Las pequeñas gotas de la lluvia mañanera habían dejado de caer por fin, los tenues rayos del sol caían débilmente sobre las hojas de los árboles dentro de aquel complejo ahora un tanto gris, el aspecto que mostraba no era ni la décima parte de lo que anteriormente figuraba, con pasos lentos y pausados alguien se asomó, mirando en todo momento hacia sus espaldas, como si presintiera que algo extraño ocurriría apenas se distrajera unos segundos.
-No es como que un fantasma se fuera a presentar frente a ti-expuso con una breve risa divertida un sujeto de cabellera verdosa y divertida mirada, justamente recargado en el lado derecho del muro, sonrió mostrando la perfecta y blanca dentadura, para después acercarse unos centímetros-estuvimos esperando que nos abrieran desde anoche, casi nos oxidamos por la lluvia- apenas dijo aquello, del lado opuesto del muro, se encontraba otra persona, cabeceando un poco- Ishikirimaru, si fuera tú, no le despertaría-bromeo.
-Entra Nikkari, el amo necesita hablar contigo-expresó el aludido mirando al adormecido chiquillo de larga cabellera rubia que estaba recargado en el muro, solo se espabiló e ingreso apenas Nikkari le movió un poco para alertarle-hay una nueva misión para nosotros-dijo diplomáticamente.
-El amo sabe que acabas de llegar, pero eres requerido para una expedición en busca de un tesoro que nos ayude a seguir subsistiendo-expresó interrumpiendo a Ishikirimaru, un castaño alto que lucía demasiado nervioso.
-¿Cuántas espadas iremos esta vez?-cuestiono Nikkari mirando a su alrededor luego de que el castaño le guiará hasta la sala donde el amo les estaba esperando, aquel ni por asomo estaba ahí presente todavía.
-Irán solo dos personas, Ishikirimaru y tú, no tardaran más de dos días en regresar, es una expedición fácil-agregó el castaño mirando el manuscrito con las órdenes del saniwa-por primera vez, el sitio al que irán es un lugar que se ubica en esta era, así que no hay tantas preparaciones que hacer, tal vez solo debamos ajustar el reloj a unos cuantos meses atrás, afortunadamente no hemos tenido inconvenientes y las batallas en las eras se han reducido temporalmente.
-Hasebe, solo ve directo al punto-suplico Nikkari, tenía aún aquella sensación de la ropa mojada sobre su piel y la sentía demasiado extraña, además deseaba descansar cuanto antes y que mejor si terminaba de una sola vez en menor tiempo aquella expedición, después del resoplo de frustración del castaño, se retiraron a sus habitaciones, horas después, estaban reunidos frente al mecanismo que les enviaría a su misión, las ropas que llevaban no era precisamente las que solían utilizar, a petición del amo, Hasebe le entregó a Ishikirimaru una mochila mediana con algunos artículos dentro que pidió revisaran después de llegar a su destino, en cuanto se fueron, el castaño lanzó un sonoro silbido-¡Ok, ya se fueron, regresen todo a como estaba antes!-ordenó, casi enseguida los ocupantes de aquella enorme edificación comenzaron a darle de nuevo aquel aspecto hermoso que tanto recordaban de su amada ciudadela.
-¿Hasebe, dime la verdadera razón que tuvo el amo para solo enviar a dos personas a una misión de ese tipo?-suplico Mitsutada después de ayudarle al castaño a abrir las puertas del dojo donde entrenaban.
-No es necesario que nos explique, tal vez es porque el amo está molesto con los constantes roces que este dúo ha tenido desde que regresaron de su misión donde el ejército de regresión casi logra cambiar toda la historia de Okita-dijo Kashuu, uno de los ocupantes de mayor tiempo en aquella ciudadela y también a su vez, uno de los más hermosos guerreros del lugar, entrando a revisar el interior.
-Pero no llegaron a pelearse frente al amo de un modo violento-expresó Mitsutada tratando de convencerse de que aquella misión era innecesaria.
