Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Efímero por Kammy

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

En algún momento mis sentimientos se desbordaron y he aquí los restos. 

21/11/17

A Min Yoongi. 
 
 
 
 
He mirado la luna cada noche desde aquél momento en que dijiste adiós con tus ojos llenos de tristeza. Aún recuerdo que levantaste la mano desde la distancia para mostrarme tu dedo meñique en una simple seña de promesa que ambos sabíamos que estabas rompiendo en ese preciso instante. 
 
Subiste al auto y miraste al frente, alguien te deseó buena suerte y mamá rió encantada cuando los fuegos artificiales iluminaron el cielo nocturno por breves momentos que se sintieron interminables.
 
Me miraste otra vez. Abriste la boca y yo negué. 
 
No había nada que decir. 
 
No lo había.
 
Incluso cuando te llamé meses después, temblando por el frío de la calle mientras sujetaba el teléfono entre mis manos con una fuerza insana, apoyado contra el metal de la casilla del teléfono público en pleno invierno a las tres de la mañana. 
 
--¿Minnie? ¿Minnie, eres tú? Habla por favor. 
 
Rogaste. Tu voz era grave, un tanto ronca y parecía peligrosamente inestable. 
 
La extrañaba tanto. 
 
--Por favor...Necesito escucharte, necesito que me hables. Han sido meses, no sé de ti desde aquella vez y sé que no tengo ningún derecho pero... Pequeño, sólo di hola. Sólo eso, por favor.
 
No pude porque el nudo en mi garganta se sentía demasiado doloroso. Porque estaba tan malditmente cerca de romperme en esos instantes al escuchar tu primer sollozo. 
 
Han sido demasiados los días en los que me he preguntado si tomamos la desiciones correctas. Si al final todo se reducía a esto, a elegir nuestros propios caminos y ser miserables en la soledad ante la falta del otro. 
 
--Si te digo que te amo ¿Me creerás?
 
Dijiste aquél día, tanto años atrás, cuando la vida parecía sonreirnos y el dinero hacia tanta falta. 
 
--Ya lo hago. 
 
--No, no lo haces. Aún me miras como si tuvieses miedo de que te lo confiese. 
 
Porque estaba mal. A ojos de todos, de una sociedad hipócrita llena de prejuicios que no podían aceptar el amor tal cual era, sincero, sin barreras de ningún tipo. 
 
Ellos nos señalaron. Ellos nos miraron con desprecio y sus palabras dolieron, dolieron tanto aún si sostenías mi mano en señal de apoyo. 
 
Aún si tú te estabas rompiendo.
 
--Deja de fumar. Odio verte fumando.
 
Estábamos envueltos entre mantas con aroma a sudor y sol, mirando por la ventana de esa pequeña habitación que nos protegía del mundo. Miramos por el cristal empañado; las gotas de lluvia se deslizaban por ella como lágrimas que nosotros mismo no nos atrevíamos a derradar por miedo a aceptar que se acercaba el final.
 
--¿Crees que realmente tenemos cuatro vidas?
 
--No tengo idea. Tal vez esto es todo lo que hay, el ahora.
 
Te mire. Estabas hermoso con el cabello negro revuelto y los ojos cargados de sueño, recostado en la cama con tu piel pálida, acariciando mi espalda con la yema de tus dedos. Sonreías y me encantaba cuando lo hacías.
 
--Iremos al infierno. 
 
Resoplaste, rodaste los ojos y colocaste tus brazos tras tu cabeza. No dijiste nada por un momento y para cuando las últimas cenizas de mi cigarrillo llegaron al piso, tu voz flotó en el silencio.
 
--¿Por qué? ¿Por que los demás lo dicen? No es así Minnie, incluso si llevamos la misma sangre o el mismo apellido, nadie puede definir si esto está mal basándose en en una concepción donde no hay medias tintas. 
 
--No me importa. Lo sabes.
 
--Lo sé.
 
Pero a ti sí te importaba. Pero a ti sí te afectaba. No importa cuán fuerte quisiste ser por mí, al final de todo, fuiste tú el primero en rendirse. En ceder ante la presión de aquellos que comenzaron a acorralarnos. 
 
