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Experimento 501 por mxgiwara

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Los pasos eran rápidos. Jimin era guiado por pasillos oscuros rodeados de gente de traje, acompañado por otros dos de igual manera. Por fin pudo divisar una puerta al final del camino, que al llegar abrieron al instante. La tenue luz blanca lo cegó momentáneamente hasta por fin poder reconocer el escritorio y al hombre tras él. Una persona robusta fumando un porro con tranquilidad, sus pies reposaban en el mueble. Al verlo, dio una sonrisa divertida.

Jimin fue sentado con rudeza en la silla frente a él, empujado por los hombros. Soltó un gruñido mientras frotaba su hombro afectado por la fuerza de los matones que lo escoltaron.

— Bienvenido, joven Park —  dijo con sorna, — siéntase como en su casa.

— Debería decirle a sus hombres que sean un poco más amables con sus invitados — contrataco sin miedo cruzado de brazos.

Yoo Hyun Suk sonrió todavía más.

— ¿No lo fueron? Si les dije que le dieran el mejor de los tratos a mi cliente estrella.

Jimin hizo una mueca pero no se vio intimidado por la fuerte imagen del hombre frente suyo. No podía darse el lujo de hacerlo de todas maneras. Este trabajo era peligroso y ante cualquier muestra de debilidad, sería comida viva de los altos cargos.

— ¿Tiene mi pedido? — nombró Jimin.

El hombre levantó una mano y le hizo una seña a uno de sus hombres tras suyo. Este extendió una carpeta de cuero cerrada. Hyun Suk la dejó sobre la mesa con tranquilidad. Jimin quiso tomarla, pero otro de los hombres de negro sujetó su mano antes de que lo pudiera tomar.

— Ya sabes cómo trabajamos aquí, Park — soltó Hyun Suk, quien indicaba al hombre a que soltara a Jimin, que tenía mala cara. — Primero tu parte y yo doy la mía.

Jimin lo fulminó con la mirada, pero igualmente de dentro de su sudadera tomó el fajo de dinero que hizo prácticamente que saltaran chispas de los ojos Hyun Suk. Se lo arrebató se sus brazos y Jimin aprovechó para tomar la carpeta de cuero. La abrió y se hicieron presentes en su visión el montón de archivos que este contenía.

— ¿Está todo? — preguntó Jimin.

Hyun Suk seguía contando el dinero — Por supuesto que lo está. Me ofendes, Park. Tanto tiempo trabajando juntos y aún desconfías de mí.

Jimin rodó los ojos y se levantó de su lugar.

Hyun Suk ordenó a que los mismos hombres lo escoltaran hacia la salida y así fue aunque el rostro de Jimin espetara a todas luces que él no estaba cómodo con eso, pero bien, el líder del lugar siempre fue una fuente confiable y no podía arriesgarse a desobedecer cualquiera de sus condiciones. Al llegar al final del pasillo, donde podía ya visualizar la descolocada puerta de metal por la que entro, los hombres que lo acompañaban prácticamente lo lanzaron sin delicadeza afuera y cerraron la puerta con fuerza.

Jimin gruño mientras se levantaba y murmuraba “Malditos pitos pequeños”. Al otro lado del enrejado estaba esperando el viejo Station con alguien sentado encima del capo. El chico comía una manzana verde mientras lo observaba fijo, o eso creía, no podía asegurarlo por las gafas de sol que traía.

— ¿Lo tienes? — dijo el de las gafas.

Jimin asintió y palmeó la carpeta enseñándola. Su compañero, Kim Seokjin sonrió y le hizo un gesto con la mano para indicarle que suba al auto para poder irse de ahí. Cuando ambos asientos estuvieron ocupados, el auto aceleró al instante. Jin aún tenía la manzana en mano a pesar de estar conduciendo, Jimin puso sus ojos en blanco pero no rechisto. Al final de cuentas, así era él.

— Tu VID está en el capó — indicó Jin — Póntelo antes de que lleguemos al control.

