Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

práctica por tobio

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

nada que reportar (?)

Notas del capitulo:

no quiero poner nada en realidad, pero pienso que se ve feo éste espacio vacío. 

 

ten un buen fin de semana, shounen que lee esta hueá gay (?)

—Ya que ambos gustamos del otro decreto que a partir de hoy, martes 13 de septiembre del año 2016 a las seis treinta horas, hemos de convertirnos oficialmente en novios. —La voz de Aomine suena ronca, sin embargo no le tomo demasiada atención a lo que dice y prefiero mirar la película.
 
Me declaro culpable por ser un gran fanático de Harry Potter y ningún comentario estúpido de mi acompañante me hará distraerme de Las reliquias de la muerte, parte dos.
 
— Nuestra combinación de nombres será: ¡Aogami Taiki y la gente nos conocerá como tal! —declara en voz alta, demasiado alta para mi gusto, agrado y paciencia. Frunzo el ceño mientras dolorosamente despego mi atención de Harry y lo miro; por alguna razón tiene esta típica sonrisa orgullosa en su rostro y me mira presumido.
 
— ¿Quién es Taiki Aogami? —pregunto sin quitarle la mirada y ladeo la cabeza hacia la derecha, confundido.  
 
—He hecho un decreto Bakagami, ¿Cómo es que no pones atención a lo que te está diciendo tu novio? —explica con un gruñido y me mira con enfadado. ¿Qué es tan importante para hacer que deje de ver la…?
 
¿Él acaba de decir novio?
 
— ¿A qué te refieres con eso de novio?  
 
—Acabo de establecer en un decreto que somos novios oficialmente…—Sonríe y dirige una mirada rápida al reloj de su muñeca—, Desde hace casi cuatro minutos —indica de forma casual y ruedo los ojos, porque seguramente él ya perdió un tornillo.
 
— ¿Y crees que por decir esa estupidez de “decreto” yo tendré que aceptarlo? —cuestiono serio y se encoge de hombros. 
 
—Es la ley —responde con una sonrisa tan jodidamente vanidosa, que me estoy aguantando las ganas de darle un puñetazo.
 
—Metete tú ridícula ley por donde te caiga. No quiero ser tu novio —escupo con facilidad y otra vez dirijo mi atención a la película. Yo no tengo porqué aceptar las idioteces que se le ocurren a Aomine.
 
—No te estoy dando opciones, dije que serás mi novio y así será —articula cada palabra con la voz casi una octava más abajo y se cruza de brazos, mirándome desafiante. 
 
—Si digo que no quiero, es porque no y punto —explico sin mirarlo. La película está buena.
 
— ¿Has dicho que no quieres? —pregunta estupefacto y suspiro. Tomo el control remoto y le pongo pausa a la película, ya que como se ve, yo no podré terminar de verla sin interrupciones.
 
—A menos que no quiero tenga otro significado, si, dije que no quiero —recalco con el ceño fruncido. Él continúa mirándome por largos segundos y gruñe desconforme.
 
—Bueno… Pero tu respuesta definitiva es el antónimo de no, ¿Verdad?
 
—Hum… no lo creo. Te dije que no quiero y ya está. Nada de antónimos, ni acertijos, ni significados ocultos. Solo no quiero.
 
— ¿Y por qué has dicho que no? —insiste. Su mirada confundida, me confunde también. ¿Él realmente esperaba que yo aceptara ser su novio, solo porque me lo ordenó?
 
—No me preguntaste. Solo hiciste un comentario estúpido y asumiste que yo aceptaría. —Me encojo de hombros y él sujeta su barbilla.
 
— ¿Entonces te gustaría ser mi novio? —pregunta con una pequeña sonrisa. Es raro que él esté sonriendo, pero me gusta cuando lo hace.
 
—No —respondo de manera seca.
 
— ¿Por favor? —pide mientras revolotea sus largas pestañas de manera tierna.
 
—No.
 
— ¿Por qué sigues diciendo que no? —señala enojado. Aomine ya está acostumbrado a conseguir todo lo que quiere y según lo que me contó hace un tiempo, nunca nadie lo ha rechazado. Al parecer soy el primero.
 
—Se supone que cuando eres novio de alguien deben gustarse, es algo mutuo —digo tranquilo y lo miro fastidiado. Yo realmente quería ver la película.
 
—Pero si es mutuo. Te lo dije hace tres meses y correspondiste. De hecho ese mismo día te pedí que fueras mi novio y dijiste que debíamos conocernos mejor, he intentado cortejarte desde entonces y no me haces caso. —Hace un pequeño puchero con el ceño fruncido y se cruza de brazos de manera infantil.
 
—Deben estar en contacto frecuentemente.
 
—También lo hago. Te llamo todas las noches y tú eres el ingrato que me ignora y me manda al buzón de voz. Incluso en Whatsapp me dejas en visto.
 
—Deben darse regalos en San Valentín.
 
—Aún no es San Valentín y no creo en esa mierda. Te amaré y daré regalos todo el año, si así lo quieres. No tengo por qué actuar romántico solo ese día —explica con el ceño fruncido y sin el puchero. Me gusta que haya dicho eso de amarme todo el año, ¡Agh! Él es demasiado sincero y directo a veces.
 
—Deben darse de la mano.
 
—Te daré la mano entonces, maldita sea ¡Acepta ser mi novio!
 
—Se tocan partes del cuerpo con intenciones del acto sexual.
 
—Eso no suena complicado, suena caliente.
 
—Se besan en la boca.
 
—Bakagami, ¿Quieres dejar de dar excusas tontas? No estoy entendiendo a qué quieres llegar—pide con una mueca seria y suspira.
 
— ¿Quién dice que hay que llegar a un punto en concreto? ¿No puedes aceptar que no quiero ser tu novio aún? —balbuceo apresurado y muerdo mi labio inferior. Siempre que me pongo nervioso comienzo a divagar y actúo extraño.
 
—Estás moviendo tu pierna y has estado dando pequeñas mordidas a tu labio inferior. ¿Podrías solo decirme que es lo que está mal? 
 
Ahora no se ve enojado, sus facciones se ven más relajadas y me transmite calma. Odio que él pueda leerme tan fácilmente, mientras que yo no logro comprender ni si quiera de dónde saca tanta idiotez para hablar.
 
—Los novios… los novios se dicen y hacen cosas —titubeo y trato de no tropezar con mis palabras. Me siento algo torpe.
 
—Sigo sin entender. —No ha dejado de mirarme con duda y creo que lo mejor será solo decirle la mierda que me preocupa.
 
—Los novios se llaman por apodos y también son cariñosos y melosos entre ellos. Yo no sé nada de eso porque nunca he estado en una relación por más de una semana y ni siquiera alcancé a besar la mejilla de la chica —confieso con un sonrojo y agacho la mirada. 
 
No me es de orgullo decir que solo duré una semana con la mayoría de mis novias, que de hecho solo fueron dos y una la tuve a los nueve años. Lo más romántico que he hecho por una dama fue darle un pastel de lodo y ella lo tiró al suelo. No sé cómo actuar en una relación y me pone tan nervioso arruinar las cosas.
 
— ¿Estás rechazándome por no saber cómo actuar en una relación? —pregunta con lentitud, intentando comprender.
 
—Tú has tenido muchas novias. No me gustaría que te aburrieras de mí y me dejaras por ser molesto y no saber llevar los cumplidos y las caricias, ugh, ese es el problema.
 