--No puedes hacerle esto Yoongi. Jimin es apenas un niño, no sabe lo que quiere, sólo míralo. Él está perdido, la muerte de su padre le hizo estragos y su dolor no le hace pensar con claridad en sus acciones. Sólo conseguirás hundirlo más.
 
La abuela te dijo un día cuando pensaban que yo dormía. La habías invitado a entrar porque afuera hacia frío y a pesar de todo la amabas. Claro que sí. Era tu madre después de todo. 
 
--No le haría daño nunca. Tú lo sabes. El me necesita. 
 
--No lo hará por siempre. Dime ¿Qué será de ustedes el día en que despierten y se den cuenta de que no es esto lo que realmente querían? 
 
--¿A qué has venido?
 
Estabas enfadado y ella suspiró antes de llorar en silencio al mirarte como quien mira a un hijo que ya ha muerto. Te dolía y yo iba a levantarme para pedirle que se fuera, que no debía estar ahí, arruinando nuestra pequeña burbuja de ilusiones.
 
--No le hagas esto Yoongi. No arruines su vida de ésta manera. No lo merece, él ha perdido ya demasiado ¿No te parece? 
 
A veces pienso que fue ahí donde abriste los ojos a una realidad que nos negabamos a ver. Fue ahí donde comenzaste a decirme adiós aquellas noches cuando me hacías el amor con una mirada atormentada. 
 
Me besabas sin parar. Me tocabas como si no pudieras vivir sin ello y murmurabas en silencio un perdón que creías que nunca escuchaba en medio del sonido de nuestros cuerpos. 
 
Lo hacía. Y lloraba en el baño bajo el agua caliente a la espera de que me rompieras de una maldita vez por todas. 
 
No te detuve. No pude hacerlo. 
 
Ella tenía razón.
 
Ellos siempre la tuvieron.
 
--No puedo seguir con esto. Se ha vuelto demasiado.
 
Yoonie, mi pequeño algodón de azucar. Mi chico de expresión dulce y lengua afilada. Ese que me dió esperanza y creó para mí un mundo dónde todo era posible. Que me enseñó que el amor es hermoso, aunque duela, aunque deje cicatrices.
 
--Entonces vete. Ambos hemos tenido ya suficiente. 
 
Te dolió. Creíste que iba a negarme, que pediría por un momento más y tal vez necesitabas de ello para quedarte. Pero ¿Qué caso tenía? 
 
Te lo habías replanteado. Te habías detenido a considerarlo. Y desde ahí ya te había perdido. 
 
Fueron días oscuros. Fueron noches dolorosas. Fueron meses que creí que me ahogaría en la soledad al mirar alrededor y encontrar el vacío de tu ausencia. 
 
Entonces, esa diminuta habitación se sentía demasiado grande. Tus cosas dejaron de estar tiradas por ahí, tus zapatos en la entrada desaparecieron pero olvidaste tu loción en el baño. Esa que nunca usabas pero mantenías para ti por que te gustaba. Esa que me ponía todos los días para sentirte a mí lado. 
 
El olor del café y el tabaco dejó de ser todo lo que me despertaba en las mañanas y las latas de cerveza aumentaron. La comida dejó de ser necesaria y las pastillas para dormir suplieron las vitaminas. 
 
Dejé de sentir. Por segunda vez en mi vida. 
 
Me entumí mientras miraba la vida pasar bajo la ventana de una habitación que apestaba a tristeza. 
 
--Soy Seokjin, tu hermano, por si lo has olvidado... No quieres hablar conmigo, lo sé, pero supuse que necesitas a alguien ahora. Me tienes a mí ¿De acuerdo?
 
Reí. Reí con amargura y me levanté con paso inestable para llegar al móvil y estrellarlo de una maldita vez por todas, demasiado ebrio y drogado como para registrar algo de lo que decía el chico que me dió la espalda cuando mamá me corrió de casa, tirando mi cosas a mis pies con la decepción en el rostro. 
 
--... Sólo llámame. Podemos hablar.  Estoy casi seguro que no vendrás a la boda pero me haría feliz verte. 
 
Una semana pasó. Las costillas comenzaron a mirarse a través de mi piel y el cabello me caía hasta los hombros. Las facturas se juntaban en la mesa vieja y el polvo cubrió los rincones de mi vida. 
 