Jimin abrió el almacenamiento bien lo indicó el rubio. Ahí, encima de todos los cachivaches que guardaba el mayor sin razón alguna, estaba su pulsera titilante. Como ya era costumbre, Jimin la pasó por su muñeca antes de colocarle el seguro y que este soltara un tipo de pitido antes que la luz roja que parpadeaba antes se convirtiera en un azul intenso, indicando que ya estaba en funcionamiento.

Aquella extraña tecnología era un regalo cortesía de SEESAW. Muchas cosas habían sucedido luego de que el director ejecutivo y dueño de aquella compañía tecnológica había ganado las elecciones presidenciales del país hace aproximadamente seis o cinco años atrás. Y decir que la mayoría de cosas habían cambiado para bien sería mentir descaradamente, por lo menos Jimin lo sentía así.

El hombre había enamorado a los votantes con la idea de un país utópico, donde la tecnología los llevara al siguiente nivel por encima de los países que se llamaban potencias mundiales. Los pobres ignorantes no sabían que a lo que se enfrentaban era a una era donde la “perfección” que tanto hablaba Kim KiHun era totalmente selectiva.

Por supuesto, mucha gente había sido olvidada por el gobierno, aislada totalmente y clasificada por quien podía costear la tecnología obligatoria y quien apenas tenía para comer. Separados en distritos, clasificados cual ganado. Jimin nunca estuvo feliz con lo que sucedió a su pequeño país.

— Ya estamos por llegar — anunció su compañero al volante.

Los distritos estaban rodeados por muros y para poder cruzarlos, en las entradas y salidas había seguridad. Podía vislumbrar a las personas vestidas con el uniforme blanco de SEESAW mientras el semáforo cambiaba a rojo. El auto paró y los únicos dos guardias que estaban ahí se colocaron a ambos lados del auto. Las lunas bajaron, acción de Jin quién le sonrió con todos sus dientes ante la guardia mujer que estaba a su lado.

— Sus Virtual ID, por favor — indicó la muchacha. Parecía amable.

Jin tenía suerte, al costado  de Jimin estaba un hombre que parecía tener un palo incrustado en el culo por la malicia con la que lo miraba.

— Claro, linda — dijo Jin con tono coqueto. La muchacha sonrió sonrosada. Por supuesto, su mayor no podía pasar cualquier oportunidad para soltar su personalidad casamentera. Jimin puso los ojos en blanco al tiempo que extendió su muñeca izquierda para que el hombre hiciera su trabajo de escanearlo.

Cuando ambas máquinas dieron anuncio de que todo estaba en orden, el semáforo cambió de color y ambos pudieron seguir su camino hasta casa.

Ellos se asentaban en el segundo distrito. No podía decir que era un lugar donde sus habitantes se regodearan de dinero pero no estaba mal, ambos se sentían cómodos ahí. Su zona tampoco era algo de lo que se quejaran. Como era usual, cuando entraban a la estrecha calle donde vivían, un grupo de niños jugaba a la pelota en la calle. Al ver el auto entrar los niños se hicieron a un lado para que el vehículo pudiera pasar y estacionarse a un costado. Cuando ambos jóvenes bajaron los niños ya estaban de nuevo en sus asuntos. Jimin sonrió ante la bonita escena.

Su casa no era un hotel de cinco estrellas obviamente. Era un pequeño edificio a medio construir que lograron conseguir a un precio exageradamente bajo cuando estaban en busca de un lugar en el cual establecerse luego de la reforma. No estaba pintado tampoco, pero la fachada de la vivienda no era algo de lo que se preocuparan de todas maneras. Jin siempre decía que era mejor pasar desapercibido ante la gente.

Jin se apresuró a abrir la puerta y Jimin lo siguió. Los recibió su humilde salón, que tenía tan solo un par de sillones y una mesa ratona, y por supuesto, un librero al fondo. Ambos se dirigieron a él con parsimonia. Jimin colocó la carpeta a un lado y ayudó en la tarea de empujar el mueble a un lado.

— Deberíamos colocar algo para que esta cosa sea automática. Siento que cada día es más pesada. — dijo Jimin entre jadeos tomando la carpeta nuevamente.

