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SK.OS- Un día cualquiera por amourtenttia

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Notas del fanfic:

Traducción de:  An Ordinary Day de Mirlinish

Notas del capitulo:

NOTAS DE LA TRADUCTORA: 


Ésta es la primera traducción en la que meto mano donde lo escrito no es mío para nada LOL. La historia original se llama "An Ordinary Day" y está alojada en la página de AO3. Es una cosa tremenda. Adorable y bella.


Aclarado eso tengo que agregar que lo he puesto todo a como yo fui entendiendo XD Así que si existe algún error lo lamento~ Ha sido accidental.


Espero disfruten esta historia, y, si es posible, pasen a dejarle amor a la historia original~ No necesitan cuenta para dejar corazoncitos allí <3


Eso es todo lo que quería informar, quiero creer... Sí, eso es.~


Disfruten su lectura ^^

 

 

Un día cualquiera

Resumen: Cuando Yoh y Hao accidentalmente se encontraron.

Traducción de:  An Ordinary Day de Mirlinish

 

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El 14 de octubre.

 

Era simplemente otro día cualquiera del año. Unos pocos días después de la segunda ronda de la lucha de shamanes mientras que Hao se acercaba un paso más a su victoria. Al menos eso es lo que el shaman piromaníaco se dice a sí mismo.

 

Esa mañana Hao decidió separarse su grupo por algunas horas. Estar rodeado por compañeros que hacían lo que fuera que él quisiera que hicieran era una bendición por sí mismo, pero tenerlos cerca todo el tiempo era problemático a veces. Inclusive el gran Onmyoji Hao necesitaba tiempo a solas de vez en cuando.

 

Con ello en mente Hao apareció en los límites de la Villa Apache. No había ninguna casa en el área, solo árboles, matorrales y un pequeño arroyo. Era el lugar perfecto para descansar y pensar en silencio.

 

Un enorme árbol con grandes ramas captó el interés del pirómano. A unos cuantos pasos de éste se detuvo para sentarse debajo.

 

Apoyó su espalda contra el inmenso tronco y cerró sus ojos. Tomó una gran bocanada de aire que dejó salir en un suave respiro a través de su nariz.

 

— ¿Hao?

 

Hao abrió rápidamente los ojos al escuchar su nombre. Miró hacia arriba, hacia la dirección de dónde provenía la voz llamándole y observó su imagen reflejada mirando hacia abajo desde lo alto de una de las gruesas ramas.

 

—¿Yoh? —cuestionó él en una voz suave, con tono amigable.

 

Estaba un poco confundido, pero ninguna criatura viva podría ser capaz de verlo escrito en su rostro.

 

—¿Qué estás haciendo aquí?

 

Una sonrisa amigable adornó el rostro de Yoh.

 

—Podría preguntar lo mismo…

 

Hao desvió la mirada, apartándola de su gemelo. Observó a sus alrededores y se aseguró de que nadie se encontraba cerca para después mirar al de cabello corto que se encontraba en la rama por encima de él.

 

—Buscaba un lugar tranquilo donde pudiera pensar… —responde Hao

 

—Yo también… —admite Yoh, sin que la sonrisa abandone su rostro— ¿Te gustaría acompañarme?

 

Hao dudó. Estar con Yoh no le permitiría pensar tranquilamente. Pero, de cualquier manera, mientras que observaba el tronco pensó que una oportunidad como esa no volvería a presentarse pronto. Decidió aceptar la oferta.

 

Tomó una liga elástica de uno de sus bolsillos y amarró sus largos cabellos en una cola alta para asegurarse de que éstos no quedasen atrapados en alguna de las ramitas sueltas. Luego de hacer esto escaló.

 

Yoh se hizo a un lado para dar un espacio exacto para que Hao se sentara junto a él. Esperó hasta que su gemelo se cubrió con su enorme capa color crema, envolviéndose en ésta.

 

Hao miró de reojo a su gemelo. Eran hermanos gemelos, y enemigos. Sin embargo, Yoh nunca parecía asustado de él, ni él tenía miedo de Yoh. Siempre pensó que era un tanto extraño y al encontrarse sentado allí a su lado le hizo pensar en ello una vez más.

 

Yoh miraba el suelo callado. Es por ello que Hao miró a su hermano y decidió cambiar de posición, apoyando su espalda contra el tronco. Cerró sus ojos e inhaló profundamente aquel aire refrescante.

 

El aire fresco entró a través de su nariz y sus pulmones haciéndole sentir como si cada pequeño pedazo de maldad abandonara el mundo. Se sentía en el mundo que estaba planeando construir después de ser coronado como rey shaman, un mundo sin humanos donde solo los shamanes vivieran en armonía con la naturaleza y los espíritus. Por un instante estuvo allí.