Listo, lo he dicho.
 
—Hey —dice con voz suave, una voz que nunca había escuchado salir de sus labios, pero me gusta. Sujeta mi mentón con delicadeza, haciendo que alce la mirada y lo mire a los ojos—, No creo que tu poca experiencia sea un problema para intentar un noviazgo conmigo. Yo no soy un experto en esto tampoco, estoy nervioso y también me siento inseguro acerca de muchas cosas al igual que tú, sin embargo eso no quiere decir que no me gustaría arriesgarme a intentar que esto funcione. 
 
Sus palabras le hacen tan bien a mi autoestima, que ahora me siento mucho, mucho mejor. Me hace feliz que él quiera intentarlo conmigo de manera tan desesperada, porque aunque no lo demuestre en su voz, su mirada que me está rogando que le dé una oportunidad y lo acepte.
 
— ¿Ósea que no te importa que sea un completo asco en las relaciones? —pregunto curioso y él sonríe con ternura. Uf, este hombre es demasiado hermoso para mí.
 
—Nadie dijo que soy victorioso en este asunto. —Se encoge de hombros y aleja su mano de mi mentón, dejándola descansar en mi muslo—, Aprenderemos juntos y si nos equivocamos no importará, porque esto será solo nuestro, será solo de nosotros dos y podremos hacer lo que queramos ¿Vale? —Propone y asiento con la cabeza—. ¿Entonces te gustaría ser mi novio? —pregunta por segunda vez. Ahora luce más seguro y la sonrisa torcida que me está dedicando, hace inevitable el hecho de negarme.
 
—Si.
 
[Apodos cariñoso]
 
A penas salgo de clases, Kuroko y yo caminamos juntos por el pasillo hablando sobre un programa de detectives que él empezó a ver hace unos días. 
Nuestro viaje es tranquilo hasta que mi mirada se queda puesta en una persona en particular, la cual está recargada en el muro de la entrada.
 
—Nos vemos mañana —murmuro extrañado y troto hasta llegar al lado de mi novio.
 
—Hola —habla con una sonrisa en sus labios y acomoda la correa de la mochila a su hombro.
 
— ¿Qué haces aquí? —pregunto confundido. Nosotros siempre nos encontramos en la esquina de mi casa, o fuera de mi casa o incluso en la cancha que queda a unas calles de aquí.
 
 Me quedo mirándolo un momento y él alza una ceja de manera seductora.
 
—Lo estuve meditando hoy, y decidí venir por mi bebé a la escuela —responde tranquilo y yo siento que todo mi rostro arde. ¿Bebé? de todos los apodos del mundo, tuvo que escoger precisamente ese.
 
—No me digas bebé —regaño avergonzado y miro hacia todos lados; Al parecer Kuroko se fue a su casa porque para variar él ya desapareció. Una sonrisa tierna invade el rostro de Aomine y eso solo provoca que me avergüence aún más.
 
 — ¿Qué tiene de malo ser llamado bebé? —pregunta divertido.
 
—No tiene nada de malo, pero es un poco vergonzoso… harás que me sonroje —digo desviando la mirada, pero prontamente la vuelvo a fijar en sus ojos.
 
— ¿Y por qué no pruebas tú con un apodo? Quizá yo me sonroje también. —Ladea la cabeza de manera infantil y me sonríe divertido.
 
— ¿Algo como qué? soy malo en esto y lo sabes. —Suspiro. En momentos como este desearía estar con Tatsuya o incluso con Kise. Estoy seguro que a ellos se les ocurrirían muchas cosas melosas.
 
—Lo que se te venga a la mente, solo dilo. —Se separa del muro y empezamos a caminar juntos hasta mi casa. Ya es una costumbre estar juntos hasta las ocho treinta y luego se va.
 
Lo miro mientras caminamos y yo soy un completo asco cuando se trata de apodos. ¿Qué le voy a decir? ¿Bebé? No, eso me lo dijo él hace unos segundos, además no sé por qué lo hace si soy mayor que él. ¿Papi? No, Tatsuya me dijo que eso se dice en situaciones más íntimas y si no quiero que Aomine se me lance encima no debo decírselo. Eh… ugh, esto del amor es un asco. ¡Lo tengo!
 
—Eh, ¿Podría ser “amor”? —digo inseguro y él me sonríe. Uf, el amor acaba de salvarme el trasero.
 
—Eso estaría bien —comenta con una sonrisa cariñosa y yo agacho la mirada.
 
—Hum, amor. —La verdad es que esto no es vergonzoso, de hecho ni siquiera sentí como si se lo estuviera diciendo a él.
 
Aomine me mira pensativo.
 
 —Okey. —Se queda en silencio y luego de meditar un momento me sonríe—. Ahora di: ¿Cómo te fue hoy en la escuela, amor? —Su sonrisa cariñosa hace que me sonroje. Pero debo intentarlo, por muy vergonzoso que esto sea.
 
— ¿C-Cómo te fue hoy en la escuela… am-mor?—tartamudeo como un tonto. Decírselo con toda una frase es mucho más difícil de lo que pensé. Aomine me sonríe con ternura. ¡Yo soy tan malo en los apodos y este hombre es demasiado dulce conmigo!
 
—Bien cariño. ¿Cómo te fue a ti? —pregunta tranquilo. ¡Ugh! ¡Él me dijo cariño ahora mismo y yo moriré por esto!
 
Nuestras manos se están rozando, pero Aomine me explicó que haríamos todo paso a paso y solo por ese motivo no se la voy a tomar. 
Al parecer a él tampoco se le hace fácil, porque nunca había salido con un chico y teme actuar demasiado dulce conmigo y que luego yo me sienta ofendido por ser tratado como una chica. Es decir, yo no quiero que me trate con cuidado, ni que me dé su estúpida chaqueta cuando haga frio o que me deje entrar primero o que me susurre dulces promesas al oído… bueno la última no suena tan mal. Si me trata como una chica, cortaré sus pelotas y haré que se las coma.
 
—Hum… bien —digo con mis mejillas tan calientes como el sol. Aomine me mira con ojos brillosos y revuelve mi cabello como si fuera un mocoso, felicitándome por algo que al parecer hice bien.
 
— ¡Lo has hecho fantástico! ¡Estoy orgulloso de ti! —declara divertido y pasa su mano por mi cuello, dejándola descansar en mi hombro.
 
¿Está orgulloso por decirle “Amor”? No entiendo muy bien qué es lo que Aomine quiere lograr con todo esto de la práctica, ya que él podría perfectamente escoger a otro chico que sea más cariñoso y romántico y agradable, en lugar de ser tímido y nervioso como yo.
 
El amor puede ser raro, por cierto.
 
[Besos en la boca]
 
— ¡Estoy tan feliz de que tú y Aominecchi sean novios oficialmente! ¡Creo que voy a gritar de la emoción! —Kise está sentado a orillas de mi cama y Kuroko está recostado junto a mí. 
 
Yo no le dije nada a Kise sobre mi relación con Aomine porque habíamos acordado realizar una especie de reunión aquí en mi casa, sin embargo todo fue un asco porque Kuroko esparció el rumor de mi noviazgo antes que yo y ahora todos nuestros conocidos lo saben. Mis planes fueron arruinados y tengo casi cuatro kilos de carne en mi refrigerador por culpa de Kuroko.
 
—Estás gritando ahora —digo con un bostezo y me rasco el ojo con el dorso de mi mano.
 