La invitación llegó a principios de otoño y pensé en un primer momento que era una cruel broma. 
 
Resultó que no lo era. 
 
Y maldito seas, no me pude resistir a llamarte para comprobarlo de tus propios labios.
 
--Así que vas a casarte. Enhorabuena Yoongi. 
 
--Jimin...
 
--No. Esta bien. Alguien tiene que sentar los pies a la tierra. 
 
No lloré. No tenía caso hacerlo. 
 
Tal vez fuiste tú quien me hubiese enviado lo que era el golpe final para derrumbar los deteriorados cimientos que me mantenían de pie, peligrosamente cerca del maldito borde. Tal vez no, de cualquier forma, era lo mejor. 
 
La realidad se estrelló en mí como una bola de demolición y entendí al fin que no volverías a mí. Que no me pertenecías más y que era hora de decirte adiós. 
 
Había llegado el momento de dejarnos ir. 
 
De soltar nuestra manos para siempre. 
 
De entender que no habría jamás un final feliz para nosotros.
 
--Has venido. 
 
Estabas soprendido. Yo también. Pero tenía que estar ahí para verte dar el paso que rompería definitivamente nuestros corazones. 
 
Te mirabas tan hermoso en ese pulcro traje negro de tres piezas que siempre imaginé en ti cuando soñaba que podíamos tener un futuro juntos conmigo a tu lado sosteniendo tu mano, en una situación tan distinta a ésta.
 
--¿Qué dice de mí el perderme la boda de mi mejor amigo? 
 
Me diste una sonrisa amarga. Negaste y miraste sobre mi hombro.
 
--Supongo que es lo que soy. Después de todo, jamás volveré a ser tu hermano. No con nuestra historia, de todos modos
 
No eras mi hermano. Nunca lo fuiste aún si crecimos como si lo fueramos. Eso no quitaba el hecho de que fueses el hermano de mi madre, de cualquier forma. 
 
--Así que... ¿Cómo es ella?
 
El amor es tan complicado. El amor es una condena y un regalo. Te eleva, te ilusiona y entonces... Entonces caes. 
 
Caes duro, fuerte y sin advertencias previas. 
 
Te destruye. 
 
Te hace fuerte. 
 
--Tenía que hacerlo. Alguien debía detenerse y terminarlo. Dime ¿Hubiese podido hacer eso?
 
Me preguntaste bajo la entrada de la iglesia. Me mirabas con tanta desesperación que no pude sostenerte la mirada por más tiempo porque ambos sabíamos la respuesta. 
 
Y la vi. 
 
Se miraba hermosa con ese vestido blanco y su rostro lleno de ilusión y felicidad. Tan fresca, tan llena de energía y tan diferente a mí.
 
Yo era un desastre. Vestido con jeans rotos y una sudadera demasiado grande. Con bolsas bajo mis ojos, con olor a hierba y el cabello grasoso. 
 
No había punto de comparación. Habías elegido bien. 
 
--Te veré después, supongo.
 
Ambos sabíamos que yo mentía. Que no había manera de estar cerca de nuevo nunca más si queríamos estar a salvo del otro porque, incluso ahí, necesitaba tan mal tenerte entre mis brazos para besar tus lágrimas mientras te aseguraba que saldríamos de esta. Que todo iría bien a pesar de todo.
 
Aún recuerdo la explosión en el cielo, la felicidad de mamá y toda la familia al verte desaparecer por la carretera dejándome atrás. El cómo quisieron venir a mí con sus miradas llenas de lástima y cierto disgusto.
 
¿Ahora era cuando decidían manejar mi vida también?
 
¿Ahora cuándo estaba tan vulnerable y cayendome a pedazos ante sus ojos? 
 
Mamá quiso darme un abrazo y yo di un paso atrás, tan disgustado. 
 
--Lo has conseguido. Bien por ti, esto era todo lo que siempre habías querido. 
 
Ella bajó los brazos a sus costados. Se acercó hasta quedar frente a mí a un palmo de distancia. Se miraba más vieja y delgada y murmuró palabras duras para que los invitados no escuchasen.
 
