HabÃamos ido a ver una pelÃcula al centro de la ciudad y salimos un poco tarde, Ãbamos tomadas de la mano y caminando apresuradamente el sonido de nuestros zapatos altos al chocar con el piso producÃan un ruido parecido al casco de los caballos. Hacia un poco de viento, lo que ocasionaba que mis ojos picaran un poco.
Llegamos a la estación y comenzamos a bajar los escalones apresuradamente, saqué mi tarjeta de una de las bolsas de mis vaqueros y pagué el pasaje de las dos, pasamos los torniquetes de forma apresurada.
-¿Y si ya no alcanzamos el último tren? No hay nadie más esperando… -ella volteo a ambos lados del andén e instintivamente yo hice lo mismo, sólo pudimos ver a la persona del aseo.
-Si ya no hubiera otro tren estarÃa ya cerrado, tranquila. –pase mis dedos entre su cabello y lo peine un poco.
Marin saco su móvil y nos pusimos un audÃfono cada una Creedence, es de las pocas chicas de mi edad con la que coincido en gustos musicales.
Cleaned a lot of plates in Memphis
Pumped a lot of pane down in New Orleans
But I never saw the good side of the city
Big wheel keep on turnin'
Proud Mary keep on burnin'
Rollin', rollin', rollin' on the river
Rollin', rollin', rollin' on the river
Comenzamos a cantar y reÃr, ella tenÃa una voz más melodiosa que la mÃa, pero que mi voz sonara más ronca hacia que me diera vuelo tratando de imitar a John, algo que siempre le hace gracia, cuando sonrÃe arruga un poco su nariz poblada de pecas.
-Ya viene el tren. –señala detrás de mà y cuando me quito el audÃfono puedo escuchar más claramente el sonido de los rieles.
Guarda sus audÃfonos y esperamos a que el tren se detenga para poder subir a un vagón, lo hacemos en el que nos queda más cerca a nuestra izquierda.
El vagón no va a reventar, pero no quedan asientos vacÃos y hay algunas personas de pie, optamos en ir hacia las puertas de enfrente las cuales permanecen cerradas y recargamos nuestra espalda en ellas. Las reglas dicen que no debemos hacerlo, pero ¿Quién le hace caso a esas cosas?
Nadie más arriba a la estación y las alarmas se encienden, asà como una luz intermitente, las puertas frente a nosotras se cierran y el tren comienza a moverse.
He sacado mi propio celular y puesto algo de música, es algo molesto ver el nombre de cada estación, comencé a pasar canción tras canción, por alguna razón no estaba de humor para escuchar cualquier canción que decidiese el modo aleatorio, hasta que llegue a una que fue de mi agrado y comencé a tararearla, por el rabillo del ojo podÃa verla mover la yema de sus dedos en el touch, arriba y abajo hasta que tecleaba algo o reÃa al ver alguna imagen. A mà me estaban llegando mensajes, pero decidà ignorarlos y simplemente escuchar la canción que habÃa captado mi atención y que me hacÃa mover el pie a su ritmo.
Seguimos avanzando estación tras estación, la gente fue bajando y subiendo, pero extrañamente bajaban más de las que subÃan, hasta que finalmente la mayorÃa de los asientos quedaron vacÃos, aun asÃ, a mà no me apetecÃa sentarme, estuvimos sentadas varias horas, primero en el cine y después en unas wings donde nos tomamos una bebida y comentamos acerca de la pelÃcula, aun asà le di un ligero codazo en el brazo y le señalé unos asientos, ella negó y volvió a su celular.
Unas estaciones antes de donde bajábamos nosotras ya sólo iba una señora en los asientos a mi derecha, me quité de la puerta y puse mi culo contra el pasamanos de un lado y atraje a Marin cerca mÃo, ella recargo su cabeza contra la mÃa, el aroma de su perfume mezclado con su champú llego a mi nariz y contrastaba con mi propio perfume floral. El corazón me dio un vuelco y comencé a jugar tÃmidamente con la mascada que llevaba ese dÃa alrededor del cuello, sentir la suave seda deslizarse por mis dedos me relajo un poco.
Llegamos a otra estación y la señora que estaba cerca nuestro se levantó y bajo, no sin antes mirarnos con el entrecejo fruncido, como si hubiésemos hecho algo malo. Marin y yo reÃmos por lo bajo, habÃa personas que nos miraban asà a veces. Nadie más abordo en el vagón donde Ãbamos perfecto pensé, cuando el tren comenzó a moverse de nuevo note que los latidos de mi corazón se aceleraron y solté el aire que no me habÃa dado cuenta que estaba reteniendo en mis pulmones, voltee a verla y ella me miraba atentamente con esos bellos ojos verdes que contrastaban con su cabello rojo intenso, sus mejillas estaban rojas lo cual resaltaba un poco sus pecas y la hacÃan lucir adorable, baje mi vista a sus labios, llevaba un poco de bálsamo labial lo cual resaltaba más su tono algo rojizo.
Pase mi Ãndice por sus labios y Marin lo beso, sentà sus cálidos labios y su mirada intensa no abandono mi rostro, me incline un poco y comencé a acercar nuestros labios, un ligero olor a fresa, su respiración tibia sobre mi nariz, al fin nuestros labios se encontraron.
Nos besamos con calma y dulzura al inicio, le di pequeños piquitos sonoros sobre su labio superior, ella rio ligeramente, con sus pequeñas manos tomo mi cara y profundizo el beso, pase mi lengua por su labio inferior y ella abrió su boca, nuestras lenguas chocaron y se entrelazaron una y otra vez, me incline más sobre Marin atrapándola entre mi cuerpo y el metal del vagón, puse mi mano derecha sobre su cintura acercándola más a mÃ, mientras el beso continuaba metà mi pierna derecha entre sus muslos, se estremeció un poco y rodeo mi cuello con sus brazos, nos acercamos un poco y pude sentir como nuestros senos se rozaban sobre la ropa y eso incremento más las punzadas que estaba sintiendo en mi entre pierna, estaba comenzando a sentir una tibia humedad, baje la mano que tenÃa en su cintura y la pase por su trasero metiendo más mi pierna entre sus muslos, Marin soltó un suspiro contra mi boca y su caderas se movieron de forma sensual sobre mi muslo, podÃa sentir que ella estaba igual de excitada que yo.
El anuncio de la llegada a la última estación lleno el vagón y las luces parpadearon de nuevo, yo no querÃa dejar le besarla ni de sentir su calor, pero el sonido de un hombre aclarándose la garganta me saco de mi ensoñación.
-Buenas noches… -dijo aquel hombre alto y moreno con uniforme.
Marin y yo rompimos el beso y el abrazo y salimos tomadas de la mano y saludando como si nada hubiese pasado ahà dentro. Después de pasar los torniquetes rompimos a reÃr. Cuando llegáramos a casa terminarÃamos lo que habÃa empezado en ese tren, me dije a mi misma mientras subÃamos las escaleras de la estación y el eco de nuestros zapatos resonaba por el lugar.
Fin.