Ellos llegaron justo cuando estaba soñando con un apocalipsis zombie. Aomine está en su casa hoy y como él no me ha dicho que vendrá, no me pareció mala idea invitar a Kise y a Kuroko a cenar conmigo.
 
—Sí, pero podría gritar aún más fuerte si lo quisiera —advierte con una sonrisa emocionada y me da un escalofrió de solo pensar en Kise, gritando más fuerte de lo que ya grita. ¡Que espanto!
 
—Kise-kun, ¿Podrías guardar silencio? Estoy tratando de ver la televisión y tus chillidos no me dejan escuchar —regaña Kuroko con una mueca molesta y dirige nuevamente su mirada a la pantalla. Kuroko es fanático de “The Big Bang Theory”. Nos odia cuando no entiende algún comentario, o cuando no lo dejamos ver la pantalla o cuando se pierde un capitulo, sin embargo él nos detesta con todo su corazón cuando no logra escuchar lo que Sheldon dice.
— ¿Qué vamos a cenar? —pregunta Kise luego de casi quince minutos de silencio, lo cual me parece un record viniendo de él.
 
—No sé, ¿Qué les gustaría comer? —pregunto con un ronroneo y cierro mis ojos, estirando mis brazos hacia el aire para poder darme ánimos de levantarme. Está haciendo frio y estoy tan cálido.
 
— ¡Sushi!
 
—Tacos.
 
Kuroko y Kise intercambian miradas y se sonríen.
 
— ¡Tacos!
 
—Sushi.
 
Se me hace difícil aguantar la carcajada que quiere salir de mi garganta, porque ellos son tan divertidos, a veces.
 
—Bueno, ¿Quieren sushi o tacos? —Me siento sobre el colchón y los miro divertidos. Intercambian miradas y sin decir nada intentan leer lo que el otro dice. En un momento asienten con una expresión segura y dicen:
 
—Comida China. 
 
Ellos son complicados algunas veces, pero casi siempre están en sincronía. Casi.
 
 —De acuerdo, iremos a la tienda que está a unas calles de aquí.
 
Diez minutos más tarde, me levanto. Tengo mucho frío y como no tengo el número del restaurante me veo obligado a tener que ir directamente. ¡Qué fastidio! A penas entre, me traeré una tarjeta con el número de teléfono.
 
— ¿Queda muy lejos? —pregunta Kise mientras acaricia sus brazos con una mueca preocupada. Él está con una camiseta manga larga y nada más ¿Por qué viene con tan poca ropa?
 
—Toma. —Extiendo mi chaqueta de mezclilla y la mira un momento—, Tal vez no te guste, pero es para que no te dé tanto frio. —Me encojo de hombros y me pongo un suéter. 
 
Estoy enamorado de este suéter. Cuando cumplimos un mes de noviazgo, Aomine llegó y me entregó una caja azul con este maravilloso suéter de lana del mismo color. Puede que sea casi dos tallas más grandes, pero sin duda es mi favorito.
 
— ¿Tú estás bien Kuroko? —le pregunto mientras acomodo las mangas de mi prenda.
 
—Sí, pero si Kagami-kun quiere prestarme algo yo no pondré resistencia. Sobre todo a su chaqueta con estampado militar —dice con inocencia y yo ruedo los ojos. 
 
Esto no me sorprende porque Kuroko siempre ha dicho que le gusta cómo visto. Él tiene como tres camisetas mías y siempre que se las pido dice que lo olvida. 
 
Niego con la cabeza y le entrego la prenda. Lo más probable es que ya no vuelva a ver mi amada chaqueta.
 
— ¿Listos? —Observo a mis visitantes con duda y ellos asienten, por ello todos nos dirigimos a la salida. Mi celular y cartera están en mis bolsillos, mientras que la llave de mi casa está colgando en mi mano.
 
Con pasos calmados me dirijo a la puerta y cuando la abro, quedo algo sorprendido.
 
— ¿Qué haces aquí? —pregunto confundido. Retrocedo dos pasos y no le quito la mirada de encima a Aomine. Él tiene esta típica expresión de fastidio todo el tiempo, pero desde que comenzamos a ser novios, no la ha tenido más.
 
Me dirige una mirada significativa. No responde a mi pregunta y solo se acerca.
 
—Hola guapo —dice con una expresión cariñosa y yo sonrío. Ya no suelo sonrojarme ante sus apodos, porque me ha dicho de tantas maneras distintas, que estoy acostumbrado. Ahora se me hace raro que solo me diga hola.
 
—Hey —respondo con una sonrisa y desvío la mirada, contemplando como Kise y Kuroko nos miran desde la sala. Ambos tienen una mirada extraña, como si estuvieran emocionados —. Íbamos por comida China, ¿Vienes? —pregunto curioso y él asiente, pero no se mueve de mi camino.
 
— ¿No te olvidas algo? —pregunta con una ceja alzada y se cruza de brazos.
 
—Ugh… ¿No? —murmuro inseguro y Aomine niega con la cabeza.
 
—No nos vemos desde ayer en la tarde. ¿Dónde está mi beso? —exige con un puchero demasiado tierno y yo vuelvo a mirar a mi invitados. Ellos nos miran con cara de lunáticos psicópatas y no puedo evitar sonrojarme.
 
—Ah… cierto. Lo siento, lo había olvidado —susurro avergonzado. 
Siempre olvido lo del beso, y es que hace solo unos días empezamos a poner en práctica esto. Recuerdo que cuando nos besamos por primera vez en la boca, él estaba más rojo y nervioso que yo. Fue gracioso y adorable a la vez, porque el primer intento resultó un doloroso golpe en la frente.
 
Miro sus ojos azules y cierro los míos con prisa para elevarme unos centímetros y provocar que mi boca aterrice en la suya. No es un beso profundo ni demasiado elaborado, es solo un pequeño roce, el cual Aomine dijo que los novios suelen darse. Es bastante dulce cuando él me lo da, porque cuando no hay muchas personas cerca se pone el triple de cariñoso y el triple de dulce y pegajoso, pero cuando hay personas me dice que debo demostrar algo de hombría ya que él no siempre va a estarme mimando y debo ser yo quien inicie las cosas.
 
—Te extrañé —confiesa en un susurro y me sonríe. Yo no puedo entender como este hombre puede ser tan perfecto.
 
—Yo también —respondo con un suspiro y le devuelvo la sonrisa.
 
— ¿Iremos por esa comida China, entonces? —pregunta mirando hacia Kuroko y Kise, los cuales ahora están con sus celulares, enviando textos o qué sé yo.
 
—Vamos —le digo despreocupado y ambos salimos del departamento. No sé qué les habrá pasado a los chicos, pero prefiero que se queden en casa.
 
— ¿Hay alguna razón por la cual Kise y Tetsu tengan ropa tuya? —pregunta dudoso mientras caminamos por el pasillo.
 
—Es culpa del frío.
 
[Caricias]
 
—Estaba pensando que hoy podrías quedarte a dormir —comento mientras vemos Shrek Tercero. Aomine me dirige una mirada sorprendida y yo sospecho que quizá dije algo que no debía—, Bueno, solo era una idea. No es necesario que te quedes si no lo quieres así, yo- ugh.
 
—Claro que me encantaría quedarme hoy —responde un poco apresurado y se inclina para besar mi mejilla. Él es muy respetuoso con el tema de los besos, lo cual me sorprende porque ve una cantidad de porno increíble. Yo creí que sería un bruto y resultó ser todo lo contrario.
 