-Te lo pondré de este modo, aquí en la ciudadela habemos quienes toleramos las constantes peleas entre la dama y el vagabundo, incluso nos hemos acostumbrado a que se la pasen gruñéndose el uno al otro, pero ver como dos de nuestros más apreciados compañeros que creíamos jamás se pelearían por alguna misión o por un mero "me pisaste la túnica", es de preocuparse-explicó Kashuu mientras se miraba las uñas-tal vez solo necesitan alejarse y reencontrarse.
-El amo dijo que esta misión les ayudaría a llevarse mejor-dijo Hasebe- aunque no encontró un mejor motivador que el de enviarlos a una expedición juntos, por eso tuvimos que hacer que la ciudadela luciera de esta forma, además Nikkari estuvo fuera dos semanas y no podía ver el aspecto desaliñado de todos durante ese tiempo, solo Ishikirimaru era el testigo de todo, tuvimos que actuar, algunos de nosotros ni siquiera lo sabían hasta ayer en la noche que nos reunimos donde Taroutachi, para que el amo nos explicara.
-De acuerdo, comprendo-dijo Mitsutada no muy convencido- pero a todo esto... ¿Quiénes son la dama y el vagabundo?-cuestiono curioso.
-Hachisuka y Nagasone- expreso de tajo, Kashuu.
Hasebe por su parte, les dejo, tenía que informar que aquel par ya se había retirado sin problemas, en el camino iba pensando en las palabras halagadoras que le diría por millonésima vez a su amado amo, además de que estaba orgulloso de que su actuación hubiera salido tan perfecta como todo lo que solía hacer para aquella persona, en esos momentos Sengo Muramasa salía de la habitación con una espléndida sonrisa divertida en sus labios, el castaño sintió celos solo de observar aquello por lo que apresuró el paso-¿Qué haces aquí, Muramasa?-interrogó entre dientes.
-!Buenos días, Ha-se-be!-dijo el aludido con cierto tonito seductor, camino hasta las escaleras siendo detenido por el castaño-!Ah!, tranquilízate, que no se te note que ardes en deseos de verme desnudo, amigo... solo vine a traerle el desayuno a nuestro amado amo-dijo, sonrió de nuevo y bajó las escaleras, dejando al castaño tieso de coraje, apenas se repuso entró melodramático a las habitaciones de su amo.
Mientras tanto, aquel dúo que partiera de la ciudadela, admiraba ahora un precioso paisaje veraniego, aquella isla no solo contaba con un sin número de árboles frutales, arena blanca y agua cristalina en sus playas, sino también una pequeña cabaña de recreo, Nikkari miró a su alrededor pues no veía a ninguna persona cerca, Ishikirimaru por su parte estaba pendiente de la mochila que Hasebe les diera, con cuidado la abrió, haciendo caso a lo que aquel les pidiera, encontrando dentro un mensaje de su amo, así como algunos cambios de ropa.
-Me temo que nos han timado-expresó Nikkari mirando el interior de la cabaña, desde afuera-no se ve mal, pero hay algo que no me gusta nada-musitó, Ishikirimaru abrió el pergamino y leyó el contenido en voz alta.
-"Queridos Ishikirimaru y Nikkari, lamento tener que hacer esto, realmente les estimo demasiado pero en los últimos meses, desde que fallaron aquella misión, han estado en constante conflicto, todos estamos preocupados por ustedes y creemos que es necesario que comiencen a arreglar sus problemas a solas, así que después de mucho pensarlo, decidí enviarlos lejos un tiempo, hasta que no se arreglen, tienen prohibido regresar a la ciudadela... recuerden, los amamos mucho, por ello, arreglen sus problemas cuanto antes o tendremos que rentar sus habitaciones.
Atentamente, su amo y Hasebe
Pd: La ciudadela no está pasando por una crisis, todo fue planeado para que se pudieran ir ambos sin armar rollos ni escenas."-termino de leer y observó a Nikkari, el cual le dio la espalda en al instante.
-Esto definitivamente nos jodío-pensó Nikkari mientras buscaba el modo de ingresar a la cabaña, su acompañante mientras buscaba algo más que les ayudará en esos momentos, dentro de la mochila, sacó un juego de llaves así como algunos objetos de uso personal.