— ¿Cómo en las películas? — mencionó Jin divertido.

En el lugar en el que acontecía el mueble, ahora hacía acto de presencia una excavación de tierra en la pared. Jin fue el primero en tomar rienda de las escaleras hacía el sótano y Jimin lo siguió, sosteniendo entre sus dientes la carpeta que tanto les había costado conseguir.

Jin presionó un interruptor y la luz iluminó el lugar. El lugar desentonaba totalmente con la vista insignificante de su vivienda que se tenía desde fuera. La habitación bajo el edificio estaba atestado de toda la tecnología existente y por haber. No importa cuántas veces Jimin haya visitado el lugar, la emoción y la adrenalina siempre era la misma.

Y era todo su secreto.

Jimin y Seokjin servían a alguien, pero no sabían a quién exactamente. Solo tenían en cuenta algo, que le eran leal ante cualquier circunstancia. El Jefe, como le decían entre ellos, era un personaje bastante misterioso. Muy pocos lo habían visto cara a cara o escuchado su verdadera voz. Se comunicaba con ellos por medio de telegramas virtuales o en cualquier caso, llamadas con la voz distorsionada.

Podía decirse que ellos también cayeron enamorados de la ideología que este les presentaba; un país donde SEESAW no estaba afianzado al gobierno corrupto y donde cada quién era libre de vivir sin restricciones sin importar su posición socioeconómica. Básicamente, volver a lo que era antes. El Jefe era alguien con fuerte espíritu y al parecer, con bastante dinero para gastar. Toda lo que llenaba la habitación era toda la tecnología que este casi desconocido podía ofrecerles. Incluso estaba a su disposición si necesitaban algo más. Claro, nada de ese lugar provenía de la empresa ya mencionada aborrecida. Cualquier producto de SEESAW no era de fiar. Sabían que lo que conseguían eran maquinarias extranjeras en su mayoría, otro pequeño porcentaje eran creaciones de otras personas que trabajaban para El Jefe.

— Escanea los expedientes, Jimin — dijo Seokjin tomando asiento en su escritorio y presionando uno de los botones de su teclado.

En seguida la habitación se vio llenada por el gran holograma verde que se proyectó de su ordenador. Jimin se acercó a otro aparato a un costado de la habitación. De la carpeta, tomó todos los papeles que este contenía y tomó el primero de estos. Lo colocó boca abajo en la máquina y rápidamente en la pantalla este se visualizó. Jin tecleó algo y el computador hizo su trabajo. De la imagen del expediente solo tomó la foto de la esquina. Era una chica joven que miraba atentamente la cámara. Ambos estaban atentos a la pantalla cuando esta lanzó un anunció. “No coincide con los datos de búsqueda”. Ambos no dejaron ocultar su frustración al soltar un bufido.

— ¿Cuántos son? — preguntó el mayor.

— Treinta y ocho — respondió Jimin hojeando todos los archivos.

— Bien, entonces esto será rápido — Jin se dejó caer en el respaldar de asiento y dio una mordida a una nueva manzana verde que Jimin no sabe de dónde sacó.

Hace unas semanas, ambos estaban trabajando en algo, por mandato del Jefe, obviamente. Por medio de un correo, explicó que algunas de sus fuentes más confiables habían dicho algo acerca de las desapariciones en el segundo y tercer distrito, y como el presidente Kim estaba involucrado. No era nada certero, pero los mandó a investigar por si saltaba algún dato importante. Gracias a las fuentes que ellos tenían, pudieron averiguar que, al parecer, SEESAW estaba trabajando en algo grande este último trimestre y había nuevos reclutas en sus filas para el proyecto. Jin y Jimin pensaron que ambos sucesos podían estar relacionados.

Pero ya iban en el expediente número diecinueve y ninguno de los perfiles de los nuevos trabajadores de la compañía coincidía con las personas desaparecidas. A Jimin ya le dolía el brazo de hacer la misma acción.