—Genial, si, uh- solo genial —titubeo nervioso y sonrío tímido. Aomine me mira un momento, como si estuviera analizando mi cara y luego vuelve a mirar la película. 
 
Es parte de una rutina mirar películas o realizar alguna actividad por las tardes, pero siempre juntos. Ya sea estar en la casa del otro, o ir a jugar un partido de basket, vagar por los alrededores e incluso hemos ido a molestar a Kise en sus sesiones de fotos algunas veces.
 
—Te noto algo nervioso, ¿Pasa algo? —miro a mi derecha y me encuentro con la potente mirada de mi novio sobre mí. Es un poco difícil acostumbrarme a su mirada amorosa, pero no me desagrada, yo diría que me encanta.
 
—No es nada —respondo despreocupado y me encojo de hombros. Aomine asiente, vuelve toda su atención a la pantalla y yo trato de hacer lo mismo, pero no puedo.
 
Desde aquí puedo ver su espalda y aunque intento mirar la pantalla yo no puedo dejar de mirarlo. Tengo ganas de abrazarlo. Está usando una camiseta sin mangas y puedo ver sus brazos musculosos, su espalda amplia y esa piel morena que es tan exótica y hermosa. 
Quiero morder cada parte de su cuerpo, y quiero abrazarlo y pellizcarlo. Quiero hacerle muchas cosas, pero no me atrevo a nada. 
Mientras miro cada detalle de él, me pregunto si también habrá momentos en que desee abrazarme o besarme o tocarme.
 
¿Cómo resistirá las ganas de tocarme? Porque yo literalmente estoy pensando en saltar sobre él y mordisquearle las mejillas. 
¿Cómo aguantará las ganas de besarme? ¿Él besará a alguien más para satisfacerse? No, ¿Él no puede estar besando a nadie más, verdad? 
 
Creo que hoy estoy algo paranoico, o quizá estoy sensible porque mi autoestima acaba de irse al suelo y un montón de viejas inseguridades acaban de salir a flote. ¿Estará cansando de avanzar tan lento? ¿Estará aburrido? ¿Buscará la diversión que yo no le doy con otras personas?
 
Uf, ahora tengo ganas de romper en llanto. ¿Me habrá llegado el periodo? Imposible, ya pasé por mis cambios de humor la semana pasada.
 
— ¡Já! ¡Mira, el burro está en el cuerpo del gato! —habla con voz burlona y se voltea a mirarme. Lo miro, lo miro tanto como puedo y mis inseguridades no quieres irse, así que bajo la mirada con mis ojos llorosos—. Hey, ¿Qué ocurre? —pregunta con voz inquieta y siento que se remueve en el sofá, acercándose unos centímetros más a mí. 
 
—Nada —respondo con un quejido. Espero que mi voz no haya sonado demasiado rota, porque no quiero que se preocupe. Esto no es más que una tontería.
 
— ¿Cómo que nada? Estás a punto de llorar amor, dime qué pasa —pide con voz triste y se acerca hasta que nuestros muslos chocan. 
 
— ¿Me estás engañando? 
 
— ¿Qué? —Su voz suena desconcertada y levanto la cabeza, viendo como me mira confundido.
 
— ¿Estás aburrido de estar conmigo?  
 
— ¿Por qué piensas eso? —Frunce el ceño, parece que aún está analizando lo que le pregunté—, ¿Alguien ha estado metiendo las narices en nuestra relación, bebé? —Acaricia mis mejillas con delicadeza y las sujeta con las palmas de sus manos. Está mirándome con una mueca enternecida—. ¿Por qué tendría que aburrirme de ti? 
 
—Porque soy aburrido —respondo con obviedad y pongo mis manos sobre las suyas, para que no las quite de mis mejillas. Me gusta que esté tocándome—, Y porque soy un tonto que no sabe nada de relaciones y debes estar casi un mes intentando cosas nuevas conmigo, porque soy lento y raro. Y porque me cuestan estas cosas del amor y de los sentimientos y soy un perdedor cuando se trata de eso —explico frustrado. 
 
—Pero a mí me gusta que seas así —dice sin apartar su mirada de mi—, Me gusta estar un mes acostumbrándonos a cosas nuevas y me gusta que aprendas rápido, siendo que soy un horrible maestro. Me gusta que aceptes a hacer lo que te pido, aunque a veces no te gusta. Eres mío ¿Entiendes? Y por nada del mundo voy a engañarte con nadie ni a aburrirme me ti —explica con tanta calma y tranquilidad, que quedo como hipnotizado. 
 
Aomine siempre consigue hace que todas mis inseguridades se vayan. Nunca me ha defraudado, entonces no tengo motivos para desconfiar de él ni de su palabra.
 
— ¿Estás mejor ahora, cariño? —Aún no ha soltado mis mejillas y puedo jurar que si me muriera en este momento, yo sería la persona más feliz del mundo.
 
—Bésame —pido en un susurro, pero mis ojos le están rogando por sus labios.
 
—Oh, te has puesto de humor —bromea con una sonrisa y se inclina unos centímetros hasta que nuestros labios se unen. Cierra sus ojos, pero yo no puedo cerrar los míos; quiero descubrir cada una de sus expresiones, muecas, mañas. Quiero saberlo todo.
 
No pasa mucho y cortamos el beso.
 
— ¿Qué es lo que aprenderemos este mes? —jadeo y bajo mis manos, dejándolas descansar sobre mi regazo. Aomine aún no ha dejado mis mejillas y me mira con atención a los ojos, pareciera que quedó paralizado o algo así—. ¿Aomine? —pregunto nuevamente y él pestañea, saliendo de su ensoñación.
 
—Lo siento, yo, ugh- no sé qué me pasó —dice avergonzado y suelta mis mofletes, llevando ambas manos a su regazo—, Disculpa, ¿Qué fue lo que dijiste? —pregunta soltando todo el aire de sus pulmones, para empezar a respirar normal.
 
— ¿Qué vamos a practicar este mes?
 
—Oh. —Sujeta su barbilla y me mira con el ceño fruncido en duda—. ¿Qué tal si me lo dices tú? Estoy seguro que debes tener algo en mente. —Sonríe confiado y me guiña un ojo. Él ya me leyó, ya debe saber lo que quiero y hace esto para que lo admita en voz alta. Ugh, maldito presumido.
 
—Caricias —digo con fastidio y ríe como si ya sabía mi respuesta.
 
—Vale, eso no es complicado bebé, pero estoy seguro que tú quieres otra cosa —dice con una sonrisa (La cual no puedo identificar) y se pone de pie—, Ven, levantate. —Lo miro por un segundo, hasta que obedezco la indicación—. Soy tuyo. Y sin importar lo que digan las demás personas tú nunca debes olvidar eso —dice con ternura y abre sus brazos ampliamente.
 
No digo nada, mi boca no puede formular ni una sola palabra y solo me abalanzo para abrazarlo. A penas mis brazos rodean su cuerpo me doy cuenta de que es delgado, es decir, yo sé que es delgado pero él es más delgado de lo que me imaginé. También tiene este olor a colonia masculina, la cual yo no uso porque no me gusta; sin embargo en Aomine huele tan bien, es un olor tan agradable que quizá me compre un frasco solo para rociarla en mi almohada y abrazarla por la noche.
Él corresponde a mi abrazo también. Sus brazos se enrollan sobre mis hombros y acaricia suavemente mi cabello mientras yo sigo enterrando mi rostro en su cuello.  
 
