Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Radiografía de una caída por Zobel

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Consieraciones iniciales:

Esta historia fue escrita de un sólo tirón, por tanto las divisiones por capitulos se hacen sólo por comodidad de lectura

No lo conocí sino hasta ese año. Al parecer, estuvimos juntos desde sexto pero su presencia había pasado desapercibida por mucho tiempo. Quizá la razón de haberme fijado en él no era más que una consecuencia de las vacaciones de navidad anteriores, en las que me habían pasado tantas cosas que me hicieron cambiar de perspectiva, por ejemplo, con el fútbol. No dejé de jugar, pero en parte quería hacerlo. De repente el capitán del equipo me parecía una molestia. No sé si el hecho de que entrara a once hizo que cambiara mi opinión sobre él o era él quien, en un acto de vanidad, había cambiado su comportamiento porque de repente le parecía que ya estaba a punto de comerse al mundo. De cualquier forma tenerlo cerca me daba urticaria, así que constantemente evadía las prácticas.


También tuve otros cambios que surgieron de esa extraña navidad que pasé en casa de mis tíos. Todo fue el resultado de una discusión entre mi tía y mi primo mayor, quien se suponía estaba en la universidad a punto de cursar su segundo año. Creímos arruinada la cena pero mi madre, con buena diplomacia, consiguió bajar los ánimos de ambos y crear un ambiente agradable para toda la noche. Mi tía pareció superar el tema con mi primo antes de las doce campanadas y todo pintaba bien. Sin embargo, sabía que mi primo no podía pasar por alto lo acontecido; aunque lo intentara disimular, yo descubrí sus verdaderos pensamientos.


Después de las doce de la noche, luego de que todos nos hubiéramos deseado prosperidad y amor, vi a mi primo subir a su habitación, y en un impulso natural, lo seguí. Entonces lo descubrí empacando su ropa en un viejo morral. No le pregunté por lo que hacía sino hasta que supe que había terminado. Él se sentó en el alféizar y sin dejar de ver a la calle, me respondió que se marcharía tan lejos como pudiera - Estoy harto. No me hallo en esta casa, en esta familia, en esta cena… Quiero viajar. El mundo me llama. Quiero ser aventurero; un hippie mochilero sin razón de ser más que la que le surja del momento - y saltó por la ventana del segundo piso, cayó a la calle, tomó la bicicleta de enfrente y se esfumó entre la bulla y la música de celebración que recorría al barrio entero. Yo lo seguí con la mirada hasta que lo perdí por completo de vista.


Mi familia se embriagó tanto que notaron su ausencia sólo después de las tres de la tarde. Mi tía llamó a mi madre llorando, le leyó la carta que le dejó bajo la almohada y luego colgó. Mi madre no tuvo tiempo de darle ánimos por teléfono, así que con resaca y todo tuvo que resignarse a regresar a la casa y darle el consuelo que necesitaba.


Luego, en año viejo, mi primo llamó a mi tía desde un pueblito extraño y apartado. Le hizo saber que estaba bien y que no volvería a casa sino hasta cuando estuviera listo. No supimos a qué se refería con ese estar listo. Mi madre decía que uno no necesitaba de estar listo para volver a la casa; que lo único que requería era desear estar en casa. Y creo que eso fue, precisamente, a lo que se refería mi primo.


Y luego de las vacaciones, ingresé a décimo con la resolución de estudiar de verdad. De alguna manera el encuentro con mi primo había causado tal conmoción en mí, que desee, por una vez en la vida,  estudiar y no sólo aprobar los cursos. De esa manera le conocí a él.


Su nombre era Nicolás. No sabría describirlo con exactas palabras porque aún hoy me parece una persona extraña: siempre ocupó los primeros puestos de calificaciones, pero llegaba tarde a clase y se quedaba dormido a la mitad. Nunca iba a la cafetería a la hora del receso y toda la semana rotaba sus círculos sociales: un día pasaba el día con los punks y al otro día iba con el grupo de matemáticas; a veces ayudaba a los chicos del taller de arte a pintar murales y otras veces le veíamos con los fumados de la huerta del taller de biología, sin embargo, casi siempre estaba solo, sentado bajo la escalera, anotando cosas en su libreta, o durmiendo. No pertenecía a ningún grupo escolar, aunque aparecía en los agradecimientos de casi todos los proyectos, como el de la revista literaria.