-Supongo que será nuestro hogar un tiempo-dijo en voz baja, busco entre sus ropas el dispositivo con el que volverían a la ciudadela apenas la misión terminara, mas no pudo encontrarlo, era como si alguna extraña criatura invisible se los hubiera retirado apenas fueran transportados a la isla, un ligero tic se hizo presente en su ceja derecha, no solía desesperarse ni demostrar que estaba preocupado, pero la compañía que tenía en esos momentos, no es como que deseara tenerla.
-¡Bien!-exclamó Nikkari quitándole las llaves de las manos, sacándolo de sus pensamientos-debemos entrar, el sol está quemándome-miró de reojo al más alto, abrió la puerta y entró, mirando las comodidades que aquella estancia podía ofrecerles, había un comedor para dos personas de estilo europeo, una cocina pequeña y una refrigeradora de tamaño mediano, algunos utensilios colgados en el muro para su próximo uso y una garrafa de agua limpia con repuestos acomodados en orden descendente bajo esta, al fondo estaban dos puertas blancas con unos grabados de caballos de mar, rodeando los nombres de ambos sujetos, el de cabello verde ingresó a la habitación que le correspondía solo por curiosidad, encontrando que aquella carecía de cama o futon, en su lugar había una hamaca con cobijas y una almohada, una alfombra suave al tacto y donde cualquiera querría recostarse a dormitar un rato, había una televisión de plasma en el muro izquierdo así como algunos libreros donde pequeñas estatuas y figuras de cristal los adornaban, pero lo que más llamó su atención fue la ventana enorme de piso a techo cuyas cortinas ondeaban delicadamente, echo un vistazo afuera, notando un jacuzzi de piedra rodeado de una cerca de madera y algunas plantas altas, sonrió un poco, tratando de ese modo de relajarse y pensar que aquella misión era más una especie de descanso, aquel que era más que obvio, ya necesitaba- necesito cambiarme de ropa-pensó, recordó que Ishikirimaru tenía los cambios de ropa y tuvo que salir a buscarle, encontrándolo en la cocina, revisando el interior de la refrigeradora, miro la mochila en la silla del comedor y fue enseguida a buscar el cambio de prendas que le correspondía, apenas lo saco, huyó a su habitación, todo fuera para no encarar a su ahora compañero de cabaña.
Por otro lado, en la ciudadela, alguien les observaba atentamente desde su habitación, en compañía de su fiel encargado, ambos estaban disfrutando de una deliciosa taza de té, acompañada de galletas recién horneadas.
-¿Está segura de que era lo correcto?, digo, usted sabe lo que hace, por ello es la persona más inteligente...
-Lo estoy, Hasebe, sé que ellos se llevaran bien de nuevo-interrumpió al castaño, aquella persona, miró de nuevo al monitor-por ahora siguen reacios a verse a la cara, pero con el tiempo verás que cambiarán, deben hablar, tomemos también este experimento como un ejemplo, si funciona, los próximos en irse a la isla serán Hachisuka y Nagasone.
-La dama y el vagabundo-susurro Hasebe, recordando cómo era que Kashuu y los demás conocían por lo bajo a aquel otro par, suspiro, bebió un sorbo de su té y admiro una pequeña ramita flotando en él- es un buen presagio, el experimento funcionara-expresó más tranquilo.
-¿Konosuke te dio los dispositivos?-cuestionó el amo después de colocar su taza sobre la mesa, se cruzó de brazos lentamente y el castaño asintió, sacando los dispositivos para regresar a la ciudadela, de Nikkari e Ishikirimaru, se los dio con cuidado-debemos guardarlos para que no se estropeen, cuando estén listos, nos aseguraremos de enviárselos-expresó depositandolos dentro de una caja de madera, dándoselos de vuelta al castaño-asegúrate de guardarlos como se debe y por favor, dile a Mitsu que cocine algo especial para la cena, debemos celebrar que pronto la paz regresara a la ciudadela-ordenó, haciendo feliz al castaño de ser considerado de nueva cuenta para servirle, salió enseguida dejando al amo disfrutando lo que restaba del té y las galletas.