 

—¿En qué estás pensando…?

 

La amigable y suave voz de Yoh alcanzó los oídos de Hao como si se tratase de dulces notas musicales. El pirómano abrió sus ojos y miró a su hermano, quien continuaba observando en suelo. Sonrió con aquel gesto característico.

 

—Pienso en el mundo que crearé pronto…

 

Yoh alzó la cabeza, mirando las hojas por encima de él.

 

—Ese donde no hay humanos… —susurró, esperando confirmar sus pensamientos.

 

Hao continuaba sonriendo.

 

—Ambos podríamos gobernar ese mundo, Yoh… Podríamos unir nuestras fuerzas, incluso podríamos hacerlo sin que yo te consuma en el proceso…

 

Yoh negó con la cabeza, sonriendo de igual manera.

 

—No me sentiría a gusto con tu mundo… —respondió antes de volver a mirar hacia abajo.

 

Por un silencioso momento Hao hizo lo mismo que él.

 

—¿Y tú en qué estás pensando…? — Hao preguntó a su hermano menor, como una tardía respuesta.

 

Yoh no alzó la mirada.

 

—Pienso en ti… —dijo él.

 

Una sonrisa presuntuosa apareció en el rostro de Hao.

 

—¿En mí? —preguntó, inclinándose un poco hacia el más joven, como si esperase que Yoh repitiera lo dicho un segundo antes en con algo más de fuerza — ¿Qué estás pensando acerca de mí?

 

Yoh llevó una mano hacia la parte posterior de su cabeza y rascó un poco al hacer una pequeña mueca en rostro.

 

—Estaba pensando en cómo detenerte para que no mates a los humanos… Pero solo se me ocurren dos opciones.

 

Lentamente Hao cruzó los brazos por sobre su pecho.

 

—¿Te importaría compartir esas opciones? —preguntó con una mueca atravesando su rostro

 

Estaba un poco sorprendido por el repentino ánimo en su joven gemelo.

 

Yoh bajó la mano y miró hacia su hermano con una sonrisa cálida.

 

—Matarte o hacerte cambiar de opinión—dijo riendo ligero.

 

La sonrisa presumida de Hao le dejó claro al menor que él estaba disfrutando en demasía aquella conversación.

 

—No puedes matarme, Yoh. Ni siquiera si te forzaran a hacerlo… —dijo él.

 

A diferencia del mayor, Yoh nunca tendría la fuerza necesaria para asesinar a un ser vivo.

 

—Del mismo modo en que no me harás cambiar de opinión…

 

Yoh sonrió tranquilizadoramente.

 

—Nunca podría matarte…—confirmó, pero dejó el hecho de cambiar la decisión de Hao como una opción.

 

Sus ojos se encontraban ahora fijos en sus manos, mientras que jugaba con sus uñas.

 

Eso era algo que la gente hacía frecuentemente cuando se sentían nerviosos. Sin embargo, no parecía propio en el de cabello más corto en lo absoluto.

 

Hao sabía que el menor continuaba negándose a decir o a hacer algo. No sabía exactamente qué aún, pero, curioso, decidió preguntar sin reparos.

 

—¿Algo más en que estés pensando, Yoh?

 

Yoh se mantuvo callado por unos segundos más.

 

—¿Te importaría si intento convencerte?

 

Los ojos de Yoh encontraron nuevamente los de Hao.

 

Hao se carcajeó. La idea de Yoh tratando de convencerlo era más que graciosa. Sabía que Yoh estaba tratando de hacerlo cambiar desde el principio, pero esperaba que su hermano ya estuviese hecho a la idea de que no pasaría nada similar.

 

—No me molestaría si lo intentas… Pero no hagas nada irritante—respondió finalmente

 

De brazos cruzados, observó a su hermano gemelo esperando las palabras que deberían hacerlo cambiar de parecer, sin embargo, estas nunca llegaron.

 

En lugar de ello, Yoh se acercó y deslizó sus manos por debajo de la capa de Hao, colocándolas en él, una en su pierna y otra en su cadera.

 

Hao parpadeó sorprendido cuando sus caras estaban repentinamente a centímetros una de otra. Apretó con algo de fuerza una de las ramas pequeñas cerca y se reclinó más contra el tronco del árbol.