Mis amigos lo evitaban por considerarle alguien inferior y esa calificación en realidad venía de los chicos de último grado, con quienes no se llevaba bien. Casi siempre, al finalizar la jornada, el capitán del equipo de fútbol y su grupo de tarados le rompían la nariz o lo golpeaban de otras formas. Su favorita era hacerlo caer de la bicicleta en la que llegaba todas las mañanas. Él nunca decía nada. Actuaba como si estuviera resignado a esas agresiones. Yo no comprendía por qué de repente les causaba tanto repudio, pero nadie me lo explicaba tampoco.


Mis amigos decían que no valía la pena preocuparse por alguien que no se preocupaba por sí mismo. Yo sé que su desprecio hacia esa persona no era más que el resultado de la extraña fama que le había creado Giovanni, el capitán. Pocas personas lo trataban como alguien cercano, incluso cuando hablaba con tantas personas diferentes, nadie se metía a defenderlo en sus batallas diarias contra el equipo; era como si de alguna forma todos estuvieran de acuerdo en que merecía esa paliza o por el contrario, como si no pudieran porque le temían más a Giovanni. Yo, por otro lado, nunca le presté atención a aquello sino hasta ese día en clase de matemáticas.


Como dije, quería sacar buenas calificaciones y me esforzaba mucho estudiando. Estábamos en los primeros exámenes del año y había pasado toda una semana sin dormir bien, sólo para repasar todos los temas de todas las clases que veíamos, incluso para educación física estudié teoría. De cualquier forma, cuando nos entregaron los resultados, descubrí que cinco años de absoluta pereza no serían recompensados con una semana de esfuerzo inhumano, pues incluso con tanto estudio, estuve a punto de reprobar el examen de matemáticas.


Al finalizar la clase le pedí al profesor que me señalara los errores que tuve y que me explicara nuevamente los temas, pero eran tantos y tan variados que él consideró que lo mejor sería que yo me ocupara, de forma autónoma, a aprender lo que no sabía y entonces me sugirió que buscara un profesor particular. Pensé inmediatamente en mi primo y en sus amigos de la universidad, sin embargo los descarté por puras cuestiones económicas. Le expliqué que en mi casa no podían pagarme un profesor particular porque ya mis padres habían adquirido una serie de deudas a mi nombre - Entonces - dijo - lo mejor será que le pidas ayuda a alguno de tus compañeros -


En ese momento se vino a mi cabeza el nombre de todos los chicos del cuadro de honor. Eran tantos y tan variados. Tenía todo un abanico de opciones y la posibilidad de tenerlos a todos como profesores excitó mis deseos de estudiar - Yo te haría una recomendación - interrumpió mis pensamientos - dile a Nicolás que te ayude. Es el mejor de la clase en matemáticas y aunque si bien a los otros no les va mal, creo que es el único que en serio sabe matemáticas. Las entiende a la perfección y he tenido unas discusiones con él que sin duda me hacen creer que es el mejor candidato a tutor. Además de que siempre está dispuesto a ayudar a los otros -


Nicolás no había entrado dentro de mis opciones iniciales. De hecho, hasta ese momento, recordé su existencia. Fue como si hasta ese momento me hiciera consciente de que en mi curso había un chico llamado Nicolás, que llegaba a tarde a todas las clases, que siempre se dormía sin importar la hora o el día, que siempre llegaba y se iba del colegio en una bicicleta con marcha hacia atrás, que a veces tenía la cara golpeada y pasaba sus días bajo la escalera. Pedirle ayuda a Nicolás, en ese instante, me pareció una pésima idea. No sabía nada de él más que vagas referencias, pero el hecho de que fuese el profesor quien me lo sugería me hacía vacilar entre un inmediato no y un tal vez sí.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).