— ¿En cuál vamos? — preguntó Jin con aburrimiento. Jimin lo fulminó con la mirada porque él ya no hacía nada, había colocado a la computadora en automático y estaba muy atento a sus notificaciones que su VID proyectaba.

— Veintiséis.

— ¿Recién?

— No hagas que te golpee.

Y la acción continuaba, Jimin ya estaba decidido a resignarse porque, tal vez no habían conseguido nada en realidad y solo estaban perdiendo el tiempo. Pero cuando ya iba por el número veintinueve, la computadora hizo un sonido diferente. Jimin por poco suelta los papeles y Jin casi cae de la silla.

La pantalla ya no mostraba el anuncio negativo, en cambio aparecían dos fotos de la misma persona sin duda, pero en diferentes épocas. Jin acercó su silla y tecleó algo antes de que la pantalla mostrara bajo cada una el nombre.

— La foto coincide pero el nombre no —nombró Jin lo visto en pantalla. Jimin se acercó con curiosidad.

Su atención se repartía entre las dos fotos en la pantalla. Podía asegurar que era una persona. Ni siquiera podía decir que eran familiares porque los apellidos tampoco eran los mismos. La imagen de su base de datos tenía inscrito Nam Minhyunk, mientras que la perteneciente a los archivos recién adquiridos nombraba Kwang Se Joo.

— ¿Es de una de las personas desaparecidas? — preguntó Jimin. Jin abrió el archivo de donde salió a colación la imagen, y ambos se decepcionaron ante el resultado.

— No, es de un archivo viejo de una antigua misión — respondió — Ya trabajaba para S.

— ¿Pero por qué tiene un nombre distinto? — Jimin recayó en el detalle.

Jin también pareció pensarlo un momento.

— Lo guardaré igual, por si acaso. Tenemos que continuar.

Tenemos me suena a multitud” murmuró por lo bajo pero Seokjin estaba nuevamente concentrado en sus redes sociales que proyectaba su brazalete y en comer su preciada fruta favorita que ni siquiera le prestó atención. Tomó los archivos que faltaban y continuó con su trabajo. El siguiente perfil fue igual de decepcionante que los veintiocho anteriores, pero el siguiente nuevamente saltó el anunció de que correspondía con un perfil en su base de datos. Jin nuevamente volvió a prestar atención a la pantalla.

— Jimin… — dijo suave, el castaño miro a su mayor — Esta chica es una desaparecida.

Jimin se acercó a la pantalla nuevamente, y como el caso de Minhyuk (o Se Joo), el nombre no coincidía. Apretó los labios para no formar una sonrisa porque en sí, que S estuviera involucrada en las continuas desapariciones era malo. Malo porque agregaban a la lista otro delito bien cubierto por parte de la empresa, pero estaba feliz de por fin haber conseguido algo, de no haber estado trabajando en vano por semanas.

— Continua Jimin — dijo el chico con un gesto de mano mientras guardaba ambos expedientes igual. Por lo menos, ahora lo veía más concentrado en la operación. Los demás expedientes saltaron con resultados positivos para gratificación de ambos jóvenes, quienes cuando finalizaron, soltaron toda la tensión con un suspiro.

Jin dijo que se encargaría de hacer el informe para el Jefe mientras que Jimin recogía los archivos usados y se deshacía de ellos en la trituradora de papeles que tenían en el fondo del despacho. Una política que tenían ambos al trabajar era no dejar evidencia física alguna de su trabajo. Hacían copias en el ordenador principal y luego quemaban y trituraban los archivos extras.

Al terminar ambos con sus partes del trabajo decidieran que era bueno ir a descansar porque habían estado ahí por horas y estaban seguros que hacía rato que estaba oscuro. Subieron las escaleras y empujaron entre ambos el mueble a su lugar.

Jimin sacudía sus manos cuando un sonido lo dejó estoico en su lugar. Al ver de reojo a su compañero estaba igual de quieto que él. Demás sonidos se dejaron escuchar nuevamente, todos provenientes de la habitación contigua, la cocina.

No tenían nada al alcance con que defenderse por lo que decidieron ser cautelosos al momento de acercarse al umbral de la entrada. Jin detrás de Jimin, por su puesto.