--No aquí Jimin. Vayamos dentro y por Dios, date un baño. Apestas. 
 
Nunca fuí el hijo que ella quiso. Nunca estaba bien las cosas que yo hacía. Jamás iba a convertirme en un orgullo a sus ojos porque era el culpable de destrozar su perfecta vida adolescente cuando cometió la estupidez de creer en un idiota que no la amaba. 
 
Y ahí estaba yo para recordarle su ingenuidad, su amor perdido y su desgracia. 
 
--Lo siento. Creo recordar que había muerto para ti el día en que me diste la patada lejos de tu vida. Así que no me hables como si tuvieses ese derecho. 
 
La vida me golpeó demasiadas veces. Tropecé, caí y me levanté para seguir huyendo. Para dejar los pedazos rotos en un camino que se sentía interminable, corriendo lejos como el cobarde que siempre fuí desde el momento en que perdí al único hombre que jamás iba a negarme su amor. 
 
--Papá ¿Puedo ir contigo? ¿Por favor?
 
Hablé al aire, mirando la luna con la esperanza de obtener una respuesta a través del viento. 
 
No la obtuve. Mi padre jamás respondía, tal vez estaba enfadado; es posible que tampoco él estaba feliz del chico en que me había convertido. No en el niño que dejó aquella noche en que se despidió de mi con la promesa de vernos más tarde. 
 
Al final él se había marchado. Yo esperaba que estuviese en el cielo. 
 
Sí. Era un asco. Era un pecador con demasiados demonios en mi cabeza. 
 
Era aquello que todos despreciaban por el simple hecho de amar sin miedo en un mundo donde las apariencias eran todo lo que importaba. 
 
La primera pastilla entró a mi boca. Le siguieron unas cuantas más y para cuando vacié cada pequeño bote, mis llanto abandonaba mi boca en gritos desesperados por el dolor en mi pecho ante la pérdida de todo lo que tenía. Ante la desesperación de ser cogido en brazos y saber que le importaba a alguien. Pero me habían abandonado, cada persona que juró que iba a estar a mi lado.
 
Incluso mi padre.
 
Incluso tú Yoongi.
 
Estaba solo. 
 
Dicen que el suicido es el camino fácil a la desesperanza, una vía de escape y pueden decir también  que es una cobardía.  
 
No lo es. 
 
Es un acto lleno de valentía que implica una determinación absoluta para terminar tu propia vida. Es aceptar el hecho de que te vas para no volver nunca aún sabiendo el dolor que provocarás con tu partida. Es enfrentarte al miedo y tragar tus dudas. 
 
No es darte por vencido. Es aceptar que estas listo para seguir tu camino más allá de la vida.
 
Era mi desición. Era mi voluntad. Era yo deseando irme bajo mis propios terminos. 
 
Pero tuviste que arruinarlo. Tuviste que arrebatarme eso también. Tuviste que ser egoísta y poner tus propios deseos antes que lo míos ese maldito día Yoongi. 
 
No debiste dejarte guiar por la culpa e ir a mi edificio. No debiste usar la llave que te di como regalo de aniversario y no debiste forzar la puerta del baño. 
 
Deberías haberte ido. Pero no lo hiciste. 
 
Las luces del techo me cegaron cuando abrí los ojos y tuve que tomarme un momento mientras me acostumbraba a ello para poder enfocar tu rostro atormentado y culpable justo sobre el mío.
 
--Lo siento. Lo siento tanto... Mi niño, mi Minnie ¿Qué diablos te hice? 
 
Lloraste. Lloraste mientras besabas mi frente y te negabas a irte aún si mamá te pedía que no hicieras esto. Que sólo estabas empeorando todo al quebrarte delante de mis ojos. 
 
--¡Es mi maldita culpa! ¡No debí ceder ante ti ni la abuela! ¡Ni debí dejarlo cuando más me necesitaba sólo porque jurabas que me encerrarías tras las malditas rejas! 
 
--¡Es mi hijo Yoongi! ¡Es mi hijo y no pienso permitir que tú lo hundas! ¡No pienso verlo arruinado! ¡Ya no!
 
--Tú fuiste quien lo arruino en un principio ¿O ya no recuerdas?
 