—Hueles a colonia inglesa —murmuro con los ojos cerrados, dejando que mis fosas nasales se impregnen con su olor.
 
—Pues tú hueles a…—Deja la frase incompleta y él muy descarado se inclina especialmente para olerme —, Vaya sorpresa. Hueles a duraznos —murmura divertido y sigue acariciando mi cabello —, Y tu cabello huele a manzanilla, me gusta.
 
Nuestro abrazo perdura por alrededor de diez minutos. Es bastante tiempo, pero ambos hemos estado aguantando las ganas de este abrazo. 
 
 
Ahora estamos recostados en mi cama y no piensen mal. Nosotros solemos recostarnos en todos lados incluyendo el piso, pero creo que esto también sirve como una práctica, ya que él se quedará a dormir hoy.
 
— ¿Qué me enseñarás en caricias? —pregunto mirando el techo blanco de mi habitación.
 
—Dame la mano —dice con simpleza y obedezco—, Particularmente me gusta más acariciar tu cabello, pero por ahora solo me conformaré con acariciar tu mano —explica con un pequeño bostezo y se acerca aún más a mi cuerpo.
 
—Entonces dejame acariciar el tuyo —digo con la mejillas levemente acaloradas y Aomine ríe.
 
— ¿Qué es lo que quieres acariciarme exactamente, cariño? —pregunta con una sonrisa y se acerca otro poca más.
 
—Ugh, olvidaba que tengo que meditar seriamente cada frase que quiera salir de mi boca, ya que eres un pervertido —regaño y suelto su mano de manera brusca. 
 
—No te enojes conmigo —ronronea y se acerca a mí. Me abraza de la cintura y recuesta su mejilla en mi abdomen.
 
—Alejate, no pienso acariciarte nada —digo con falsa molestia y él niega con la cabeza.
 
—Quiero que acaricies mi cabello —murmura con los ojos cerrados y ruedo los ojos—, Por favor.
 
—No eres más que un mimado. —Llevo mi mano hasta sus cortos cabellos azules y entierro mis dedos ahí. Su cabello es suave y bastante fino en comparación al mío.
 
—Esto es bueno, demasiado bueno —dice con una enorme sonrisa en su rostro y se acomoda nuevamente, quedando aún más apegado a mi cuerpo y sin alejar su cabeza de mi estómago.
 
[Celos]
 
—Ayer estaba viendo porno —dice Aomine mientras preparo la cena. 
 
Detengo todo movimiento y me doy la vuelta para mirarlo incrédulo. A él no parece importarle, ya que sigue leyendo esta revista de videojuegos que sale todos los meses y que él ama leer.
 
— ¿Por qué me dices eso? —le pregunto algo aturdido y me recargo en el mesón. ¿Por qué debería interesarme lo que él haga en la computadora?
 
—Porque fue lo que hice apenas llegué —dice con una sonrisa. Cierra la revista y dirige su atención a mí.
 
—Sigo sin entender por qué me lo estás diciendo. —Me cruzo de brazos y levando una ceja.
 
—Porque fue un buen porno. —Se encoge de hombros—, Además no fue cualquier porno —aclara. Recarga su codo en la mesa y deja descansar su mejilla en la palma de su mano. Luce divertido.
 
—De acuerdo… ¿Qué tenía de especial? —Sigo sin comprender el motivo de esta conversación.
 
—Era porno gay.
 
— ¿Y? —Me siento un poco incómodo hablando de esto.
 
—Entonces mientras lo veía, me pregunté a mi mismo: “¿Cuál es la sexualidad de Kagami?” y me di cuenta, que tú nunca me has aclarado eso. —Me observa con una sonrisa pequeña y carraspeo un poco.
 
— ¿Qué importa eso? —Frunzo el ceño.
 
—Se supone que si somos novios, por lo menos debo saber si el chico al que beso todos los días, le interesan los penes o las vaginas o ambos. —Se encoge de hombros y no aparta su mirada de mí en ningún momento.
 
—No me interesan ese tipo de cosas. Yo no me enamoro de un pene o una vagina.
 
—De acuerdo, ¿Entonces qué es lo que prefieres? Honestamente no se me pasó por la cabeza que seas hetero, ya que somos novios. —Su voz burlona hace que me enoje. No sé el por qué, pero me siento algo patético, como si él quisiera humillarme o una mierda así.
 
—No quiero hablar de esto. —Me doy la media vuelta y sigo cortando verduras.
 
— ¿Por qué no? 
 
—Me estás incomodando. 
 
— ¿Por qué? ¿Qué tan complicado puede ser decir que eres gay o bi? —pregunta con voz confundida. Suelto un suspiro y dejo el cuchillo sobre la mesa para darme la vuelta.
 
— ¿Cuál es tu jodido problema? ¿Es que no entiendes que no quiero hablar de esto? —Frunzo el ceño, pero no pareciera que él está enojado.
 
—No tengo ningún problema, solo quiero comprobar una cosa. ¿Podrías solo responderme? —Acaba de fruncir el ceño y yo sigo intentando entender que quiere conseguir con esto.
 
—No —digo serio y me doy la vuelta nuevamente.
 
—Por la mierda Kagami, ¿Qué te cuesta responderme la estúpida pregunta? No es como si fuera a burlarme de lo que dirás, después de todo a mí también me gustan los hombres —gruñe. No entiendo por qué está tan enojado ahora. 
 
—Si Aomine, me gustan lo penes. —Me doy la media vuelta y lo observo molesto—, ¿Eso querías escuchar? No me gustan las mujeres. Son raras, son demasiado pequeñas y delicadas y me asusta que sean así porque pienso que puedo hacerles daño con lo bruto que soy. También son chillonas y algunas son jodidamente insoportables, por eso prefiero estar en compañía de un hombre, el cual supuestamente no tendría que estar reventándome las pelotas como tú lo estás haciendo ahora, ¿Ya estás feliz? ¡Déjame en paz! —Joder, sí que estoy enojado ahora. 
 
Al concluir, él me sonríe animado.
 
—Si amor, soy feliz ahora —suspira aliviado y yo solo quiero darle un par de rodillazos en la entrepierna.
 
—Vete. Al. Infierno. —Me cruzo de brazos y lo miro enojado. Porque claramente lo estoy.
 
—Aw, no te enojes conmigo. —Se pone de pie y se acerca con una enorme sonrisa. ¿Por qué sonríe si acabo de gritarle?
 
—No te acerques más —ordeno cuando está a dos pasos de mi—, Ahora explicame que era esa mierda que querías comprobar.
 
—Espera. —Mete la mano derecha en su bolsillo y saca un pequeño sobre de color rosa—. Esto me lo dio Tetsu —dice tranquilo y yo frunzo el ceño.
 
— ¿Por qué Kuroko te da cartas de amor? —gruño.
 
—Lo encontró en tu asiento hace unas semanas, resulta que una de tus compañeras de clase está enamorada de ti —dice serio y acepto la carta. Ni siquiera la abro y la dejo sobre el mesón, para mirarlo.
 
— ¿Y? ¿Me hiciste este estúpido interrogatorio sobre mi sexualidad para nada?
 
—No fue un interrogatorio, yo diría que fue más como una charla casual entre novios —dice divertido y tengo ganas de patear su trasero.
 
—Ve al punto.
 
