este cumplió los 22. Sai no solía ser alguien expresivo, y el ser tan sincero le ganó muchas enemistades, más sin en cambio, Shin resultó ser alguien paciente, amable y amoroso. Él quería a Sai aún con sus defectos. No fue de extrañar que se casarán un par de años después.

- Naruto te extraña tanto como tú a él - me había dicho la vida, la tarde en la que mi hijo se casó.

De vez en cuando Sakura solía contarme los encuentros que tenía con Muerte. Y aunque yo no mencionara nunca nada, no podía engañar a la vida, ella sabía que yo seguía amándolo con la misma intensidad. Así era Sakura. Siempre me daba un regalo para poder seguir.

Una noche antes de ir a dormir, pude ver la luna reflejarse por mi ventana, no pude evitar acercarme lentamente, cómo polilla atraída a la luz. Las estrellas centellaban a su alrededor, realzando aún más su belleza.

Dicen que las lunas de octubre se caracterizan por ser las más hermosas del año, era irónico que la luna más hermosa y brillante que haya podido ver en mi vida, apareciera un primero de noviembre.

El viento acarició mi rostro y una suave llovizna comenzó a caer, dejando escuchar su melodía al golpear contra el pavimento, haciendo llegar hasta mi el aroma a hierba y tierra mojada.

Pase más de una hora observando la noche, dejándome envolver por su tranquilidad. 

Decidí dejar la ventana abierta antes de irme a la cama, aún si eso implicaba tener que ocupar una cobija más. Una sonrisa se asomó por mi rostro antes de caer dormido.

- Sasuke -escuche que me llamaban -Sasuke

Al despertar, pude ver a Naruto recargado en el mismo sitio en el que estaba antes de irme a dormir. 

- ¡Creí que nunca despertarías! -sonrió - eh visto osos con el sueño más ligero que tú -bromeo. Sabía que eso no era cierto, yo tenía el sueño muy ligero. Le mostré la lengua en señal de desacuerdo.

Naruto avanzó un par de paso a mi cama, y sin poder contener mi emoción, arranque de un tirón las cobijas y corrí hacia él. No me importó tropezar con mis propios pies. 

- Volví por ti…

Sin poderlo evitar unas lágrimas deslizaron por mis mejillas, no había llorado desde que tenía 5 años, pero no pude contenerlo.... Por fin, la eternidad con la que tanto soñé se haría realidad.

Naruto tenía razón, el tiempo avanzó, y vida me obsequio cosas hermosas, pero nunca me arrepentiría de dejar todo atrás, no si haciéndolo podía pasar una eternidad a su lado.


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