El golpe que ella te dio se escuchó demasiado fuerte y lo único que impidió que volviese a hacerlo fue el gemido que escapó de mis labios. Mamá fue a mí y tú te quedaste ahí de pie pidiéndome que te llamara, que pidiera por ti. 
 
Pero ¿Qué caso tenía?
 
--Por favor vete. Vete y olvida lo que sucedió aquí Yoongi. Tienes tu propia familia para proteger ahora así que no tienes nada que hacer al lado de Jimin. 
 
Las palabras de mamá me recordaron el porqué estaba ahí.  Me recordaron que habías decidido ir a mí, a buscarme, para pedir perdón una vez más el día que me encontraste en el piso de mi baño entre convulsiones. Para decirme que te ibas a otra ciudad, que tu esposa necesitaba una estabilidad lejos de esta familia de mierda, que querías que tu bebé creciera bien sin tu pasado como una sombra. 
 
Me aferré a la mujer que me dió la vida y se aseguró de endurecer mi alma para enfrentar los golpes de las caídas. Me aferré a la única persona que podía perdonar pese a todo algún día, no hoy, no mañana, no en un par de años, pero lo haría. 
 
Y ella me salvó a su manera mientras tú me destruías. 
 
--Eres tú, sé que eres tú. Me has llamado desde un teléfono público durante meses, una vez por semana sin decir ni una palabra y aún así espero cada miércoles a que lo hagas, sentado en este sillón mirando la luna tras mi ventana como lo hicimos hace años ¿Recuerdas? Me prometiste que jamás dejarías de amarme y deseo de todo corazón que puedas romper esa promesa Minnie. 
 
Dijiste el año pasado, la última vez que me detuvo a escuchar tu voz mientras esperaba el año nuevo bajo los fuegos artificiales de un 31 de diciembre. 
 
--Quiero que rompas la primera promesa de todas las que me hiciste. Hazlo mí,  amor. Necesito que seas tú ésta vez quien se baje de éste sube baja y me deje caer sin mirar atrás. Necesito que seas libre, que me olvides y sigas andando para encontrar al hombre que te merezca, que no tenga miedo de amarte tal cuál eres, que no tenga miedo a besarte en la calle, a tomar tu mano bajo la lluvia y quien no sienta culpa al hacerte el amor como te lo mereces. Sin disculpas de por medio, sin temores ni tormento. Hazlo por ti Minnie, hazlo por tu papá. Vive bien, vive como si cada día fuera un regalo, porque éste Jimin, éste fue mi regalo a ti. Ésta nueva oportunidad donde puedas perdonarte a ti mismo y ser el chico que siempre has querido ser. Libre, sin ataduras ni miedos. 
 
Aquella noche llovió. El frío caló mi piel pero mi corazón dejó de doler. Esa madrugada sonreí pese a escuchar tu llanto, tu dolor, tu muda suplica donde me pedías perdón. Sonreí porque al fin lo había entendido, porque sabía que me amabas y que jamás dejarías de hacerlo. 
 
Sonreí porque estaba dispuesto a dejar todo atrás y comenzar de nuevo para tener en mis brazos a ese pedacito de ti que sabía iba a amar como si fuera mío también. Porque necesitaba tenerte a mí lado aún si no podía tenerte. 
 
Porque te amo. Y lo haré siempre. 
 
--Feliz año nuevo Yoonnie. 
 
Te dije las primeras cuatro palabras después de 20 meses sin mirarte. Desde nuestra ruptura definitiva aquél día que tomaste tu propio camino y decidiste que no eramos suficientes para el otro. 
 
Colgué. Metí las manos en los bolsillos del pantalón y seguí mi camino a esa pequeña habitación que ahora olía a mí. A sueños, a ilusiones y nuevas metas. 
 
A libertad. 
 
 
 
 
"Te perdí. Me perdiste. Pero nos encontraremos al final del camino y espero que, en la próxima vida, puedas amarme sin culpas ni remordimientos como yo lo hice."

Notas finales:

Una síntesis de una historia que espero algún día tenga el coraje de publicar. Mientras tanto, espero les haya gustado. 

 

Con amor. 

 

Kam. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).