—Bueno. —Hace una pausa y juguetea con sus dedos; luce nervioso ahora—, Quería estar seguro de que no te gustaran las chicas… porque creí que si la conocías, ella podría gustarte y ugh- posiblemente querrías terminar conmigo.
 
No se escucha nada en la cocina además del sonido de mi acelerado corazón, porque prácticamente él acaba de confesar que se puso celoso de una de mis compañeras de clase. 
 
—Ah, ¿Ósea que te pusiste-?
 
— ¡No lo digas! —irrumpe con un sonrojo.   
 
—Estás rojo —señalo incrédulo—, Nunca te había visto tan rojo. —Él cubre su rostro, notablemente avergonzado.
 
—Lamento por haberte puesto incomodo —murmura entre sus manos—, Pero realmente necesitaba que me lo aclararas, porque estuve casi una jodida semana pensando y pensando, entonces me di cuenta que se me rompería el corazón si tú me dejarás por estar aburrido de mi —concluye dejando su rostro a la vista y no puedo evitar que mi cara se ponga roja también.
 
Yo no soy el único que se siente inseguro, y es como si todas las inseguridades que yo siento él las sintiera también. Se me hace tierno ver el rostro de Aomine tan colorado y tengo ganas de apretarle las mejillas. 
 
—Eso sería imposible —digo avergonzado—, Porque el corazón es uno de tus órganos vitales. Si se rompe, pues te mueres.
 
—Lo dije de la forma metafórica —explica rodando los ojos y suelto una carcajada. Le sonrío enternecido y abro mis brazos.
 
—Ven y abrazame, tú, tonto y adorable muchacho —le digo feliz y él acepta con rapidez. Envuelve mi cintura entre sus brazos y entierra su rostro en mi cuello. Oh, el Aomine inseguro es el mejor Aomine de todos. 
 
—Sigues oliendo a duraznos —comenta divertido.
 
—Tú hueles a masturbación —digo juguetón y él ríe.
 
[Llamadas]
 
Acabo de llegar de la escuela y por alguna razón, Aomine no vino a buscarme hoy. Se sintió un poco extraño caminar a casa sin nadie que dijera que buen trasero tengo o que me tomara de la mano con orgullo.
 
Dejo mi mochila colgada en un perchero que hay detrás de la puerta de mi habitación y me dejo caer sobre mi cama. Incluso todo mi cuarto tiene ese olor a colonia masculina de mi novio. Cuando quiero dejar de pensar en Aomine por un momento, me resulta imposible.
 
Cierro los ojos y suspiro. Muchas cosas pasan por mi cabeza y se ven interrumpidas por el ruido de mi celular. Sin abrir los ojos, saco el aparato de mi bolsillo y lo abro.
 
— ¿Qué? —digo de forma descortés.
 
—Hola a ti también. —Abro mis ojos al escuchar la voz ronca de Aomine y siento que mis latidos se aceleran de solo escuchar su voz.
 
—Ugh, lo siento. No pensé que me llamarías —hablo apresurado—, ¿Cómo estás? —pregunto un poco incómodo y escucho que ríe.
 
—Bien, ¿Y tú? 
 
—Hum, normal supongo. —Me encojo de hombros y palmeo mi rostro, porque él no puede ver lo que hago. Un extraño silencio se forma y puedo sentir su respiración, esto se está volviendo tan incómodo.
 
—Hoy he pensado algo —dice con voz firme y le agradezco mentalmente que haya hablado.
 
— ¿Tú pensando? —le digo con voz extrañada—, Esto es una señal del cielo. ¿Se acercará el apocalipsis?
 
—Oh, no te burles de mí —ríe y carraspea—, Una chica de mi clase estuvo todo el receso del almuerzo hablando por teléfono con su novio, entonces se me ocurrió que hoy solo charlaremos por teléfono.
 
— ¿Por eso no viniste a buscarme a la escuela?
 
—Sip. —Remarca la “p”—. Seguramente me hubieras sobornado con besos y abrazos para que no practicáramos hablar por teléfono, porque sé que lo odias. 
 
Él me conoce tan bien.
 
—Mi odio tiene fundamentos, soy malísimo cuando se trata de hablar por teléfono —susurro con un pequeño lloriqueo y escucho que se ríe nuevamente.
 
—Y es por esa razón, que lo practicaremos ahora —habla con voz calmada.
 
—No sé qué decir, se formará un silencio incómodo y lo más probable es que termine cortando la llamada o hiperventilado por no saber que decir. —Eso es cierto, siempre hago eso cuando me siento acorralado y se forma ese maldito silencio extraño.
 
—El punto de esto es que no se forme el silencio incómodo. La tipa no cerró la boca en treinta minutos y supuse que podríamos alcanzar un número parecido —gruñe, así que supongo que acaba de levantarse.
 
—Olvidaste el pequeño detalle de que somos hombres, ¿Cuándo los hombres hablan tanto por teléfono? —Pongo mi mano libre bajo mi cabeza y la ocupo de almohada.
 
—Eso es cierto, pero somos novios. No es necesario que hablemos cosas coherentes. Por ejemplo, mi mamá está cocinando una sopa muy rara —dice divertido y puedo escuchar a su mamá regañándolo. Seguramente está sentado cerca de ella. En la cocina.
 
— ¿Y sabes cómo se llama la sopa? —pregunto calmado. Él dijo que nuestras charlas no deben tener sentido, y eso es lo que más me gusta de Aomine. Él no suele planear o pensar mucho las cosas, solo las hace.
 
 —Dice que es un gazpacho de verduras —me explica con voz rara y presiento que la dicha sopa no es de su agrado—, ¿Alguna vez la has comido?
 
—Sí, es buena —respondo con una sonrisa— ¿Tú madre siempre cocina ese tipo de cosas?
 
—Sí. Ella está haciendo un curso de cocina todas las tardes —explica—, Acaba de decirme que te invita a comer con nosotros el fin de semana… si es que quieres.
 
Ah, mi suegra acaba de invitarme a comer con ellos.
 
— ¡Sí! —digo demasiado deprisa y carraspeo—, Quiero decir, claro que sí. Me encantaría ir —concluyo con un pequeño suspiro. No me gustaría que él pensara que estoy desesperado o algo así.
 
—Genial. Ella dice que te preparara todo un banquete.
 
— ¿A tu mamá no le molesta que estés saliendo con un hombre? —pregunto curioso y muerdo mi labio en espera de una respuesta.
 
—No, ella es bastante liberal en ese asunto. —Se queda callado, pero no digo nada porque tengo esa sensación de que dirá algo más—, ¿Tú les has dicho a tus padres sobre nosotros? 
 
Su voz suena nerviosa ahora, y daría mi vida por ver la cara que está poniendo. Seguro que está mordiendo su labio y tiene un sonrojo en sus mejillas.
 
—No. yo no hablo con mis padres —le digo algo cortante y me arrepiento de ello.
 
—Entiendo —dice un poco desanimado.
 
—Lo siento amor. No quise sonar duro, pero la relación que tengo con mis padres no es como la que tú tienes con los tuyos. Mi mamá solo me llama para decirme que me ha depositado dinero y luego cuelga. Ella ni siquiera me pregunta por mi día o me deja preguntarle por el suyo y no hablo hace un largo tiempo con mi papá —confieso con un suspiro y cierro los ojos. 
 
Tal vez a él no le interesa nada de esto, pero sentí la necesidad de decírselo.
 
—Lo lamento, te hice hablar de algo que no te agrada.
 
