CAPÍTULO I
“¿No lo di todo?
Hice lo mejor que pude,
Te di todo lo que tenía,
Todo y nada menos,
¿No lo hice bien?
¿Te defraude?”
Adele
El parque en el centro de la ciudad, con sus grandes árboles adornándolo era el lugar ideal para ir a pasar el rato con tranquilidad, solo o acompañado, por alguna razón en específica o sin ella, ese lugar era perfecto para cualquiera que lo visitara; algunos incluso decían que ese lugar sanaba las heridas del alma y del corazón. Los últimos rayos de sol entre amarillos y anaranjados alumbraban el paso de los visitantes de la zona. Las ramas de los árboles se mecían con parsimonia, dejando algunas de sus hojas regadas en el camino y sobre los jardines. El atardecer poco a poco llegaba a su fin, dando paso a la noche.
Kagami Taiga caminaba por uno de los senderos de aquel parque, su cabello pelirrojo se movía a causa de la brisa. Ajeno a la belleza natural que se vislumbraba a su alrededor. Solo había elegido pasar por el lugar antes de dirigirse a su departamento; quería despejar un poco su mente de todo lo acontecido.
Se encontraba triste y tan metido en sus pensamientos que no se fijó por donde caminaba hasta que choco con un alto castaño de ojos marrones, al que reconoció de inmediato, su anterior compañero de baloncesto en la preparatoria: Kiyoshi Teppei.
—Oh, hola Kiyoshi-san, lo siento. No me fije por donde iba.
—Hola Kagami, está bien no te preocupes —El hombre más alto coloco una de sus grandes manos en su cabeza a modo de saludo—. ¿Cómo estás?, hace tiempo que no te veo —preguntó con una de sus características sonrisas, pero con una mirada preocupada.
—Bien —respondió vacilante—. ¿Y tú Kiyoshi-san?
—Bien, supongo —Le contestó con una risa pesarosa—. Pero ¿En verdad estas bien?, te ves algo decaído.
Kagami se sobresaltó por lo dicho; recordaba que su senpai de preparatoria era muy perceptivo, pero él creía poder ocultar bien sus emociones y sentimientos. Al parecer no era así. Medito unos segundos sobre si contarle lo que le ocurría o no.
—Si, bueno, no ha sido mi mejor semana —musitó desviando la mirada—. Aunque tu tampoco te ves muy bien que digamos.
Teppei sonrío.
—Tampoco estoy en mí mejor momento —declaró rascándose nerviosamente la mejilla—, ¿te parece si nos sentamos? —. Señaló una banca que había cerca de donde estaban.
Kagami asintió y ambos se dirigieron hacia allí.
La banca donde se sentaron se ubicaba a la orilla de uno de los caminos empedrados del parque. La noche ya se había hecho presente, los faros del lugar ya se encontraban encendidos y pasaban menos personas por el camino; generando una atmósfera apacible a su alrededor.
—¿Y bien?, ¿Quieres contarme que te tiene tan mal? —preguntó el castaño poniendo una mano en su hombro dándole a entender que no tenía que hacer si no quería.
Kagami soltó un largo suspiro. Necesitaba desahogarse y tal vez encontrarse con Kiyoshi no había sido solo una coincidencia.
—Hace una semana termine con Dai...Aomine —respondió con tristeza bajando la mirada.
Teppei estaba sorprendido, sabía que Kagami y Aomine eran pareja desde hace un tiempo y todo parecía ir bien entre ellos, no podía imaginar porque terminaron.
—¿Y puedo saber porque terminaron?
—Él...él nunca me amo —Su voz sonó ahogada, como si estuviera a punto de llorar.
—¿Qué? ¿Cómo esta eso? —Lo miró perplejo.
—Así como te lo estoy diciendo Kiyoshi-san. Aomine nunca estuvo enamorado de mí, simplemente me uso para tratar de olvidar a alguien más. Y al parecer no lo consiguió —contestó al tiempo que unas lágrimas resbalaban por sus mejillas.
Kiyoshi no podía creer lo que el más bajo le decía. Como es que ellos que parecían una pareja tan feliz habían pasado por algo así; sin duda las apariencias engañan.
El castaño se acercó a Kagami y paso un brazo por su espalda tratando de consolarlo; no dijo ni pregunto nada más. El pelirrojo había comenzado a sollozar como un niño pequeño.
Después de unos minutos Kagami se calmó un poco, miro a Teppei y le dio una pequeña sonrisa como agradecimiento por su apoyo; el más alto le respondió con una leve sonrisa.
Kagami limpio sus mejillas húmedas con la manga de la sudadera que llevaba. Sus ojos escarlatas estaban irritados por el llanto. Inhalo una larga bocanada de aire y volvió a hablar.
—Supongo que debí darme cuenta; era más que obvio, la forma en que lo miraba, le sonreía; incluso cuando hablaba de él tenía un brillo especial en los ojos —esbozó una sonrisa torcida—. Aomine nunca me miro de esa manera.
Kiyoshi al escuchar lo dicho por el de cabellos bicolor se sentía aún más triste de lo que ya se encontraba. La forma en que hablaba Kagami expresaba tanto dolor. Teppei giro la mitad de su cuerpo en dirección al pelirrojo, estiro uno de sus brazos y coloco su mano en la nuca del más bajo acariciando su cabello con ternura.
—¿Y quién es esa persona a la que dices que Aomine quiere?
Kagami lo miro y tomando aire le respondió.
—Kise Ryota.