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Malas intenciones por FarfallaBlu

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Al abrir los ojos la mirada de Hyukjae se alternaba entre la cabellera castaña que descansaba sobre su pecho desnudo y el techo de la habitación. Intentó levantar el brazo izquierdo, pero descubrió que este envolvía con firmeza una delgada cintura. Talló sus ojos con la mano derecha intentando recordar lo que había pasado. Una respiración suave cosquilleaba sobre su piel y una sonrisa llena de satisfacción pintó su rostro al notar las piernas desnudas que se enredaban con las suyas.

 

Sin duda había sido una tarde maravillosa, pensó mientas acariciaba la cadera del hombre a su lado. Por fin pudo llevarse a la cama al chico que lo ponía duro con sólo verlo caminar. Logró deformar ese precioso rostro en muecas indecentes mientras lo hacía llegar al orgasmo, esa tarde pudo recorrer con su boca cada rincón de su cuerpo, hizo que gritara su nombre entre gemidos. Miró la marca violasea en el cuello del castaño pensando en que pudo marcar su torso y muslos mientras lo preparaba para prenetarlo, cumplió su fantasía de corromper ese cuerpo vírgen. Pero no entendía porque demonios seguía tumbado junto al castaño.

 

Después de largas semanas de coquetear sin descanso, Hyukjae logró convencer a Donghae de que éste lo llevara a su casa después de besarlo fogosmente contra la pared más cercana al restaurante en el que trabajaban. Si bien, su intención inicial había sido llevarlo a un hotel, no pudo privarse del lujo de manchar las sábanas del precioso castaño. Fue tan difícil para él poder meterce entre sus piernas que optó por llevarlo a un lugar más íntimo. La ocasión lo ameritaba. Llegó a la conclusión de que valió la pena esperar a que el castaño sediera ante sus encantos. Estar dentro de él fue tan magnifico como su primera vez, sentir su miembro siendo asfixiado entre la calidez de ese culo apretado se convirtió en una experiencia adictiva. A demás de sumarle la actitud sumisa del castaño mientras lo desnudaba antes de ingresar a la habitación sólo había hecho aumentar su excitación.

 

El haberle dedicado tanto tiempo para lograr tenerlo como lo tenía convirtió la experiencia en la más placentera de su vida. Ese castaño le obligó a esforzarse como nunca por un polvo; en diversas ocasiones se planteo el dejar botada su fantasía de tener el cuerpo desnudo de Donghae, pero cada vez que lo veía ingresar al trabajo con esos pantalones que se le pegaban como una segunda piel haciendo que su abultado trasero resaltará, lograron que tuviera paciencia. Además, lo admitía, Donghae tenía una personalidad maravillosa. Sus sonrojos mal disimulados y la sonrisa inocente lo atrajeron como abejas a la miel. Verlo llegar al restaurante por la vacante de mesero fue una de las mejores cosas que le habían pasado en la vida, y ni se diga de la primera vez que vio la piel bronceada resaltar con la camiseta blanca con el nombre del local. Eso logró enloquecerlo sobremanera.

 

Existieron sus contras, por supuesto que hubieron. Como aquel día en el que Hyukjae lo tenía contra un escaparate después de haber cerrado el local. A ambos les había tocado limpiar y cerrar, él no desaprovechó la oportunidad de intentar hacerlo suyo. Lo había besado con fervor, chupando sus labios y jugado con su sinhueso hasta que el aire hizo de las suyas. Su miembro, más despierto que nunca, se pegaba al cadera del castaño haciéndole saber que estaba realmente excitado. El estaba dispuesto a ir más allá de besos que le calentaban el cuerpo, esa noche iba a ser la gran noche. Pero Donghae le dijo que quería esperar, hacer de eso una ocasión especial, memorable. En pocas palabras le dió a entender que era virgen. Y él no era alguien que se metiera con vírgenes, odiaba tener que cuidar de la otra persona, sólo quería satisfacer su necesidad. Escuchar aquello fue como un balde de agua fría sobre su entrepierna. Le había dicho que esperaría el tiempo necesario con una sonrisa incómoda  para luego,alejarse de él.