—Para nada —aseguro con una pequeña sonrisa en mis labios—, Ya no me importa que ellos no se preocupen por mí, estoy acostumbrado.
 
—Yo si me preocupo por ti, eres importante para mí —dice en un susurro y hace que se me ericen los pelos.
 
—Tú también eres muy importante para mí —confieso sin abrir los ojos. En mi mente puedo imaginarme a Aomine, con esa sonrisa pedante que tiene, y esos ojos azules tan hermosos como una puta noche estrellada y su cabello, y sus labios y él por completo.
 
— ¿Sabes que es lo que más me gusta de ti? —dice con voz ronca y abro los ojos. No se suponía que íbamos a hablar de sentimientos por teléfono. Ahora estoy mucho más nervioso.
 
—Nunca me lo has dicho —murmuro avergonzado y muero por oír lo que dirá.
 
—Todo —dice de forma normal.
 
—Wow, esa palabra abarca muchas cosas.
 
—Pero es la verdad.
 
— ¿No podrías ser un poco más específico?
 
—Claro que podría, pero antes te diré que no hay nada de ti que no me guste. —Carraspea exageradamente y ruedo los ojos—. Adoro cada cabello pelirrojo que hay en tu cabeza y aunque no lo creas me gustan tus cejas. Son raras, pero en ti lucen bien; te dan una apariencia masculina y me gusta mucho mirarte la cara. 
 
—Conclusión: Estás enamorado de mis cejas.
 
—Claro que estoy enamorado de ellas. Si no tuvieras esas cejas no habría caído por ti tan rápido.
 
—Bah, guarda tus cumplidos y bromas sobre mis cejas para el discurso de nuestra boda, idiota —digo con un bufido y él ríe—, Decreto que después de reírte de mí, debes seguir con tus halagos, así que guardaré silencio y te daré algo de espacio.
 
—Si tú lo dices.
 
—No soy yo amor, es la ley —digo con una sonrisa. Recuerdo que él me dijo algo parecido hace un tiempo atrás. Que jodido deja vú.
 
—Bueno, me fascinan tus labios tan suaves y delgados, sobre todo cuando los relames después de besarnos y lucen aún más suaves. Amo tus orejas pequeñas y—
 
— ¿Qué tiene de malo que sean pequeñas? ¿Quieres que las tenga más grandes? —irrumpo algo divertido.
 
—No amor, así son perfectas para mí —dice con voz suave—, También me gusta tu nariz respingada, que por alguna razón ahora amo morder. Amo tus pestañas y tus ojos tan malditamente irresistibles. Amo tus sonrisas y amo también como tu rostro se pone rojo cuando me acerco demasiado. Lo más seguro es que ahora estés rojo también —dice divertido y se queda en silencio. Supongo que está esperando que responda algo sarcástico.
 
—No dejes de hablar —pido con un murmuro y me siento sobre el colchón, para ponerme en posición fetal. 
 
—Amo tus manos grandes y tus dedos largos. Amos tu piel. También amo cuando me miras enojado y frunces el ceño, porque te ves tan adorable. Amo cuando muerdes tu labio inferior y amo tu personalidad porque eres tan distinto a mí y… ugh. Mi madre me está mirando y alzando sus cejas de forma significativa. Estoy avergonzado porque seguramente ella ha estado escuchando todo y ugh, siento que mi cara está roja —tartamudea algo nervioso y yo suspiro.
 
Justo ahora me siento tan amado por esta persona. 
 
—Creo que ahora es mi turno de decir lo que me gusta de ti —explico con mi rostro completamente rojo.
 
—No es necesario que lo digas ahora, puedo esperar a ir a tu casa —dice con calma y suelto una pequeña risa.
 
—Es demasiado necesario que lo diga ahora, porque de una forma u otra tú acabas de hacer que mi corazón se acelere a mil y estoy a punto de arrojar el teléfono para ponerme a gritar como un desquiciado por todo lo que dijiste. Me parece justo decirte mis razones para que actúes de una forma parecida y hacer que te avergüences de igual manera. 
 
—Es justo. Te escucho.
 
—Comenzaré por tu rostro —Carraspeo—, Me gustan tus ojos. La verdad es que antes creía que la forma en la que se describían los ojos azules no era más que puro cliché de mierda, pero cuando miro los tuyos me doy cuenta que están llenos de calidez y todo ese cliché es cierto. Es una sensación rara, pero me siento satisfecho y completo, me siento en paz. Amo tu cabello, que por cierto está algo largo ahora, pero de todas formas me gusta. Me da un poco de risa cuando te miras al espejo y tratas de acomodarlo hacia el lado derecho, pero el maldito nunca te hace caso.
 
—No te burles de mi cabello —reclama con voz infantil y sonrío.
 
—Amo tus pestañas tan largas. Amo tu sonrisa, y no me importa que sea sarcástica u orgullosa, o una sonrisa completamente falsa. Yo amo la curva que hacen tus delgados y deliciosos labios. Me gusta tu mentón, y por alguna razón también he comenzado a morderlo. No diré nada de tus orejas porque nunca las veo, están camufladas bajo tu pelo o algo así. Cuando nos veamos, tiraré de ellas tan fuerte que si no aumentan de tamaño, las sacaré de tu cabeza.
 
—No es justo, tú eres mucho más profundo para hablar de mí. Acabas de hacer que mi confesión parezca basura y has logrado que mi corazón se acelere también, ¡Que injusticia! —reclama con el mismo tono infantil de hace un rato y se pone a reclamar sobre como acabo de arruinar su discurso y que ahora tendrá que buscar material nuevo de halagos.
 
—Estoy enamorado de ti —irrumpo con un susurro y de repente se queda en silencio.
 
No quería decírselo aún, porque solo llevamos cinco meses de noviazgo y quizá esto podría asustarlo, pero no puedo evitarlo. Él me hace sentir tan especial y amado, es un sentimiento que no había sentido con nadie. Nunca.
 
—Y-Yo también estoy enamorado de ti. —Y con solo escuchar eso, mi pecho se infla de emoción y una enorme sonrisa aparece en mi rostro. 
 
[Enamorados]
 
—Luces bien con ese pantalón —comenta Aomine, mientras yo bajo la mirada hacia la prenda. La verdad no tiene nada de especial, es un maldito pantalón negro y… Ah, él lo dijo mirando mi trasero.
 
—Gracias. Tú luces bien con esa chaqueta —respondo con una sonrisa y tomo las llaves de la entrada—. Estoy listo, ¡Vámonos rápido! —exclamo como un niño pequeño y él me sonríe.
 
Iremos al cine. 
 
Estamos teniendo citas todos los viernes por la tarde y hoy tocó el cine. Hemos ido a muchos lugares, hace unas semanas fuimos a jugar bolos, y antes de eso a comprar cd’s de música, pero mi cita favorita es cuando vamos a jugar baloncesto.
 
Cierro la puerta de la casa y cuando está asegurada me dirijo hacia Aomine, tomando su mano.
 
— ¿Para qué película compraste los boletos? —pregunto mirando los papeles que imprimió hace unos momentos. No le gusta tener que hacer fila, así que compra las entradas por internet… bueno, Momoi las compra por internet.
 
—La era del hielo: Choque de mundos —dice con una sonrisa orgullosa y sacude levemente las hojas sobre mi rostro. Yo le sonrío y chocamos puños con gusto.
Ayer vimos una maratón de la era del hielo, y estuvimos casi hasta las cinco de la madrugada viéndolas. No fue una de mis mejores ideas proponer ver las cuatro películas seguidas, siendo que eran casi las once de la noche y hoy teníamos clase.
 