 

Con ojos bien abiertos sintió como su ritmo cardíaco aumentaba rápidamente debido a la sorpresa y, en secreto, con algo de emoción a la vez. Él sabía lo que pasaría, y algo le advirtió que no le molestaba para nada. Sin embargo, en el momento en que sus labios se encontraron su cuerpo se contrajo ligeramente debido a la sorpresa.

 

Yoh mordisqueó el labio inferior de Hao con tal tranquilidad que éste tuvo tiempo para asimilar lentamente la situación. Su cuerpo pasó paulatinamente de la confusión al placer que provocaban los labios de Yoh junto con los dedos de éste, mismos que lentamente acariciaban la piel cálida y suave de su cintura y pecho.

 

El simple toque de Yoh despabiló a Hao rápidamente. Elevó ambas manos y las colocó sobre el pecho de Yoh, moviéndolas seguidamente hacia el cuello del menor.

 

No era el primer beso que Hao experimentaba en los últimos cien años, pero era la primera vez que besaba en su cuerpo actual. La intensidad de la experiencia era tal que lo sintió tan emocionante como su primer beso.

 

Hao apartó esas ideas sin pensar demasiado en ello. Fue como si su cuerpo actuara por su propia cuenta, siendo tranquilizado por los labios y la lengua de Yoh.

 

Hao gimió dentro del beso. Sus lenguas lucharon por el dominio, mismo que Yoh ganó fácilmente.

 

El menor empujó la capa de Hao, abriéndola, revelando así la desnuda piel del pecho bajo ésta. Sus manos se movieron al cuello del mayor, y hacia el cabello de éste. Sus dedos alcanzaron la liga que mantenía preso el cabello del pirómano en una cola y haló de ésta con cuidado. Tan pronto como Yoh se deshizo de la liga enterró una de sus manos entre el largo cabello de hebras castañas, mientras que la otra encontraba su camino de regreso en pecho de Hao.

 

Después de lo que parecieron horas enteras, y que sin embargo fueron minutos apenas, Yoh presionó suavemente al mayor contra el tronco para seguidamente separar su boca de la otra. Una sonrisa dulce apareció en el rostro de Yoh a la vez que Hao abría los ojos.

 

Sintiéndose ligeramente decepcionado, Hao bajó sus manos. Pero Yoh no lo imitó. Sus manos continuaban moviéndose por el pecho y la cintura de Hao, provocándole ligeras cosquillas. Aquello mantenía al mayor en el ensueño que vivía en ese preciso momento.

 

—¿Te gustó? —preguntó Yoh

 

Las manos del menor se movieron hasta alcanzar uno de los pezones de Hao, hasta tirar ligeramente de éste.

 

Hao respiró profundamente al cerrar los ojos.

 

—Sí—respondió en un susurro

 

Él no era el tipo de personas que mostraba sus emociones, y tampoco era del tipo que las ocultaba o mentía sobre ellas cuando una situación como ésta comenzaba a causarle problemas.

 

Con ojos cerrados, Hao guio las manos de Yoh por su abdomen hasta llegar pronto al interior de sus muslos. Ahogó un gemido cuando Yoh evitó deliberadamente el endurecido bulto en sus pantalones.

 

—¡Yoh!

 

Un repentino grito femenino interrumpió el silencio ese día.

 

Hao abrió los ojos rápidamente. No podía creer que Ana estuviese interrumpiéndolos en medio de algo que Hao sabía iba a terminar siendo un acto totalmente pecaminoso.

 

Las manos de Yoh se alejaron de él, mostrándose algo sorprendido también.

 

—Quizá deberíamos irnos, antes de que Anita nos encuentre aquí…

 

Se inclinó una última vez contra el gemelo de largos cabellos y le besó rápidamente.

 

Hao estuvo a punto de obligarlo a quedarse, incluso cuando sabía de antemano que lo mejor era dejarlo ir. Si Ana llegase a encontrarlos haciendo lo que estaban haciendo antes, ambos habrían tenido muchas cosas que explicar.

 

Yoh miró el suelo, listo para saltar en esa dirección, pero Hao le tomó del brazo antes de que pudiese hacerlo.

 

—Encontrémonos de nuevo aquí en una semana...—dijo Hao

 

Yoh le miró con algo de sorpresa al principio, pero pronto comenzó a sonreír.

 

—Estaré aquí…. Te veo en una semana—respondió, y luego saltó debajo del árbol.

 

Hao observó a su gemelo alejarse. Se reclinó contra el árbol y miró las hojas por encima de él. Quizá era buena idea regresar con los suyos también.

 

Cerró los ojos y movió sus manos por sobre el palpitante bulto que seguía en sus pantalones. Antes de regresar, tendría que deshacerse de la excitación que Yoh provocó en él.

 

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