El menor asomó su cabeza con lentitud, pero su cuerpo soltó cualquier tensión cuando reconoció a la persona delante suyo. Jungkook había llegado a robar su cocina, otra vez.

— Casi nos matas de un susto, hombre — dijo Jin cuando también vio al chico rebuscando en la alacena. En uno de sus brazos cargaba diversas bolsas de comestibles — Debes avisar cuando vengas.

Jungkook volteo con una bolsa de cereal entre los dientes, que tomó con su mano vacía al arquear una ceja.

— Claro, voy a llamarlos. ¿Debería activar mi VID y anunciar mi ubicación a SEESAW? Seguro ellos querrán comida también — soltó con sorna.

Jimin llevo su mano hacía su boca para evitar soltar una carcajada ante la cara roja de su mayor.

— Tu sarcasmo no es bien recibido aquí, me temo — dijo Jin después de unos segundos de silencio.

— Yo no tengo ningún problema con él — dijo Jimin divertido mientras saludaba con un puño a Jungkook que lo recibió gustoso y sonrió con altivez hacía Jin.

Ugh, odio cuando se alían contra mí — dijo el mayor tomando una manzana de la cesta llena de esa fruta en medio de la mesa.

Jungkook y Jimin rieron ante el comentario y fue cuestión de tiempo antes de que el mayor también se contagiara de su buen humor y rodara con los ojos con una sonrisa impresa en su rostro.

Los tres se sentaron en la pequeña mesa de la cocina y comenzaron a hablar, de trivialidades básicamente, no habían sido visitados por Jungkook en un buen tiempo y tenían que ponerse al tanto de cómo lo estaba llevando desde que se había ido de casa.

— La señora Lee es encantadora, pero sigue obligándome a hacer las compras, como si no supiera la situación — dijo Jungkook mientras se embutía una rodaja de jamón a la boca — Creo que sus “tés medicinales” enserio le afectan en algo a la cabeza.

Jungkook había estado viviendo con una vieja señora en el tercer distrito este último tiempo cuando los hombres de S lo habían identificado como un rebelde. La señora Lee, obviamente, también trabajaba para el Jefe, pero no sabían en que ámbito. Jungkook a menudo les contaba como la señora se encerraba horas y horas en su habitación y no daba explicación alguna luego a pesar de que su alojado la saturaba con preguntas.

— Bueno, me alegro que lo estás llevando bien por el momento — dijo Jin con una sonrisa sincera. Jimin concordó con un asentimiento y una sonrisa de lado.

— Sí, pero espero esto termine pronto. Me voy a volver loco de ocultarme tanto — dijo fingiendo una tembladera. — De todas maneras, debería irme ya, la señora Lee se volverá loca si no llego con la comida.

Seokjin al ver que el chico no podía trepar por la ventana trasera con el montón de cosas que llevaba encima, se apiado y empacó toda la comida en bolsas de papel. Parecía como si Jungkook hubiera ido de verdad de compras, de todas maneras así no atraería atención indeseada.

— ¿Quieres que prepare algo de comer? Si es que Jungkook nos dejó algo — Jin abrió el refrigerador a asegurarse que tenían para sobrevivir esa semana.

— Yo estoy bien, hyung — dijo Jimin sacudiendo su mano — Debería ir a dormir de todas maneras. Mañana tengo trabajo.

Jin suspiró y cerró el compartimiento.

— Bien, yo tampoco tengo hambre de todas maneras — apagó el interruptor de la luz de la cocina y ambos subieron las escaleras hacia sus respectivas habitaciones.

Jimin se deshizo de su sudadera y de sus pantalones y solo quedó en bóxer y una camiseta. Por fin con tranquilidad pudo levantar el brazo donde llevaba su VID y el holograma azul al instante apareció. Tenía tres notificaciones, pero decidió ignorarlas y dirigirse al instante al panel de noticias. Como esperaba, no había ninguna de las desapariciones.

Esos malnacidos hacían muy bien su trabajo de ocultar su rastro.


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