Salimos del edificio e inmediatamente nos dirigimos al paradero del autobús. Hay pocas personas ahí y gracias al cielo el autobús no se demora nada en llegar. Al subir, me siento junto a una abuela de cabello largo y muy blanco, mientras que Aomine se sienta junto a una muchacha que parece universitaria.
La abuela es amable conmigo, ella me obsequia unos caramelos que eran para su nieto, el cual no aceptó por razones que no logré entender, sin embargo yo solo le sonreí y acepté.
Cuando me levanto para bajar, miro a mi novio. Aomine literalmente suspira aliviado cuando le hago una seña para que bajemos.
 
—Estaba aburrido, y esa chica no dejó de decir groserías durante todo el camino. Creo que terminó con su novio. Ella no paraba de decirle a su amiga que él tipo era un idiota y que podría salir a delante sin él —lloriquea de manera falsa y me toma la mano cuando bajamos.
 
— ¡La abuela me dio dulces, bebé! —digo con voz cantarina y él sonríe. ¡Amamos las golosinas!
 
— ¿Yo los de manzana y tú los piña? —me pregunta cuando le muestro el puñado de dulces.
 
—Me conoces muy bien —le digo con una sonrisa y le entrego lo dicho.
 
Caminamos mirando los distintos tipos de comida que venden en puestos callejeros, hasta que finalmente logramos llegar al cine. Las carteleras ofrecen una variedad demasiado amplia de películas y me dan un poco de lastima los sujetos que tendrán que hacer fila para comprar la entrada. 
 
— ¿Palomitas dulces? —me pregunta Aomine y yo dejo de sentir lastima ajena. Giro la cabeza para mirarlo y asiento. Él mira a la chica de la dulcería y suelto su mano—. Entonces quiero el combo 9 y quiero chocolates, papas fritas, gomitas y… ¿Qué más quieres, bebé? —me mira de reojo y la chica tiene la boca abierta.
 
—Ah, no compres tantas cosas. Con las palomitas está bien —murmuro avergonzado y él ríe divertido.
 
—Amor —dice mirándome fijo—. Tengo dinero, hice algunos favores y si me alcanza. No te preocupes por pequeñeces, hoy he venido a gastarlo todo contigo —habla seguro de sí mismo, pero niego con la cabeza.
 
—Pero no quiero que lo gastes todo —me cruzo de brazos y él alza una ceja. Empezamos una pequeña guerra de miradas y somos irrumpidos por la encargada.
 
—Lo siento pero hay más gente esperando. ¿Podrían darse prisa? —pide con una sonrisa encantadora.
 
—Quiero todo lo que pedí, más unas galletas con chispas de chocolate —dicta Aomine, ignorando por completo lo que acabo de decir.
 
La chica asiente y le dice el precio. Aomine dirige su mano hacia su bolsillo y lo detengo.
 
—Al menos deja que te ayude a pagar todo esto —digo serio y él niega.
 
—No, yo te invité a este lugar y yo pagaré la comida. —Termina de meter la mano en su bolsillo y saca su billetera.
 
—Me niego rotundamente a ser el invitado. Esta cita es de los dos y también quiero pagar. —Me cruzo de brazos y él me sonríe orgulloso.
 
—No. —Me saca la lengua y le entrega unos billetes a la chica. Luego, empieza a agarrar los dulces—. ¿Te molestaría llevar las palomitas? Yo llevaré lo demás —pregunta calmado, mientras acomoda todos los paquetes de comida entre sus brazos.  
 
—Eres un estúpido —regaño con el ceño fruncido y caminamos con cuidado por el pasillo.
 
—Pero soy tu estúpido —dice guiñándome el ojo.
 
—Eso fue tan cliché —comento divertido.
 
—Se suponía que tenías que avergonzarte y responder algo tsundere para que esto fuera aún más cliché —reclama con un lloriqueo y niego con la cabeza. 
 
No tardamos mucho en llegar hasta el chico que recibe los boletos y Aomine me dirige una mirada significativa.
 
— ¿Puedes sacar las entradas? Están en mi bolsillo. —Mueve un poco el trasero y puedo deducir que las tiene en el bolsillo derecho. 
 
Acomodo las palomitas para que no se caigan y dirijo mi mano hasta su pantalón. Toqueteo un poco, pero las entradas no están allí. Alzo una ceja y saco mi mano para meterla en el otro bolsillo, pero tampoco están ahí.
 
—Oye, las entradas... —No acabo la oración, cuando veo como Aomine rebusca entre los dulces y saca el papel doblado de ahí. Alzo una ceja y él joven nos deja pasar.
 
—Sala nueve —dice amable.
 
— ¿Por qué rayos me has hecho buscarlas en tu bolsillo? —pregunto desconcertado y él ríe.
 
—Había olvidado que no las tenía ahí. —Se encoge de hombros fingiendo ignorancia. Le creería, pero la sonrisa burlona que tiene en el rostro me da la impresión de que él miente.
 
Al estar dentro de la sala, nos sentamos en la última fila y cómo podemos acomodamos los dulces.
 
— ¿Qué se supone que vamos a practicar este mes? —dejo mi bebida en el porta vaso y lo miro. La sala aún está iluminada y quedan casi diez minutos para que empiece la película.
 
—Hemos practicado muchas cosas —habla tranquilo—, Solo nos falta ponerlo en práctica y actuar como enamorados —explica con una sonrisa y asiento. 
 
La sala se pone oscura y la pantalla se ilumina.
En un principio dan tráiler’s de otras películas y con cuidado subo el posa brazos que me separa de Aomine, acercándome un poco a él. Esto es vergonzoso, pero yo debo acostumbrarme a actuar como un dulce enamorado. 
 
—Dame la mano —susurra con una sonrisa y entrelazo nuestros dedos, dejando que ambas manos descansen sobre mi muslo. 
 
Dan el tráiler de una película sobre la vida secreta de las mascotas y ahí es cuando decido apoyar mi cabeza en su hombro. A veces no me atrevo a hacer ese tipo de cosas, porque pienso que Aomine no me corresponderá y se sentirá incómodo.
Pero luego de hacerlas, me doy cuenta que él no me rechazaría. Él me quiere después de todo.
 
— ¿No te diste cuenta de algo? —pregunta dudoso.
 
— ¿Qué?
 
—Para ser una película infantil, no he visto a ningún niño entrar aquí, solo a parejas adultas. —Su tono de voz curioso, hace que mi curiosidad crezca también.  
 
Entonces cuando llevamos dos minutos de película, nos damos cuenta que esta no es “La era del hielo: Choque de mundos”. Esta sala es de la película “El conjuro 2” y para desgracia nuestra no podemos pedir reembolso, ni cambiar de estúpida sala. 
En momentos como este es cuando quiero matar al mundo entero. Sobre todo a Momoi porque ella compró las estúpidas entradas a esta estúpida película en esta estúpida sala y en este estúpido cine. 
Y ahora que lo pienso mientras estoy sentado aquí, cagado de miedo con mi cuerpo convulsionando por los repentinos gritos y siendo abrazado por los fuertes brazos de Aomine… tener novio no es tan malo como yo creí que sería. 
Sin embargo tener a Aomine como novio es sin duda lo mejor que me pudo haber pasado.
 
FIN
 
Notas finales:

bai bai


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).