 

Esa noche no pudo dormir hasta altas horas de la madrugada, se sentía divido. Realmente deseaba poseer ese perfecto cuerpo, pero Donghae le había dejado bien claro que quería algo especial, cursi. Hyukjae no sabía si podría cumplir eso. El castaño se había ganado su aprecio y no quería que el arrebatarle su virginidad sin ningún cuidado se convirtiera en la razón para un distanciamiento.

 

Lo había decidido, dejaría en paz al precioso castaño y se limitaría a esperar a que otro chico le cumpliera la fantasía de tener la noche de sus sueños para después él gozar del delicioso cuerpo de Donghae. Pero Morfeo hizo de las suyas y le regaló el sueño más ardiente que jamás tuvo.

 

Entre sueños pudo distinguir el rostro inocente de Donghae distorsionado por el placer, escuchó los gemidos como una música que iba al compas de sus caderas. Casi pudo sentir su espalda siendo arañada y su boca siendo devoraba por los finos labios. Saberse que era el encargado de llevar al precioso castaño por el camino del placer carnal, como un maestro del erotismo, fue la gota que derramó el vaso. Despertó con una dolorosa erección y la convicción de hacer de la primera vez de Donghae en una ocasión inigualable, se encargaría de pintar la preciosa piel virginal con las manchas del pecado carnal. Del deseo y la pasión.

 

Poseer ese cuerpo vírgen, corromperlo. Se el encargado de enseñarle el placer de que alguien más te devore, se había convertido en su nueva meta. En su perdición.

 

Sonrió con satisfacción cuando un par de brazos se aferraban a su cuerpo. Estaba satisfecho, pensó mientras la calidez se expandía por el pecho, se encargó de hacerlo retorcer bajo su cuerpo desnudo, logró pintar el deseo en los ojos chocolate y pudo hacerlo repetir su nombre entre estocadas a su próstata. Había cumplido su objetivo. Podía decir con certeza en que se había convertido en un Eros entre las sábanas azules del castaño, cumplió aquella meta de hacer que Donghae le ofreciera una ofrenda con su cuerpo lampiño.

 

Fue excitante aquella experiencia, pero había llegado al final. Y él no quería terminarla. Quería tenerlo bajo su cuerpo hasta que su aroma se impregnara hasta el mínimo rincón del cuerpo bronceado, quería marcar a Donghae con su marca personal. No concebía la idea de alguien más gozando de sus sonrisas avergonzadas, no quería que nadie más averiguara que Donghae daba manotazos entre carcajadas que hacían desaparecer sus ojos en medias lunas. No quería que nadie más vieran la faceta vulnerable de tener al castaño rendido ante el placer. Aferró sus dedos en la piel de la cadera ajena al imaginar aquellos labios siendo besados por una boca que no fuera la suya, trató de no retorcerse de rabia al imaginar a Donghae regalando una sonrisa que hacía brillar su precioso rostro. Se negaba de entregar al inocente chico a alguien más.

 

Había caído, con cada sonrisa inocente, con sonrojos y mirada de cachorro. Con cada "Hyuk" de voz melosa, con aquellos ojazos chocolate que parecían traspasar su alma. Había caído y lo confirmó cuando aquel rostro adormilado apareció en su campo de visión, aquellos ojos recorriendo su rostro para después regalarle una preciosa sonrisa. No quería soltarlo.

 

— Fue maravilloso, Hyuk— susurró el castaño con timidez.

 

— Tú fuiste maravilloso— respondió sin pensarlo, sin arrepentirse al ver el sonrojo dominar el rostro ajeno.

 

Había caído al intentar corromper aquel cuerpo maravilloso, pensó mientras besaba con delicadeza los labios ajenos. El cazador terminó cazado.

 

Y joder, no se arrepentía.

Notas finales:

Espero les agrade mi primer trabajo, ytengo la esperanza de que me acompañen en este nuevo viaje.


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